“Chile no puede cerrar sus ojos a la demanda marítima”

Criado en un ambiente jesuita en La Paz, este ingeniero de 50 años, padre de cuatro niñas, se especializó en el tema de los recursos hídricos en Bélgica, llegando a diseñar el canal de regadío más grande del mundo en Pakistán. Defensor acérrimo de los recursos naturales, ciclista, andinista y lector de García Márquez.

“Chile no puede cerrar sus ojos a la demanda marítima”

Autor: Arturo Ledezma

Juan Carlos Alurralde, vicecanciller de Bolivia (EFE).

De familia potosina, ha viajado en bicicleta cinco veces desde La Paz hasta Arica. Desenvuelto y amable, figura destacada en la Guerra del Agua, amante de los animales y las plantas, esta autoridad boliviana recibió a El Ciudadano en su despacho para conversar sobre dignidad, respeto, amor al medioambiente y cómo no, sobre política internacional y la demanda marítima boliviana.

¿Cómo llegó  al cargo de vicecanciller?

Bueno, después de mi formación en Europa y mi trabajo en Asia, decidí regresar a Bolivia. Tenía la posibilidad de iniciar un doctorado en recursos hídricos en Bélgica, pero decidí regresar a Bolivia finalizando el año 1999, comenzando el nuevo siglo. Estaba en pleno conflicto el problema de la privatización de los servicios del agua potable y del alcantarillado en Bolivia. La sociedad boliviana estaba dividida en un sector que se oponía tenazmente contra la privatización y otro que la apoyaba con tendencias neoliberales que querían privatizar todos los servicios y había una confrontación muy fuerte. No nos olvidemos que en esta época era justo los momentos previos la famosa Guerra del Agua del año 2000. Llego a finales de 1999, justamente en el preámbulo de la guerra. Era un conocido ingeniero, entonces me contratan una serie de instituciones que tenían que ver con el tema del agua, para que yo tuviera que moderar este debate entre lo público y lo privado en cuanto se refiere a servicios de agua potable. Había un consorcio de desarrollo sostenible con una sede en Lima que me pide que organice un foro electrónico con una serie de debates para tratar de alcanzar una solución concertada a este tema. Entonces yo llegué y asumí la coordinación de todas estas instituciones, pero mi neutralidad fue insostenible porque era obvio que la privatización de los servicios de agua potable era un atentado a la vida. Estudiamos profundamente los contratos, como el Contrato de Aguas del Tunari, en el que se privatizaba hasta el agua de lluvia, donde se prohibía a los usuarios colectar agua de lluvia. Esa fue una de las cosas que más me impresionó, e inmediatamente me obligó  a tomar una posición ante esta aberración de tal magnitud. Ese contrato pienso que podría ser utilizado como un ejemplo de los extremos a los que ha llegado el neoliberalismo. Inmediatamente contacté con organizaciones sociales, instituciones, ONG´s que trabajaban en el tema de los bienes públicos, con la Coordinadora del Agua y la Vida, con Omar Fernández, Óscar Olivera y empezamos a trabajar. De venir a ser un moderador, acabé de activista muy profundo del lado anti privatizador. El desenlace lo sabemos. Esto acabó con una guerra cruenta que terminó con un triunfo, pues se derogó el contrato de privatización de agua potable del Tunari, y logramos poner dos leyes, la 2016 que impide la privatización del agua potable y la 2078 en la cual se reconoce la propiedad de los pueblos indígenas y campesinos sobre las fuentes de agua para evitar que les puedan ser confiscadas.

Ahí obtuviste mayor exposición mayor frente a los medios y políticos.

Ahí empezó mi vida pública, siempre relacionada a los temas del agua, y con varios amigos decidimos formar una organización que cerrara definitivamente la puerta a la privatización, lo cual hicimos con estas leyes que te he mencionado. Posteriormente empezamos a trabajar el derecho humano al agua pero ya a un nivel internacional, con Perú, Ecuador, fuimos a Chile varias veces para hablar del Derecho Humano al Agua. Ahí conocí a varios actores muy interesantes como la doctora Nancy Yáñez, también al director de Aguas de Chile, a Humberto Peña, que se hizo un amigo entrañable mío y después comenzamos a trabajar en las reformas necesarias al Código de Aguas de Chile, uno de los códigos más neoliberales del mundo. Tienen mucho trabajo que hacer allá al respecto.

