Por Agencia TASS
-El evento principal del año saliente fue el inicio de la operación militar especial en Ucrania, así como el desarrollo posterior de los acontecimientos, incluido el deterioro sin precedente de las relaciones con Occidente. ¿Puede el conflicto en Ucrania continuar por ejemplo unos cinco años, según usted? ¿Para qué tenemos que prepararnos? ¿Es posible una confrontación militar directa con los países que apoyan a Kiev?
-Las acciones de los países del «Occidente colectivo» y de Vladímir Zelenski -quien está bajo su control- confirman que la crisis ucraniana tiene carácter global. Ya no es ningún secreto que el objetivo estratégico de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN es conseguir la «victoria sobre Rusia en el campo de batalla» como un mecanismo para debilitar considerablemente o incluso aniquilar nuestro país. Para lograr este objetivo nuestros adversarios están dispuestos a hacer mucho.
El principal beneficiario del «conflicto caliente» es EEUU, que busca sacar el máximo provecho de éste tanto en el ámbito económico como militar y estratégico. Al mismo tiempo, Washington resuelve una importante tarea geopolítica: romper los vínculos tradicionales entre Rusia y Europa y subordinar aún más a los satélites europeos.
Estados Unidos aplica todos los esfuerzos para prolongar el conflicto e incrementar su violencia. El Pentágono planea abiertamente pedidos para la industria de defensa estadounidense para los próximos años, aumenta constantemente el nivel de gasto militar para las necesidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania y exige lo mismo de otros miembros de la alianza antirrusa. Envían deliberadamente las armas más avanzadas al régimen de Kiev, incluidas las muestras que aún no se han incorporado en el servicio operacional en los propios ejércitos occidentales, aparentemente para ver cómo funcionan en condiciones de combate. A partir del febrero pasado, el volumen de ayuda militar al régimen ha superado los 40 mil millones de dólares, lo que es comparable a los presupuestos militares de muchos países europeos. Sabemos también que en los círculos políticos estadounidenses están pensando cada vez más en atraer a Ucrania a la OTAN cueste lo que cueste.
Al mismo tiempo, los representantes de Occidente declaran su intención de permanecer «por encima de la lucha» y lo inadmisible de un enfrentamiento directo de la OTAN con Rusia. Es pura hipocresía. Los Estados miembros de la Alianza se han convertido ya en una parte del conflicto: las empresas militares privadas y los instructores militares occidentales están luchando del lado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Los estadounidenses transmiten datos satelitales y de otro tipo a los altos mandos ucranianos casi en tiempo real, participan en la planificación y realización de operaciones de combate.
A su vez, el régimen está tratando de arrastrar a los estadounidenses y otros miembros de la OTAN aún más al torbellino del conflicto, esperando hacer inevitable su confrontación frontal con el Ejército ruso. Es suficiente recordar la provocación del 15 de noviembre con la caída de un misil de defensa aérea ucraniano en el territorio de Polonia, que Vladímir Zelenski intentó falsamente hacer pasar por ruso. Está bien que Washington y Bruselas hayan logrado no caer en aquella trampa. Pero el incidente puso de relieve que el régimen no se detendría ante nada.
No dejamos de advertir a nuestros adversarios en Occidente sobre el peligro del rumbo hacia escalar la crisis ucraniana que han elegido. Con el contingente que han cultivado en Kiev, el riesgo de un desarrollo incontrolado de la situación sigue siendo muy alto. Es importante evitar una catástrofe.
En cuanto a la duración del conflicto, la pelota está del lado del régimen y de Washington que está detrás de él. En cualquier momento pueden detener la resistencia, que no tiene sentido. El enemigo sabe bien nuestras propuestas de desmilitarizar y desnazificar los territorios controlados por el régimen, eliminar las amenazas a la seguridad de Rusia provenientes de ahí, incluidas nuestras nuevas tierras, las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, las provincias de Jersón y Zaporiya. Solo hay que hacerlas realidad. En caso contrario, el Ejército ruso resolverá el problema.
-La cuestión del uso posible de armas nucleares sonó de forma especialmente aguda este año, hasta los que no se interesan por las noticias del mundo de la política comenzaron a hablar de esto. ¿Hay que esperar que esta retórica «nuclear» se intensifique en 2023?
-Esta pregunta debe dirigirse, en primer lugar, a los representantes de Occidente. Constatamos con profunda preocupación un desenfreno de propaganda en Estados Unidos y en Occidente, en general, en torno al tema de armas nucleares.
