Ernesto Villegas, ministro del Poder Popular para la Cultura de Venezuela, analizó en un nuevo capítulo del programa ¡Que se vayan a Cuba!, conducido por Denis Rogatyuk, el papel de los medios de comunicación en el proceso revolucionario que vive la nación sudamericana.
Villegas, quien también es periodista, señaló que, lamentablemente, los medios se terminaron convirtiendo en unas máquinas de creación de indignación selectiva, que no se basan en fundamentos contrastables, en elementos racionales, sino sencillamente en la creación de un estado emocional para sectores de la sociedad que sea el trampolín para planes políticos.
«Vivimos una guerra cultural y esos dispositivos, esos medios de comunicación, son dispositivos de esa guerra cultural», afirmó.
Por Denis Rogatyuk
DR: Me gustaría empezar con el gran aniversario que Venezuela celebró recién, 20 años de la derrota del golpe de Estado contra el comandante Chávez. En muchos aspectos esta gran victoria está considerada como la Playa Girón del Siglo XXI en América Latina, ¿podemos decir que la Revolución Bolivariana y el Estado venezolano actual tienen su gran nacimiento de esta victoria?
EV: Lo que debo comenzar diciendo es que hace veinte años en Venezuela se dio un ensayo de lo que luego tratarían de perfeccionar los poderes fácticos del continente en otros países.
Vemos que ese aniversario que estamos nosotros recordando, los veinte años del 11, 12 y 13 de abril, es una cantera de lecciones para los pueblos del mundo, particularmente para los de América Latina, incluso para dirigentes políticos a los cuales nosotros podemos no producirles ningún tipo de simpatía, pero la experiencia vivida en Venezuela hace 20 años y todos estos años posteriores estoy seguro de que puede ser muy útil para aportar experiencias, lecciones, sobre el comportamiento de los distintos actores.
Uno de ellos, es el de los medios, los medios en Venezuela para el año 2002 desplazaron a los partidos políticos y asumieron la vanguardia de un golpe de Estado que, como tu dijiste, a las 47 horas fue derrotado, por una conjunción del pueblo y la Fuerza Armada, sobre todo, de los jóvenes oficiales, pero no hay duda al día siguiente de consumado el golpe sus propios voceros en la televisión le daban las gracias a los medios de comunicación, y ese ensayo de golpe mediático luego vemos cómo fue aplicado en otros países, donde digamos también utilizaron la capacidad de los medios ya no concebidos como empresas dedicadas a la información sino a la creación de emociones en la sociedad, particularmente alrededor de temas vinculados a los derechos humanos.
Vimos cómo en Paraguay tomaron un hecho confuso en una remota región llamada Curuguaty para endilgarle al presidente Fernando Lugo una responsabilidad política que era apenas un pretexto para sacarlo del poder y, al día siguiente, ya nadie se recordó de Curuguaty y hoy día ya nadie se pregunta siquiera qué pasó en Curuguaty.
Fue un interés momentáneo, digamos para la creación de un estado de opinión, que más que un estado de opinión es un estado de emoción, los medios se terminaron convirtiendo, y esto es doloroso para quien se forma para trabajar en ellos, yo soy periodista, en unas máquinas de creación de indignación selectiva en nuestro países, que no se basan en fundamentos contrastables, en elementos racionales, sino sencillamente en la creación de un estado emocional para sectores de la sociedad que sea el trampolín para planes políticos, previamente diseñados, de asalto al poder. Normalmente inconstitucionales, violentos, pro imperialistas, porque es un formato en el que el ciudadano tiene que estar sumamente precavido frente a los contenidos que consume, porque digamos que ahora con la complejidad del aparato comunicacional digital que nos rodea el ser humano está bombardeado de información que no necesariamente es fidedigna, sencillamente con un núcleo de verdad se construye una avalancha de mentiras que terminan causando en el ser humano unas sensaciones, unas emociones que a su vez son aprovechadas por quienes ponen a rodar estas avalanchas y aprovechando sus influencias en el poder judicial, en los poderes de la sociedad, con los lazos del poder eclesiástico, el empresariado, sectores de los militares, de los policías, arman un tinglado y logran un determinado propósito político.