En la Guerra del Agua luché del mismo lado con el presidente, con David Choquehuanca, el actual canciller. Una vez que Evo Morales asume la presidencia el canciller me invita a asesorarlo en temas de agua y empezamos a trabajar en varios temas internacionales ya más complejos que fueron descuidados en la época neoliberal de Bolivia, que tienen que ver con distintos ríos que compartimos con Perú, con Brasil, con Argentina. Con Chile el tema de los Manantiales del Silala, el río Caquena. Con Perú el lago Titicaca. Es muy compleja la posición que tiene Bolivia en el centro de diferentes cuencas, pues es el origen de muchas de ellas. Trabajé profundamente con el canciller en esto y fue allí con su invitación y con la venia de Evo Morales que me invitan a formar parte del equipo. El canciller me dijo: “Ahora de aguas dulces vas a pasar a ver aguas saladas”, que es justamente la discusión del tema marítimo con el gobierno de Michelle Bachelet.

Ahora ¿en qué nivel están las relaciones entre Chile y Bolivia?

En un momento complejo, delicado. Las relaciones con Chile siempre han sido difíciles. Tenemos que decirlo. Pero en toda esta histórica tensión entre nuestros países, hemos tenido momentos de reencuentro y de esperanza como con el anterior gobierno de la presidenta Bachelet en el que se instaura la Agenda de los 13 puntos sin exclusiones, donde obviamente está el tema marítimo. He tenido el honor de ser parte del equipo que ha trabajado en esto. Los avances que se han logrado en ese periodo han sido gigantescos para la diplomacia de los pueblos y la diplomacia por la vida. Ha habido incluso encuentros de militares que hicieron homenajes a Eduardo Abaroa que es nuestro héroe de la Guerra del Pacífico. Fue un momento muy ejemplificador de la integración que nosotros queremos.

Las descendientes de Abaroa están emparentadas con la familia de empresarios chilenos Luksic.

Es un poco paradójico pensar que los herederos son muy ricos en Chile, pero más aún que ellos utilizan las aguas del Silala que es uno de los conflictos que ahora tenemos en la actualidad, porque ellos las utilizan sin reconocer el origen y las obligaciones que esto conlleva.

¿Qué podría mejorarse entre las relaciones de ambos países?

Muchas cosas, en este primer periodo de Bachelet que mencionaba se han acercado posiciones de temas que históricamente nos han separado y nos confrontan y que son los desafíos más grandes que tenemos. Por ejemplo, el tema Silala que es absolutamente sensible. Hace años que trabajamos a través del mecanismo de consultas políticas y casi logramos establecer una solución. Faltó un poquito sobre una de las obligaciones pendientes históricas que Chile no quiso asumir en esos términos y justo acabó el primer periodo de Bachelet. Lo mismo en el tema de la habilitación del Puerto de Iquique, estábamos a punto de resolverlo pero también lo mismo. Se acabó el gobierno de Bachelet.

¿Y durante el gobierno de Sebastián Piñera?      

No nos hemos reunido más que una sola vez en el año 2010 en Bolivia, donde por primera vez participaron cancilleres, porque esto era solo a nivel de vicecancilleres, por eso, fue para darle más fuerza. Pero lamentablemente en esa ocasión acá en La Paz escuchamos cosas muy duras en relación al desconocimiento por parte de Chile de todo lo que se había trabajado en los años anteriores en el tema marítimo. En ese entonces vino el canciller Moreno a La Paz, después de 50 años que no venía un canciller chileno a Bolivia y desconoció los avances previos, lo que fue un baldazo de agua fría. Sin embargo se acordó que la próxima reunión Chile se comprometía a ofrecer a Bolivia soluciones concretas, factibles y útiles sobre el tema marítimo. Algo concreto, que pueda realmente funcionar, que sirviera para la posibilidad de tener soberanía sobre nuestro comercio exterior. Y la próxima reunión tenía que ser en Santiago, pero el gobierno chileno no convocó pasados muchos meses y ante la falta de convocatoria y de diálogo, porque el gobierno de Chile respondió que ellos no trabajan bajo presión ni por tiempo sino por resultados, eso sumado al desconocimiento de todo el trabajo de años es que Bolivia decidió comenzar a explorar otras instancias de derecho internacional para resolver este tema. La respuesta de Chile fue más dura aún, en vez de llamar a un mecanismo amistoso con grupos de trabajo y técnicos.

