Tania Tamayo y Alejandra Carmona son periodistas que a lo largo de su carrera se han desempeñado en el área de la investigación y una de sus más recientes publicaciones es El Negocio del Agua, un trabajo de tres años en el que se hace un recorrido respecto a cómo Chile llegó a estar inmerso en esta profunda crisis hídrica y quiénes son sus responsables.
El Negocio del Agua repasa la realidad que viven las comunidades más afectadas y cómo se enfrentan a esta sequía, así como el factor político y la toma de decisiones que se ha traducido en asegurar y perpetuar uno de los negocios y conflictos más importantes asociados al calentamiento global, el que afecta particularmente a Chile.
¿Qué las impulsó a hacer esta investigación? ¿Hubo algún hecho en particular que las motivara a ello?
Tania Tamayo (TT): Yo no me acuerdo que haya habido algún hecho, yo que creo que es como que había una situación en el ambiente en que, efectivamente por un lado, había mucha gente que se estaba manifestando por la falta de agua, la escasez hídrica, y por otro estaban sucediendo cosas en el Congreso que hacían pensar que había un lobby muy fuerte en los parlamentarios.
Alejandra Carmona (AC): Yo me acuerdo que una de las cosas que más me impactó fue la situación de San Pedro de Melipilla, que quedaba tan cerca de Santiago y que no tenía agua, y yo trabajaba en ese tiempo en un medio y se cubrió ese tema, y durante las pautas hablamos largamente de eso; no solamente ese en particular, también había salido el tema de Petorca y también habíamos cubierto temas respecto a los dueños de los derechos de agua en el sur que son los lugares donde se instalaron las hidroeléctricas con el tiempo. Entonces, era un tema que era muy poco cubierto por los medios tradicionales y que a mí me había llamado la atención hace muchísimo tiempo.
TT: Es un tema de peso, y lo que sí había eran buenos reportajes de investigación, pero muy particulares, muy específicos y no abarcaban el fenómeno en su origen, sino que se dedicaban a develar verdades y situaciones de poder en el fondo.
¿Cómo observan el debate respecto a la propiedad y el cuidado del agua previo al estallido? ¿Ocupa el lugar que merece?
TT: Es previo al estallido y eso es súper importante destacarlo, porque si bien es cierto había un tema de la sequía por un lado -que si bien ese es un fenómeno climático-, que estaba permanentemente en los matinales, medios de comunicación e incluso habían muchas notas de prensa respecto de aquello, de los animales que estaban muriendo, las autoridades, principalmente el Gobierno, no tenían una mirada muy consciente de lo que estaba pasando y se dedicaban a desmentir esto de que el agua es privada. Pero, además, se dedicaron a ejercer una campaña comunicacional en desmedro de ponerle temporalidad a los derechos de agua, si no era perpetuidad no tenía certeza jurídica, etcétera.
Ahí es donde aparece el ministro de Agricultura, Antonio Walker, a respaldar a los empresarios, a respaldar de manera muy firme los insertos de los empresarios en los medios de comunicación, las posturas de la Sociedad Nacional de Agricultura; esto hasta el final digamos, previo a que empezara el estallido.
AC: Yo también siento que es un tema totalmente antes del estallido, es un síntoma que refleja también esta crisis en el fondo. Yo creo que el reclamo por el agua va tan unido a los conflictos o a los estallidos que pudimos ver en Aysén, Calama, Chiloé, por la salud digna; o sea, la petición por el agua de lugares completamente secos yo la vengo escuchando hace muchísimo tiempo. Yo creo que el estallido lo que hace en el fondo es responder a lo que ya rebasó cualquier tipo de vaso digamos. Pero el requerimiento, la petición por los derechos de agua -independiente de la nacionalización de agua, o sea, hablando solamente de los derechos- es una petición muy antigua.
«EL AGUA ES UNA PARCELA DE PODER DE UNA TRANSVERSALIDAD POLÍTICA»
En el libro se revelan nombres de políticos que han torpedeado reformas al Código de Aguas. Recientemente en el Senado hubo 12 parlamentarios que rechazaron consagrar en la Constitución el agua como un bien de uso público. ¿Es la propiedad del agua el conflicto de interés político más transversal y complejo de enfrentar?
