Marina Guidotti es una docente e investigadora especializada en Literatura Argentina del siglo XIX. Recientemente, publicó Escritos periodísticos completos (1860-1892) de Eduarda Mansilla (2015). Los textos que ha recopilado allí marcan la relevancia de Eduarda Mansilla en el periodismo decimonónico en lengua española, tanto nacional como en el extranjero. Los artículos de su autoría y los que se escriben sobre ella transmiten la imagen de una mujer madura, que medita sobre valores intrínsecos que permiten robustecer la Nación, como la solidaridad, el respeto por el «otro», la amistad, la educación, el mantenimiento de la tradición y las costumbres argentinas, todo desde una mirada personal y cosmopolita.
Es por ello que, a través de los datos autorreferenciales que proporciona en sus artículos —y que no constituyen una simple recapitulación del pasado—, tanto el público actual puede construir la biografía «pública» de Eduarda Mansilla, tal vez la que la misma autora fue perfilando en cada una de sus intervenciones periodísticas, cuyas huellas podemos seguir ahora en este conjunto de textos recobrados.
- ¿Para quienes todavía no la conocen, quién fue Eduarda Mansilla?
Para situar a los lectores contemporáneos, hay que recordar que Eduarda Damasia Mansilla Ortiz de Rozas fue la segunda hija del matrimonio formado por el general Lucio Norberto Mansilla (1792- 1871) y doña Agustina Ortiz de Rozas (1816-1898). Nació en la ciudad de Buenos Aires el 11 de diciembre de 1834, y falleció en la misma ciudad, el 20 de diciembre de 1892.
Eduarda Mansilla contrajo matrimonio, en 1855, con Manuel Rafael García Aguirre (1826-1887), hijo del diplomático Manuel José García (1774-1848) y Manuela Aguirre y Alonso de Lajarrota (1782- 1857). Abogado, Juez de Paz, redactor del primer reglamento del Colegio de Abogados de la ciudad de Buenos Aires, se inició en la carrera diplomática, en 1860. Fue destinado a los Estados Unidos y, posteriormente, a Europa. Al asumir Sarmiento la presidencia, lo designó Ministro Plenipotenciario en Washington. En 1878, tuvo una importante actuación en el Congreso de Educación realizado en Filadelfia. Representó al país, posteriormente, como Ministro Plenipotenciario ante los gobiernos de los Estados Unidos, España, Francia, Inglaterra, Italia y el Imperio Austrohúngaro. Falleció de manera trágica, cuando se desempeñaba como Ministro Plenipotenciario en Viena, el 5 de abril de 1887.
Las primeras producciones de Eduarda Mansilla como narradora son de 1860, en ese año publicó dos novelas: El médico de San Luis y Lucía, Novela histórica, que se editó en el folletín de La Tribuna de Buenos Aires, entre mayo y julio de ese año.
Como consecuencia de los viajes que el matrimonio García Mansilla realizó al exterior, no volvió a publicar en la Argentina hasta su regreso al país, en 1879. Pero sus viajes no impidieron que, en 1868, escribiera y publicara, en París, la primera novela escrita en francés por una escritora argentina: Pablo u la vie dans les Pampas, por la que recibió el elogio de Víctor Hugo, y que luego fue traducida por su hermano, Lucio V., y publicada en el folletín del diario La Tribuna, en 1870.
Cuando Eduarda Mansilla regresa al país se dedica a editar su obra, tarea compleja pues reúne textos que había enviado como colaboraciones a revistas y diarios porteños, además de incorporar nuevas producciones. Como resultado de esta tarea, en narrativa breve, aparecieron dos volúmenes: Cuentos (1880) y Creaciones (1883) —ambas colecciones han sido reeditadas de manera crítica en la colección EALA (Ediciones Académicas de Literatura Argentina), a cargo de las Dras. Hebe Molina y Jimena Néspolo—. También en narrativa publica Recuerdos de viaje (1882), y en novela, la ya citada Lucía Miranda (1882) y Un amor (1885).
