El Ciudadano conversó con el biólogo Héctor Kol sobre las causas, efectos y alcances sociales y políticos que tiene la crisis medioambiental que vive la Región de Los Lagos y que se ha visibilizado desde el pasado lunes 2 de mayo cuando se produjeron las primeras protestas de los pescadores de Chiloé.
Kol comienza desechando la teoría de que la marea roja que afecta a esa zona tenga que ver con el vertimiento de salmones muertos, básicamente porque esta se debe -asegura- a las operaciones de la industria salmonera. “El vertimiento de salmón no tiene nada que ver con la aparición o la proliferación de marea roja en la décima región de Los Lagos. Es muy distinto decir que la marea roja se gatilló por el vertimiento de salmones podridos -4655 toneladas para ser precisos, según datos oficiales- que decir que la marea roja se gatilló por la operación por sobre las capacidades de carga de la industria salmonera en el mar interior de Chiloé. Eso es muy distinto”.
Kol explica que esto es como si se construyera una casa para 10 personas, pero terminan ocupándola 500. “La industria salmonera lo que hizo fue eutrofizar (abundancia anormal alta de nutrientes) el mar interior de Chiloé con operaciones acuícolas, con producciones que estaban por sobre las capacidades de carga del sistema», señala, y agrega: “Ni los Bloom de algas ni las proliferaciones de dinoflagelados se producen si no hay suficientes nutrientes en el agua”.
«Lo que hicieron el Servicio de Evaluación de Impacto Ambiental, Sernapesca, Subsecretaría de Pesca, la Armada de Chile, todos los municipios de Chiloé, con el silencio cómplice de la pesca artesanal, fue permitir de que en los últimos 5 años las producciones salmoneras aumentaran hasta en 15 veces respecto al original que tenían”, explica.
El biólogo argumenta que un mes y medio antes de que se produjeran las descargas de salmones podridos, ya había en el sector de Quellón dos tipos diferentes de marea roja, una amnésica y otra paralizante, que es la que está vigente hasta ahora. El problema, insiste, no es un hecho puntual como el cuestionado vertimiento, sino que el funcionamiento que tienen las salmoneras de manera permanente. “En este instante hay marea roja en sus tres variedades –diarreica, paralizante y amnésica- dese Capitán Aracena, frente al Estrecho de Magallanes, hasta Valdivia. Y eso no es casual, porque todos esos sectores están ocupados por salmoneras”, indica.
Erradicar la industria salmonera
Es en base a esto que para Kol «la solución para la pesca artesanal -a la que le quitaron los peces para alimentar salmones- y la solución para la contaminación que generan las salmoneras que han gatillado estos eventos sucesivos de marea roja en la región, pasa inevitablemente por la erradicación de la industria salmonera”.
El biólogo agrega que esto no se cambiará ni con un bono de 600 mil pesos ni con uno de 10 millones. «Mis esperanzas son de que los chilotes entiendan de que este bono debe ser tomado como una compensación para el daño que se les ha causado, pero no como una solución al problema porque este no tiene otra solución que no pase inevitablemente por la erradicación de la industria salmonera”, insiste.
Dirigentes, Corfo y la «corrupta» Ley Longueira
Héctor Kol apunta a la misma industria salmonera y a algunos dirigentes de la pesca artesanal como quienes levantaron la teoría del vertimiento y les asigna responsabilidad con nombre y apellido en la situación actual, debido al apoyo que le dieron a la Ley Longueira. “Juan García fue el principal defensor de la Ley Longueira dentro de la Región de Los Lagos. Está Marcos Salas en Quellón, Zoila Bustamante en la Conapach, etcétera. Y ellos son los mismos que están negociando una solución para un conflicto que ellos mismos crearon al apoyar una ley corrupta, como la Ley Longueira”, señala.
Para Kol la actual ley de pesca es clave en todo esto. “De las 5 federaciones y confederaciones que tenemos presentes acá en la Región de Los Lagos, 4 apoyaron la Ley Longueira y la siguen defendiendo. Y la Ley Longueira fue hecha exclusivamente o casi principalmente para asegurarle a la industria salmonera la disponibilidad de pesca silvestre para la fabricación de alimentos para salmones. Tanto así, que de las 7 familias favorecidas con la Ley Longueira 5 tienen salmoneras”, argumenta.
Por eso cuestiona, por ejemplo, el petitorio de la Mesa Provincial de Chiloé, donde asegura que 11 de los 15 puntos son funcionales a la Ley Longueira. “¿Quién pide la erradicación de la industria salmonera?… Nadie. Esa pesca artesanal le sigue cuidando los intereses a la industria salmonera porque trabajan en eso, en prestarle servicios», señala, agregando que «los que sacaron los pescados podridos, que luego fueron a dejar a las costas de Ancud, según información oficial, fue la pesca artesanal, ellos trasladaron los cadáveres hacia los barcos que luego los fueron a botar a Ancud».
La industria salmonera -dice- «se basa en dos pilares típicos de la corrupción en Chile, que son el tráfico de influencias y la falsificación de datos». Y suma: «No es casual que el director de Corfo –que entiendo va a ser nombrado delegado presidencial para este conflicto- Rodolfo Alveal, primero era gerente de Marine Harvest. Corfo es la caja chica que tiene la industria salmonera».
El mensaje al Colegio de Biólogos Marinos
Hace algunos días, el Colegio de Biólogos Marinos de Chile, a través de un artículo, negó la responsabilidad de la industria salmonera en la marea roja, sosteniendo que «el problema es causado por un fenómeno de El Niño, agudizado por el calentamiento global y por ende es un fenómeno de origen global y no local». Kol les respondió: “En lugar de estudiar biología marina debieron haber estudiado climatología, entonces. Eso no es cierto, el Colegio de Biólogos Marinos está manipulado por dos biólogos marinos que trabajan para la industria salmonera”.
Acá la entrevista completa realizada por El Ciudadano a Héctor Kol.