A fines de noviembre una nueva droga apareció ante las cámaras de televisión: el cactus San Pedro. Un allanamiento de la Policía de Investigaciones a una parcela en el Cajón del Maipo fue mostrada en las pantallas como el desbaratamiento de una supuesta red de tráfico de mescalina. Pero se trataba de un grupo de adultos que participaban de una jornada terapéutica, que incluía en una de sus etapas el consumo del cactus San Pedro. El terapeuta Ricardo Jiménez, ingeniero civil con post-título de Facilitador del Desarrollo Personal e Interpersonal, fue detenido junto a su pareja, ingeniera agrónoma y también terapeuta. Hoy están imputados por microtráfico de mezcalina, en libertad provisional con firma cada semana y arraigo dentro del país.
Ricardo Jiménez, socio fundador de la Sociedad Chilena de Desarrollo Personal, tiene estudios en Terapia Gestáltica, Reichniana y Grupos de Encuentro y larga trayectoria como investigador y formador en psicología humanista y transpersonal. Su versión difiere, por supuesto, a la exhibida en las pantallas de TV y reivindica el uso milenario del cactus San Pedro.
– ¿Cómo llegó Investigaciones a tu parcela?
– Fue totalmente desconcertante e incomprensible. Buscaban un laboratorio para la extracción de mescalina y yo sólo pude mostrarles mi cocina y la olla en que preparamos la cocción del San Pedro. A pesar de ello, en todo momento mantuvimos una actitud de colaboración con los funcionarios de Investigaciones, quienes se percataron rápidamente que no había ningún hecho delictual.
– En la televisión se ve a los detectives cortando tus cactus.
– No había justificación para destruir mi jardín y extraer los cactus, ya que la especie no está proscrita por la ley y se puede encontrar fácilmente en muchas zonas del país. Todo el operativo policial fue sobre dimensionado e invasivo: más de diez policías, perros, vehículos y muchos equipos invertidos.
– ¿Cómo se enteraron que usabas San Pedro?
– No hubo ninguna denuncia… lo único que hemos recibido de los participantes en nuestros rituales son agradecimientos. Se trata de una investigación realizada por el Ministerio Público, que duró tres meses y nunca nos percatamos de nada porque está completamente fuera de nuestro esquema mental; trabajamos en forma abierta y transparente. Lo increíble es que toda la información reportada para justificar la detención y el allanamiento es la misma que difundimos públicamente para la promoción de nuestro trabajo.
– ¿Cómo te ha afectado esta experiencia?
– Todo este escándalo ha implicado varios trastornos en mi vida personal, familiar y laboral… pero esto no es lo más relevante. Lo que más me ha afectado es la dura y gratuita ofensa que esta situación implica al legado de nuestros pueblos originarios. Debemos entender que estas prácticas tienen una tradición milenaria y están profundamente enraizadas en la cultura indígena de América, tienen una gran sabiduría de trasfondo espiritual. Cuando se trata con desprecio lo sagrado se hiere el alma. Lamento mucho también la irresponsabilidad profesional de la mayoría de los medios de comunicación que transmitieron información absolutamente distorsionada.
PLANTAS DE PODER
– ¿Cómo iniciaste el trabajo con San Pedro?
– El año 97 empiezo a trabajar sistemáticamente con plantas de poder, fundamentalmente en Perú. Mi experiencia personal me hizo comprender que el trabajo terapéutico se potencia muchísimo. Muchos años de exploración con otras metodologías no pudieron resolver lo que pude hacer con estas plantas.
– ¿Qué significó para tí?
– Yo viví una experiencia muy traumática a muy temprana edad, la que quedó bloqueada en mi inconciente. Acceder a ella no es fácil, por su fuerte carga emocional y violenta. La conciencia que abren estas plantas en el contexto de un ritual es mucho más profundo y, efectivamente, puedes acceder a esas zonas bloqueadas de tu experiencia e integrarlas sanamente.
– ¿Este trabajo era público?
– El 2006 me pidieron colaboración en un reportaje de la revista Paula sobre mis experiencias personales con ayahuasca. En el mismo artículo aparecen entrevistadas personas de Investigaciones y el Conace que reconocen que estas actividades no se restringen porque se usan con fines de sanación y en forma no abusiva. A fines de ese año, asumiendo aquello, empiezo a ofrecer los rituales con San Pedro, dentro de mis servicios terapéuticos.
Desde el principio hice promoción pública de mi trabajo a través de mi página web y avisos publicados en la revista Uno Mismo. A mediados del año 2007 la misma revista publicó un extenso reportaje sobre nuestro trabajo terapéutico con rituales que incluían la ingesta del cactus San Pedro.
– ¿Quiénes llegan a tus rituales?
– Algunas personas que están en trabajo terapéutico directamente con nosotros o derivadas por otros terapeutas; otras, por iniciativa personal. Lo básico es que la experiencia tenga un calibre, un propósito mayor dentro del camino de crecimiento y sanación. Así llegan personas que quieren atravesar o resolver una situación relevante y la buscan.
– ¿Y cómo ves el resultado?
– Para muchos es una experiencia muy significativa, la describen como un antes y un después en sus vidas. Pero no es para hacerla todos los meses. El 90% participaron sólo una vez y solo el 10% restante, después de varios meses o un año, volvieron. En general son personas que están trabajando internamente a un nivel más profundo y comprometido.
– Eres ingeniero y trabajas en terapias ¿Qué te valida a ello?
– Tengo una trayectoria experiencial y formativa de más de 25 años en el área de la psicoterapia… en la práctica tengo más estudios y dedicación a la psicología que a la ingeniería. Es un tema vocacional profundo y mucho más complejo en lo social.