¿A qué crees tú que se deba esa posición de Chile en el fondo?

Creo que con el gobierno de Piñera cambiaron el enfoque para resolver esta disputa, algo diferente a la visión que tenían durante el gobierno de Bachelet, la cual era buscar la solución a través del diálogo. Mientras que la visión del gobierno de Piñera fue que no tenían ninguna obligación de dialogar y que no aceptaban presiones. Una política más dura y agresiva, de menos diálogo, más fría. Ese fue el cambio que vivimos, cuando tenemos que avanzar en temas que están postergados hace más de un siglo, como el tema del mar que es algo central y también el tema del Silala {destacado-1}

¿Por qué Chile debería darle salida al mar a Bolivia?

Porque ningún país debería quedar enclaustrado. Estudiando la historia universal hemos visto que Bolivia es el único país que queda atrapado producto de una guerra. Por ejemplo, a Serbia después de la Guerra de los Balcanes, Croacia le ha dejado un puerto de libre tránsito, sin colas ni aduana. Porque es insano encerrar a un país. El único caso es Bolivia.

Hasta Pinochet sostuvo conversaciones para darles un puerto.

Hay una frase de Marco Enríquez-Ominami que me gusta mucho, él dice que si hasta los dictadores  han propuesto soluciones, cómo es posible que en democracia nosotros no podamos trabajar en esto.

¿Qué ofrecería Bolivia a cambio?

Los pueblos son los que saldrían ganando. No nos olvidemos que el norte de Chile y la zona boliviana es la más pobre del continente. Entonces tenemos que preguntarnos qué podemos hacer para no ir en detrimento de las condiciones de vida de las personas. Una salida al mar gatillaría una integración inmediata en términos energéticos como dijo nuestro presidente en el Teatro Caupolicán a principios de este año. Integración económica, incluso en recursos de agua dulce que son tan preciados y escasos en el norte de Chile. Hay muchas maneras de buscar que los pueblos ganen en ambos lados de la frontera. Un puerto para Bolivia significaría que su comercio exterior no quede estrangulado. Hay infinitas posibilidades de beneficios mutuos. {destacado-2}

¿Qué representa para ti la llegada de Evo Morales al poder en Bolivia?

Es uno de los momentos históricos más importantes de las últimas décadas de Bolivia. Ha significado un cambio en todos los paradigmas no solamente de nuestras visiones de desarrollo. Pues ha sido un alto a toda la discriminación que vivíamos, pues éramos uno de los países con mayor discriminación del mundo. De niño viví cosas increíbles, un racismo muy marcado, lacerante con los pueblos originarios. Todo esto cambia cuando llega un indio al poder, porque significa un cambio en las estructuras coloniales. Detrás del presidente y de toda su ideología está el compromiso de un equipo grande ya no solo de indígenas sino que de intelectuales y profesionales que queríamos otro país, más justo, más equitativo, donde las riquezas tan cuantiosas pudieran ser distribuidas de mejor manera. Se disminuyó la corrupción que andaba por las calles y estaba instalada en el palacio de gobierno. Había escándalos por los contratos petroleros, porque estábamos regalando nuestros recursos naturales, vendiéndolos a menos de una cuarta parte de su valor real. Con Morales vimos una luz de esperanza a todo este saqueo y hemos comprometido nuestras vidas para acabar con esto.

Evo Morales igual ha tenido que hacer pactos con la derecha boliviana y los empresarios para mantenerse en el poder, porque tampoco ha privatizado el 100% de los recursos.