Otro aspecto de su polifacética producción que no debemos dejar de mencionar es su labor como dramaturga. Mansilla escribe y estrena en Buenos Aires La marquesa de Altamira (1881), drama en tres actos y un prólogo, única de sus obras teatrales de la que se conserva el texto, cuya problemática gira en torno al tema de las desavenencias surgidas entre los integrantes de una familia aristocrática española en decadencia a raíz de la herencia dejada por un tío que había partido a América en busca de fortuna. El enfrentamiento entre los miembros de diferentes clases sociales lleva a la tragedia.
La segunda obra que escribe es Los Carpani (1883), drama social en cuatro actos y en prosa, que fue representado en Buenos Aires —como lo atestiguan las comentarios periodísticos que la consideran una pieza costumbrista en la que aparecían las voces de los criollos, y por primera vez, la de los inmigrantes italianos—. A pesar de que no se ha podido ubicar el original, Seibel (2002) considera que en esta obra Mansilla plantea la visión de la desigualdad de clases a la par que formula una denuncia social. Tampoco se conserva el texto de una obra posterior, Ajenas culpas (1883), sobre la que los diarios anuncian el ensayo pero no la representación. Los Carpani fue objeto de una serie de artículos cruzados entre dos diarios, La Nación y El Nacional, que expresaron opiniones encontradas con respecto a la obra. Esto demuestra que el mismo hecho teatral se convertía en tema de actualidad y reflejaba el apasionamiento de los críticos en la defensa de sus posturas.
Además de lo hasta aquí expuesto, para conocer la obra de la autora en profundidad, es insoslayable la referencia a su labor en el periodismo. Los artículos periodísticos que escribe para los diarios más destacados de la ciudad de Buenos Aires —La Tribuna, El Nacional, La Nación— y para revistas especializadas como La Gaceta musical, entre 1879 y 1885, así como los que se escriben sobre ella, con la firma de importantes literatos, destacados políticos y apasionados admiradores, permite analizar estas producciones como caja de resonancia de su experiencia en el exterior, a la vez que mecanismos de consagración de su figura, la de la única mujer que publicaba en la primera plana o en lugar destacado de diarios y revistas.
Mansilla, para reinsertarse en la sociedad porteña de la que faltaba desde hacía dieciocho años, elige escribir desde un «yo» que fluctúa entre el recuerdo y la recuperación del pasado, y la toma de posición sobre las grandes transformaciones que estaban ocurriendo en la Argentina de los ’80, en lo político, lo social y familiar, lo religioso y lo cultural y, para ello, periódicos y revistas se constituyen en el soporte material a través de los cuales expresarse y dar circulación privilegiada a sus ideas. Consciente de estar viviendo una nueva época, cuyas transformaciones ya había avizorado en los Estados Unidos y en Francia, se siente inmersa en el proceso de modernidad que se había instalado en las tierras del Plata. De allí que sus artículos cubran un amplio espectro de temáticas: ratifiquen la necesidad de la educación femenina; defiendan la cultura nacional —ya sea conservando las costumbres como revalorando la música nativa—, afirmen la necesidad de recuperar las figuras que hicieron grande a la patria —San Martín, Sarmiento, su propio padre— y hagan reflexionar sobre la importancia de continuar con los paradigmas de respeto, valor y amor, pilares en la conformación de la familia y, por ende, de la sociedad.
- ¿Qué tiene de especial, para vos, este sujeto?
Eduarda Mansilla es una figura digna de ser rescatada en un ambiente eminentemente masculino como lo es el del periodismo, y lo pienso en estos tiempos también. Son muy pocas las mujeres que en la actualidad publican en las primeras planas o en secciones destacadas de los diarios porteños. Además de ser una muy buena narradora, que presenta novelas con tramas complejas dentro del panorama de la novela decimonónica, asume una responsabilidad como intelectual cuando regresa al país.
Hay que recordar que, en 1880, Buenos Aires se había constituido en la capital del país por la ley de federalización, pero también era su capital cultural y simbólica. En ese espacio de pertenencia recobrado, Mansilla asume un compromiso con su palabra pública y, además de interpretar los acontecimientos presentes y profundizar en las particularidades culturales e idiosincráticas de la Argentina, a través de sus recuerdos, evoca su pasado en otros contextos socio-culturales.
