En los medios occidentales se habla poco o nada acerca del nazismo en Ucrania. A menudo se dice que los «nazis ucranianos» son una excusa de Vladímir Putin para atacar Kiev. Sin embargo, un historiador experto en procesos coloniales y antimperialismo explica a Sputnik por qué esta versión de la historia no es un mito.
Todo comienza entre las décadas de 1920 y 1930, cuando en Europa se respiran los primeros aires fascistas, cuyos líderes añoran regímenes totalitarios basados en la exaltación de la patria y la raza. En cada país, el fascismo adquirirá un rostro propio.
A inicios del siglo XX, Ucrania era una nación muy incipiente, conformado por trozos de diversos Estados y antiguos Imperios, como la Rusia zarista, el Imperio Austrohúngaro, Polonia y muchos remanentes de culturas rumanas, judías, húngaras y gitanas.
«Lo que hacen [en Ucrania] es crear una identidad nacional supremacista. A fin de cuentas, en toda Europa Occidental y Central ya estaba a flor de piel el fascismo», asegura en entrevista Christian Nader, historiador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de México.
En aquellos años surgen en el país varios grupos ultranacionalistas, como la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), que posteriormente haría su brazo armado durante la Segunda Guerra Mundial: el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), cuyo líder principal era Stepán Bandera, quien llegó a colaborar con la Alemania nazi y, con los años, se convertiría en una figura idolatrada por movimientos de ultraderecha.
«Lo que intentan hacer [estos grupos] es acabar con cualquier elemento nocivo en territorio ucraniano, de acuerdo con su óptica. Tenemos las purgas de polacos, de judíos, de gitanos, de húngaros, de rumanos, de rusos o de mismos ucranianos que se identifican como socialistas o marxistas-leninistas. Porque recordemos que [en esta época, década de 1940] gran parte del territorio ucraniano ya es controlado por la URSS, pero es se viven momentos de guerra civil», explica el también analista geopolítico, especializado en colonialismo de Occidente.
Los movimientos más fascistas de Ucrania viven un auge mayor en el Oeste del país, en la parte más cercana a Europa Central, donde el nazismo avanza con fuerza gracias al Tercer Reich de Adolf Hitler.
«El fascismo buscaba contrarrestar, con el apoyo de Europa, principalmente de Berlín, cualquier influencia soviética», afirma.
Occidente reclutó nazis para luchar contra la URSS
Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en 1945, con la victoria de los Aliados, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) decide enfrentar, enjuiciar y ejecutar a todos los fascistas que eran considerados traidores y genocidas por el régimen de Stalin.
«A Stepán Bandera nunca lo capturan. En un principio, lo recluta Estados Unidos, pero antes había sido parte de la estructura del Tercer Reich. Los medios manejan el discurso de que estaba en contra de los nazis, pero es totalmente falso, al grado de que [Bandera] es reclutado por los servicios de inteligencia de la República Federal de Alemania [el lado capitalista] y ahí lo tienen acurrucado los servicios de inteligencia alemanes y británicos», asegura Nader.
Con protección y un escondite seguro para que la URSS no dé con su paradero, Bandera es resguardado mientras las potencias occidentales planean la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la alianza militar —vigente hasta la fecha— con la que Estados Unidos y Europa planeaban detener el avance del comunismo soviético en el mundo.
«[La OTAN] se crea con una estructura imperialista muy similar al Tercer Reich, los planes de guerra son idénticos», dice el historiador.
Es entonces cuando Stépan Bandera, muchos paramilitares ucranianos de corte fascista y decenas de oficiales nazis se refugian en regiones del mundo como Sudamérica, Estados Unidos o Canadá, comenta el especialista. A estas operaciones de escape se les conoció como Ruta de Escape Odessa u Operación Ratlines.
«[Estos oficiales o paramilitares] van a estar destinados a los planes de guerra paramilitar dentro de los mismos países del bloque occidental. Se le llamó [Operación] Gladio, pero [en realidad] era una estrategia de tensión para atacar a cualquier elemento comunista, socialdemócrata o anarquista», abunda Nader.
El verdadero objetivo de esta estrategia ideada por Europa y Estados Unidos era posicionar a los comunistas como el enemigo público número uno del mundo. «Y quienes operan todo esto son los mismos fascistas que Washington y Londres reclutaron durante 30 años en toda Europa del Este. No sólo ucranianos, sino croatas y de otras nacionalidades», concluye Nader.
La institucionalización de los grupos fascistas
Con los años y tras la desaparición de la URSS en 1991, estos personajes y organizaciones fascistas saldrían a la luz y se incrustarían poco a poco en Ucrania, desde el ejército hasta el mismo Gobierno de Kiev.
Tras la desintegración de la Unión Soviética con Boris Yeltzin y el triunfo del capitalismo occidental en la Guerra Fría, surge el Partido Nacional Social de Ucrania, el cual, a la postre, se llamará Svoboda, un término que, en ucraniano, significa «libertad».
Actualmente, Svoboda es una de las fuerzas políticas más importantes del sistema ucraniano y se identifica abiertamente con ideas ultraconservadoras y neonazis.
«Paulatinamente, a partir de 1991, en los siguientes 20 años el nazismo se irá estructurando, con la venia de Occidente y del Gobierno de Kiev, dentro de la estructura militar y política legalmente dentro de Ucrania», afirma el analista.
Fuente Sputnik