Ediciones La Polla Literaria: «Somos independientes, solidarios y autogestionados»

“Si un poeta/escritor es sadomasoquista o boxeador o tiene otro oficio, lo que sea, si es buen escritor, con eso nos basta”

Ediciones La Polla Literaria: «Somos independientes, solidarios y autogestionados»

Autor: Wari

“Si un poeta/escritor es sadomasoquista o boxeador o tiene otro oficio, lo que sea, si es buen escritor, con eso nos basta”.

Gustavo Bernal / Marcelo Valdés

Directores & Editores

Ediciones La Polla Literaria

-¿Cómo te acercaste al mundo de la edición y a partir de qué nace la idea de fundar tu propia editorial?, ¿Cómo describirías ese proceso?

-Al mundo de la edición me acerqué por una necesidad literaria. Pasa que muy joven comencé a escribir y fui acumulando poesía en mi adolescencia; después con el tiempo escribí una novela lumpen, de realismo sucio; “La Puta Gana”, luego dos más, de otras temáticas; empecé a golpear puertas y me di cuenta que la industria editorial en Chile está cerrada para los escritores que no tienen títulos anteriores conocidos, entonces se puede decir que ingreso a este mundo por la puerta de atrás, con esa necesidad de editar, que radica en la creación de mi propia editorial, junto con el poeta/rockero y escritor, Marcelo Valdés.

La segunda pregunta, es como les contaba, estábamos en un bar, yo participaba en la Radio Manini, una loca radio en vivo, de contracultura, de lecturas de cuentos, poesías y sátiras, con Bruno Genovesio y Pepe Calderón, ambos amigos escritores también, todo esto en el Bar Trébol de Irarrázabal; en ese tiempo convocábamos a muchos escritores de todo Santiago y de regiones también, que venían a tocar su música y a leer, había mucho material. Llegué a mi casa un domingo mientras amanecía, dormí algo, y al rato, encañado, pensé: lo único que nos puede salvar a mí y a los demás escritores es crear un proyecto editorial, aquello en ese momento no tenía nombre; lo único que hacía era intentar convocar a otros escritores a sumarse a la idea de participar en una editorial comunitaria, por llamarlo de alguna forma, hasta que convocamos a una reunión y llegaron cinco escritores. Nos juntamos en un bar, nos tomamos unas cervezas y empezamos a producir ciertas máximas: qué queremos hacer, qué vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer. Pero como ninguno tenía dinero para hacer un libro de una sola vez, quisimos hacerlo con una cuota mensual, como las pollas de los trabajos, esta cuota mensual consistía en diez mil pesos durante tres meses entre cinco escritores, sacando la cuenta, podríamos juntar cierto dinero en tres meses, eso nos alcanzaba para hacer cien libros de un escritor equis. Hicimos un sorteo, el que sacaba el número premiado se ganaba la polla, que no iba a ser el dinero; sino que la publicación de su libro. Entonces con su venta, más las otras cuotas que siguieron, que generaban otros recursos, hicimos un segundo libro. Los primeros fueron de una mano manufactura horrible, debo confesarlo; nosotros mismos aprendimos a cocerlos, hicimos bastidores de madera, los imprimíamos en nuestros trabajos, arriesgando la pega incluso, yo imprimía treinta páginas, otro amigo de la treinta a la sesenta, y así, tuvimos varios sponsor que ni siquiera sabían que con los insumos, tintas y resmas de la empresa nos estaban ayudando…jejeje, nos juntábamos, hacíamos el libro, lo cocíamos y todo por sacar adelante el proyecto. Después de unas publicaciones nos invitaban a ferias, empezamos a vender libros, la gente nos empezó a conocer, nos empezó a pedir presupuestos. No teníamos idea cómo íbamos a lograrlo ya que ninguno de nosotros sabía de edición, así que nos fuimos armando en el camino, “on the road”.

Te digo, yo ahora soy el editor, el director, el encuadernador, todo, cargos que comparto con mi amigo poeta, Marcelo Valdés, pero honestamente en ese momento era un escritor más que tenía ganas de llevar el proyecto adelante. No había un directorio, éramos cuatro escritores que ponían plata regularmente o a veces tampoco poníamos ni uno, pero el proyecto salía adelante igual. El libro número diez, de la poeta Cristina Chain, nosotros lo costeamos en su totalidad, fue con puros excedentes que nos quedaron de las otras nueve publicados, entonces claro, a ese libro le tenemos un cariño especial porque fue realmente autogestionado y queríamos hacerlo.