Eduarda Mansilla, al compartir con los lectores un universo de referencias ideológicas, culturales, afectivas y familiares, va construyendo una «imagen de sí» para su familia, para sus amistades, para otros periodistas, para el público —femenino y masculino que la seguía— y también «para sí misma». Así, mediante la escritura, selecciona momentos vitales de su pasado y de su presente que van determinando la construcción del personaje público.
Al apelar a la propia memoria, a las retrospecciones, a los recuerdos de carácter fáctico, afectivo y emotivo, y al valerse de la primera persona y de la autorreferencialidad, la escritura de Mansilla se humaniza. Esta estrategia de producción otorga a sus textos un carácter único, en el que «yo» interpela a un lector que no puede quedar indiferente ante las cuestiones abordadas por la autora. Se establece así una red de significaciones en la que los tiempos —el subjetivo, el vivido y el histórico y el social— son compartidos por ambos —emisora y receptores— gracias a que toman entidad mediante la narración de hechos reales o ficticios que son vivenciados por su público, sin que el carácter selectivo del recuerdo influya en la recepción, como una forma de abordar y comprender la historia presente. Por tanto, Mansilla no se instala para producir su discurso solo en el recuerdo de los hechos que vivió como protagonista o como testigo, sino que se sitúa en las problemáticas del tiempo en que vive. Actualiza sus recuerdos apelando a la memoria y trata así de recuperar lo omitido u olvidado, organiza los hechos y lo vivido para, siguiendo a Ricoeur (1995), valerse del «presente del pasado» y de esa manera, analizar su realidad circundante.
Esta investigación pretende que Eduarda Mansilla de García deje de ser conocida como la hija del general Lucio Norberto Mansilla, la hermana de Lucio V., y la esposa del diplomático Manuel Rafael García; esperamos que el público también la conozca a través de su labor periodística.
- ¿Y después de tanto tiempo de trabajar a esta mujer, cómo te llevás con ella, qué lugar ocupa en tu vida?
Hace más de quince años que venimos trabajando con nuestro grupo de investigación, dirigido por la Dra. María R. Lojo, en la Universidad del Salvador (Argentina), para tornar visible la figura de Eduarda Mansilla.
Contamos con el financiamiento del CONICET para llevar adelante dos Proyectos de Investigación Plurianuales (PIP), el PIP 5878: Los hermanos Mansilla: edición y crítica de textos inéditos u olvidados y el PIP 0286: Eduarda Mansilla: la biografía. Redes familiares y amicales. Los epistolarios. Los escritos dispersos. Hacia un estudio crítico integral. Ambos fueron ganados por concurso, y que se radicaron en nuestra Universidad. Gracias a ese soporte pudimos costear parte de la bibliografía, presentaciones en congresos y parte de las publicaciones.
Con respecto a tu pregunta sobre cómo me llevo con ella, para mí, y para mi familia, es simplemente «Eduarda»; todos conocen datos de su vida, saben qué escribió, y también me acompañaron con su apoyo en estos últimos seis años en los que investigué en diferentes bibliotecas para reunir sus artículos periodísticos y en los que analicé esa producción que se ve reflejada en el estudio introductorio del libro. Ocupa, por lo tanto, una parte importante de mi vida profesional y personal.
- ¿Cómo fue todo el proceso de creación de tu libro?
La decisión de adentrarme en la producción periodística de Eduarda Mansilla —sin saber cuál sería el resultado— surgió de los trabajos anteriores de investigación sobre la narrativa y dramaturgia de la autora. Al ir encontrando referencias a estas obras, decidimos relevar los diarios y revistas más importantes de Buenos Aires entre 1860 y 1892.
Esto implicó sortear las dificultades propias de recobrar material del siglo XIX, pues la labor de archivo, como bien observa Derrida (1994), no solo permite trabajar en lugares donde se almacenan y conservan documentos que testimonian un pasado, sino que también posibilita el acceso a materiales que tendrán que ver con el futuro, pues en el archivo se encuentran indicios, vestigios históricos que pueden ser interpretados simbólicamente dentro de un contexto determinado.