La presidenta Dilma de Brasil la entrevisté horas antes de su derrocamiento, lo llamo así porque fue un golpe parlamentario y con unos argumentos que eran secundarios, al final la argumentación formal es secundaria, lo que importa es el clima de opinión que se creó y en ese clima de opinión, los medios brasileños, yo lo vi con mis propios ojos, tuvieron una conducta muy parecida a la que los medios venezolanos tuvieron antes del derrocamiento de Chávez.
Y es que, por ejemplo, una ceremonia positiva como es la inauguración de unos juegos olímpicos fue aprovechada por un periódico de altísima circulación, una corporación mediática, para hacer un encuadre fotográfico que mostraba a la presidenta envuelta en llamas, hasta esos recursos digamos simbólicos son empleados para asociar al objetivo político con la muerte, con el incendio, la maldad, lo aborrecible, lo repugnante, eso se ha ido perfeccionando en el tiempo también en otros países y en el mío también, en Venezuela. La demonización, la satanización, de todo lo que se vincula con la Revolución Bolivariana, está a la vuelta de la esquina.
Y en eso, lamentablemente, ha habido ecos por parte de quienes luego terminan siendo víctimas de esos mismos mecanismos, porque esto no solamente es aplicado contra revolucionarios, radicales, extremistas sino que sencillamente los más moderados reformistas, demócratas, alternativos, opciones alternativas a los poderes tradicionales, son también objeto de campañas similares.
Lo hemos visto en el mundo, tanto en Europa como en América y no hay digamos un guiño o concesión que se haga frente a ese fenómeno que sea suficiente para vacunarse, todo el que intente en nuestro continente, en el mundo, un camino propio, independiente, alternativo a los designios de los poderes reales de la sociedad se expone a que se le aplique un formato, un mecanismo parecido al que en Venezuela se ensayó hace 20 años.
DR: Hablando sobre este tema de las redes sociales, en Venezuela y en la Revolución Bolivariana realmente han sido claves en esta batalla comunicacional. También están desarrollando una nueva red social, que se llama Ven. Podemos decir así que la Revolución Bolivariana desarrolló su medio de comunicación simultáneamente con los desarrollos comunicacionales mundiales, que ha sido muy adaptable a los cambios en la manera como hablamos y como comunicamos.
EV: El comandante Chávez fue muy abierto a conocer y manejar y hacer presente su discurso en los distintos espacios que la tecnología abrió en su momento para la comunicación, era un gran comunicador, era un líder cultural, que es mucho más que incluso un comunicador, y comprendió que si allí había una comunidad de seres humanos que se relacionaban por esa plataforma pues allí había que estar presente.
El presidente Nicolás Maduro Moros ha seguido esa misma línea y digamos que el tiempo actual que le corresponde está caracterizado por una supremacía de los medios digitales por encima de los medios convencionales, analógicos o del siglo XX. Los medios del siglo XXI tienen un mecanismo preeminente a través de las llamadas redes, a mí tampoco me gusta mucho el término sociales, yo utilizo más las redes digitales, lo dijo Frei Betto en una actividad que tuvimos acá en Cuba, lo dijo de esa manera.
Pero esas plataformas digitales son también un campo de batalla de las ideas, y que no debe ser despreciado, pero tampoco puede sustituir a la comunicación humana, personal, la virtualidad no puede sustituir a la realidad, que son dos campos que se retroalimentan mutuamente.
Y, bueno, creo que eso obliga también a revisar los códigos que se emplean para la comunicación, el presidente Maduro, por ejemplo, ha detectado ese campo del TikTok como un lugar donde se encuentran miles, millones de personas, y ha aportado contenidos en una batalla que disputa no solamente los sentidos, no solamente el sentido, sino disputa también la atención.
Entonces, es un experimento, una línea de comunicación que no sustituye, lo que el mismo ha dicho que la comunicación debe ser por medios, redes, calles y paredes, en todos los espacios, la comunicación política hoy, sobre todo, de un movimiento revolucionario, bolivariano como el que encarna el presidente Maduro, pues tiene que estar presente en todos esos espacios, lo cual no quiere decir que allí tengamos una primacía porque sabemos que ahí hay una dictadura digital en el mundo y digamos que hay un campo en el que la industria del entretenimiento tiene más fortalezas, creo que son incursiones guerrilleras que se hacen en un territorio donde hay otras fuerzas intervinientes.