TT: Sí, yo creo que ahí hay dos cosas, pasa que hay un lobby muy profundo y que se entiende esto como una bandera de lucha. Extrañamente, este recurso natural se torna un símbolo de las distintas ideologías que están y que se mezclan en estos espacios y que son transversales.
Yo creo que es importante la pregunta en términos de si el poder se encuentra ahí: yo creo que en todo su esplendor. Porque si vamos al origen del Código de Aguas, siempre fue muy importante, estuvo a la par de las AFP, de la creación de las isapres, de la Ley General de Universidades; había en el agua un espacio a pelear muy importante y yo creo que sus gestores lo pensaron así. No es casual que sea un bien nacional de uso público y que finalmente termine siendo privado.
AC: Yo creo que el negocio del agua es como un modelo fractal del modelo económico en general, cuando se instaura el modelo económico en Chile. Eso uno lo puede ver en distintos ámbitos, y el agua es justamente eso, una especie de parcela de poder de una transversalidad política, de una transversalidad de la élite empresarial y política también, y por eso que eso lo podemos ver desde el Código de Aguas con los Chicago Boys, con Pinochet, con la derecha conocida en Chile, como más adelante también con la misma Concertación y cómo ha habido esa élite empresarial y política que ha capturado un poco esta situación y que ha logrado que nada pase, que nada se modifique. Hay mucha gente favorecida por estos derechos entregados y por el negocio en torno a estos derechos y el poder.
En el libro se revela importante información sobre el actual ministro de Agricultura, Antonio Walker. ¿En su caso hay un conflicto de interés? ¿Qué tan cómplice ha sido el Estado de los beneficios que recibe?
TT: Una cosa es lo evidente y otro es lo tácito, que no tiene que ver directamente con él, sino con todos los que han tenido derechos de agua pero además ejercen la política y están en espacios de toma de decisiones. Les ha sido demasiado fácil, porque el Estado no supervisa aquello y no entiende que ahí hay un acto quizás no de corrupción pero sí de conflicto de interés. Porque si él no tiene tantos derechos de agua como se supone que tiene -porque los tiene su hermano o su familia completa, que además tienen hidroeléctricas, o sea, empresas directamente relacionadas con el agua-, él es un empresario del agro, donde también está directamente relacionado con el agua, entonces no puede estar en este espacio de toma de decisiones o donde ponga adjetivos calificativos a lo que es el Código o lo que podría ser la reforma al Código de Aguas.
Entonces, claro, por un lado nosotras vimos lo concreto, cómo la Comisión Nacional de Riego le ha otorgado en su historia como empresario 350 y algo millones de pesos a él para sus trabajos de riego, donde él además ahora participa o dirige un ministerio que tiene a cargo la Comisión Nacional de Riego. Pero además hay todo este conflicto de interés porque no puede estar en la toma de decisiones respecto de los miles de derechos de agua de su hermano o de los derechos de agua que se supone que tiene su señora. Está en el meollo del conflicto de interés y lo peor es que no solo no lo piensa él así, sino que hay muchas personas que no lo piensan así.
AC: El problema general de los políticos en torno al agua es que se acostumbraron a que un conflicto de interés no fuera realmente un conflicto, y eso se puede ver en todo el proceso de compra y venta de derechos, la privatización de las sanitarias. Es como si no existiera, como si no lo vieran. De hecho, hace quince años un conflicto de interés flagrante no era lo que significa hoy día; la misma sociedad ha tenido que educar a los políticos casi para decirles que es feo aunque sea legal.
