Gabriela Wiener es escritora y periodista peruana residente en Madrid. Ha publicado los libros Sexografías, Nueve Lunas, Llamada perdida, Dicen de mí y el libro de poemas Ejercicios para el endurecimiento del espíritu. Sus textos han aparecido en antologías nacionales e internacionales y han sido traducidos al inglés, portugués, polaco, francés e italiano.
También es creadora de varias performances que ha puesto en escena junto a su familia y recientemente escribió y protagonizó la obra de teatro “Qué locura enamorarme yo de ti”. Su libro más reciente es la novela Huaco Retrato y este año se publicó su poemario Una pequeña fiesta llamada eternidad, el guión de Qué locura enamorarme yo de ti y otros escritos.
Aborda en sus obras el racismo, la política, lo sexual o lo complejo de su cotidianidad, la que con solo existir, parece una película independiente en blanco y negro con escenas que quedan colgadas por años en la cabeza de todo espectador. Por eso, la elección de estos temas y su significado fue lo primero que quise preguntarle. Me comentó no ser de las que eligen un rollo para explorarlo y luego escribir sobre eso, que no es algo que le ocurra tan conscientemente. Sino que para ella, «Los temas son solo obsesiones, asuntos que nos han atravesado toda la vida, inevitables paradas que hacemos en cada libro como unos adictos reincidentes”.
La escritora pone de ejemplo a Vivian Gornick, quien habla de una “conexión personal”, o a Vargas Llosa, definiendo los temas como meros demonios. «Hoy seguimos dando vueltas sobre ciertas realidades universales porque aún nos interpelan y cuestionan, sobre todo porque sentimos que hay cosas todavía por decir».
Por otra parte, dijo que las incursiones en performances literarias y el complemento de otros formatos artísticos a su literatura, como llevar al teatro su vida -pensando en la obra Qué locura enamorarme yo de ti-, le entrega por sobre todo, más posibilidades de diversión, dinero y exploración. Le digo: ‘¿qué te atrae de esas mezclas?’ y su respuesta es certera. “En realidad no me atraen, yo les atraigo”. Y claro, vienen personas de otras disciplinas y la tientan con propuestas que salen del texto y ella se deja llevar. Aunque, cuenta que también a veces estas ideas nacen de ella misma por puro agotamiento de estar dándole solo a la cabeza y a las teclas.
Le pedí además, describir cómo es capaz de hablar sobre temas diversos y aparentemente contradictorios, mostrando una dualidad en su enfoque literario. Es pura técnica, me instruyó, y declaró venir del ensayo personal y de aprender de sus maestras la importancia de aquellas dimensiones. “Es esa pericia para ensamblar lo público con lo privado en la literatura lo que crea la magia de la universalidad. Las historias personales crecen y salen de su ensimismamiento, ahí es cuando empezamos a mirar cómo la subjetividad se relaciona con los asuntos colectivos y acciona sobre la realidad”.
A Gabriela, según lo que contó en esta entrevista, la literatura que le gusta es aquella que se mete el dedo en la herida y a la vez lo hace en la llaga social. De hecho, en su poemario publicado por los Libros de la Mujer Rota en Chile, “Una pequeña fiesta llamada eternidad”, trabaja con ambos materiales. Sobre aquel gusto por la ambivalencia, esta autora latina dijo: “Puedo escribir acerca del cambio climático a partir de la relación cada vez más animista con mi ventilador. Hacer un poema “económico” que cuestione la brutalidad del capitalismo en pandemia a partir de mi tarea con los números y las conversaciones con mi padre economista. Escribir sobre la precariedad laboral porque no tengo tiempo para trabajar en lo que me da dinero. Escribir sobre el deseo a partir de la experiencia de la racialización. Y así”.
