“Artist for Democracy: el archivo de Cecilia Vicuña”

Entrevista a la artista nacional Cecilia Vicuña y Paulina Varas, curadora de la exposición.

“Artist for Democracy: el archivo de Cecilia Vicuña”

Autor: Wari

1.GRANDE

“El sentido de Artist for Democracy es transmitir al mundo la belleza de la creación colectiva chilena durante la época de la Unidad Popular. Durante esa época el pueblo chileno se expresó y se convirtió en la luz del mundo. Entonces cuando fundé Artist for Democracy en Londres no tuve que luchar para que se formara porque se creó prácticamente solo, ya que los artistas estaban interesados en aprender de Chile, en aprender de lo que había sucedido acá: entonces esa es la historia que ha sido robada al Pueblo de Chile; se ha presentado la Unidad Popular como un periodo de caos, oscuro, de desabastecimiento, se ha distorsionado la realidad de un gran movimiento social que emerge desde la época precolombina y que se va transfigurando a través del pensamiento sindical y que madura en una floración única en la historia de la humanidad. 

Artist for Democracy tuvo ese sentido y ese es el que ahora por fin puede volver a Chile: UNA RECUPERACIÓN DE UNA HISTORIA ROBADA”.

-Paulina: ¿Qué ves de democrático en el sentido curatorial de esta exposición?

-La palabra democracia siempre fue planteada como una pregunta, y cuando hablamos de hoy 2014 en Chile sobre un episodio que tuvo lugar en Londres 1974 cuarenta años atrás, no hay otra manera posible de pensarlo que a la luz de una crisis de la democracia. Los procesos democráticos hace mucho tiempo que ya no se están desarrollando al interior de la gobernabilidad, de la macropolítica, sino que se están repensando y resignificando en la calle: el movimiento global ha manifestado esta ausencia de democracia porque los políticos se han robado la política. Ya ves tú los indignados en España y en Chile no es novedad, porque nosotros pasamos un proceso de transición democrática en que nos damos cuenta que hoy tenemos un sistema binominal, tenemos una Constitución que no sabemos qué es realmente, por eso es muy pertinente volver a preguntarse qué pasa con la democracia.

Hace cuarenta años este grupo de artistas donde estaba participando Cecilia Vicuña, que fue Artist for Democracy ya se preguntaban por una democracia: un tipo de democracia perdida, que fue robada.

-En ese sentido ¿Cómo se activa el pasado mientras vivimos en un presente en constante retroceso en todo tipo de ámbitos y materias?

-Por eso la pregunta sobre la democracia se hace pensando en el futuro. Las primeras veces que fuimos viendo el archivo de Cecilia yo le decía: “Cecilia, es que tú me estás hablando del futuro”.

-Cecilia, respecto de esto ¿me puedes comentar sobre la RESISTENCIA que tiene el título “Artist for Democracy” hasta los días de hoy? ¿O lo ves solamente como hacer resurgir la memoria?

-Por supuesto que es una resistencia, es una resistencia poética el concepto mismo de la democracia que fue creada hace más de dos mil años y hasta ahora es un concepto aún no realizado en la Tierra. Hubo solo breves momentos en la historia de la humanidad en que esto se ha llevado a cabo en Occidente.

En cambio, donde hay una democracia real es en las comunidades de los pueblos originarios porque hay un líder que se dedica a ESCUCHAR, y de ahí que realmente es un líder porque realiza los deseos de la comunidad. Entonces hay como una reversión de una orientación y una necesidad innata del ser humano de la participación y la libertad, como del empoderamiento de los individuos. Creo que en ese sentido la resistencia poética es fijarse en el contenido no realizado de la palabra democracia.

-Paulina ¿Crees que el movimiento estudiantil en Chile tenga preocupaciones de tipo estéticas? Si Sí o si No ¿Cómo acercar el arte a los movimientos actuales que carecen de representación en varias materias?

-Hay dos cuestiones, yo creo que el arte no alcanza muchas veces para los movimientos que están surgiendo en la calle, y por eso mismo siempre he pensado que la práctica artística más que acercar el arte a la gente se trata de que acompañe procesos y en ese acompañar que ya no es una relación de autoridad si no que es una interrelación, se puedan realizar modificaciones en la realidad.