TT: Pienso que uno está hablando de los ministros, pero ¿qué pasa con cada senador que vota por una cosa u otra…? Lo que pasó en el Senado pasa en cada comisión, incluso en la Comisión de Recursos Hídricos de la Cámara de Diputados. Siempre el agua, como es un bien natural, es muy transversal, entonces está en distintos rubros del mercado, así como nosotras dividimos el libro en distintos rubros -forestales, agronomía, hidroeléctrica-. Entonces toca a muchos empresarios, por algo cuando ellos ponen insertos en los medios de comunicación en contra de las reformas, firman desde bancos hasta la Sociedad Nacional de Minería, pasando por la Cámara Chilena de la Construcción, la Asociación Nacional de Agricultura; o sea, uno dice ¿desde dónde, desde qué lugar está hablando?… bueno, porque el agua es transversal.
¿Cuál es la relación directa entre el Código de Aguas y el modelo neoliberal chileno? ¿Hay alguna manera de que manteniéndose el modelo cambie la situación de este bien?
AC: Esto es una opinión personal, pero manteniendo el modelo yo no veo ninguna posibilidad de que se pueda transformar algo, ese es el gran conflicto. En el fondo, son quienes protegen y blindan el modelo económico, eso es lo que decíamos. Hay una transversalidad política y empresarial que está acostumbrada a eso y además va de derecha a izquierda, o hasta la Concertación, y además hay otras personas que están mirando totalmente de forma distinta los recursos naturales. Resulta casi absurdo pensar que hay un debate para entender si el agua es un bien de uso público o no, pero en Chile se da ese debate, porque tenemos el agua privatizada en su origen y también su gestión, con el Código de Aguas blindado y también con la privatización de las sanitarias. Y claramente es una extrapolación de un modelo fractal del modelo económico, porque en el fondo se refleja. Es lo mismo que lo que se puede vivir en distintas áreas de la sociedad mientras se mantenga un modelo neoliberal tan chileno, como lo decía un académico estadounidense la semana pasada de la Universidad de Chicago; un modelo económico de yernos, de amigotes, va a ser casi imposible salir de esta camisa de once varas.
Y lo otro que también es súper importante -y queda claro en el libro- es que no solamente se necesita cambiar o modificar el Código de Aguas, sino que también es muy relevante que ese sistema de entrega y otorgamiento de derechos de agua cambie, se tiene que cambiar la Constitución.
TT: Eso es súper importante, porque el artículo 5° del Código de Aguas dice que el agua es un bien de uso público, pero que otorga a sus particulares el derecho de aprovechamiento de ellas. Pero en el artículo siguiente, en el sexto, dice que es un derecho real, pero además, en la Constitución del ’80, en el artículo 19 n°24 inciso final, dice que los derechos en particular de las aguas reconocidos y constituidos en conformidad a la ley otorgan a sus titulares propiedad sobre ellos; ¿qué te está diciendo?, que el agua es un bien de propiedad privada. Entonces, por mucho que te digan que el Código de Agua dice que es un bien nacional de uso público, no está diciendo toda la frase.
En el papel el agua es un bien nacional de uso público, pero en lo concreto el 90% de los derechos del agua superficial están otorgados a privados, y se puede hacer lo que se quiera con ella, no tiene prioridad de uso, no hay subsistencia versus lucro; es tan importante que una comunidad indígena se abastezca a que otra persona haga usufructo de ello y genere lucro con su negocio.
AC: Hay gente que se ha hecho millonaria -la vio venir digamos-; inscribió muchos derechos gratuitamente y ahora que se han instalado mineras o otro tipo de negocios, las ha vendido y se han hecho millonarios vendiendo el agua.
«LO QUE ME TOCÓ VER FUE DOLOR MÁS ACCIÓN»
¿Cómo las comunidades en el cotidiano se adaptan a estos cambios y cuáles son las expectativas de mejora que tienen?
TT: Es súper paradójico, porque las agrupaciones de Agua Potable Rural (APR) son un sistema colectivo muy hermoso porque son ellos el único bastión de agua comunitaria en el país, y por eso ellos pelean tanto por el agua, porque saben lo que cuesta. Y hacen una autogestión, una autoadministración y confían muchos más en ellos, en su vecino, su vecina, que en una sanitaria; eso es muy bonito que ocurra.