“Ya hay varios bodrios cinematográficos imaginando ese momento”, me lanzó cuando le dije que imaginara cómo sería si de pronto nosotras fuésemos el sexo fuerte, pensando en que el sexo para muchas mujeres, sea una forma de contrapoder, una manera de resistir a las hegemonías. Ella declaró no ser de las que creen que las luchas de las mujeres deban ser por cuotas de poder y aclaró: “Los cuerpos y sexualidades disidentes, solo por existir, nombrarse, hacerse visibles, hacen daño al sistema. Por eso me gusta el término contrapoder, porque habla de resistencia, de un estado latente de rebelión, siempre revolucionario, que no alcanza ni quiere alcanzar ese maldito techo”.
“Hace tiempo que muchas ya no usamos el término empoderamiento. Ya se ve que las mujeres que se empoderan siempre lo hacen sobre otras mujeres u hombres más oprimidos”.
El destino y la fatalidad aparecen repetidas veces dentro de los poemas que nos presenta en “Una pequeña fiesta llamada eternidad”, sobre cómo toma estos temas para hacerlos propios y también el mensaje que busca entregar, explicó que la mejor manera de abordar ambos caminos, es con humor e ironía, siendo esta la única actitud con que se puede recibir a la muerte. “El destino es otra cosa”, detalló Wiener, “me intriga y me emociona”.
Recuerda también una película peruana, “Caídos del cielo”, donde hay un locutor de radio de esos para la superación personal cuyo mensaje es siempre: ¡Tú eres tu destino! y con ese fragmento sentencia: “No tengo ninguna duda de que el destino está escrito. Lo sé porque soy escritora y me fijo en esas cosas”. Además, recalcó que le gusta esta deriva y esta falta de agencia.
“Es la condición humana. Estamos a la deriva aunque tratemos de hacer ver que no. A veces me da por la fe y otras veces por la duda. Si no la supervivencia se hace muy difícil. Y en general, la experiencia gana al dogma y a la teoría”. En ese escenario en que vivimos, para esta escritora su mensaje diría más o menos así: “La respuesta siempre es peor que la pregunta, pero no dejes de hacerla. Por ejemplo, el ateo de Hitchens: “A la pregunta estúpida de «¿Por qué yo?» el cosmos apenas se molesta en responder «¿Por qué no?».”
Es un hecho. Para Wiener el sexo y la escritura son parte de esa pequeña fiesta llamada eternidad: “Tengo dos velas en mi altar, me las compré en una tienda de santería en New Orleans, una se llama Éxtasis sexual y la otra El espíritu de la escritura. Las enciendo a la vez y entonces, ya sabes, empiezo a escribir maravillas y a ligar en Tinder”.
Seguimos hablando de su última obra, porque el poema que le da el título es uno que escribió poco después de la pandemia, como para hacer memoria. Entonces, contó que uno de esos sentimientos fuertísimos que la habitaron en los días de encierro fue el de temer que las fiestas se acaben, que llegue el toque de queda, que la gente se vaya y volvamos a estar solos.
Esta escritora ha sido reconocida por tener la capacidad contar una historia escrita con un lenguaje que brilla por sí mismo, entonces, pedí un consejo, uno que sea certero en el arte de la escritura, ella con exactitud, puso en manifiesto su recomendación:
“Lee todo, vive todo, escribe todo”.
¿Qué viene ahora en tu vida?
“Terminar mi gran novela rusa, Atusparia, sobre una aventura educativa soviética indigenista en Perú. Y seguir empujando junto a mis compañeras Sudakasa, un proyecto de casa, espacio, escuela y residencia para el arte y la escritura en comunidad gestionado por autorxs sudakas en una parcela rural de Castilla, La Pancha, España”.
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Rocío Quillahuaman ilustrando el trabajo que realizan en Sudakasa:
Para aportar en este proyecto, pueden visitar la página web en www.sudakasa.com e ir a la sección de Cómo aportar. Gabriela, con este proyecto, despide la entrevista y recuerda la importancia de seguir construyendo este tipo de refugios antirracistas, feministas y anticapitalistas «porque el mundo se pone cada vez más ultraderechista”.
Fotos: María Ródenas Sáiz de Baranda | @mariaordenas__