No ha sido el 100%, pero fíjate en un ejemplo que es el de los campos gasíferos más importantes que tenemos en el sur de Bolivia, en Margarita, que es nuestra gallina de los huevos de oro. Antes el 18% era de Bolivia y el 82% de las transnacionales cuando gobernaban los neoliberales. Cuando Morales llega al poder da vuelta la moneda y el 82% pasa a ser de los bolivianos y el 18% de las transnacionales. Solamente ese cambio en la ecuación significó miles de millones de dólares que volvieron a manos del pueblo, a través de mecanismo de redistribución que generó el Estado en educación, salud, hospitales, bonos, etc. Realmente hubo una transferencia importante que hizo que Bolivia disminuyera la brecha de ser uno de los países con mayor diferencia entre ricos y pobres del mundo. Se disminuyó en una cuarta parte en pocos años. Esto hizo que pudiéramos sostenernos con soberanía en base a nuestros propios recursos naturales. Siguen las empresas extranjeras pero es mucho más equitativo para el pueblo. Además que controlamos la tecnología para poder explotar los recursos mediante la industrialización, porque las empresas que vienen deben transferir la tecnología. Empresas que en el viejo modelo explotador sacaban todo, que no dejaban nada, ahora tienen que dejar la tecnología, capacitación y formación en la medida de que tenemos que ser autosuficientes. Pero es un proceso, nadie nos ha enseñado a gobernar, hemos tenido que arrancar desde una realidad y realizar transformaciones sostenidas que se mantienen, porque no ha sido un proceso de reformas y listo. Acá la reforma es permanente, pues cada ley que sale está reponiendo la soberanía y dignidad del pueblo boliviano

Es evidente que la llegada de Evo Morales le ha dado más dignidad al pueblo indígena.

Imagínate, para las naciones indígenas tener un presidente de ellos mismos es un orgullo, algo jamás imaginado. Pero no solo un presidente indígena sino que el mejor presidente que hemos tenido en la historia boliviana. No solo le ha dado dignidad a los campesinos, los pueblos originarios y las naciones indígenas sino a Bolivia como país. De un momento a otro pasamos de estar siempre con la cabeza agachada por temas de corrupción, de narcotráfico, de pobreza y de mendigos. Porque éramos un Estado mendigo que a fin de año tenía que pedir préstamos y en un solo año logramos tener superávits fiscales que quintuplicaron las reservas internacionales, pero no ajustándonos los cinturones sino que dándole más riqueza al pueblo, más comodidades, más servicios, más derechos. Incluso así, lo que significa un gran gasto interno, logramos los índices positivos más brutales de la historia de nuestro país.

Mucha gente dice que quién en realidad gobierna Bolivia es el vicepresidente García Linera ¿Cuál es su opinión al respecto?

Todos tienen su rol, pero lejos el presidente tiene un rol de liderazgo absoluto, por un respeto innato que genera en todos los ministros, lo que hace que Morales sea el líder natural que define las políticas de Estado. Tiene un claro olfato político y una visión que lo hacen el conductor, el gran motor de esta revolución. El líder es Morales, todos los demás tienen roles, más intelectuales como García Linera, o más técnicos como Luis Arce, nuestro ministro de economía que es fundamental; nuestro canciller indígena que es el decano de los cancilleres a nivel regional, además es una persona que ha logrado imprimir en este nuevo modelo de desarrollo una visión del vivir bien, que es un desarrollo en armonía con la naturaleza. Porque no queremos reproducir un desarrollo depredador y neoliberal. Ahí la figura es nuestro canciller por esta concepción tan hermosa que poseen las naciones indígenas de la armonía con la naturaleza de decir ¿Cuál es nuestra casa? Porque todos nos alimentamos de la leche de la madre tierra que es el agua, entonces todos somos hermanos.

¿Qué le han parecido las últimas declaraciones que a nivel internacional han hecho los países del ALBA?