Igual, debo reconocer que se presta para que personas que no tienen un compromiso serio con lo que hacen, resulten ser unos verdaderos chantas. Pero esto es una responsabilidad que recae en la conciencia individual de cada persona que trabaja en terapia, que debe hacerse responsable de lo que hace y plantearse la motivación que lo inspira. Para esto es clave considerar la conciencia, la responsabilidad y libertad de quienes contratan un servicio. Ellos siempre tendrán el derecho a denunciar si se sienten engañados. Estamos hablando de adultos, no de niños chicos. Además, si restringimos esto exclusivamente a partir de los títulos profesionales, mi experiencia es que en esa área, los abusos se cometen igual.
– ¿Qué ven las terapias que tú desarrollas en las crisis de las personas?
– Las terapias alternativas ven el proceso como una oportunidad de crecimiento, la persona enfrenta un desafío existencial que lo está llamando a crecer, evolucionar, realizar transformaciones en su vida que le permitan superar un momento complicado. Nosotros no luchamos ni intentamos tapar los síntomas, que es el foco de la medicina alopática. Me gusta la idea de medicinas complementarias y creo que hay vasos comunicantes entre ambos tipos de medicina, tras el objetivo común de la salud. Hay muchos vínculos y hasta en carreras de la salud se cobijan métodos terapéuticos alternativos y servicios públicos que lo están aplicando.
– ¿No consideras algo caro cobrar 60 mil pesos por el ritual?
– En la práctica es un trabajo que toma 3 días. Un día previo de preparación nuestra como terapeutas y de la pócima, al otro día recibir a la gente y estar con ellos durante toda la jornada en un trabajo muy intensivo y riguroso. Y, finalmente, el domingo para el descanso y recuperar la energía. Entiendo que 60 mil pesos es inaccesible para mucha gente, pero siempre hemos aceptado trueques o rebajas a algunas personas que no tienen los recursos.
– ¿No has pensado abrir este tipo de terapias a sectores sociales más pobres? Quizás a un usuario de pasta base le serviría conocer sustancias más poderosas y de origen natural.
– Tengo la inquietud y la motivación, buscando formas de encauzarla mediante un adecuado equilibrio. He atendido a varias personas en forma gratuita cuando no tienen recursos y trabajan con sectores sociales más postergados y sé que eso les ha servido en su entrega. En la Sociedad Chilena de Desarrollo Personal trabajé por 17 años en un programa de formación de facilitadores recibiendo un mínimo de retribución económica… irónicamente un año tuvimos a 40 participantes del Conace, que aprendieron de nuestras herramientas terapéuticas, que obviamente no incluyen el uso sustancias enteógenas.
TONO GENTIL Y AMABLE
– ¿Cuándo probaste por primera vez San Pedro?
– Hace muchos años, en una experiencia inadecuada que me llevó a zonas internas conflictivas; me faltó apoyo terapéutico. No la evalúo negativamente porque no hubo ninguna situación de riesgo e igual fue un aprendizaje que me hizo tomarle respeto, claro que fue duro. Por eso no recomiendo a nadie ingerir estas sustancias en un contexto inadecuado y sin el debido acompañamiento.
Hace aproximadamente 10 años inicié una exploración seria y sistemática con chamanes del Perú y fui aprendiendo la forma adecuada de trabajar con las plantas maestras y descubrir sus potencialidades terapéuticas.
– ¿Qué cualidades tiene el San Pedro?
– El San Pedro es un cactus que se da en forma natural en este lado del mundo, en Chile. Me parece importante empezar a conocer y trabajar con nuestras propias plantas. Personalmente también he experimentado bastante con el ayahuasca, que no es nativa de nuestra tierra.
Me siento muy agradecido por la enorme sabiduría que todas estas plantas han traído a mi vida. De este sentimiento surgió la motivación de compartirla con otros.
– ¿Y a nivel de experiencias?
– Dentro de la tradición amazónica el San Pedro encarna el principio masculino, desarrolla el arte del acecho y está vinculado a la conciencia contemplativa. O sea, se presta mucho para experiencias lúcidas, de día y en contacto con la naturaleza. En la interacción consigo mismo, con otros participantes y la misma naturaleza, se descubren y empiezan a percibir las claves desde este estado de conciencia expandido, con un nivel de percepción muy agudizado y las facultades cognitivas acrecentadas. Las claves van dando las respuestas para lo que cada uno quiere resolver o sanar, todo ello en un ambiente sobrio y muy relajado.
– Es muy estable.
– Sí. Pese a ser muy profundo el proceso terapéutico, fluye en una dinámica de mucha gentileza y amabilidad. Eso me hace mucho sentido, me acomoda trabajar en esa línea. No desconozco que a través de otras sustancias o con otras técnicas se pueda llegar a procesos muy profundos, pero a mi me cautiva esa calidez que provee el San Pedro.
¿Te resulta cómodo el llamar al San Pedro ‘droga’?
– Creo que hay un gran desconocimiento que mete todo a un mismo saco. Es absurdo confundir la cocción de una especie vegetal con la elaboración de una droga ilícita, en este caso la mescalina… es equivalente a confundir una infusión de hojas de coca con la cocaína. Una clave de la salud individual y pública es el buen discernimiento y la diferenciación, pero cuando se mete todo a un mismo saco es un asunto insano, de insensatez total. Es una ignorancia instalada en las personas que están a cargo de velar por este asunto en el país y eso lo hace muchísimo más grave.
En mi experiencia estas sustancias están muy lejos de ser adictivas, más bien son fóbicas, porque la mayoría de las veces exigen a quienes las ingieren un acto de valor para confrontar aspectos no resueltos de su vida. En Perú, Brasil y Ecuador el uso de las plantas está totalmente incorporado en la cultura, respetando con ello una tradición milenaria.
por Mauricio Becerra
El Ciudadano