David Bustos: “Un jardín puede ser un balbuceo que se transforma en lenguaje de la tribu”

Poeta y guionista (1972)

David Bustos: “Un jardín puede ser un balbuceo que se transforma en lenguaje de la tribu”

Autor: Wari

Poeta y guionista (1972). Ha escrito Nadie lee del otro lado (2001), Zen para Peatones (2004), Peces de Colores (2006), Ejercicios de Enlace (2007), y Jardines Imaginarios (2010). Abordamos al poeta para conocer un poco a quién está detrás de un texto que cruza el espacio que nos aleja de la barbarie, y que ese silencio grandioso que habita en sus páginas, que no existe más que en sus jardines, sustancia los corales de cualquier mujer que habita estas épocas terribles.

Jazmines, raíces azules en la tierra y el cielo, diosas, Cage y Monet son parte de esta articulación de la palabra.

-¿En qué lugar escribes, en tu pieza, en una playa, en un patio?

-Escribo arriba de una silla, debajo de la mesa con la lengua afuera y los ojos cerrados. Marchando en la Alameda por ‘Patagonia Sin Represas’, en la biblioteca, en el Metro, en la oficina. Escribo frente a la playa, jugando con mi hija, en el bar de la esquina, tomándome un café y caminando. Escribo haciendo el amor, puteando a Fernando Villegas cuando veo ‘Tolerancia Cero’. Escribo antes de Buda y después de Buda, con Liv Ullman desnuda entre las sábanas, con el rosario en las manos y de rodillas bajo el agua. Escribo a escondidas en el confesionario, en las murallas de la ciudad, en las vitrinas del mercado. Cuando voy a la feria también escribo, enfermo y andando en bicicleta. Escribo leyendo Zen, leyendo a Lacan, en el diván, en el jardín de la infancia, en la casa de los abuelos, en una boutique de moda. Escribo en el sindicato de los trabajadores del ocio, mirando un poster de Gladys Marín con la boca de Camila Vallejo. Escribo de costado, engañando a la muerte con los botones de la camisa desabrochada. En el jardín de al lado escribo, comiendo mariscos, leyendo el último libro de poesía de un poeta joven. Escribo desde el exilio, en meditación profunda, en el aula magna de la Universidad de Chile, en un baño con olor a orina. Escribo con una piedra en la boca, descalzo y vestido de rojo, viendo tele, cenando con mi novia, leyendo un libro con mi hija, lavando la ropa. Escribo escuchando a Bach interpretado por Glenn Gould, con AC/DC de fondo. Escribo en Villa Grimaldi y en Londres 38, frente a La Moneda con una foto colgando de mi cuello. Escribo en un monasterio escondido en la Cordillera de Los Andes, entre las piernas de mi mujer. En los oscuros ojos de Neruda. Con la sonrisa sarcástica de Enrique Lihn, con el teléfono en la mano, con gotitas para los ojos. Escribo en la cuneta, entre los tarros de basura, con los perros vagabundos moviéndome la cola, con un lápiz blanco en los cristales sucios de mi país. Escribo de corrido, con la gillette cortándome la lengua.

-¿El silencio del Buda o de John Cage?

-Ninguno de los dos. Prefiero: El silencio de las olas del mar reventando en las corrientes eléctricas de la mente.

-¿Cómo te perderías en un bosque? Cualquiera.

-Me perdería en el bosque con Nicanor Parra, y en el corazón de la encrucijada nos estarían esperando Liv Ullman y Sofía Loren con una copa de vino en la mano.

Me perdería con un libro de Teillier bajo el brazo, escuchando las conversaciones de los árboles.

Me perdería junto a Gabriela Mistral, ambos juntaríamos leña y encenderíamos una enorme fogata, calentándonos las manos y a la luz de ese fuego, leeríamos poemas de Tala.

Me perdería en el bosque más hondo la tierra, para salir al medio de la Alameda con el puño en alto.

Me perdería una y otra vez para encontrar nada o todo a la vez.

-¿Qué son los corales y los deseos para David Bustos?