Tras una larga tarea de archivística, se recuperó un material publicado en soporte papel, el de los diarios y revistas literarias y musicales en los que escribió la autora, que va deshaciéndose entre las manos, que no ha sido microfilmado en su totalidad o cuyos ejemplares ya no se conservan; material al que solo pueden tener acceso investigadores acreditados y, por lo tanto, no es de fácil consulta para el público en general.
Una vez reunido el corpus, a partir de las fotografías digitales obtenidas —que no siempre permitieron una lectura rápida y fluida— se realizó el trabajo de transcripción de las imágenes, tarea nada sencilla por el deterioro de las publicaciones decimonónicas o la mala calidad de los microfilms. Se reprodujeron los artículos firmados por la autora así como aquellos en los que se hace referencia a sus actividades sociales y su obra. La figura de Mansilla se redimensiona a partir de cartas y artículos que, sobre su labor, escribieron literatos de la talla de Paul Groussac, Carlos Guido y Spano, Rafael Pombo, J. M. Torres Caicedo, Eduardo Laboulaye y Juana Manuela Gorriti. Del mismo modo, las voces de reconocidos hombres de la política, entre ellas la de un expresidente, Sarmiento, y la del nieto del Príncipe Luis Felipe de Orleáns, destacaron sus dotes de escritora y dama de las artes.
Recuperar la obra de la autora implicó, entonces, un considerable tiempo dedicado a la ubicación y lectura de cada artículo en su contexto de producción. Es muy fácil caer en errores de interpretación si no se tiene en cuenta el contexto, así como también debe analizarse en profundidad cada fragmento porque son abundantes las implicaturas y los datos que se dan por conocidos para el lector de su época, datos que para el lector actual pueden resultar confusos o, quizá, inentendibles.
Se elaboró, en la presente edición, un aparato crítico con comentarios exegéticos y textuales para facilitar la comprensión e interpretación del corpus y su contexto. Las notas biográficas, geográficas, históricas, antropológicas y culturales se orientan a resolver las dificultades propias que los textos decimonónicos pueden generar en un receptor actual, teniendo en cuenta que se ha establecido un pacto de lectura por el cual el lector acepta como no ficcionales los hechos relatados. Las crónicas que escribió sobre distintos aspectos culturales o sociales permiten recrear una imagen de las sociedades en las cuales la familia García-Mansilla se insertó, a la vez que observar cómo la autora logró narrativizar los acontecimientos por ellos vividos, rearticulados a partir de los fragmentos que habían quedado en su memoria. En este sentido, es útil recordar la definición de memoria propuesta por Halbwachs: «Mientras la memoria colectiva permanece y extrae su fuerza desde su base en un conjunto coherente de personas, son los individuos como miembros del grupo los que recuerdan» (1992, p. 22). Si bien existen diferentes memorias colectivas tales como las familiares, las de clases sociales, las de asociaciones o corporaciones, lo cierto es que son los individuos quienes recuerdan, quienes rearman el pasado a partir de sus propias selecciones.
Por lo antedicho, resultan de sumo interés las apreciaciones que realiza en el plano sociocultural sobre las condiciones de vida, las costumbres y las transformaciones de todo tipo que se estaban produciendo en las ciudades en las que estuvo, pues se convierte en testigo de un nuevo paradigma social: el de un mundo regido por cambios científicos, filosóficos y políticos, donde las ideas de secularización, modernización y progreso afectarán todos los campos culturales. Asimismo, la vida nómade de la familia también se ve reflejada en sus artículos, de allí que abunden las referencias geográficas y las contextualizaciones de espacios abiertos y cerrados a través de los cuales retrata las formas de comportamiento y de proceder de sus habitantes en grandes ciudades —como Washington, París y Buenos Aires— o reconstruye una iconografía urbana al describir residencias diplomáticas, salones, teatros o la ópera.