Muy importantes, pero no nos olvidemos que no es la primera declaración de ALBA en este sentido, porque es una alianza, una comunión es Estados que está basada en la solidaridad, no en la competencia, sino que en la complementariedad. Juntos como hermanos somos más fuertes. Todos los logros que ha hecho el ALBA en estos diez años son increíbles. Por eso el ALBA ha expresado su solidaridad en el tema de la demanda marítima boliviana, sus deseos de que esto se resuelva de una manera justa y oportuna a través del diálogo, sin violencia a través del marco de los mecanismos que existen  en el derecho. Porque el ALBA tiene otra concepción de desarrollo y obviamente una solución entre Chile y Bolivia es de mutuo beneficio para ambos.

Sin embargo el gobierno de Chile dice que es casi de mal gusto que ALBA opine al respecto, como también ha ocurrido con ALADI.

Es que el gobierno de Chile, como ha dicho García Linera, no puede aislarse del mundo prohibiendo que los países puedan expresar sus opiniones. No debemos olvidar que en 1979 la OEA en pleno donde estaba Estados Unidos y Canadá, hizo una declaración mucho más profunda. Incluso en 1983 se dice que se resuelva el problema sin compensación territorial y esta acta está incluso firmada por Chile. Entonces no entiendo estos cambios de actitud de Chile que participa en muchas instancias multilaterales, porque esto podría resolverse a través del diálogo. Pareciese que esto de la demanda marítima fuese una cosa rara que ocurre de la noche a la mañana. Es cierto que ahora son otros actores, pero el gobierno de Chile no puede cerrar sus ojos a la demanda marítima porque estos nuevos tiempos están para alcanzar una política diferente, qué mejor ejemplo lo que ha ocurrido con Estados Unidos y Cuba a través del diálogo. Algo que se pensaba que jamás se iba a resolver. Ojalá el gobierno de Chile lo vea por ese lado.

¿Cómo ve el futuro dentro de diez años entre Chile y Bolivia?

Mis sueño para diez años es que Bolivia tenga un puerto propio, un acceso propio, un espacio que le permita respirar, conectarse al océano y a través de ese espacio comunicarse con todos los otros países. Sin que tenga que pedir permiso a nadie para transportar desde o hacia.

Muchos dicen que Perú no quiere, que Perú es un elemento importante en esta negociación por el tema de la frontera.

Depende de cómo se pongan las fórmulas, hay muchas, algunas podrían involucrarlo, otras no. Por ejemplo Serbia tiene un enclave con libre tránsito para llegar a él, sin romper la continuidad territorial absolutamente. Hay que tener solamente un poco de imaginación y voluntad política. Me gustaría que Chile y Bolivia fueran los mejores hermanos del continente, que trabajen juntos en proyectos comunes para el beneficio de los pueblos, que haya un intercambio fuerte en todo lo que es cultura y educación. Nosotros creemos que Bolivia puede ofrecer mucho a Chile en educación como las reformas que nosotros realizamos y las que esperan los estudiantes chilenos. Bolivia puede ofrecer muchas cosas a Chile.

¿Quién te gustaría de presidente en Chile para las futuras elecciones? Te imaginas a Piñera o alguien más de izquierda?

Sin meterme en asunto internos de otro país, me gustaría que se reflejara esta nueva sociedad que está creciendo en Chile con los jóvenes y los progresistas, los humanistas. Sin poner a un partido ni a nadie en particular. Yo tengo muchos amigos allá, contactos con organizaciones sociales. Porque hay un Chile que quiere más integración, que quiere ver más a Latinoamérica y no tanto a Europa. Quiero un Chile que se sienta parte de esta casa que es Sudamérica en las mismas condiciones que todos, ni más alto, ni más bajo, ni más a la izquierda, ni más a la derecha. Que sea más hermano, que no esté tan alejado con una orientación más hacia otras regiones, como ha sido la política exterior chilena. Ojalá que el nuevo gobierno de Chile pueda dar estos pasos fundamentales que se requieren para poder integrarnos como región.

¿Le gustaría agregar algo más?

Quiero hacer un llamado a la integración de los pueblos, porque realmente creo que los pueblos estamos por encima de los gobiernos, los pueblos deberían guiar a los gobiernos porque tienen la conciencia crítica. Debe haber un reencuentro, porque los gobiernos deben escuchar a los pueblos para lograr los cambios trascendentales.


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