La pandemia de COVID-19 transformó la historia mundial por sus afectaciones a la salud y a la economía planetarias, con más de 5,8 millones de personas fallecidas y más de 416.000 millones de contagios acumulados, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Esta situación tiene impactos complejos y diversos en la salud de las personas no sólo en las consecuencias inmediatas, como lesiones en el sistema respiratorio, sino que también desata afectaciones de carácter emocional y del cuadro general de la salud.
En ese escenario, Sputnik conversó con el doctor Daniel De Uranga, cirujano de cabeza y cuello con subespecialidad en restauración capilar, para buscar entender el impacto del COVID-19 en la caída del cabello, una consecuencia de coronavirus que enfrentan el 25% de los contagiados.
La salud como un todo
«No somos nada más un cabello, no somos nada más el cuerpo, finalmente cualquier situación que nos cause estrés, una pérdida familiar, una hospitalización, una pérdida económica nos va a tener manifestaciones tanto en la piel como en el cabello», puntualiza el especialista.
Tras dos o tres semanas de estar en una situación de tensión emocional, explica De Uranga en entrevista, se presenta un aumento en la pérdida normal de cabello, que oscila entre los 100 y los 150 pelos diarios.
«Pero cuando tienes una impresión muy fuerte o tienes una tristeza muy fuerte o tienes una pérdida muy fuerte, en lugar de perder esos 150 cabellos a lo mejor puedes llegar a perder cientos, 500 cabellos diarios», explica el médico.
«Si esta situación de estrés se resuelve rápidamente, la posibilidad es que la mayoría de las personas van a recuperar su cabello en el transcurso de seis meses a un año, pero en el caso de que la situación, como en este caso de la pandemia, perdure, pues puede continuar la pérdida de cabello, se puede manifestar de esa manera», indica.
No obstante esta relación entre el estado emocional y la pandemia, no hay evidencia de que en específico el coronavirus afecte al cuero cabelludo, distingue el especialista.
«Nosotros perdemos el cabello principalmente por herencia, hombres y mujeres, pero la segunda causa es precisamente el efluvio telogénico, que se presenta en una situación de pérdida, de estrés, de tristeza o de falta nutricional», especifica.
Cada quien enfrenta distintas situaciones
Cada paciente requiere ser considerado de manera específica porque las personas tenemos todas maneras distintas de afrontar nuestras dificultades, lo que tendrá diferentes impactos en la salud, evalúa el médico.
«Algunas personas a lo mejor lo expresamos hablándolo, pero a otras personas se les manifiesta en su estado de salud, se exacerba una gastritis o pierden cabello, la pérdida de cabello también puede provenir por un desequilibrio en la relación de sueño, en que no duermas bien, en que no tengas una adecuada nutrición», expresa De Uranga.
«La definición de salud es un equilibrio biológico, psicológico y social, no sólo la ausencia de enfermedades», puntualiza, por lo que cuidar el cabello tiene que ver con un manejo adecuado del estrés, dormir de manera adecuada durante ocho horas y mantener un equilibrio nutricional, entre otros factores.
Fuente SputnikUn escenario como la pandemia, reconoce, con pérdidas de familiares y ruptura de fuentes de ingresos, es muy complejo, con consecuencias emocionalmente desastrosas. Sin embargo, es precisamente por estas condiciones que es importante procurar el bienestar, indica.
En contrasentido, la pandemia generó la proliferación de charlatanerías que procuraban la venta de suplementos vitamínicos, advierte el médico consultado.
Acerca de las estrategias para reducir el estrés, enumeró prácticas como la meditación, el yoga o la oración religiosa como opciones.
Trasplante de pelo: la última opción
«El trasplante, la cirugía es el último paso a seguir, cuando no tienes otra opción, yo creo que en lugar de pensar en operarse tenemos que empezar a ver a las personas más individual», expresa De Uranga a pesar de dedicarse de manera especializada a la restauración capilar.
Virus, bacterias y microorganismos evolucionan, por lo que la atención médica a sus consecuencias debe también transformarse, mientras que los doctores deben fortalecer su atención a los pacientes, reconoce Uranga.
«El 75% de las personas se curan con el médico, sin el médico o a pesar del médico, entonces nos queda un 25% que se puede complicar y si ese 25% lo atiendes directamente, pues es poco probable que llegue a una terapia intensiva», apunta el médico.
Fuente Sputnik