Pero también la gente está cansada porque no tienen por qué ser ellos los responsables de esto. Y la diferencia que se genera entre una zona rural y una zona urbana, que tiene el noventa y tanto por ciento de abastecimiento asegurado, es muy profunda. Entonces yo creo que las comunidades lo viven de manera muy activa. Yo diría que más allá de la realidad que es súper dura, se han activado las comunidades, de poder estar con el otro, poder trabajar con el otro, de entender que si hay alguien que no hace la pega hay algo que no va a funcionar en general. No me tocó ver solo el dolor, a mí lo que me tocó ver fue dolor más acción: Esto es lo que nos toca y vamos a pelear por ello.
AC: Es una cosa que se contrapone porque, por ejemplo, estuvimos hace un par de semanas lanzando el libro en Petorca y también frente a una injusticia, frente a un despojo, siempre hay una organización -sobre todo comunitaria- que se levanta de una forma hermosa, valiente y, también claro, los despojos de gente que ha quedado sin nada porque en esos territorios uno ve que también las empresas han logrado permear ese tejido social, por medio de planos de la responsabilidad social empresarial logran dividir a las comunidades; o sea, las empresas se han metido en todo. Por ejemplo, la limpieza de canal, que es un rito indígena, que es súper resguardado por las comunidades indígenas del norte, ahora tienen auspicio de empresas, entonces claro que eso divide.
TT: Se genera una fractura social, porque probablemente los más jóvenes van a tener más herramientas, incluso teóricas, en términos de cómo combatir esta desigualdad que se genera. Pero hay otros que pueden estar más cansados, que no tienen la energía y que sienten agradecimiento de que alguien, o alguna organización, o instancia privada, les otorga eso que el Estado nunca les brindó, como la educación, la vivienda, la comida, entonces uno podría decir por qué hay gente que no se rebela; bueno, es lógico que no se rebele también, es fácil hablar desde nuestro punto de vista, hay quienes viven ese dolor, quienes han vivido esa desigualdad toda su vida, para ellos si viene una empresa grande a pagarle la universidad a tu hijo, que es lo que hacen, o crear centros deportivos, o pagar canchas, probablemente puede haber gente que decida o estar a favor o dejar de luchar.
¿Qué ocurre en Petorca y por qué es de alguna manera uno de los lugares más simbólicos de esta crisis? ¿Cómo llegó a eso?
TT: Bueno, lo primero que hay que decir es que una palta consume 66,6 litros de agua al día y una persona consume 50, o sea, una palta consume más que una persona y eso es brutal porque multiplícalo por el número de personas que abarcan las plantaciones de palta. O sea, si tú haces una mirada aérea vas a ver cómo se contrapone lo verde con espacios completamente áridos, secos. La gente no tiene donde bañarse, los ríos están completamente secos, es la escasez versus la opulencia, entonces no se entiende, no es que no pase en otras partes, pero ahí es tan evidente porque además hay usurpación ilegal de aguas; mucha fiscalización que se ejerce en los últimos años principalmente, pero han existido robos, hay abusos.
Por ejemplo, los palteros grandes ya se han comido a los palteros chicos. En general, están comprando todo y si no le compran el espacio le compran el palto, y son ellos los que lo exportan en una cantidad que ni siquiera le informan al paltero pequeño, al pequeño agricultor, entonces hay ahí desigualdad. Tiene que ver con el tema geográfico, con el tema social, con cómo la palta se ha ido comiendo al resto de plantaciones, lo que se plantaba antes ahí y qué es lo que se planta ahora. Yo creo que es como cuando llega algo y te vulnera completamente. Aquí el negocio de la palta vulneró ese espacio.