Por un lado, allí están propagándose constantemente las especulaciones irresponsables de que Rusia está a punto de usar armas nucleares contra Ucrania. Se citan unas declaraciones de los líderes políticos de Rusia. Pero en realidad no hubo tales declaraciones.
Estamos declarando otras cosas: el rumbo de Occidente hacia la disuasión total de nuestro país es extremadamente peligroso. Conlleva riesgos del inicio de un conflicto armado directo de las potencias nucleares. Esto es precisamente de lo que advertimos y repetimos constantemente que en una guerra nuclear no habrá vencedores y nunca debe desatarse.
Por otro lado, las señales en la esfera nuclear provenientes de Occidente son muy conflictivas. Parece que allí ya no observan las reglas de decoro por completo. Centró atención en particular la conocida Liz Truss, quien declaró sin sombra de duda durante el debate electoral que estaba dispuesta a dar la orden para lanzar un ataque nuclear. Sin embargo, Washington fue aún más lejos: algunos «funcionarios anónimos» del Pentágono de hecho amenazaron con asestar un «golpe decapitador» contra el Kremlin, y en la realidad se trata de la amenaza de eliminación física del jefe de Estado ruso. Si alguien abriga tales planes realmente, debe pensar muy bien sobre las posibles consecuencias de ellos.
Sin hablar de las provocaciones del régimen de Kiev que se pasan de la raya. Vladímir Zelenski exigió a los países de la OTAN asestar ataques nucleares preventivos contra Rusia. Eso también va más allá de lo permitido. Sin embargo, hemos oído declaraciones aún peores de los representantes del régimen.
Vinculamos tales escapadas con elementos desestabilizadores de las doctrinas de EEUU. Los estadounidenses se «permitieron» asestar golpes «desarmadores», entre otras cosas. También tenemos en cuenta que los criterios con los que Washington determina las condiciones para el uso de armas nucleares no tiene dimensiones. Allí se mencionan ciertos «intereses vitales» que en la doctrina estadounidense no se especifican de ninguna manera y, aparentemente, pueden extrapolarse a casi cualquier terreno y circunstancias, en caso de que sea necesario.
Continuamos exhortando a los países occidentales a mostrarse al máximo comedidos en esta esfera extremadamente delicada. Para minimizar los riesgos de un conflicto nuclear, hace falta mantenerse realmente adheridos al postulado sobre la inadmisibilidad de una guerra nuclear confirmado por las cinco potencias nucleares en su declaración conjunta, aprobada el 3 de enero de 2022. Acorde con la lógica expuesta en dicho documento, es necesario prevenir cualquier confrontación militar entre potencias nucleares, puesto que podría entrañar el peligro de una catástrofe.
Hemos llamado atención adicional a estos postulados básicos en nuestra declaración sobre la prevención de una guerra nuclear aprobada el 2 de noviembre de 2022. En la misma se pone énfasis, en concreto, en que Rusia se pronuncia por la creación de una arquitectura renovada y más estable de la seguridad internacional, apostando por las garantías de la predictibilidad y la estabilidad estratégica global, así como la observancia de los principios de la paridad, la seguridad indivisible y el respeto mutuo de los intereses de las partes.
-Las relaciones entre nuestro país y la Unión Europea se mantienen en estos momentos a un nivel muy bajo. ¿Cabe alguna posibilidad de que ambas partes acaben por cerrarse definitivamente, rompiendo todos los vínculos, tanto humanitarios como económicos? ¿Tenemos la intención de nombrar al Enviado Permanente de Rusia ante la UE?
-Indudablemente, nuestras relaciones con la Unión Europea se mantienen ahora al nivel más bajo en la historia y las razones de ello son bien conocidas. Tras el inicio de la operación militar especial, el corazón de la UE, Bruselas, siguiéndole la corriente a EEUU y a la OTAN, de hecho nos declaró una guerra híbrida. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, fue uno de los primeros en declarar que Rusia había de ser derrotada en el campo de batalla.
Estamos viendo cómo las élites de los países comunitarios están actuando en detrimento de los intereses vitales y el bienestar de sus ciudadanos. De hecho, están siguiendo a pies juntillas la línea política antirrusa impuesta por la hegemonía estadounidense en todos los campos, a veces incluso adelantándose a la línea general. Ejemplos abundan, bastaría con mencionar la prohibición que Washington impuso a los Estados europeos, para que no mantuvieran con nuestro país ningún diálogo relativo a la energía, factor que durante décadas las garantizó a Europa prosperidad sin precedentes.
