Este jueves se inaugurará en Santiago el Tercer Seminario Internacional de Cannabis Medicinal, evento organizado por la Fundación Daya y que tendrá a connotados participantes, tanto de la comunidad nacional como internacional.
El Ciudadano conversó con una de las expositoras, la médica cirujana de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Colombia, Paola Pineda. Especialista en Derecho Médico y magíster en VIH, compartirá su experiencia atendiendo a más de mil pacientes de diversas dolencias a través del uso terapéutico de cannabis.
Pineda valora tanto el seminario que se realizará como el liderazgo que en la materia ha alcanzado la fundación que lo organiza: «Hay que reconocer a Chile y a la Fundación Daya, que han liderado el tema a nivel latinoamericano. Los últimos tres años, desde que comenzó el seminario, han tratado de reunir en Santiago a expositores de diversas partes del mundo, que vienen liderando tanto estudios preclínicos como atención ya directa a pacientes». En ese sentido, la especialista enfatiza que la instancia «reúne lo mejor que se está haciendo en cada país» y es una oportunidad de organización: «Es una manera para que todos los que estamos luchando para que el tema de la cannabis medicinal tenga la posición que merece, trabajemos más unidos para hacer frente a todos los obstáculos que se dan a nivel mundial», declara.
La médica cirujana es especialmente crítica sobre el rol que desempeñan los grandes laboratorios a nivel mundial, que de algún modo marcan la pauta de la investigación científica. «Hasta que un laboratorio no nos muestra una evidencia, nos da miedo dar el paso. Las multinacionales lo van a hacer cuando se den cuenta que esto da plata. Y ya las hay», postula al respecto.
La investigadora señala que hay dos causas por las cuales en la sociedad civil ha habido una significativa articulación en torno a promover el uso medicinal de la cannabis. Una tiene que ver con el uso para tratar enfermedades más o menos regulares. En ese sentido, señala que «en todas las familias hay alguien que padece una enfermedad tratable con cannabis. Cuando te tocan tu fibra y te tocan a un familiar, hay veces que uno dice ‘hey, toca cambiar’. Y eso ha pasado con muchas personas, pacientes e investigadores».
Dicha disposición es significativa, porque cuestiona un principio del «prohibicionismo» que ha limitado la actividad durante el último siglo: «los prohibicionistas hicieron un muy buen trabajo poniendo a la marihuana como puerta de entrada a otras drogas, cuando hoy se sabe que esa droga es el alcohol, solo que es completamente legal», denuncia Pineda.
Por otro lado, también reconoce un fuerte «empuje de muchos investigadores a nivel mundial» que, a pesar de la prohibición de los últimos 50 años, «estamos retomando o saliendo del clóset en el tema del cannabis, diciendo: llevamos un rato investigando a la cannabis, pero por toda la prohibición absurda hemos estado muy callados y haciéndolo debajo de cuerda». Y agrega: «Eso no es justo ni con el mundo ni con los pacientes que se pueden beneficiar de esto».
Experiencia en uso medicinal de la cannabis
Pineda relata que su primer paciente tratado con cannabis, padecía de Sida. Detalla que en el tratamiento respecto del síndrome estaba cubierto con los retrovirales, pero que «no tenía calidad de vida, porque no dormía y mantenía un dolor crónico». El tratamiento se enfocó en esto último y en el insomnio: «La cannabis le cambió la vida, porque volvió a dormir y su dolor se redujo en un 70%», destaca.
Luego, comenzó a ver pacientes de epilepsias refractarias, que -como explica la especialista- son «aquellas que a pesar de los medicamentos que usamos convencionalmente, no mejoran». Pineda relata que comenzaron con dos niñas y ya suman más de 500 pacientes. Sin embargo, aclara que el tratamiento no es siempre exitoso: «No a todos ha funcionado, depende de la persona, pero hoy hay niños con calidad de vida y eso marca la diferencia. Algunos pacientes han pasado de 100 a 0 y otros de 100 a 40 ataques al día», explica.
Otro grupo que recibe tratamientos cannábicos son los pacientes de parálisis, con dolor crónico por enfermedades autoinmunes, cáncer, fibromialgias, migrañas, etc. Una mejora significativa en este ámbito para la calidad de vida es que estos grupos -concluye la médica- «pasan a ser, por ejemplo, laboralmente activos». «Eso cambia la perspectiva económica de los países», sostiene.