Martín Correa Cabrera es historiador y magíster en Antropología, y posiblemente quien mejor conoce el contexto de criminalización y despojo de tierras mapuche desde la Reforma Agraria de 1962 hasta nuestros días. Asegura que en términos territoriales se desliza como remedio a la demanda mapuche las tierras reduccionales y que con ello “se desconocen derechos sobre las ‘tierras antiguas’, aquellas que fueron sustraídas a la fuerza del dominio mapuche y adjudicadas a colonos y que constituyen la demanda territorial actual”.
Correa se dio un tiempo para conversar con El Ciudadano sobre el cuestionado Plan Araucanía, el rol de la jerarquía de la Iglesia Católica chilena en el conflicto entre el Estado y los mapuche y la visita del Papa Francisco I, cuyo hecho se materializará entre el 15 y 18 de enero de 2018.
−Sobre la próxima visita del Papa y pensando en el contexto histórico del pueblo mapuche ¿Qué diferencias destacaría respecto de la visita del Papa Juan Pablo II?
−El Papa Juan Pablo II visitó Chile en un contexto de dictadura, momento histórico en el que el pueblo mapuche fue perseguido y muchos de sus dirigentes asesinados, y la máxima autoridad de la Iglesia no hizo gesto alguno con las comunidades mapuche, no realizó las denuncias que muchos esperaban. En cambio, el papa Francisco visitará Temuco y sus alrededores en democracia, pero en un contexto de criminalización de la demanda territorial y política mapuche, de militarización de su territorio, y de violencia policial cotidiana en las comunidades, situación que respecto de la dictadura tiene su correlato en el silencio cómplice por parte de las máximas autoridades de la Iglesia chilena, por lo que esperar que el actual Papa actúe en forma distinta es, al menos, ilusoria.
−¿Cree que el Papa debe reconocer públicamente el despojo de las tierras al pueblo mapuche, los crímenes de lesa humanidad?
−El despojo territorial de las tierras ancestrales mapuche, que tanto particulares como la propia Iglesia realizaron bajo el amparo del Estado a partir de fines del siglo XIX y que constituye el origen de la demanda territorial actual, no se sanea con mensajes simbólicos o reconocimientos que no vayan acompañados de una voluntad efectiva de restituir lo usurpado, de crear las condiciones políticas para que aquello ocurra y de compromisos que se vean plasmados en la realidad, lo que sinceramente veo muy difícil, más en un contexto en que la jerarquía de la Iglesia chilena no tiene ningún interés en enmendar rumbos en este sentido. Por otro lado, declaraciones de buena crianza y la denuncia de la violencia colonial, e incluso el perdón asociada a ésta, no tiene sentido ni valor si no se actualiza con la violencia que se ejerce en nuestros días en el territorio mapuche, y respecto de la cual la jerarquía de la Iglesia no se pronuncia.
−Si el Papa no adopta una posición favorable con los mapuche ¿Cuál sería a tu juicio la reacción de este pueblo?
{destacado-1} −Me imagino que el Papa va a llamar al ‘encuentro entre hermanos’, se va a pronunciar frente a la violencia ‘venga de donde venga’, va a bendecir a moros y cristianos, pero no va referirse a las causas del conflicto actual, menos lo va a hacer respecto de la creciente militarización en La Araucanía, o de las denuncias de trato judicial discriminatorio a los presos políticos mapuches, no hará referencia al terrorismo de Estado, a los niños mapuches baleados, a los allanamientos brutales en las comunidades, y en cambio los cordones policiales en las comunidades en resistencia van a estar más armados que nunca. Al día siguiente el Papa se va a volver al Vaticano y las demandas mapuche van a continuar como si nunca hubiera venido.
−Hace un par de años la iglesia bendecía carros policiales, un hecho que fue repudiado por pueblo mapuche, ya que con estos vehículos luego se les reprimía. En este sentido ¿Cree que la Iglesia Católica discrimina y reprime al Pueblo mapuche?