-Hay distintos tipos de jardín en mi libro. Dentro de éstos está el jardín marino. En la oscuridad submarina está el blanco del coral que señalas. El coral es una vela encendida bajo el agua. Veo que la morfología del coral se asimila a ciertas zonas del cerebro, me refiero a los pliegues. Pienso que el Océano Pacífico es el inconsciente de Chile. No es casualidad que los cuerpos de los desaparecidos de la dictadura hayan sido arrojados al mar. El mar chileno tiene una fuerte carga simbólica.

Para mí no existen “los deseos”, sino “el deseo” y es lo que mueve a una sociedad de consumo como ésta. Chile se automedica, toma pastillas para llenar esa falta, o bien consume en la última oferta (endeudamiento). En tal sentido, el gobierno de Piñera fue en un inicio para los chilenos, como una gran oferta, la liquidación con 50% de descuento, pero una liquidación que duró sólo 48 horas. Por eso sus ministros son gerentes ¿Se entiende? El deseo actúa políticamente con esos mecanismos. El consumo y la usura son problemas ideológicos. El poeta tiene la responsabilidad de abrir la olla de grillos, debe articular su palabra. El lenguaje poético es una de las respuestas a lo que hoy estamos viviendo.

-¿Es político Jardines Imaginarios? ¿En qué sentido? Según tus ideales.

-Todo libro es político, incluso desde la ausencia o aparente neutralidad. Jardines Imaginarios toma elementos de la filosofía oriental, pero no de manera pedagógica o desde la mirada experta. Son más bien tanteos, el tema central es el jardín como alegoría, que puede ser textual, mental, geográfica, etcétera. El poema que inaugura el libro se llama El parque de los venados, el sitio donde Buda se iluminó. Ese texto tendería a condensar de manera biográfica ciertos aspectos del Buda.

Respecto a lo político, decir que algunos aspectos del budismo operarían de manera subversiva en el Chile de hoy. Una filosofía que aspire a la inercia y al desapego es por decirlo de una manera “legalista”, anticonstitucional. Chile funciona en base al consumismo, la competencia y al desmedido endeudamiento. La verdadera libertad estaría dada más por lo que dejo ir (consumir), que por lo que puedo obtener. Jardines Imaginarios aparece bajo esas circunstancias. Se desapega del libro anterior, construyendo su identidad bajo algunos aspectos de la filosofía oriental. Aspectos que son del todo inestables, porque su adjudicación desde ya es un imposible, creo que el libro tiene esa conciencia: “Apaga las palabras como si se tratara de una vela/ abre los ojos”.

-¿Tienes algún nuevo proyecto literario en mente?

-Este año saldrá Hebras Viudas, por la editorial Cuarto Propio. Es un texto que trata del duelo amoroso, la pérdida. Creo que la soledad en estado puro no existe, sin embargo el duelo es lo más cercano a esa sensación de desamparo. Este libro tiene variadas entradas de lectura. El punto de partida es la separación de pareja y los consecuentes vacíos domésticos donde se desenvuelve un sujeto que debe volver a vivir solo. Escribir Hebras Viudas fue doloroso para mí, en ocasiones se cruzaba el texto con lo biográfico. Lo terminé hace dos años atrás y he estado trabajándolo después. En su momento fue terapéutico escribirlo, me sirvió para comprender o situar lo que había ocurrido.

Jardines Imaginarios está disponible en:

Librería Metales Pesados y Librería Takk (Drugstore)

EL JARDÍN DE AL LADO (Fragmento)

La sombra del castaño transcribe

complejas escalas impulsadas por el aire. /

Observo por la ventana, cada planta,

cada flor, cada banco está seguro

de su significado. /

Las ligustrinas mantienen su geometría

la formalidad de los lirios del muro

casi velado por el boscaje. /

Florecillas inidentificables brotan

a la sombra de las ramas. /

El deseo de perfección en un espacio limitado.

 

Una sociedad troquelada por sus jardines.

 

Un huerto visto desde una esfera de cristal.

 

Por Pía Sommer

El Ciudadano Nº105, primera quincena julio 2011


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