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-¿Que implica?

-Utilizar las herramientas de las prácticas artísticas, herramientas que son parte del terreno de lo simbólico y que hay que continuar insertándolas dentro de los procesos. Entonces pienso que las luchas sociales se arman a partir de esas herramientas creativas que sirven para acompañar los fines de la lucha, en ese sentido hay muchas maneras, no solo hay que asistir con panfletos u objetos a la marcha, sino con una serie de otras estrategias que vienen desde lo íntimo y que se pueden instalar en un nivel tanto macro como micro político; por ejemplo en el coloquio que se hizo en el Museo de la Memoria, uno de los asistentes proponía que nunca pensamos por ejemplo que la ternura o el susurro son herramientas políticamente efectivas. Pienso que en ese sentido hay que COLABORAR.

-¿Y cómo crees que acompaña la obra de Cecilia Vicuña?

-De múltiples maneras porque la obra de Cecilia no es solamente artes visuales, no es solamente poesía, sino que es como ella misma lo dice: MULTIDIMENSIONAL. Es importante porque una de las primeras cosas que se plantea es cómo fuera de un canon establecido -esto de cómo debe ser la obra de arte contemporáneo en el lenguaje del mainstream internacional-, es también una búsqueda experimental, esa búsqueda de memorias silenciadas, de historias olvidadas, de raíces que no están reconocidas. Hay una dimensión también con una toma de posición frente a nuestro pasado colonial por ejemplo…

-… y en esta activación constante de la memoria, pensada como avance hacia una democracia participativa (aún hoy inexistente) ¿qué figura te sugiere?

-Yo creo que la única manera que nosotros podamos modificar algo hoy en día y que nuestro presente no se vea afectado por los deseos neoliberales, empresariales, es que reconozcamos que hay legados sobre los cuales nosotros estamos haciendo las cosas, y eso para mí es una responsabilidad histórica, es un legado que reconozco incluso desde las luchas de clases.

A todos los que nacimos en dictadura nos han enseñado a borrar la memoria, y la única manera en que podamos construir el futuro de un sociedad digamos relativamente sana, es que podamos reconocer el legado de prácticas emancipadoras, de prácticas críticas, de prácticas que inciden en lo político y reconocerlas, y con ello, con ese legado, con esas herramientas aprender de ellas y hacer del presente una base en torno a pensar en que no estamos inventando algo; porque si tú reconoces tu legado entonces ya tenemos un COLECTIVO, un colectivo atemporal porque ya somos muchos, somos más, todos los de atrás, somos todas estas mujeres potentes que han hecho y han querido levantar la voz y decir lo que se puede cambiar, mejorar y activar. Esto nos potencia a todos. Entonces, podemos pensar que para el futuro se puede plantear una pregunta desde hoy en día.

-¿Por qué crees que durante este gobierno y el que sigue la obra y reconocimiento de Cecilia Vicuña podría tener un legado significativo para los artistas más jóvenes?

-Ninguna de mis investigaciones ni curatorías han estado determinadas por un gobierno y no responden a una agenda política cultural porque no me siento ni me he sentido reflejada en ninguno de ellos. Es justamente hacer lo contrario, esta coyuntura en la cual aparece Artist for Democracy, es donde surge este legado que Cecilia hace: ella trae un material, un archivo a Chile que no está en Chile.

Esto es tan importante porque se trata también de un traslado territorial, todo esto estaba en Nueva York. De Londres pasa a Colombia junto con ella, el archivo también es la biografía de una deriva territorial, y al traerlo acá es más que una coyuntura decir que hay muchas personas que esto les importa, porque esto no pasa a ser una problemática del arte es una problemática donde el arte está relacionado y entrelazado con las luchas sociales.

Ahora, si está en un museo, está porque es un museo público, un museo estatal que es parte del patrimonio de todos. Es importante el tema del legado, porque a diferencia de la herencia que no tienes cómo zafarte del proceso legal cuando algo “se te es heredado” -y en la dictadura nos entregaron muchas cosas que siguen vigentes hoy en nuestra sociedad-, entonces el legado se reconoce, yo lo reconozco: miro hacia atrás, y digo “eso que veo ahí, me responde al presente de hoy en día y no todo lo que está atrás”.