Una vez finalizada la tarea de rescate, comenzó el trabajo de análisis y organización de los artículos periodísticos de acuerdo con ejes temáticos: primero, los que se refieren a la música; segundo, los artículos de costumbres; tercero, las crónicas que ponen en evidencia una mirada social; cuarto, las notas en las que la autora expone su postura en cuanto a la política, la identidad y los valores; quinto, una noticia necrológica donde se plantea un contrapunto filosófico entre los postulados cientificistas y las convicciones religiosas de Mansilla; sexto, los artículos sobre la educación de las mujeres; séptimo, las obras literarias que se publicaron en formato de folletín y en las revistas literarias, los textos referidos a su labor teatral y la crítica literaria, así como también, aquellos escritos en los que se valoraba la escritura creativa de Mansilla; finalmente, un apartado en el que se analizan los escritos sobre la autora y que la muestran como una persona que dejó una huella en su época.
- ¿Qué te guió y qué buscaste?
Lo que me alentó en tan ardua tarea fue recuperar la figura de una de las mujeres más relevantes, pero también más olvidadas del siglo XIX, ya que como hemos pretendido demostrar, la complejidad de su obra nos obliga a rescatarla de una historia que fue ingrata con ella, tal vez por ser de una familia muy vinculada a los avatares políticos de la Nación, tal vez por ser mujer.
Busqué tornar visible y accesible no solo a Eduarda Mansilla como persona sino también a la escritora y periodista, para que ocupe el lugar prestigioso que le corresponde por derecho propio, al manifestarse como una intelectual dueña de un pensamiento crítico distintivo y particular.
- ¿A quién está dirigido?
Este libro está dirigido a especialistas en Literatura Argentina decimonónica, a los alumnos universitarios de las cátedras de la materia, y también a un público interesado en conocer la mirada femenina sobre una época tan importante en la conformación de la identidad nacional como lo fue la de 1880.
La transcripción de los artículos del corpus respeta el sistema gramatical propio del castellano del siglo xix, lo que no impide su lectura fluida. Asimismo, se han indicado en notas al pie las erratas que pueden haberse producido por el trabajo mismo de los cajistas de los periódicos.
De igual manera, las notas a pie de página están dirigidas a todo tipo de lectores con la intención de aclarar términos; traducir el léxico que emplea, especialmente, en francés e italiano, cuando define actividades propias del ámbito musical; reponer información biográfica, histórica, geográfica, antropológica, política, musical y literaria que los acerque al universo cultural de la autora y de su época.
- Más allá del camino que va a hacer el libro por sí mismo, ¿por qué es significativo socialmente?
Este libro es significativo socialmente porque muestra otra facera de la obra completa de Eduarda Mansilla. Hasta ahora no existía un volumen dedicado a reunir todas las colaboraciones periodísticas o los artículos sobre Mansilla, lo que –aspiramos– permitirá conocer con mayor justeza su producción. Además, esta investigación se ha cimentado sobre dos pilares: por un lado, sobre la base de las teorías que dan cuenta de la elaboración de la identidad, como el método biográfico, el concepto de autobiografía y los estudios sobre la autorreferencialidad; por el otro, sobre la base de una perspectiva histórica, que explica, en tanto proceso, el contexto que condicionó la escritura de Mansilla en publicaciones periódicas.
Otro aspecto que creo necesario resaltar es que Eduarda Mansilla no figura en las Historias del Periodismo argentino (De Marco, 2006), a pesar de que su obra periodística presenta particularidades que la identifican: una de ellas es su versatilidad, pues aborda temas referidos a la educación, las costumbres, la religión y la moral, la política, la literatura y, en especial, la música instrumental y el canto lírico y popular. Otro de los rasgos que sus artículos ponen de manifiesto es su cosmopolitismo, evidente en sus recuerdos de los ámbitos norteamericano y europeo que transitó. Todos ellos son expresión de su subjetividad, pues ofrecen su propia y personal interpretación del mundo observado, que la constituye en testigo de su época, pero también de sus recuerdos, con los que configura el mundo narrado.
Por todo lo dicho, considero que Eduarda Mansilla tiene que ocupar un lugar en el canon, no solo de la literatura sino del periodismo argentino.
- ¿Qué de tu personalidad se puede reconocer en el libro?
La dedicación, la fidelidad para con la labor de rescate de archivo, el entusiasmo a pesar de las dificultades, la responsabilidad en recuperar una figura importante de nuestras letras que no puede ser olvidada, pero creo que mejor dejamos a los lectores que encuentren esos rasgos una vez que recorran el estudio introductorio y el material recopilado.