Defensor del pueblo maya Juan León: «Guatemala tiene que revolucionar y alcanzar un Estado pluricultural»

El exdiplomático nació el 8 de agosto de 1955 en una pequeña aldea rural y pobre, denominada Caserío o Panajxit, de Santa Cruz del Quiché, la Ciudad de los eternos celajes

Defensor del pueblo maya Juan León: «Guatemala tiene que revolucionar y alcanzar un Estado pluricultural»

Autor: Pedro Guzmán

Juan León, uno de los representantes del milenario pueblo maya en Guatemala y exembajador de su país en Cuba (2012-2017), exploró diversos caminos en su lucha por el reconocimiento de esa comunidad originaria, discriminada y excluida desde la llegada de los colonizadores españoles en 1524, comandadas por el capitán Pedro Alvarado.

El exdiplomático nació el 8 de agosto de 1955 en una pequeña aldea rural y pobre, denominada Caserío o Panajxit, de Santa Cruz del Quichéla Ciudad de los eternos celajes, a 160 kilómetros de la capital y una de las regiones más habitadas por los mayas en la nación centroamericana.

«Nuestra riqueza era de conocimientos y cultura, especialmente por el aprendizaje del lenguaje quiché, transmitido de una generación a otra. Hasta los cinco años fui monolingüe y mis padres nunca aprendieron el idioma español. Me tocó vivir un contexto de ebullición política y reafirmación de ideas y perspectivas en la construcción de Estados», contó León a Sputnik.

Creció con una fuerte identidad y educación emanadas de los preceptos mayas respecto a la agricultura, astronomía, arte, cosmovisión, práctica de la espiritualidad y relaciones humanas. Su visión de lucha nació durante la niñez, como consecuencia de la segregación que sufría su pueblo.

Entre las iniciativas en defensa de la civilización maya, León participó en foros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA). De igual manera, intervino en las negociaciones de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional para la terminación de 36 años de conflicto armado, en 1996.

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En el período 2004-2007 ejerció como presidente del grupo de trabajo encargado de la redacción de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en la OEA y actuó como negociador del Ejecutivo guatemalteco en 2003 y 2004 en el proceso de escritura de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Fin de la democracia

En 1954, fuerzas de Estados Unidos, apoyadas por varios Gobiernos de Centroamérica y el Caribe, protagonizaron un golpe de Estado contra el Gobierno del militar y político progresista Jacobo Árbenz Guzmán (1951-1954), con el propósito de frenar el proceso de transformaciones económicas impulsadas en Guatemala desde el Ejecutivo de Juan José Arévalo (1945-1951).

«Esas acciones determinaron el ocaso de una década democrática, revolucionaria, de numerosos cambios sociales, participación ciudadana y planes de desarrollo que contribuyeron al beneficio de la población, iniciada el 20 de octubre de 1944, luego del derrocamiento de la dictadura del general Jorge Ubico, con 14 años en el poder», recordó el exdiplomático.

La administración de Árbenz exigía a los inversionistas extranjeros el cumplimiento de las leyes nacionales y la cooperación con el progreso del territorio; les negaba la posibilidad de injerencia en los asuntos internos de Guatemala y su propuesta de reforma agraria contrastaba con los intereses de grandes compañías como la United Fruit Company.

La empresa multinacional, con sede en Luisiana y una significativa incidencia política y económica en América Latina, controlaba 70% de las tierras cultivables. Ante la negativa del mandatario de aumentar sus concesiones, emprendió una fuerte campaña anticomunista de desprestigio en la cual lo acusaban de seguir los dictámenes de la Unión Soviética.

Luego de esa intervención directa, la primera de su tipo realizada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el área, permanecieron intactos los intereses del imperialismo y la oligarquía criolla. Sobrevinieron décadas sangrientas para trabajadores, campesinos pobres y estudiantes: desaparecieron 50.000 personas y 200.000 murieron.

Mediado por ese contexto, creció Juan León. De pequeño caminaba 16 kilómetros diarios descalzo sobre un camino de piedras, pues no existían senderos planos o carreteras asfaltadas, y sin vestimenta adecuada para el frío, sobre todo en enero cuando las temperaturas descienden a -2 grados aproximadamente.