AC: Y además hay otros lugares que lo están viviendo. Por ejemplo, Catemu, Pichidegua, son zonas que miran ya esta pelea de Petorca como una batalla matriz, digamos, porque en el fondo todo lo que está pasando ahí se puede reproducir en otros lugares de Chile donde aún es incipiente el negocio de la palta o por lo menos no se ha comido no sé cuántas hectáreas como sucede en Petorca. Ya están viendo que el agua disminuyó. Imagínate que cuando tú tiras la cadena, eso tira 12 litros y 6 litros los estanques que ya tienen un sistema más ecológico, pero eso es lo que tira, y para una persona son 50 litros diarios. O sea, imagínate, vas tres veces al baño y ya casi se te acabaron tus litros diarios; imagínate que te tienes que duchar, te tienes que lavar los dientes, cocinar.
TT: O sea, la gente que no tiene agua no puede salir a trabajar. Incluso lo decían allá las APR (agrupaciones de Agua Potable Rural): el agua tiene que estar a las seis de la mañana sí o sí; si la gente no tiene el agua no puede ir a trabajar, los niños no pueden ir al colegio, la loza se lava en baldes con agua, ya no encuentran cómo más ahorrar agua.
AC: Y esa realidad está contada en distintas partes. En Aculeo, por ejemplo, está la historia de los estudiantes que les piden que por favor se laven los dientes en su casa o que lleven un cepillo de dientes y compartan el agua o que se duchen.
«NO ES UN PROBLEMA GENERADO SOLO POR LA DERECHA, TAMBIÉN POR LA CONCERTACIÓN«
Joaquín Lavín Infante, durante su administración como alcalde de Santiago en 2002, aprobó la venta de los derechos de aguas de la comuna a la empresa Aguas Andinas, por 6.500 millones de pesos. Hoy el alcalde de Las Condes lidera las valoraciones a personajes políticos e incluso suena como un alternativa a La Moneda. ¿Como ven este panorama?
AC: Esa es una opinión más política, pero yo creo que basta con analizar algo: esto es tan transversal, que Girardi -que pide nacionalizar el agua- votó a favor de la privatización de las sanitarias. Y es cierto -hay un montón de gente que dice y también es real-, Chile tenía un problema de tratamiento de aguas servidas tan importante y tan crítico que quizás había que hacer una inversión tan grande para ese tratamiento de agua que el Estado efectivamente no podía realizarlo en ese minuto, entonces finalmente se privatizan las sanitarias.
Es lo que hace después Lavín con el porcentaje que quedaba, el tema es que muchas de esas personas no responden ahora, o no hacen un mea culpa o no explican o siguen haciendo concesiones que realmente son casi que de por vida. Muchos de ellos dicen ‘claro, podríamos haber revisado este sistema de privatización de las sanitarias y haber hecho una concesión de 20 años, 30 años, pero no perpetua’, y eso nos lleva a una situación tan crítica que si vemos ahora que la mayoría de las acciones de las sanitarias no pertenecen a ningún chileno, son puras manos extranjeras -están los pensionados de Ontario en Canadá, empresas japonesas-, o sea, todo pertenece a empresas extranjeras, el agua no pertenece a ningún chileno en términos de sanitarias.
TT: Esto es como típica crónica de una muerte anunciada, porque hace mucho tiempo se están decretando zonas de escasez hídrica y yo sinceramente creo que a nadie le importa. No sé lo que se está esperando, porque por lo menos desde el Gobierno no tienen ni la más mínima intención de hacer un cambio fundamental, de base.
De la derecha podemos entender que gobierne y legisle en favor de sus empresas, sin embargo, hay un rol importante de la Concertación en este amarre al Código de Aguas. ¿Cómo se explica ese hecho?
AC: Yo no tengo esa lectura de las derechas y la izquierda ahora. Sí siento que Chile ha tenido un modelo económico siempre sostenido por una élite política y empresarial que no responde a una ideología política necesariamente, sino que ha sido totalmente transversal. Por eso yo digo que no esperaría que la derecha haga esto o la izquierda o la Concertación haga otra cosa. O sea, el modelo económico se ha blindado de esta forma en Chile no solo porque la derecha lo ha permitido o impulsado, sino también ha habido una Concertación que lo ha permitido.