2.MEDIANA

Este nudo que fue Artist for Democracy en 1974 desde la experiencia de Cecilia, responde a una variedad de preguntas. Responde a un contexto en el cual hoy se han hecho preguntas sobre la democracia y las democracias, las inclusiones y exclusiones, el discurso de las mujeres, de las mujeres artistas, donde caben una serie de capas que están implícitas en estas preguntas. Entonces el legado es algo que estamos reconociendo, y la gente está planteándose cómo hoy podemos repensar el lugar para VIVIR JUNTOS.

-Y tú Cecilia, ¿cómo ves este proceso de transformación en Chile? ¿es real?

-Creo que preguntarse por la Constitución es lo más importante que está pasando ahora en estos momentos. La búsqueda de una Asamblea Constituyente es lo más decisivo. Porque la destrucción de la cultura chilena, la destrucción de la historia de Chile, la destrucción de la tierra de Chile, la apropiación del agua, la muerte del mar, todo se debe a que hay una legislación que legisla para el 1%. Entonces mientas el Pueblo no se empodere para reinstaurar la relación entre la poesía y la ley… es decir que la ley tenga que reflejar los intereses de la mayoría, los intereses de la tierra, los intereses del futuro, no habrá transformación. El proceso democrático aquí en Chile fue suspendido y eliminado tanto por la dictadura como por la misma Concertación pues no lo llevaron a cabo como deberían haberlo hecho. Ahora, gracias a los pingüinos y luego al movimiento estudiantil actual hay por primera vez desde 1973 una oportunidad de hablar de democracia de una manera profunda, hablar desde una democracia participativa.

-Sobre tu obra el “Quipu Menstrual” en 2006, luego de tu carta y de tu ruego a Michelle Bachelet porque no vendiera los glaciares ¿Crees que alguna vez en 40 años se les ha escuchado a los artistas nacionales en su lucha u opinión? Si hay algún caso favor cuéntame…

-Jamás se ha escuchado a los artistas, jamás se ha escuchado a las voces ancestrales, jamás se ha escuchado la sabiduría del pueblo chileno, ni originario, ni a los pescadores, ni trabajadores, ni a las mujeres ni los niños. Por eso yo acabo de realizar otro QUIPU, el Quipu de los lamentos, para oír lo no oído, el sufrimiento infinito del SER NO OÍDO, porque es el ser de la tierra misma, es el ser de nuestra historia que sufre. Y nuestra historia no tiene solo 200 años, tiene más de 10 mil años de cultura acá en esta tierra entonces esa voluntad de NO OÍR ES LO QUE ESTÁ MATANDO LA VIDA.

Por ejemplo ahora tú sabes que hice una película que se llama “Kon Kon”, ahora vas a Concón y ya no hay más pesca, tú no ves botes pescadores, porque la pesca artesanal que era el mundo donde había más trabajo -había más de 60 mil trabajadores- todo eso ya no existe más; la industrialización de la pesca y la comercialización de los barcos rastreros de Angelini y de todo ese conglomerado de monopolios que manejan el mar han destruido todo a su paso, han destruido la vida y la cultura ancestral de Chile a vista y paciencia de los chilenos: hay un trauma colectivo.

-Cuéntame un poco de eso Cecilia…

-Resulta que en Chile no hay mucha conciencia del hecho de que este es uno de los pocos y quizás uno de los únicos países en el mundo en que a lo largo de todo su territorio y durante largos años, desde el 73 hasta el 90, había 1.132 centros de tortura donde se torturaron los genitales de hombres, mujeres y jóvenes en forma continua y arbitraria. Eso se hizo para instaurar un terror que ha resultado en el completo desempoderamiento de la gente, por lo tanto, quién y por qué se va a escuchar a los artistas, quién y por qué se va a escuchar el sufrimiento de la gente cuando se ha instaurado el derecho a torturar, y ese derecho nunca ha sido reconocido en sus consecuencias.