DR: Podemos nombrar a una docena de personas en el mundo que controlan el espacio mediático más grande que haya existido en la historia de la humanidad. Usted mencionó algo muy interesante sobre que hay que lanzar ese tipo de acciones guerrilleras…
EV: Fue el Comandante Chávez el que introdujo el término la guerrilla comunicacional, porque la batalla comunicacional es no solamente diaria, es cada hora, cada minuto, cada segundo.
Te quiero comentar que uno de los aportes de nuestra experiencia venezolana con el golpe de abril del año 2002 es la aparición, sin ningún tipo de escrúpulos ni de matices, de los medios como actores políticos de primer orden.
Esa visión ingenua que en algún momento tuvimos y que otros pueblos tienen todavía, por ejemplo los pobres pueblos europeos, de que los medios son un espacio neutral, terceros de buena fe, una arena donde se puede asistir a un debate libre, con supuestos mecanismos de validación, de contrastación, de verificación, incluso de rectificación, toda esa visión ingenua nosotros la perdimos tempranamente.
En eso llegamos nosotros temprano al siglo XXI, porque vimos el golpe de Estado más descarado, el periodismo se volvió un estorbo y los propios medios en las empresas lanzaron al cesto de la basura sus propios principios deontológicos, sus manuales de estilo, por no hablar de la propia constitución nacional y de la ley de ejercicio del periodismo, que son normas que provienen del Estado, pero las propias normas que los medios históricamente se han dado para garantizar entre comillas una comunicación fidedigna fueron apartadas totalmente y eso lo vivimos nosotros tempranamente, ya en el año 2002 estábamos claros de eso.
Pero hay pueblos europeos, pueblos del mundo que se están dando cuenta de eso es ahora, veinte años después y que se quedan consternados con respecto a lo que están viendo, la desaparición de las pantallas de uno de los factores fundamentales como era el chavismo, hubo una consigna que se llamó «cero chavismo en pantalla», fue una orden dada por el consorcio político militar comunicacional que por horas tomó el poder en Venezuela, «cero chavismo en pantalla», entonces desapareció y no había versión chavista de lo que estaba ocurriendo, en un cartel mediático abrumador, es decir, todas las televisoras estaban anotadas en eso, la abrumadora mayoría de las radios, los periódicos ni hablar.
Y eso se parece mucho a lo que estamos viendo ahora sobre cero versión rusa de la guerra en pantalla, esa supresión, eso que últimamente han llamado la cultura de la cancelación nosotros la vivimos temprano, el poder de los medios, entonces nosotros tenemos una experiencia que quizá no tengan otros pueblos y vemos repetir algunos mecanismos que ya conocemos desde hace ya tiempo y es algo en lo que no es que obtuvimos una experiencia hace veinte años y nos quedamos así, no, es que hemos estado durante todos estos años enfrentándolo.
Yo recuerdo muy bien, el 23 de febrero del año 2019, en la frontera entre Colombia y Venezuela hubo un intento de agresión que tuvo, por cierto, como antesala un concierto, toda la industria del espectáculo, sus celebridades continentales estuvo ahí presente con presidentes de varios países del Grupo de Lima, pero además también con estrellas del espectáculo que vinieron a cantar y eran como el telón musical o cultural de una agresión armada.
Bueno, en ese episodio el gobierno del presidente Nicolás Maduro fue acusado de haber quemado la ayuda humanitaria que supuestamente iba a ingresar desde Colombia, yo mismo publiqué imágenes que mostraban cómo las bombas incendiarias que fueron lanzadas contra los camiones provenían del lado colombiano, pero el New York Times se tomó una o dos semanas para aceptar como buena esa versión, dejaron correr la versión de que Maduro había quemado entre comillas la ayuda humanitaria. ¿Cuál era el propósito? Dejar que el resto de los factores conspirativos lograran su cometido y una vez que derrocaran al gobierno del presidente Maduro pues bueno podría haber salido la verdad, pero como la mentira no pudo sostenerse más tiempo y como el plan no les salió bien tuvieron que admitir, entonces se publicó con gran rimbombancia que el New York Times confirmó que la ayuda humanitaria fue quemada desde el lado colombiano, por favor, si desde el mismo día, ellos se tardaron una semana, quince días, ya no recuerdo bien, en dar la versión correcta.
Es como lo que pasó en su tiempo, muy analógico no digital, con Salvador Allende, de cuántas cosas no fue acusado Allende para crear las condiciones subjetivas del golpe de Estado y después de logrado el objetivo no se reconoció entre comillas la verdad, cuántas fantasías, injurias, infamias, se levantaron contra la figura de Allende, aquí en Cuba la operación Peter Pan, y bueno eran mentiras, tratadas como verdades para crear situaciones emocionales que sirvieran de pretexto para la acción, por ejemplo, del poder judicial, del poder militar.