TT: Es bien sutil, pero hay una diferencia entre quienes antes del estallido estaban por la reforma al Código de Agua y quienes no, y por eso es tan simbólico el gobierno de Bachelet porque dentro de sus mismos personeros había quienes querían impulsar una reforma como el ministro Arenas, incluso como Peñailillo y la misma Bachelet, y que esta fue mermada por el desinterés y también el interés de otros de mantener derechamente el sistema económico. El subsecretario Micco en Hacienda, el ministro Valdés, hubo muchos ministros de Bachelet y también muchos parlamentarios que sintieron esta demanda de la SNA (Sociedad Nacional de Agricultura) como una demanda personal y que no quisieron enemistarse con los empresarios.
Son distintas etapas. Yo diría que, en general, la Concertación ha mantenido un modelo económico, pero también es cierto -y en eso uno tiene que ser más justa- que, por ejemplo, Michelle Bachelet tenía la intención de generar una reforma, porque si no no habría nombrado un delegado del agua y no habría inyectado la cantidad de millones que inyectó. Lo que pasa es que pudo no ser eficiente, pudo no ver que la estaban traicionando y se generaron quiebres dentro de su mismo bloque. Entonces, no tuvo la fuerza y además no tuvo la suerte, porque pasó lo del Caso Caval que vino súper fuerte, entonces todo aquel más mínimo atisbo de justicia social se fue al carajo. Yo creo que depende del momento político.
AC: La situación del agua en Chile no es un problema generado solo por la derecha de Pinochet, sino que también por la Concertación, pero cuando han habido quienes han querido hacer un cambio, no han tenido éxito dentro de ese bloque.
EL CAMBIO CONSTITUCIONAL
¿Cuál es el rol de la Dirección General de Aguas y cómo su fiscalización podría determinar un cambio en el diseño de manejos de este recurso? ¿Hay un actuar deficiente en el trabajo de este ente?
TT: Lo que pasa es que yo creo que la falta de información que tiene la Dirección General de Aguas es estructural y tiene que ver con los distintos caminos que han ido tomando los Códigos de Agua y que han tenido distintas formas de la inscripción de esos derechos de agua. Entonces, hay una falta de gobernanza -que es lo que se dice- dentro de esta misma gobernanza del agua, porque había cerca de 40, 45 organismos del Estado que tenían algún tipo de relación con el agua, por ejemplo, el SAG, las municipalidades, incluso los conservadores de bienes raíces; que había un registro de a quien se le vendió, que se sobre otorga el derecho en los mismos espacios, porque incluso ahí igual se siguen otorgando por sobre otros que ya fueron solicitados. Entonces, es grande el desorden.
¿Cómo ven ustedes el proceso constituyente que se avecina en esta materia?
AC: Lo primero que tiene que haber es una claridad de que modificando solamente el Código de Aguas no se va a lograr cambiar la propiedad o la forma de atribuir la propiedad del agua en Chile, porque lo que hemos recibido como información oficial en el fondo es que el agua es un bien de uso público, por lo tanto no hay ningún problema en eso. Pero es súper importante entender que la Constitución amarra eso con el derecho a propiedad.
TT: Hay un listado que no lo hicimos nosotras pero que es lo básico para pedir una reforma al Código de Aguas: los cinco elementos de priorización de uso, caducidad en el caso de no uso del agua, discriminación positiva a las comunidades indígenas o rurales; hay gente que viene hace mucho tiempo trabajando en esto y que efectivamente han puesto la mirada en cosas importantes y que van más allá del mercado.
AC: Yo creo que esto es fundamental. Si solamente se cambia el Código no sirve; si se quiere cambiar la forma de propiedad del agua, es necesario cambiar la Constitución.
TT: Nada de esto fue al azar, la creación de este Código fue súper bien pensada desde el principio, instala ideología dentro de un mercado y eso es la muestra de todo lo que duró su gestación, quiénes estuvieron ahí, lo importante que fue para ellos armar esta estructura y esta ligazón con la Constitución. Entonces, claro, cuando uno habla de agua habla probablemente de lo más básico del ser humano, pero también de lo más importante dentro de distintas miradas ideológicas.
Por: Rocío Álvarez