Nosotros como editorial somos independientes, solidarios, autogestionados. Somos solidarios hasta el punto que entregamos un buen trabajo, una buena diagramación, con un buen corte final, todo conversado previamente con el escritor. A la larga el libro termina siendo un arma, porque contiene palabras que hacen frases, y éstas a su vez, ideas, manifiestos que te pueden patear el culo, además si se lo tiras a alguien en la cabeza, de seguro se la rompes; es un arma por donde se mire. Ese progreso fue súper gratificante, poder hacer autogestión de verdad, somos solidarios porque aportamos una parte, a lo mejor cuando el escritor nos calienta y nos gusta mucho su libro y él no tiene las lucas, qué hacemos nosotros, le costeamos una parte. En este caso costeamos la totalidad, pero también solidarios porque hacemos intercambios de libros, mandamos a Latinoamérica y nos mandan de vuelta, hacemos intercambio de libros con otras editoriales, con El Asunto de Pablo Strucchi, con Milena Caserola de Matias Reck, varias más, mandamos libros de regalo a Bibliometro, estamos en metro Plaza de Armas, Los Héroes y Baquedano. Es parte del postulado solidario. Tenemos nuestra página de descarga gratuita, si no tienes dinero para comprar, puedes descargarlo en pdf, de eso creo se trata la gestión y la cultura independiente. La creación se defiende compartiéndola.

-¿A qué se debe el nombre La Polla Literaria?

-La Polla literaria puede tener dos lecturas, puede mal interpretarse, o sea puede ser como “el pene o la verga literaria” que es una lectura súper fálica y válida también. Pero en realidad no es así, porque es en realidad ese fondo común que se genera a partir de delirantes conversaciones entre escritores que intentábamos juntar dinero de alguna forma. Me acuerdo cuando propuse el nombre, “La Polla Literaria”, a todos les gustó porque claro nos resultó chistoso, imagina si llegaba un español a nuestra editorial le iba a dar risa. Pensaría quizás: “Estos chavales escriben con la polla, deben tener tanto semen como tinta en los huevos”.

-¿Qué criterios utilizas para construir tu catálogo? ¿Cuál es tu línea editorial?

-Es relevante por ejemplo, nunca vamos a editar literatura de derecha por ejemplo, ni cagando, no somos una editorial de izquierdas tampoco, pero no nos interesa nadie de derecha. Ahora, si un poeta es sadomasoquista o boxeador o tiene otro oficio, lo que sea, si es buen escritor, con eso nos basta. Nosotros no tomamos decisiones tajantes, la mayoría de las veces conversamos mucho con el autor, la idea es que quede satisfecho con su trabajo, que a la larga es un trabajo que va a perdurar en el tiempo por generaciones, pero también va a ser un sello editorial nuestro, por lo que nos interesa que quede un trabajo de lujo, que sea una verdadera obra de arte, si fuera por hacer libros no sé me pongo a publicar a cualquier persona y ni siquiera los corrijo. Es súper desagradable ver un libro con faltas de ortografía, mal cortado, etc. Cuando tú compras un libro también compras un objeto que quieres que te dure, que no se desarme con el tiempo, que esté bien hecho, que se note que hay un cariño detrás. Si yo escribo un libro es porque siento cariño por la literatura y eso es lo que La Polla Literaria intenta.

-¿Hay algún motivo por el cual no tengas autores consagrados en tu catálogo?

-No, ninguno. El próximo año vamos a editar a Pablo Azócar, escritor consagrado y ya está todo conversado con él. Estamos conversando con Pancho Casas, a lo mejor vamos a trabajar este 2013 con él. Con Héctor Hernández Montecinos también tenemos un proyecto pendiente. Son escritores que ya han publicado en editoriales grandes, pero no, no hay ningún miramiento. Es solo que estamos abocados a los desconocidos, que también son los mejores, y algún día serán “los escritores conocidos”. Ahora, en el último libro que hicimos del músico, poeta y escritor, Miguel Moreno Duhamel, en la portada hay una señora con una pinta de bruja y cuica y con una serpiente boa en el cuello y el libro se llama “La fragilidad de la belleza”. Eso a mí me dice algo, nos identificamos por nuestras portadas negras con letras rojas y fotografías efectistas de neo-arte.

