Pocas firmas cuentan con tanto prestigio dentro del ámbito del periodismo y la crítica como la de Elvio Gandolfo (a quién le gusta firmar sus libros como Elvio E. Gandolfo). Lector incansable y curioso, alterna entre escritores contemporáneos y clásicos al igual que oscila su vida entre Buenos Aires y Montevideo, donde integró el equipo de redacción de El País Cultural hasta el año 2014. La reciente edición en Argentina de El libro de los géneros recargado (Blatt & Ríos, 2017) otorga al periodismo especializado, así como a la crítica literaria, un lugar central que fue perdiendo en las últimas décadas.” A veces eso te viene bien, porque te dejan más tranquilo. En los 60’s había mucho más ruido”, afirma.
Con un recorrido profundo y a la vez seductor por cuatro de los géneros considerados “menores” dentro de la literatura, como lo son el fantástico, la ciencia ficción, el policial y el terror, Gandolfo se adentra dentro de los detalles y las grandes obras dentro de cada rubro. Así, Stephen King, Philip K. Dick, Haruki Murakami, entre otros, son vistos bajo la lupa del autor de libros como Cuando Lidia vivía se quería morir.
En esa misma dirección, consultado sobre la convivencia entre el escritor y el crítico literario, Gandolfo no se avergüenza en decir que puede pasar años sin escribir y que la idea de publicar no lo atormenta. “No puedo escribir si no tengo el tono, y eso lleva tiempo. Son tiempos distintos al periodismo, donde hay fechas de entrega y formatos. Ahora, por ejemplo, terminé un libro que lo tuve seis años parado”, responde sobre el tema.
— ¿Cómo ves la relación entre los distintos textos más ensayísticos y los periodísticos?
— Yo vengo trabajando con distintos formatos desde hace un tiempo, como es el caso de la revista Noticias, con un espacio central y algunos recuadros. En otros, es mucho más libre la extensión. El periodismo cultural es algo que me gusta seguir haciendo porque me mantiene entrenado y me permite seguir descubriendo nuevos autores.
— ¿El formato periodístico te ayuda a estructurarte?
— Siempre trato de que la nota no hable únicamente del libro. Puede ser algo más sobre el tema, el autor o relaciones con otros escritores. En una introducción, alguien que capaz a priori no se iba a enganchar con el libro, termina más interesado. Tenés pedales distintos para moverte, yo trato de ir variando de tono.
— ¿Cómo convive en vos tu faceta literaria y la crítica?
— Lo literario es lo que más disfruto, pero tengo muchos periodos en los que no escribo nada, que pueden ser de dos o tres años. La crítica, como el periodismo, ayudan a alimentar lo literario. Además, en el periodismo se aprenden algunos formatos de eficacia que se pueden aplicar en algunos relatos: algo seco, sin dispersión, que va al grano. Hay algunas notas que pueden leerse en clave literaria. Pienso por ejemplo en una nota larga sobre James Agee, que tiene una novela extraordinaria (Una muerte en la familia), fue guionista (de La reina africana, por ejemplo) y fue el crítico de cine de la revista Time durante mucho tiempo. Son cosas que se interprenetan, aunque mucho más desde el periodismo a la literatura que a la inversa. En ese caso la armé como una historia, arrancando con la muerte en un taxi, de un infarto, con menos de 50 años.
Lo literario es lo que más disfruto, pero tengo muchos periodos en los que no escribo nada, que pueden ser de dos o tres años. La crítica, como el periodismo, ayudan a alimentar lo literario. Además, en el periodismo se aprenden algunos formatos de eficacia que se pueden aplicar en algunos relatos
— ¿De qué manera llevás esos periodos en los que no podés escribir literatura?
— No puedo escribir si no tengo el tono, y eso lleva tiempo. Son tiempos distintos al periodismo, donde hay fechas de entrega y formatos. Ahora, por ejemplo, terminé un libro que lo tuve seis años parado.
— ¿Qué pensás de esos escritores que pueden sacar varios libros por año?
— El colmo sería Stephen King: si hacés el conteo debe escribir unas 1000 páginas al año y a la larga le demoró el reconocimiento como escritor, pero es un grande. Es el formato de él, tiene una compulsión escritora. En otro tono, obviamente, también la tiene César Aira. Ahora hay algo del mercado editorial que recomienda no sacar más de un libro al año, pero eso es relativo, sobre todo si los libros que se publican tienen tonos diversos.
— En El libro de los géneros recargado hacés referencia a una distinción entre lo mainstream y los géneros menores, donde la crítica suele ser más despiadada con todo aquello que alcanza cierto éxito.
— Eso cambió en los últimos 20 años, ahora todo está más mezclado. Antes, lo atendible era lo mainstream. En Estados Unidos hay muchos escritores como Lovecraft o Poe que tardaron décadas en ser reconocidos. Además, en esos casos, también eran escritores que proponían grandes modificaciones formales en lo narrativo, no eran meros artesannos. Ahora, los géneros se han mezclado mucho, el único que me parece más convencional es el policial. La ciencia ficción ha casi desaparecido y lo que ha aumentado más es el terror, incluso acá en Argentina, como en los casos de Luciano Lamberti o Mariana Enríquez.
Ahora, los géneros se han mezclado mucho, el único que me parece más convencional es el policial. La ciencia ficción ha casi desaparecido y lo que ha aumentado más es el terror, incluso acá en Argentina
— ¿Por qué creés que los autores de estos géneros suelen ser más prolíficos?
— Lo que sucede es que generan mayor fidelidad en sus lectores. Tienen sus propios fans, blogs dedicados especialmente. Es una contradicción que tiene ese género: entrás a repetir una fórmula, pero el lector siempre valora al que la rompe o al menos la varía.
— Por último, ¿cuáles son tus próximos proyectos?
— Estoy escribiendo un libro largo que va por la mitad, que incluye tres novelas cortas. Tiene rasgos de una ciencia ficción que se va un poco a la mierda. Pero eso lo tenés que hacer de una manera especial. También voy a armar algunos libros más con recopilaciones. Además el periodismo cultural sigue motivándome. El tic tac del reloj sigue pasando igual, hace poco tomé conciencia de que ya no me queda tanto tiempo (risas). Igual, lo que siempre me pasa es que se te dispara un avión y lo que menos imaginabas es lo que terminás escribiendo.
Por Gustavo Yuste, desde Argentina
@gusyuste