DR: Pero ni siquiera fueron corregidos, después, en el caso de Allende y de Cuba…
EV: Es correcto, así es. Pero bueno en este caso más de una vez hemos visto cómo medios rectifican informaciones falsas como por ejemplo las armas de destrucción masiva en Irak, por dios, vimos al secretario de Estado norteamericano, al señor Colin Powell mostrando unos sobres con polvos, que supuestamente eran agentes tóxicos que eran fabricados en Irak ,en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y después se demostró que no había armas ni fábricas de armas de destrucción masiva en Irak, pero la mentira sirvió para darle contexto a un plan político militar determinado y bueno ya nadie se acuerda de eso.
Hay una convivencia con la mentira y la moral del tiempo en que nos toca vivir lo admite, que es lo más triste porque bueno en Curuguaty ya no importa, ya los campesinos no importan porque ya Lugo no es el presidente, entonces tú ves como victimarios son presentados como víctimas y viceversa, con la mayor desfachatez se incurre en absurdos que atentan incluso contra la más mínima inteligencia humana y ahí está el sistema mediático, sigue impulsando los planes que como clase, digamos, les interesa.
Yo supe lo del señor este que compró Twitter, nada me garantiza que el que compro Twitter hoy es mejor o peor que el que lo tenía antes, porque al fin y al cabo son potentados que son capaces de meterse la mano en el bolsillo y sacar 44 mil millones de dólares que bien servirían para resolver el problema del hambre en el mundo o para salvarle la vida a decenas o centenares de miles de personas que con ese dinero podrían haber resuelto un problema de salud en este momento.
Entonces vivimos en un planeta en el que hay gente que tiene 44 mil millones de dólares en el bolsillo y que no arriesga ni deja de tener su estatus y sus condiciones de vida invirtiendo tal cantidad de dinero y al mismo tiempo hay habitantes de este mundo que mueren por falta de una inyección. Ese es el planeta dominado por el sistema capitalista en el que vivimos y bueno yo no espero nada bueno de ninguna plataforma, llámese Twitter, Facebook, Instagram, ni de ningún periódico impreso, ni de ninguna radio o televisión que no sea la defensa de sus intereses de clase, esos son instrumentos lamentablemente de propaganda y legitimación de un orden de cosas determinadas, de destrucción del enemigo cuando declaran enemigo a alguien, cuando deciden satanizar, demonizar a un personaje, a un partido o a un grupo de gente, incluso a una nacionalidad.
Que además cada vez se convierte más en una guerra abiertamente cultural porque ya hemos visto muchas cosas sobre el mundo islámico, así como un antisemitismo tremendo privó en el siglo XX, en este siglo la islamofobia a partir de los ataques a las torres gemelas entró en una efervescencia brutal y ahora lo que se puso de moda es la rusofobia, y mañana no sabemos qué más será.
También ha habido expresiones de xenofobia respecto de Venezuela y la conversión y el intento de convertir a Venezuela en una mala palabra, lo mismo que a Cuba, Nicaragua, o el mundo latino en la industria del espectáculo que es asociado como estigma al narcotráfico, a las cosas más abyectas o a los hermanos africanos que también son pintados como poco menos que seres humanos.
Entonces vivimos una guerra cultural y esos dispositivos, esos medios de comunicación son dispositivos de esa guerra cultural.
DR: Creo que cuando los enemigos que los medios corporativos crean con estas campañas, mucha gente que vive en esos países se da cuenta cada vez cuando esto pasa que esos medios no son sus amigos e intentan buscar información más independiente.
EV: Sí, y también se da un fenómeno con esto de las redes digitales que por muy crítica que sea la posición que uno tiene respecto al entramado de poder que hay detrás de ellas, también este momento cultural y tecnológico ofrece unas oportunidades para los pueblos y es la posibilidad de búsqueda veloz de información alterna sobre un mismo tema.
Incluso la posibilidad de los comentarios ciudadanos respecto de cualquier asunto que puede ser basura, ciertamente, puede haber pornografía, descalificaciones, pero también puede haber una participación con razonamiento, con contraste que ayuda a una lectura crítica de los medios y una lectura crítica de los contenidos que se consumen en el mundo.
