Por Javi Gumucio
“Hay un estudio que dice que las personas inteligentes escuchan rock y las personas felices escuchan cumbia. Yo quiero ser un poquito de los dos”, afirma Gustavo Cordera con una sonrisa. Mientras sus compañeros de La Caravana Mágica ultiman los detalles para el recital, el Pelado se sienta, cruza las piernas y toma un sorbo de té en un pequeño recinto de un auditorio de la zona oeste del Gran Buenos Aires, donde -en unos minutos- comenzará a tocar esa fusión tecno de ritmos tropicales latinoamericanos, beats electrónicos y un toque de rock rioplatense. Afuera una fila de fanáticos aguarda la orden para que se abran las puertas. Adentro, en una pequeña mesa del modesto camarín, no hay sushi ni Evian, o Grey Goose. Hay sándwiches, unas gaseosas y algo de fernet. La imagen de francotirador del Cordera de Señor Cobranza quedó detenida en el video de 1998: aunque sigue siendo crítico con los gobiernos de turno y algunas cuestiones que condena, al compositor hoy se lo ve más tranquilo, más introspectivo y hasta tal vez más autoconsciente. Se le nota en la transparencia de sus letras y en la sinceridad de sus palabras. Cordera mira a los ojos y se comunica. Su etapa de madurez es notable. Y eso lo relaja. “Tengo esperanza en el ser humano, porque las cosas están cambiando”, dirá más adelante.
El músico que encontró su lugar en La Paloma parece haber descubierto el por qué luego de nueve años. Confiesa sus problemas con el dinero y el sistema capitalista y se esperanza con que estos momentos de odio y tensión en Argentina sean sólo una fase de un proceso de sanación. Lejos de cerrarse hacia una bandera política, Cordera manifiesta una profunda autonomía de pensamiento, defiende el pluralismo de ideas y la independencia a la hora de elegir un candidato en las próximas elecciones, por eso repudia la intención invasiva de una parte de la sociedad que en los últimos días ha intentado hacer prevalecer su intención de voto por sobre el resto. En una entrevista exclusiva con El Ciudadano, el Pelado se emociona y sueña con un futuro de unidad entre los argentinos: “¿Será que podemos unirnos un día?”. Y aprovecha para hacerle un guiño a su exbanda: “Que no sea Perón o Balbín, que no sea River o Boca, que no sea Bersuit o la Caravana”…
-Cuando comenzaste a hacer música para expresar tu inconformismo con algunas cuestiones que reprobabas ¿eran cosas parecidas a las que repudiás ahora?
-En aquel momento no podía detectar exactamente de donde venía esa sensación. Siempre tuve problemas con las instituciones y con el patrón familiar. Fue doloroso para mí todo el modelo establecido padre-madre-hijo, familia clase media argentina; todas las formas de pensamiento, la cosmovisión del mundo: esta cosa avanzada de comprarse la casa, el auto. Ese objetivo como sentido de vida me perturbaba.
Más que nada me alteró la simbología del dinero. Siempre tuve muchos problemas con ese tema. Episodios de haber regalado toda mi plata muchas veces en mi vida. A veces prácticamente regalarlo todo y decir no quiero más plata y ser un linyera. Tuve tratamientos psicológicos por eso y después, varias veces, desistir a sumas millonarias. Pero no porque sea una buena persona o un ser elevado, sino porque estaba loco y el dinero me traía muchos inconvenientes.
–¿Con el tiempo cambiaste tu pensamiento sobre el dinero?
-No, porque tenía que ver con un situación familiar. Había como una culpa por la plata, entonces como yo de alguna manera soy un tipo rebelde, una especie de reparador biológico de mi familia, vine al mundo para contar a través mío ese conflicto. Y a resolverlo.
El dinero muestra una prueba de abundancia, pero no es nada en sí. El tema es lo que significa para vos y lo que hacés con el dinero. Si vos sos un tipo relajado que sabe lo que quiere con su vida, tener o no tener dinero es una circunstancia furtiva. Si vos sos un tipo inseguro que no sabe para qué está en el mundo, el dinero tiene un valor muy grande. De alguna manera te da un poder o te hace sentir como alguien importante.
–¿Fue el tema del consumismo relevante para que decidas cambiar Buenos Aires por La Paloma?
-A mí lo que más me sedujo de La Paloma –y está bueno que me hagas esa pregunta porque hace que me cierre todo- es la desidia con la plata. El no deseo de progresar. Rocha es un atentado contra todo tipo de progreso capitalista. Todas las empresas que quisieron ir ahí no funcionaron. Todos los emprendimientos han salido mal, han fracasado. Y eso para mí es lo más maravilloso y lo más tentador de ese lugar.