Por supuesto, con estas contrapartes no habrá más “negocio de toda la vida”. Ni llamaremos a una puerta abierta ni tampoco promoveremos proyectos conjuntos. Gracias a Dios, Europa no es el ombligo del mundo y tenemos en otras partes del planeta numerosos amigos y países que comparten nuestra opinión. Si la parte europea llega a sentir, si es que eso acaba pasando en algún momento, la amarga resaca y la posterior concienciación, si aparecen allí políticos razonables y orientados a los intereses nacionales de sus países, gente que entienda las ventajas de una cooperación paritaria y beneficiosa con Rusia, les aseguro que por nuestra parte no habrá ningún problema. De momento, es lo que hay. Somos realistas y seguiremos trabajando con los pocos europeos que aprecian su amistad con Rusia. No cooperaremos con los rusófobos.
En cuanto al nombramiento del Enviado Permanente de Rusia ante la UE, no es un proceso rápido. En septiembre pasado entró en Rusia el Jefe de la Representación de la UE que en la actualidad está realizando su trabajo. En estas condiciones es necesario partir de los volúmenes reales de contactos que se mantienen con los líderes de la UE, y sus conjuros inamistosos sobre la necesidad de aislar a Rusia y de derrotarla, como telón de fondo.
-El diálogo con EEUU también se ha convertido en una cadena de acusaciones mutuas. Da la sensación de que los dos países literalmente no tienen temas de los que hablar. ¿Es realmente así? ¿Están intentando los estadounidenses, aunque sea de manera extraoficial, llegar a algún acuerdo con nosotros, por ejemplo, en lo tocante a Ucrania, el desarme u otros problemas?
-Las relaciones entre Rusia y la UE realmente se encuentran en un estado lamentable. Están casi congeladas por culpa de Washington. La línea política antirrusa y orientada a la confrontación que está siendo aplicada por EEUU está adquiriendo un carácter cada vez más agudo y abarcador. No resulta mantener la comunicación normal con la Administración de Biden que declara como objetivo la derrota estratégica de nuestro país.
Le estamos explicando a la parte estadounidense que empeorar deliberadamente las relaciones interestatales no forma parte de nuestro estilo de comportamiento. Sin embargo, al vertebrar el diálogo, sean cuales sean las circunstancias, siempre nos guiamos por el principio de la reciprocidad. Es decir, solemos aplicar el principio de “ojo por ojo”, aunque no siempre de manera simétrica.
En la etapa actual no tenemos la intención de presentar ninguna iniciativa, tampoco en lo tocante a un posible nuevo acuerdo o acuerdos en la esfera de los armamentos estratégicos ofensivos ni a las garantías de seguridad mutuas. EEUU rechazó las negociaciones acerca del último asunto por iniciativa propia, pretextando la crisis ucraniana. No lo dejamos pasar desapercibido. Al mismo tiempo, mostramos nuestra adhesión al Tratado START, cuyos principios básicos son diluidos por Washington.
Formulando nuestros planes, no dejamos de tener en cuenta el principio que se aplicó en los años de la Guerra Fría, el principio de la coexistencia pacífica de Estados con diferentes sistemas políticos, sociales y económicos. Podría resultar de gran utilidad en las nuevas condiciones geopolíticas.
Dada la especial responsabilidad de Rusia y EEUU, en su calidad de potencias nucleares, por el futuro de la Humanidad, parto de que unas relaciones normales entre nuestros países les beneficiarían a todos. Sin embargo, dada la actuación abiertamente inamistosa de Washington, no resulta hacer las cosas como antes.
En estos momentos sería difícil decir algo sobre contactos celebrados como es debido a través de los Ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países. A distintos niveles, también al más alto, subrayamos en más de una ocasión que no evitamos diálogo constructivo. Sin embargo, para mantener el mismo, es necesario que sean creadas las condiciones propicias, mientras que las posibles reuniones no se deben celebrar por celebrar, sino deben tener contenidos concretos. La parte estadounidense no formuló al respecto ninguna idea significativa.
Por nuestra parte, estamos dispuestos a abordar problemas de seguridad tanto en contexto de Ucrania, como en contexto más amplio y global. Esperemos que Washington se dé cuenta de lo deficiente que es la línea política que está aplicando y se percate de que no existe alternativa a unas relaciones con Rusia que estén basadas en el respeto mutuo y la paridad, sin que sean pasados por alto los intereses legítimos de nuestro país.
Por Agencia TASS
Entrevista publicada originalmente el 27 de diciembre de 2022 en MAE de la FR.