Fue en esa época cuando emergió su espíritu de resistencia y justicia social: «La salida de la aldea hacia Santa Cruz para recibir mi escolaridad primaria y el contacto con personas diferentes fue muy difícil. En la escuela, mi condición de maya hablante, determinó la aparición de los primeros choques culturales, ideológicos y retos en la interacción con ladinos [mestizos que solo hablan español] o no indígenas», explicó.

«Aprendí a sobrevivir, pues el vínculo con los demás estudiantes resultó complejo. Comprendí entonces que en Guatemala no todos somos iguales. En ese tiempo soporté las primeras heridas en pensamiento y corazón, el sufrimiento y la burla de mis condiscípulos. Los profesores jamás conocieron mis condiciones o me preguntaron sobre mi vida», añadió.

Además del racismo, Juan León experimentó en carne propia las consecuencias de una enseñanza penalista y una didáctica de imposición.

«Me tocaron muchos castigos impuestos por los pedagogos, entre ellos, quedarme sin comer, pues el cansancio y las caminatas dificultaban la realización de los deberes escolares. A partir de esos escarmientos, comprendí la verdadera relación entre mayas y ladinos y aprendí el español con mucho pesar, rechazo, dolor y burla cuando no pronunciaba bien una palabra», expresó.

Los saberes ancestrales aprehendidos desde pequeño sobre el cuidado del suelo, bosques, ríos y montañas contrastaban con las materias científicas occidentales, asociadas a preceptos terratenientes. «Mis padres me enseñaron a no cortar o dañar un árbol y a pedir permiso y dialogar con la tierra antes de labrarla».

Resistencia y lucha social

Desde la década de 1970, León formó parte de los movimientos juveniles a favor del rescate de los cambios emprendidos por los Gobiernos democráticos tras la denominada Revolución de 1944, con una conciencia política emanada de sus propias vivencias y de fenómenos contemporáneos como la explotación, miseria, hambre y discriminación.

«Como ahora, en aquella época el Estado solo intervenía para saquear las comunidades. Organizamos proyectos de recuperación de nuestra cultura maya y las llamadas noches sociales, para motivar e incentivar el horizonte político en aquellos asentamientos», refirió León, quien fungió como embajador en Noruega y concurrente en Dinamarca, entre 2008 y 2012.

El excandidato a la vicepresidencia en 1995 y 1999 aclaró, además, que sus pensamientos sobre la necesidad de transformaciones sociales no partieron de artificios o engaños. «Los poderosos, empresarios, funcionarios y presidentes afirman, para evadir sus responsabilidades, que los pobres, campesinos, obreros e indígenas somos manipulados en la búsqueda de esos cambios».

De 1975 a 1980 el movimiento político guatemalteco dio «un salto de calidad», reconoció Juan León, desde la redefinición de sus objetivos nacionales, la exigencia de la construcción de un nuevo Estado y el derrocamiento de la administración capitalista y neoliberal encabezada por Kjell Eugenio Laugerud García (1974-1978) y Fernando Romeo Lucas García (1978-1982).

«Conformamos organizaciones más consolidadas, con posiciones profundas y de largo plazo, hablamos sobre la transición hacia un sistema socialista o, al menos, que garantizara la vida de las personas y no la muerte creciente de niños y ancianos por enfermedades curables. A mediados de 1978, apareció el Comité de Unidad Campesina que aún permanece vigente», dijo.

Conocida como CUC, la organización formada por campesinos indígenas y mestizos pobres, surgió públicamente el 15 de abril de 1978, para la defensa de demandas como el acceso a la tierra, modernización de la agricultura, derechos de los trabajadores del campo, respeto a los derechos de las comunidades originarias y desarrollo rural.

Los abusos de los patronos y terratenientes, asesinatos, secuestros, persecución a los manifestantes, reclutamiento forzado, alto costo de la vida y bajos salarios fueron algunas de las causas del surgimiento de esa asociación, que ofreció apoyo a otros grupos populares para la deposición del régimen militar del general Lucas García (1978-1982).