–¿Esas características se las atribuís a la gente del lugar o a alguna decisión gubernamental del pasado?
-Hay cierta resistencia a la ambición de este tipo. Tienen ambición a otra cosa. Ambiciona no trabajar, por ejemplo. Yo creo que Rocha es un reducto anti-sistema increíble. No es consciente ni ideológico. No funciona y nada más.
–¿Llegaste a hablar con Mujica alguna vez?
-Tuve un encuentro con él en el cumpleaños de Emiliano, de No Te Va Gustar. No tuve una buena impresión en ese momento. Tuve un altercado.
–¿Por alguna conversación en especial?
-Sí. Tenía que ver con la ecología. En ese momento él había ganado la primera vuelta y estaba preocupado por no ganar en la segunda. Tenía el 49% de los votos, era como absurdo preocuparse por eso. Yo le dije que “está bien que esté preocupado, pero porque Uruguay -por su abstención- logró que se sigan cazando ballenas en el mundo. El no voto de Uruguay hizo que los japoneses sigan matando ballenas en el mundo”. Y el chabón me respondió: “Las ballenas están para hacer ballenitas”.
Me quedé contrariado con él. Lo respeté y traté de aceptarlo así como es, pero me di cuenta que no formaba parte de la nueva cosmovisión del mundo. Pero aún así –y está bueno decirlo- comparto muchas ideas con Mujica acerca de la austeridad. Ha dado muy buenos signos de salud sobre ese tema. En discursos y en formas de vida. Por eso valoro y reconozco su humanidad y su gestión como ser humano. Pero ya te digo, esa conversación fue para mí como un baldazo de agua fría.
–¿Hay algún líder social o político en el que veas reflejadas tus ideas hoy?
-Al Gore.
–¿Por qué?
-Es una persona que tomó conciencia estando dentro del poder. Lo cuestionó desde adentro. El se refunda como ser humano haciendo una crítica profunda a todos los modelos políticos preexistentes e ideológicos. Entonces, confío en que los seres humanos pueden evolucionar. Confío en eso.
Creo en que cualquier ser humano, hasta esas personas a las que no les das ningún valor porque tuvieron una vida muy contradictoria –que pueden ser Macri o Scioli- donde están todas las cartas dadas para que hagan gobiernos insensibles, consumistas, ambiciosos, con ansias de ganar. Egoístas.
Aún así siempre dejo un pedacito adentro mío –muy grande- de confianza de que puede haber una transformación. Algo que se instale en su conciencia, porque una persona cuando toma un pedacito de conciencia ya no retrocede más. No puede retroceder. Un poco de conciencia que pueda entrar en esas mentes tan bélicas, tan cerradas, tan preparadas para luchar, para prevalecer sobre otro.
Te digo porque es una experiencia muy mía, muy personal. A mí me ha pasado. Es muy competitivo el rock. Vas a ver un montón de cantantes que van a mostrar humildad, humanidad y sensibilidad, con managers absolutamente despiadados. Me refiero a que nosotros, los artistas, estamos en una lucha constante por ocupar el lugar que ocupa el otro. Solamente que no lo podemos confesar, porque eso quedaría muy mal ante los ojos de la gente. Establecemos relación con un mánager tremendamente ambicioso que nos lleva a esos lugares, pero no somos nosotros los que vamos, es nuestra sombra. Nuestro deseo.
–Como cuando aceptaste que las críticas al Indio eran por celos.
-Totalmente. Muchas veces me ha pasado. La envidia es una cosa muy saludable, lo que pasa es que es condenada. Vos ves a alguien que está arriba tuyo y querés estar en ese lugar y es absolutamente natural eso. No tiene que ver con una cosmovisión sabia, pero si con emociones oscuras que uno no se atreve a confesar porque estaría muy bueno ¿no? salir a decir: “la concha de su madre, yo quiero estar en tal lugar ¿por qué no me pasa a mí?”. Eso sería como muy natural, muy humano. Pero lo que vamos a decir es: «estamos muy felices en el lugar en que estamos. Le agradecemos al público por todo lo que está haciendo con nosotros. La verdad que no quiero tocar en lugares grandes, quiero tocar en lugares chicos porque a mí el dinero y la fama me perturba mucho». Nunca creas en eso, te lo pido por favor. Sí escuchás eso de mí, empezá a desconfiar.
