La cocaína tiene una presencia significativamente mayor que el café en la economía de Colombia, dijo el economista Santiago Montenegro, coautor de un trabajo que analiza la importancia del narcotráfico en el Producto Interno Bruto (PIB) de ese país sudamericano.
«El PIB de la cocaína es más de dos veces el tamaño del PIB del café», dijo Montenegro.
Montenegro, doctor en economía por la Universidad de Oxford, es uno de los autores del trabajo «El PIB de la cocaína 2005-2018: Una estimación empírica», junto a Jorge Llano y Diana Ibáñez.
La investigación revela que en 2018 el proceso de producción y tráfico de cocaína representó 1,88% de la economía colombiana, más de dos veces el PIB del café, un «sector emblemático» de la industria de ese país, que ese año representó 0,8% del producto.
El PIB de Colombia en 2018 fue de unos 985 billones de pesos (unos 333.000 millones de dólares), según datos Banco de la República de Colombia (central).
La investigación muestra además el crecimiento de la producción de cocaína en términos del PIB, ya que durante el periodo 2011-2014 representó solo 0,6%.
Según Montenegro, este incremento «está asociado» al fin de la fumigación con glifosato en las áreas cultivadas de coca, que responde a hipótesis ambientales y políticas.
El economista explicó que los autores del trabajo no se comprometen con ninguna de las hipótesis, pero sostuvo que lo concreto es el «cambio en las políticas de lucha contra los cultivos ilícitos».
«No tenemos certeza de cuáles fueron las causas determinantes que causaron el cambio en la política (contra los cultivos), pero definitivamente sí hubo un cambio en la política, que hasta el año 2013, 2014, había sido muy exitosa», afirma Montenegro.
De acuerdo a los autores del artículo académico, esto llevó a que la producción de hoja de coca se ubicara «en sus niveles máximos», aumentando 32% en 2017 en relación al año anterior, y 5% en 2018 en comparación con los 12 meses previos.
La fumigación aérea de cultivos de coca en Colombia fue suspendida por la Corte Constitucional en octubre de 2015, luego de que el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) impulsó una campaña para acabar con esa práctica, tras asegurar que el uso de glifosato causa afectaciones en la salud de las comunidades vecinas.
El Gobierno de Santos propuso que las plantas de coca fueran erradicadas de manera manual, como parte de lo pactado en los diálogos de paz de La Habana con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Sin embargo, la administración de Iván Duque, que asumió en agosto de 2017, ha buscado reactivar la fumigación aérea tras sostener que es el modo más efectivo de erradicación, y que Santos dejó «una herencia» de más de 200.000 hectáreas sembradas de coca.
Enfermedad holandesa
El trabajo destaca como una consecuencia importante de este incremento de la producción de cocaína en Colombia lo que define como «movimientos indeseados de los recursos productivos».
Montenegro contó que en su país está ocurriendo lo que se conoce como «enfermedad holandesa», fenómeno que suele ocurrir en las economías cuyas exportaciones están fuertemente concentradas en un solo sector, y que supone el desplazamiento de una parte importante de los recursos productivos hacia esa área.
«Para cultivar la hoja de coca se necesita mucha mano de obra, entonces los trabajadores que antes iban a cosechar café o algodón y otros productos legales, se desplazaban de esas zonas a las zonas cocaleras y encarecían la mano de obra. Entonces producir café, algodón, caña de azúcar, se vuelve muy caro, porque los trabajadores se van a producir coca; ese es un efecto de movimientos indeseados en los recursos productivos», explicó el economista.
Naciones unidas
La investigación cuestiona asimismo a la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, en inglés) por no compartir con los académicos los datos sobre las áreas cultivadas con coca.
«Por una parte les agradecemos, porque sin ellos no hubiéramos podido hacer este estudio, pero infortunadamente tienen más información que no es pública, que está reservada, y nosotros creemos que no debería estar reservada», dijo Montenegro.
Uno de los datos solicitados por los investigadores y que no fue brindado por la oficina de las Naciones Unidas tiene que ver con el detalle de los insumos que se utilizan en las distintas fases de la producción de cocaína.
«Tenemos los montos en dinero, pero no nos dieron la información física: cuántas toneladas de cemento, cuántos galones de gasolina, cuántas libras de clorhídrico; esa información en detalle no nos la dieron, y eso sería muy útil, entre otras razones, para calcular el impacto que esto tiene en el medio ambiente», sostuvo el economista.
Para Montenegro es «muy importante» vincular este tipo de cifras, porque permitiría mostrar los daños al ambiente que genera la producción de cocaína.
Según dijo el investigador, cada hectárea sembrada con hoja de coca destruye 2,5 hectáreas de bosque húmedo tropical.
«Es un efecto devastador sobre el bosque, pero a eso hay que sumarle la contaminación en las fuentes de agua (…) de todos estos insumos químicos, cemento, gasolina, ácido clorhídrico, ácido sulfúrico, que produce toda la cadena de la cocaína», advirtió.
Montenegro es presidente de la Asociación Colombiana de Administradoras de Fondos de Pensiones y de Cesantía; fue economista del Banco Mundial, asesor del Gobierno para Asuntos Cafeteros y decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes, entre otros cargos.
Cortesía de Sputnik