-¿Qué opinión tienes de las grandes editoriales? ¿Sientes que monopolizan el mercado del libro?

-Déjame tomar aire (risas). Es evidente, evidente. Las grandes editoriales son un puto y rentable negocio. Creo que detrás de las editoriales grandes no existe cariño, ni por el autor ni por los libros. Más no sé, ni siquiera vale la pena mencionarlos. Están todos dentro de un saco mercenario. No me merecen mayor opinión. Me repugna toda esa gente que hace diez mil copias del mismo libro, y del mismo autor solo para tener nana o una casa en Zapallar. Suena resentido, y lo es. Pero ahí no hay amor por la literatura y menos por los escritores. Ahí hay oscuridad, dolor, nepotismo, la hijita del escritor/editor que es la relacionadora pública, el torpe escritor que es capaz de casarse con la vieja más fea del mundo con tal de ver publicadas sus basuras.

-En relación con las políticas públicas que han sido implementadas para fomentar la edición y la lectura en nuestro país. ¿Cómo las evalúas? ¿Consideras que han sido suficientes o crees que hace falta más apoyo estatal para, por ejemplo, las editoriales independientes?

-Lo que pasó ahora en la Feria de Guadalajara con las editoriales independientes es terrible. Sería súper fácil para ellos bajarle el impuesto a los libros, eso sería una buena medida como para llevar a la gente al libro. Es muy caro leer en Chile. La editoriales independientes qué hacen, venden libros con un margen pequeñísimo de ganancias, o sea, si el libro te sale dos lucas hacerlo lo vendes en tres, pero no lo vendes en ocho o en diez como lo venden ellos. Por eso también es caro llevarlo a la librería, porque la librería le pone un cuarenta por ciento de recargo al libro. Claro, entiendo, hay un margen de utilidad que la librería tiene que tener. Pero no lo entiendo cuando una editorial gigantesca saca cinco mil copias, que el precio costo de ese libro debe ser de 200 pesos, es terrible que lo vendan a 15 mil pesos, si saco la proporción debe ser un ganancia del veinte mil por ciento, tal vez, no sé; Pitágoras era un desgraciado para mí, matemáticamente no me manejo. Así, es evidente que las políticas de Estado no apoyan la cultura, de ninguna índole, es un persa vulgar que montan con algunas luquitas por ahí, nada serio, paran cuatro palos solos, o en este caso, nada serio para la cultura del libro. Pero ahora, analizando bien todo me arrepiento, y lo encuentro tan hueón de mi parte, haber sido tan incauto de creer que mandando mi proyecto sí podría ir a Guadalajara con mis libros, cuando soy una micro editorial que tengo apenas 20 publicaciones, era casi imposible ir a Guadalajara. O sea, es evidente que iba a ir Planeta con un stand gigante, que iba a ir Random House, que iban a ir estos conglomerados que los manejan ellos mismos, o sea no sé, la hermana de Cruz-Coke, la señora de Cruz-Coke, o que la prima de la hermana de Cruz-Coke, son ellos, son la gente que fue de paseo a Guadalajara. O sea, también fueron editoriales independientes, pero fueron pagándose los costos, fueron ellos pagando el pasaje, y porque no existía otra forma, de alguna forma había que también tratar de estar. Pero por políticas de Estado las editoriales independientes no iban a estar porque no les interesa, porque les hacen ruido a las grandes editoriales que son los mismos pares de ellos, que son sus familiares, el nepotismo literario, no sé cómo llamarlo. Pero no, cero aporte, cero apoyo del Estado a la cultura independiente. Nosotros como editorial jamás hemos postulado a nada. A ningún fondo concursable. Nosotros vamos por otro camino, nosotros no intentamos ponerle el pie encima a la gran industria editorial, no nos caen ni bien ni mal, no nos dan ni frío ni calor, no estamos a su sombra, no les pasamos por encima, no les hacemos bullying, ellos tampoco a nosotros, no nos pescamos, nosotros pasamos por el lado. Nosotros vamos a un ritmo que nos tiene haciendo unos seis, siete u ocho libros al año, y con escritores muy buenos, con escritores insolentes, rebeldes, con verdaderos escritores, escritores independientes también. Quizá, cuando éramos adolescentes nos dolía que nos cerraran la puerta en la cara todas las editoriales, pero ahora nosotros estamos en otra, estamos haciendo libros y ya sabemos cómo hacerlo y cómo hacer buenos libros, entonces no nos interesa mayormente.