-Había coherencia entre la crítica de Luca Prodan hacia el consumismo y su forma de vivir ¿Te gustaba Luca?
-Sí que me gustaba. Yo conocí a Luca porque un día yo estaba en un kiosko 24 horas tomando una cerveza y apareció una mina y me dijo: “¡Luca, Luca! Ay, ¡qué bueno! ¡Venite a tomar una cerveza a casa!” La mina estaba buenísima y fui a casa, cogimos toda la noche y a la madrugada le pregunté: “¿Y quién es Luca?”.
–Vos que militaste en Franja Morada, el Partido Comunista y hasta en el peronismo, después de muchos años ¿qué opinás de esas fuerzas?
-Lo que pasa es que ninguno pudo representar mi libre pensamiento. Una vez estaba con un tipo que se llamaba Casella, que había sido candidato a gobernador, estuvimos sentados y yo le reclamaba que no había habido ningún cambio con el Partido Radical y Franja Morada. Y me respondió: “Pelado, es un error conceptual tuyo. El Partido Radical no es un partido revolucionario, es un partido reformista”. Me equivoqué entonces, no es acá. Entonces me fui al Partido Obrero, que no es un partido ni revolucionario ni reformista, es un partido utópico. Luchador, peleador.
–¿Votaste en las últimas elecciones?
-No, no voté. Estaba tocando. Ojalá pueda votar en las próximas. Pero he hecho mucho más que eso, he expresado mi opinión.
-¿A quién hubieras votado?
-Hubiera votado a esta mujer.
-¿A Margarita?
-A Margarita. Sí, hubiera votado a ella. Me parece que es como lo más saludable. El problema de la política es que está usando como forma revolucionaria algo que ya no produce ningún tipo de cambio: la mente, la razón, prevalecer, ganar, imponer.
–Intentar convencer…
-¡Intentar convencer! Que es la violación más grande que puede haber para una relación humana. Es una invasión. Es una colonización intentar convencer al otro. Y es una forma de relación de la cuál formo parte. Porque nunca estoy hablando por encima de las cosas, es decir, nunca sientas que yo estoy por arriba y te tengo que decir a vos lo que está bien o está mal. Son experiencias mías ¿viste? Está bueno decirlo.
–Eliminaste una publicación en Facebook que señalaba que en el ballotage apoyabas a Scioli ¿te arrepentiste?
-No. No me arrepentí en absoluto. Tuve que hacerlo porque eso despertó algo que yo no quería que pase. Una estupidez tremenda: cada uno haciendo su interpretación. Ninguno escuchando lo que yo dije. Todo fue ‘entonces quiere decir’ ¿viste? Cada uno con su miedo utilizó la frase. Y yo lo hice para observar un poco qué estaba pasando. Muchas veces provoco eso para conocer qué le pasa a la gente. Saber que voy a venir acá y a quién le voy a hablar. Con quién me voy a comunicar.
-¿Qué cosas se hicieron mal en Argentina para tener que elegir al menos peor?
-Mal nada. Ni mal ni bien. Son experiencias, son vivencias, son caminos que se toman para un aprendizaje mucho más profundo. La sociedad a veces se embarca en epopeyas y en aventuras. A veces son guerras, fijate lo que está pasando entre Europa y el mundo musulmán.
–¿Por qué fueron los atentados en París?
-Son guerras que vienen de hace miles de años.
–¿Notás que van creciendo?
-No, no están creciendo. Se están visualizando. Hasta ahora era Europa destrozando al mundo musulmán y nosotros no enterándonos. Algo que está pasando es que el mundo musulmán empezó a destruir Europa. Así lo vemos: han venido a las puertas de mi casa, tiraron basura en el fondo y ahora las ratas están entrando adentro de nuestra cocina. Nada más que eso. O sea, murieron en un recital de rock 200 personas y ese día habrán muerto 20 mil en Siria, Afganistán y demás. Todo financiado por el gobierno de Estados Unidos. Inglaterra, Estados Unidos con sus aliados, Francia, España y hasta Italia en algunos momentos, son países que hace mil años están masacrando al planeta tierra. Algún día tenía que volver eso. Es un buen momento porque esto se puede desactivar.
–¿Cómo?
-Lo van a hacer, olvidate. La simiente del imperio de Estados Unidos es la industria armamentista. ¿Qué hace si se desarma? ¿Qué pasa con los americanos? Necesitan darle armas a ISIS para que el atentado que hicieron sea exitoso. De manera tal que yo lleve al Congreso de la Nación una partida presupuestaria de seis millones de dólares para utilizar armamento para combatir a ISIS. No solamente eso, los países destruidos tienen que pedir préstamos a EEUU para volverse a construir. Entonces se hacen dependientes de las deudas externas. Esto está funcionando así y es muy claro.
