Los cálculos y especulaciones se multiplican a medida que nos acercamos al 17 de diciembre. Hoy, a cinco días del desarrollo de la segunda vuelta presidencial, buscan proyectar una serie de escenarios, los que hasta el 19 de noviembre no eran posibles de avisorar dada la errada lectura del electorado chileno.
De esta forma, lo que se creía era una cómoda ventaja en el balotaje en favor de Sebastián Piñera, tras la primera se ha convertido en un estrecho escenario que complica las aspiraciones del ex Presidente y que, al mismo tiempo, tensiona la interna de la derecha que ve peligrar la reinstalación de su proyecto político en La Moneda.
La magnitud de la disputa que se dé entre las diferentes vertientes de derecha -reunidas tras la figura de Piñera y que se representan en José Antonio Kast, Felipe Kast y Manuel José Ossandón- dependerá del resultado del domingo. Junto con ello se definirá el curso que seguirá la derecha para los siguientes años.
En conversación con El Ciudadano, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, abogado y cientista político, Cristóbal Bellolio, cree que lo que se encuentra en juego la jornada del 17 de diciembre es el retiro de la política activa de toda la camada que fue protagonista desde finales de los ’80 y durante la transición. «Para la generación de Piñera el no ganar significa entrar en un escenario de jubilación», sostiene el también columnista, quien agrega que «ellos condujeron esta campaña y si no la ganan será un llamado definitivo para que pasen a los cuarteles de invierno».
«Lo que pasa es que si gana Piñera, esa disputa se dará dentro del gobierno; si no gana, esa disputa será mucho más descarnada, sin el poder», destaca Bellolio a la hora de describir el proceso que vivirá el sector tras la definición presidencial. Junto con ello cree que «en la medida que la generación de Piñera salga a retiro, recién se inicia la disputa política de estos tres liderazgos (Ossandón, F. Kast y J. A. Kast), la que aún no está completamente decidida».
¿Qué tiene en juego la derecha en esta segunda vuelta?
Se juega mucho, ya que el actual escenario es similar al de la Católica llegando con cotillón a la final con la U en 2011. Lo que yo entiendo por derecha, que es básicamente la UDI y RN, se estaba probando la corona, veían que Piñera se convirtía en Presidente y, por lo tanto, ya se estaban preparando para gobernar, incluso repartiéndose ministerios. Por lo mismo, para la derecha es un golpe no ganar.
¿Eso sería un finiquito para los viejos estandartes?
Para la generación de Piñera el no ganar significa entrar en un escenario de jubilación. Así como en 2013 significó la fundición de parte de la generación de los «coroneles», aunque queden algunos parados como Espina o Chadwick. Ellos condujeron esta campaña y si no la ganan será un llamado definitivo para que pasen a los cuarteles de invierno y que sea una nueva generación la que se dispute el control de la derecha.
¿Esa «nueva generación» de la derecha quiénes la componen?
José Antonio Kast representa a una extrema derecha, más integrista, más confesional, más vinculada al mundo militar, apologista de la dictadura; por otro lado está Ossandón, que representa esta derecha más popular, más social, más populista dirían algunos; finalmente, nos encontramos con Felipe Kast que representa a esta derecha que -supuestamente- es más liberal, más abierta, que mira más hacia el centro político y ahí se desataría la guerra entre los tres. Es lo mismo que vemos entre los voceros, pero que se desataría abiertamente en la medida de que ellos no sean capaces de ser gobierno.
¿Esa disputa tiene relación con la renovación o no del proyecto de la derecha chilena?
Lo que pasa es que si gana Piñera, esa disputa se dará dentro del gobierno; si no gana, esa disputa será mucho más descarnada, sin el poder. En ambos casos, igual se redefinirá el proyecto de la derecha para los próximos años, pero es distinto si lo hace bajo la conducción de un Presidente que dirige el proceso y dando señales de hacia dónde debe ir éste, que cuando no se tiene dicho poder. Entonces, si Piñera no gana es la derrota de toda la derecha y, sin duda, se acelera el proceso de renovación generacional.
Es en modo construcción lo que se daría estando en el gobierno
Exactamente, los escenarios cambian demasiado e incluso puedes generar otros liderazgos. Por ejemplo, nadie conocía a Laurence Golborne hasta antes del rescate a los mineros; en un gobierno pueden pasar muchas cosas.
¿En el caso de ganar se fortalecen los liderazgos tradicionales, considerando lo estrecho que llegará a ser el resultado?
Sí, hay algo de eso. No es lo mismo ganar con la holgura que se pensaba, que ganar apretadamente como puede darse hoy. La primera instancia fortalecía a Piñera como la gran figura de la derecha y que determinaba el perfil del sector en estos años. En el caso de una victoria apretada, hay un antipiñerismo desplegado que condiciona su liderazgo. De todas formas, creo que su generación -que incluye a Chadwick, Espina-, que es la que estaría en el comité político y que lo acompañaron en su primer gobierno, se gana una especie de «bonus track» si logra vencer a Guillier.
¿Renovación de la derecha?: «Recién se inicia la disputa»
¿El ganar o perder por muy poco obliga a tener que hacer un proceso de revisión de la forma de hacer política?
Depende. Yo creo que la Nueva Mayoría nunca pensó en tener este escenario. Para el caso de la derecha puede influir qué tan confiado estás tú en el diagnóstico. El más exitista de los asesores piñeristas señalaba que los chilenos habían cambiado de opinión respecto del diagnóstico y, mejor aún, que el diagnóstico 2013 estuvo mal calibrado, lo que no es verdad. El entorno de Piñera desde la municipal fue creando una mitología respecto de un diagnóstico que era un 180 grados distinto al 2013. El problema de la derecha es que estaban tan seguros, que pensaban que ese escenario les permitiría dar una paliza y lo que ocurrió el 19 de noviembre demostró que el diagnóstico estaba errado.
¿Es ese diagnóstico 2013 el que se está evaluando hoy por parte del electorado?
Bueno eso es parte de las controversias que existen a nivel intelectual hoy por hoy, como es el caso de Carlos Peña, quien sostiene que Piñera representa a la gran clase media y que se refuta a partir de los resultados electorales.
¿Qué espacio se le abre al mundo liberal?
Yo considero que al mundo liberal le conviene que Piñera pierda, porque dentro de una coalición donde los sectores conservadores son tan hegemónicos -y en ese escenario la generación de Piñera va a seguir dominando el proceso-, por supuesto que los grupos liberales que sobreviven en Evópoli van a estar siempre en minoría.
¿Piñera podrá dar ese paso adelante?
Él ya tuvo la oportunidad de construir una derecha moderna y liberal, avanzando en algunos aspectos, pero en muchos otros fue prisionero de la UDI, que fue el partido eje de su primer gobierno. Ahora tampoco veo que Evópoli sea el partido eje de su segundo gobierno, por eso digo que no es tan mala idea que al perder los grupos liberales digan «hay que operarse de estos sectores más conservadores» y salir a juntarse con estos sectores del centro liberal de Velasco y compañía, ya que en la medida que sigan con la UDI es muy difícil que el mundo velasquista sea muy entusiasta, porque hoy apoyan a Piñera no con buena cara.
¿Ese escenario de derrota de Piñera beneficia al extremo que representa J.A. Kast?
Creo que las generaciones de Felipe y José Antonio Kast, y de Ossandón, son posteriores a la de Piñera, no son la derecha de los «coroneles» o de la «patrulla juvenil», son una generación intermedia. En la medida que la generación de Piñera salga a retiro, recién se inicia la disputa política de estos tres liderazgos, la que aún no está completamente decidida.