Así que es un batalla del día a día, del hora a hora, del minuto a minuto, nadie puede declararse ganador de esa batalla tan rápido y esa es una de las lecciones del golpe de abril del 2002, aquí creyó la oligarquía venezolana con el imperialismo norteamericano que controlando los medios con unos generales sin tropa, con la bendición de la iglesia y con una influencia importante sobre los niveles gerenciales de Petróleos de Venezuela, ellos podían dar un golpe de Estado y no iba a pasar nada y resulta que el pueblo venezolano con una comunicación alternativa, directa, medios alternativos comunitarios pero también con la comunicación humana propia de las comunidades que no desaparece, se alzó y acabó con ese golpe.
Un amigo que vive en España me estaba comentando preocupado porque el nota que la narrativa de los medios occidentales es muy belicista, en este momento hay como una hegemonía belicista y que la OTAN tiene en los medios de comunicación hegemónicos del mundo occidental unos altavoces muy grandes para su narrativa, para validar sus acciones y yo le decía a él que están viviendo su 11 de abril, y él me decía la pregunta es si habrá un 13 de abril. Yo no tengo ninguna duda que lo habrá, no sabemos exactamente la forma, pero hay un proceso veloz de deslegitimación de eso medios y de esas plataformas como fuentes fidedignas para la creación de opinión.
Otro mundo debe nacer, un orden alternativo comunicacional, por eso nosotros estamos defendiendo la idea de que cuarenta años después de que la Unesco propició el nombramiento de una comisión de altísimo nivel, presidida por Sean MacBride, quien era canciller de Irlanda, y compuesta por personalidades como Gabriel García Márquez, se dieron a la tarea en el año 76 al 80 de hacer un estudio profundo de la realidad comunicacional de aquel entonces en el mundo entero y produjeron lo que se llamó el informe MacBride que hizo una radiografía de las desigualdades de aquel entonces y hacia propuestas para un nuevo orden informativo mundial.
Bueno, nosotros desde Venezuela apoyamos, proponemos la idea de que la Unesco, pero si la Unesco no se da por enterada, no se anima a secundarlo, los países debemos confluir en la nueva versión del informe MacBride dadas las realidades actuales que muestra el mundo comunicacional que nos pretende gobernar.
Y deberíamos poder contar con una confluencia de personalidades de alto nivel que le hagan a la humanidad el favor de estudiar a profundidad las realidades de ese entramado mediático comunicacional cultural global que nos permita a los seres humanos ver cómo funciona realmente, ver en negro sobre blanco cuáles son las relaciones de poder entre unos propietarios y otros, ver cuáles son los enigmas de la dictadura del algoritmo, del posicionamiento SEO, cuáles son esos mecanismos ocultos que el ciudadano no conoce de primera mano para determinar por qué un contenido aparece y por qué otro no, cuales son las herramientas que tiene el ciudadano hoy día para protegerse del abuso de poder, de la desviación de poder por parte de quienes controlan estas mecanismos de dictadura digital.
Creo que es un momento propicio y si no se da hoy será mañana, pero el mundo no puede continuar por ese camino en el que un puñado de poderosos determina el estado de ánimo y la emocionalidad de millones de personas y lleva adelante planes siniestros sobre la base de esa posición de poder sobre la humanidad.
DR: Para finalizar, me gustaría escuchar su opinión sobre algunos desarrollos que estamos observando en este año, ¿qué espera de los posibles victorias de la izquierda en las elecciones presidenciales de Colombia y Brasil?
EV: Si yo no estuviera de ministro del Gobierno del presidente Maduro te podría responder con mayor libertad, pero la responsabilidades públicas te obligan a tener prudencia, no es un tema de las competencias del Ministerio de Cultura.
Sin embargo, te puedo decir así en términos generales que los pueblos siempre luchan aunque parezca que, por décadas incluso, se adormezcan o estén perturbados por tantas vicisitudes pero al final siempre encuentra el camino de lucha.
Decía una pinta callejera en Bolivia: dejemos el pesimismo para tiempos mejores, así que no cabe el pesimismo, lo nuestro es el optimismo y no es un optimismo irracional, es que vemos cómo los pueblos van despertando, se van equivocando y se van dando sus golpes, tienen que pasar por sus periodos de aprendizaje pero los pueblos siempre luchan.