-¿Cómo logra un editor independiente mantenerse a sí mismo y a su editorial en Chile?

-Nosotros hasta ahora, hasta este momento que ya estamos en el libro 20, recién en el libro 21 ó 22 vamos a ser capaces de autogestionar un segundo libro, será “Leyenda Negra” de Eli Neira, creemos en la contracultura, creemos que es una súper buena escritora y un muy buen referente para las nuevas generaciones independientes. Entonces nos estamos jugando por ella y también por hacer un catálogo mucho más rico y atractivo para el lector, porque no sé si vayan a ser libros que en el futuro pidan como textos escolares, pero sí van a ser libros que van a marcar un precedente en la cultura independiente, eso te lo aseguro.

-¿Qué opinión tienes de la Furia del Libro? ¿La ves como una instancia verdadera y provechosa para las editoriales independientes?

-Sí, mira, al principio, cuando nos convocaron a la Furia, me parecía ridículo tener que pagar por un stand para ir a una feria independiente, encontraba que era un contrasentido. Pero en realidad el lugar y la fecha hacen que sea una muy buena instancia para conocer libros. De hecho nosotros hemos ido un par de años a la Furia y nos ha ido muy bien, y nosotros arrendamos un stand que vale no sé, 15 mil pesos, y esos 15 mil pesos en libros los vendes en una hora, y tienes tres días para vender libros. Entonces claro que es una buena instancia, a lo mejor ir al GAM, ponerte en esa plataforma que es del Estado puede ser irrisorio para la cultura independiente que se precia de tal, pero sí es una buena instancia. O sea, qué mejor que ir a la Furia del Libro a vender tus libros, donde va mucha gente a mirar y puedes hacer buenos contactos con escritores, puedes hacer intercambio de libros, puedes mostrar tu trabajo, hay muchas plataformas, porque hay presentaciones de libros, charlas, qué se yo. Entonces sí, me parece que sí, que es una buena instancia, de hecho las ferias en general son una buena instancia para eso, para conseguir ese objetivo. Porque ferias donde no te cobran nada, por ejemplo hubo una feria de edición independiente que la organizó la editorial Fuga, y ahí no pagabas nada, y más encima te daban un almuerzo, un sándwich. O también la feria de la Universidad de Chile, en Beaucheff, una feria libre a la que nos convocaron, y claro, nos dieron bebidas, sándwiches vegetarianos, una feria con muchas características innovadoras, puedes encontrar desde semillas hasta cómics, desde antivirus hasta libros cartoneros, qué se yo, elementos de contracultura de diferentes ramas. Y puedes ganar muchos contactos y eso es imprescindible para una editorial independiente, tener buenos contactos, hacer buenas migas con la gente, no enemistarte por güevás. Si hay alguien que hace un libro que tú querías hacer, bueno, yo voy al lanzamiento y felicito a la editorial, no tengo problema con eso.

-Reflexionando acerca de tu experiencia como editor ¿te sientes satisfecho con lo que has logrado?

-Muy satisfecho. Pero claro, hay momentos duros en que te das cuenta que te levantas a las seis de la mañana, sales a las ocho de la pega y con suerte ves el sol el sábado y el domingo. Entonces, aunque tengas una pega de mierda que te puede dar una independencia económica igual eso no te hace feliz. Entonces cuando comenzamos a trabajar con los libros nos dimos cuenta que estaban quedando robustos y que cada vez iban quedando mejor, era también alentador, o sea, los libros a mí me mantuvieron vivo, me dieron esperanza, era como un café en la mañana. Si tengo que estar trabajando hasta las tres de la mañana, y he tenido que hacerlo en casos, porque si siento que voy a terminar el libro ese día, ese día lo termino y me quedo hasta las tres o cuatro de la mañana y al otro día me voy cagado de sueño a trabajar pero me voy satisfecho, me voy feliz porque terminé con un trabajo que es lo que me gusta hacer, porque hacer libros y hacer buenos libros es gratificante.

Por Francisca Paz Carvajal y María José Bilbao 

El Ciudadano Nº139, enero-febrero 2013


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