«Otro de los objetivos era la mejora del salario y del trato a quienes laboraban para empresarios y terratenientes, dueños de cultivos de algodón, caña de azúcar y frutas. En ese tiempo, el Ejército aplicaba una estrategia de captura y detención de los jóvenes que llegaban de aldeas, cantones y caseríos a los pueblos y le imponían el uniforme y las armas en los cuarteles», indicó.

Recibían asimismo noticias alentadoras desde el exterior, comentó, como el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979, tras la destitución del dictador Anastasio Somoza Debayle y de la dinastía Somoza, que gobernó durante décadas ese país.

«Ello alimentó nuestras esperanzas, si bien Estados Unidos impuso su voluntad en Guatemala, El Salvador y Honduras para el cumplimiento de una agenda contrarrevolucionaria. Con ese fin, perfeccionaron métodos represivos, a partir de planes y experiencias aplicadas en Vietnam, como tierras arrasadas, empleo bombas de napalm y desplazamientos», explicó.

Su propio padre, Pablo León, fue secuestrado, torturado y asesinado por el Ejército el 22 de agosto de 1981 en Panajxit, como parte de la estrategia denominada Tierra arrasada, cuyo objetivo fue la destrucción de la base social rural de la guerrilla y durante la cual la milicia arrasó con más de 400 comunidades nativas.

Camino hacia la «paz»

El exembajador de Guatemala en Cuba Juan León - Sputnik Mundo, 1920, 20.09.2022
El exembajador de Guatemala en Cuba Juan León © Foto : Gentileza Juan León

El 31 de enero de 1980, campesinos, estudiantes y pobladores ocuparon la Embajada de España en Guatemala como protesta frente a las masacres asumidas por el Ejército en aldeas indígenas y ante el silencio de los medios de comunicación, que declinaron publicar los sucesos y las violaciones cometidas en la nación centroamericana.

Si bien las autoridades decidieron la quema de la sede diplomática y el asesinato de sus ocupantes, el hecho llamó la atención de la comunidad nacional e internacional y ese mismo año el CUC promovió la huelga más grande en la historia del país, con la participación de 80.000 representantes agrícolas y la paralización de los principales ingenios de la costa sur.

Por aquel entonces, Juan León formaba parte del CUC, del cual llegó a ser dirigente nacional con una marcada influencia y movilización mediante el diálogo, las negociaciones y la lucha política, a la par de otros movimientos estudiantiles, religiosos y académicos.

Cuatro años antes de la conclusión del conflicto armado en la nación centroamericana, acontecido de 1960 a 1996, el país visibilizaba un proceso de diálogo asociado a los pueblos originarios, que resultó en la firma del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas de Guatemala, el 31 de marzo de 1995.

El convenio determinó la proclamación de varios principios, detalló León: la necesidad de reformas educativas, cambios en las relaciones sociales entre el Estado y esas comunidades y la consolidación de una reforma constitucional, entre otros. Algunas de esas ideas tardaron en materializarse, avanzan de manera lenta o no llegaron a feliz cauce.

De 2012 a 2017, durante los Gobiernos de Otto Pérez Molina (2012-2015) y Jimmy Morales (2016-2020), León ocupó el cargo de embajador extraordinario y plenipotenciario de Guatemala en Cuba, país al que valoró por su búsqueda de equidad, equilibrio, armonía, paz y justicia, con un Gobierno consagrado a los intereses de la sociedad.

«Guatemala tiene que revolucionar y alcanzar algún día el establecimiento del nuevo Estado pluricultural y plurilingüe, en donde desaparezcan las injusticias sociales, pobreza, robo, saqueo, corrupción y el despojo de las tierras y los recursos naturales de los pueblos indígenas, entre otros males que nos dominan en el presente», concluyó.

Actualmente, León interviene en numerosas acciones organizadas por las autoridades ancestrales mayas como resistencia frente al robo, represión, criminalización, invasión y etnocidio y, de conjunto con otros movimientos sociales y estudiantes, contra los retrocesos en materia de derechos humanos del Ejecutivo presidido por Alejandro Giammattei.

Fuente Sputnik


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