Por ejemplo, hay lugares como en Argentina donde se ha hecho una verdadera consideración social de la historia de la verdad. Yo recuerdo la comisión de la verdad en ese país: tú entrabas en una cafetería y estaba la radio prendida, la gente escuchando, donde fueras, a una casa, etc., todo el mundo se enteró. Acá dónde se ha hecho una admisión, un reconocimiento del sufrimiento, del dolor, nunca. Por eso no hay una verdadera transformación de esta situación, no hay ESCUCHA, y es a través del OÍR que se conecta un ser humano con otro ser humano.

-Si tuvieras que volver a Londres 1974 ¿Qué obra tuya de los últimos 10 años instalarías en ese contexto?

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-No puedo contestar esa pregunta porque yo nunca pienso mis obras, nunca pienso con antelación lo que voy a hacer, sino que me vacío frente a la necesidad del lugar y del momento, por lo tanto la obra emerge por sí misma, emerge de una interacción que yo siento, que yo escucho, en la cual yo atiendo. Entonces la obra qué es: la obra es un instante en la transformación, en la transfiguración.

Pero mira, efectivamente hace unos mes en mayo del año pasado, se hizo por primera vez la reconstrucción de una obra mía del año 74 en Londres, se hizo un adelanto de lo que está ahora en el Museo de la Memoria, se hizo en un espacio experimental de una fundación en Londres: me pidieron que recreara la casa que se llamó “La Ruca Abstracta” y que es como una animita, una casa tejida de palitos y de basuritas donde yo instalé la visión de las ultimas palabras de Salvador Allende

-…entonces:

-Es muy misterioso porque la obra original del año 74 fue destruida, desapareció. A nadie le interesó mi trabajo y eso ha sido una constante a lo largo de mi vida: que mi obra siempre es borrada, siempre desaparece, siempre incomoda, ataca las estéticas que están en lugar del poder. Entonces eso para mí es un orgullo, es la fuerza en mi trabajo, es el hecho de que no es tolerada y por lo tanto reemerge siempre y sin que yo participe.

-¿Qué sientes frente a ese suceso?

-Lo que siento es extraordinario: por ejemplo ahora cuando se hizo la recreación de la Ruca Abstracta en el Museo de la Memoria -y se llama así porque es una pintura que en vez de ojos tiene hoyos que son el sentido de los ojos de Allende que somos nosotros, y que si nosotros aprendemos a mirar por la visión iluminada que él tuvo en ese momento en que sacrifica su vida, entonces esa visión se encarna en el cuerpo de la persona que lo lleva a la vida- por lo tanto, es maravilloso porque la construimos con un grupo de 10 ó 12 personas todas trabajando en el nuevo tejido de la casa espiritual de Allende: carpinteros, eléctricos, estudiantes, todos participando del tejido, mi papá que tiene 91 años, mi mamá que tiene 89 … fue una cosa realmente emocionante, entonces hay como una idea de que esta obra solo existe a través de la PARTICIPACIÓN.

-¿Piensas que los reconocimientos de tu obra en tantos Museos los últimos años activan (o siguen activando) tu trabajo como artista fuera de ellos?

-Es imposible responder eso y es maravilloso que sea imposible responderlo y que tampoco invalide la calidad de la pregunta. Lo fantástico es que cuando el arte es verdadero no importa todo lo que sea sepultado y censurado porque siempre reemerge, y reemerge de maneras insólitas e incalculables que nadie las puede pensar ni proyectar ni imaginar siquiera.

Por ejemplo, abro Internet y me encuentro con que personas han tomado un poema mío y lo han convertido en una canción, en una película, todo el tiempo están apareciendo esas situaciones y no solo en Chile, en otras partes del mundo también. ¿Cómo sucede eso? Nadie lo sabe, nadie lo controla, nadie lo guía, entonces yo creo que los museos son como una mínima parte de todo esto. Porque la poesía es un movimiento imparable, Vicente Huidobro dijo que la Poesía es la vida de la vida, y por lo tanto mientras haya vida, la poesía es la que lleva la voz, es la que lleva la fuerza y a eso me acojo yo.

Por Pía Sommer Catalán

Cultivos Chilenos

El Ciudadano Nº150, verano 2014


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