Fundador de Open Arms Óscar Camps : «Europa no sólo no impulsa ninguna operación de salvamento, sino que además tumbó una resolución que instauraba las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo»

El fundador de la ONG catalana Proactiva denuncia que la Unión Europea opera a través de los países fronterizos para devolver a Libia a las personas que en su intento de alcanzar las costas europeas tratan de cruzar el Mar Mediterráneo

Fundador de Open Arms Óscar Camps : «Europa no sólo no impulsa ninguna operación de salvamento, sino que además tumbó una resolución que instauraba las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo»

Autor: Sofia Belandria

«Hay un complot de la UE para que sean los libios los que intervengan y no digan nada», señaló Óscar Camps en una entrevista durante una visita que realizó a la capital argentina para participar en un congreso.

La organización humanitaria que dirige ha salvado la vida de más de 60.000 personas en el Mar Egeo y en el Mediterráneo central en los últimos cuatro años, mientras los equipos de salvamento marítimo de los países europeos permanecen en sus aguas territoriales y la UE o naciones como España, Grecia, Italia, Malta o Francia obstaculizan las tareas de rescate.

«Hasta marzo de 2018, la guardia costera italiana recibía el aviso de una patera a la deriva y así lo transmitía a los barcos que estábamos allí, pero desde la llegada de Matteo Salvini [vicepresidente y ministro del Interior italiano hasta septiembre pasado] llama directamente a los libios», advirtió Camps.

Esta decisión política «de silenciar lo que pasa» tiene la connivencia de la UE, que expulsa a Libia a las personas que han llegado a pisar su territorio en lo que se conoce como devoluciones en caliente, una práctica ilegal que vulnera las normativas internacionales de derechos humanos.

Así lo reconocía en un informe a principios de año el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) al advertir que el 85% de los migrantes encontrados en aguas internacionales eran devueltos a Libia.

Después de que en julio fallecieran 150 personas frente a las costas de este país en lo que fue el peor naufragio que se conoce desde mayo de 2017, el portavoz de ACNUR, Charlie Yaxley, reclamó a la UE que reanudase las operaciones de rescate marítimo y reconociese el papel crucial que desempeñan organizaciones como Proactiva Open Arms.

Insensible a estas llamadas, y «como la UE no tiene entidad jurídica para hacer un convenio que una a todo el bloque, hay acuerdos de varios países con Libia, que es un país en guerra, para que su guardia costera entre a sus aguas territoriales y se lleve a las personas», afirmó Camps.

Roma renovó este mes un memorándum con Libia vigente desde 2017 que ha financiado con más de 150 millones de euros a su guardia costera a fin de que intercepte en el mar a los migrantes y los haga regresar a su territorio, pese a «los horrendos abusos» y «las continuas denuncias de desapariciones y trata de seres humanos» de migrantes que son enviados a los centros de detención de este país, según ha denunciado ACNUR.

Barcos de rescate

En junio de 2016, Proactiva Open Arms consiguió la cesión de un yate de lujo que transformó en buque de rescate, el Astral, y que desde entonces navega en las aguas del mar Egeo para asistir a los refugiados que intentan alcanzar desde Turquía las islas griegas, principalmente Lesbos, situada apenas a nueve kilómetros de distancia.

Tras el acuerdo que firmaron la UE y Turquía en 2016, las mafias utilizan otras vías más largas y peligrosas en el Mediterráneo central, con embarcaciones que hacen salir desde Libia rumbo a las lejanas islas italianas de Lampedusa, a 300 kilómetros, o Sicilia, a 500.

Desde julio de 2017, la ONG catalana sumó a los equipos de salvamento al buque Open Arms con el fin de que navegase este mar, al ser «uno de los corredores marítimos más importantes del mundo con el paso anual de 97.000 barcos mercantes que cruzan el Canal de Suez y el Estrecho de Gibraltar y dan aviso de cuanta barca encuentran», contextualizó Camps.

Hasta doce barcos de rescate llegaron a monitorear el Mediterráneo central, que hoy sólo cuenta con la presencia del Open Arms, del buque Ocean Viking de Médicos Sin Fronteras, y de un grupo de vascos que han salido al mar con un barco de pesca.

«El salvamento es obligatorio, pero Europa no sólo no impulsa ninguna operación de salvamento, sino que además el Parlamento europeo tumbó en octubre por sólo dos votos una resolución que instauraba las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo», recordó el director de Proactiva Open Arms.

El Convenio Europeo de Derechos Humanos, la Convención de Ginebra, la Convención de la Prevención de la Tortura o el Derecho Internacional del Mar son instrumentos internacionales ratificados por los 28 Estados de la UE que se vulneran de manera sistemática «mientras financiamos grupos armados para que retengan por la fuerza a personas en países extranjeros que están en guerra o para que entren en aguas europeas y se las lleven», añadió.

Costo personal

Lejos de colaborar o reconocer su labor, los países fronterizos bloquean la salida del Open Arms o impiden la entrada del barco a sus puertos bajo pretextos administrativos que pueden tener meses de recorrido burocrático.

En agosto de 2017, el Open Arms fue secuestrado durante unas horas por guardacostas libios que amenazaron con disparar si la tripulación no acataba sus órdenes, hasta que los pasajeros del navío, entre los que se encontraba un premio Pulitzer de fotografía y una diputada socialista española, consiguieron dar la voz de alarma.

El equipo de salvamento del Open Arms también ha sido hostigado a través de denuncias judiciales que los acusan de tráfico de personas «en un intento de criminalización que no prospera porque la justicia nos ha absuelto en todos los casos», acotó Camps.

Algunos medios de comunicación también intentan generar corrientes de opinión negativa con el propósito de minar la credibilidad de la organización humanitaria, que se financia a través de donaciones, la mayoría provenientes de mujeres.

Más allá de los peligros a los que se somete la tripulación, los trabajos de rescate también acarrean sacrificios personales y secuelas peligrosas para la salud mental, como el trastorno por estrés postraumático.

Un equipo de psicólogos especialista en situaciones de crisis ayuda a los equipos de salvamento antes, durante y después de las tareas, pero permanecen secuelas «que te convierten en alguien más introvertido o más intolerante», reconoció Camps.

La vida también adquiere otra perspectiva pues «no son nuestros hijos quienes tienen problemas, sino aquellos que rescatamos en el mar con frío, tiritando, con hipotermia, que acaban de perder un hermano, y que pese a todo muestran una capacidad de resiliencia increíble», valoró.

«Luego vuelves a situaciones que por lo que sea te dejan una huella de memoria, por cómo te abrazan los niños, por cómo puede una madre, sin entender tu idioma ni tú el suyo, transmitirte el agradecimiento con las facciones de la cara por haberte metido a su hijo helado dentro del traje para darle calor mientras ella no se puede mover y está a punto de morir», rememoró.

Proactiva Open Arms no tiene socios, sólo donantes recurrentes, con la esperanza de que la presión creciente a la que se ve sometida la UE y los Estados que la integran lleve a que tarde o temprano las administraciones se hagan responsables de las labores de rescate que de momento asumen esta institución y otras organizaciones humanitarias.

Cortesía de Sputnik


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