–¿Es imposible salir de ese círculo?
-Depende mucho de Europa y de Estados Unidos. Si los franceses se piensan que cerrando la frontera y saliendo armados van a terminar con esto yo me recontra cago de la risa.
–¿Con éstos nuevos líderes que abogan por los derechos humanos, los pueblos originarios y el medio ambiente, tenés esperanza de que las cosas mejoren en el mundo?
-Totalmente. Hay esperanza. Una de las esperanzas es que los seres humanos nos estamos dando cuenta. O sea, ya sabemos que ISIS es Estados Unidos. A muy poca gente le cabe alguna duda. Ya lo sabemos: ISIS es Estados Unidos. Osama Bin Laden es Bush. ISIS es Bush.
-Incluso en ciertos sectores de Estados Unidos y Europa lo reconocen.
-Fijate lo que pasó con los rusos. Les dijeron a los americanos: “Déjennos a nosotros con ISIS. Sabemos cómo terminarlos”. Y los americanos respondieron: “No. Si nosotros queremos que estén vivos ¿por qué van a querer ustedes terminar con ellos?”. Está muy clara la oscuridad del mundo. La conciencia puede desactivar absolutamente todo. Nosotros tenemos que seguir bregando por la iluminación. Por hablar las cosas, porque se sepan, por lo importante que son las emociones. La calidad de vida está en ser felices. El éxito está en sentirse bien con uno mismo.
Que esté pasando todo esto en Europa es una forma de tener esperanza. Que esté pasando todo esto en Argentina, todo este odio que hay, a mí me da mucha esperanza. Es una fase de reparación en la expresión de las emociones. Te odio, me odiás. Hijo de puta Macri, Scioli hijo de puta. Eso está muy bien.
–¿Por qué surgió esta grieta?
-Se está haciendo visible, como lo otro. Estamos en un momento donde se está elevando la conciencia, entonces los estamentos viejos que están en la oscuridad empiezan a verse. Te mato, me matás, te prendo fuego, nos cagamos a tiros, somos unos hijos de puta, salgamos a matar a Scioli, salgamos a matar a Macri, nos matamos. Yo, personalmente, lo veo como una fase de reparación. Como la fase dos de reparación, para decirlo de alguna manera. Primero está la oscuridad, que parece que fuéramos todos buenos, pero nos odiamos, después está la expresión y más tarde viene el encuentro.
–¿Te sorprendió que Macri obtenga los porcentajes que sacó?
-Noooo. Macri no ganó. Perdió Scioli y perdió Cristina, no ganó Macri. Macri se puede ir mañana y venís vos y ganás hasta inclusive por más votos que él. Porque a él tampoco se lo quiere mucho. No se lo quiere a Scioli un montón, pero que no se confunda Macri. Que no piense que es querido.
–¿Hablaste con Cristina alguna vez?
-No, no pude hablar con ella. Estuve a punto de hablar con Néstor, pero no se dio. Me hubiera gustado hablar con Cristina.
–¿Cuál hubiera sido el tema de la conversación?
-Me gustaría saber qué le pasaba. Charlar de ser humano a ser humano, no defendiendo una idea. Me hubiera gustado sentir su alma, su corazón, para poder desde mi punto, desde mi lugar, verla. Sentirla como persona, que es como yo me comunico con alguien. Ver quién es el ser humano que está ahí atrás. No cómo piensa. Ya sé cómo piensa.
–¿Por qué pensás que nunca quiso escuchar a los pueblos originarios?
-Por qué es muy doloroso para ella verlo con la sojización en Argentina, Monsanto, 450 proyectos mineros que hay en la cordillera. Para un presidente debe ser muy doloroso saber que eso ha hecho tanto daño. Y como pasa siempre, uno nunca quiere ver el daño que hizo. Trata de creer que el responsable es otro.
–¿Por qué no pudiste hablar con Néstor?
-No quise. Porque antes hablé con Aníbal Fernández y me mostró cuál era el plan del gobierno en cuanto a la minería y a Monsanto. Él me lo contó, entonces dije: “Bueno, yo me tengo que abrir de acá. No es éste mi lugar”.
–No te pregunté qué te parece Evo.
-Un fenómeno. Escucha a su pueblo.
Fotos: Tomás Torres