−La bendición de los vehículos policiales con que los que se recorren las comunidades mapuches no es un hecho aislado, en la medida que Fuerzas Especiales de Carabineros pernoctan y preparan sus correrías nocturnas en inmuebles de la Iglesia, como es la Escuela de Purulón, institución dependiente de la Iglesia Católica, lo que ha sido denunciado en múltiples ocasiones por las comunidades huilliches de Lanco y Malalhue, pero ‘no se oye Padre’. En este sentido, más que discriminación lo que ha existido por parte de la Iglesia se parece más a un silencio cómplice, y a veces, como es el caso de Purulón, un apoyo logístico para la represión de las comunidades mapuches en resistencia.
PLAN ARAUCANÍA
−En relación con la temática anterior, hay algunos sectores del pueblo mapuche que critican la participación del obispo de Temuco, Héctor Vargas, en la Comisión Asesora Presidencial para elaborar el Plan Araucanía ¿Compartes esa posición?
−La presencia del Obispo de Temuco fue meramente decorativa, y se entiende en la intención de dar una imagen que la Mesa Asesora estaba avalada por una institución que está por sobre los conflictos, lo que es contradictorio en la medida que la iglesia es parte del conflicto, en la medida que muchas tierras de las que se hizo la Iglesia son demandadas por comunidades mapuche, y que la Iglesia y sus instituciones participaron del despojo territorial. Luego, de momento en que las reales demandas mapuche no fueron consideradas y se optó por políticas asistencialistas, la actitud de la máxima autoridad eclesiástica chilena, al presentar sus resultados en La Moneda, a decir verdad no sorprendió a las comunidades y a las organizaciones mapuche, ni siquiera fue criticado, se percibía como continuidad con lo que se ha hecho siempre, con los mismos actores y resultados, y sin enfrentar los temas de fondo.
−Esta Comisión Asesora, con poca participación de las comunidades indígenas y, en contraposición, con amplia presencia de académicos, empresarios, artistas, más la Iglesia ¿Cree que aborda el problema de fondo: las tierras y la autonomía?
−La conformación de la Mesa Asesora tiene una absoluta coincidencia con las propuestas a las que se arribó, en las cuales aspectos políticos y de restitución territorial están absolutamente ausentes, lo que no es casualidad sino el resultado de una decisión política marcada por la defensa de los intereses corporativos y los gremios empresariales. La estrategia desarrollada en la constitución de la Mesa Asesora fue engañosa, en la medida que se señalaba que su participación estaba abierta a quien quisiera hacerlo y por lo tanto quienes no participaron no pueden decir luego que ‘no se tomaron en cuenta sus propuestas’ porque pudieron hacerlo. La historia de las mesas de diálogo desarrolladas a lo largo de los últimos 20 años dice que no es así, y prueba de aquello es que incluso algunos que sí participaron y plantearon mínimamente temáticas políticas y territoriales se retiraron de la mesa denunciando la nula voluntad de incluir y enfrentar las reales demandas mapuche.
−Por qué este Plan no aborda tópicos como el estado plurinacional, la autonomía, la autodeterminación y la territorialidad.
{destacado-2} −Porque no existe voluntad política ni interés de las autoridades, políticas, gremiales, empresariales y eclesiásticas, para avanzar en procesos de autonomía, de autodeterminación y de reconocimiento de la territorialidad mapuche, y en cambio se opta por presentar propuestas asistencialistas, crear instituciones de dudosa representación y dentro de un entramado que ni siquiera reconoce constitucionalmente a los pueblos ancestrales. En términos territoriales se plantea como solución a la demanda mapuche la reconstrucción de los títulos de merced, las tierras reduccionales, y se desconocen derechos sobre las ‘tierras antiguas’, aquellas que fueron sustraídas a la fuerza del dominio mapuche y adjudicadas a colonos y que constituyen la demanda territorial actual. La autonomía y la autodeterminación son temas vetados; no existe ni ha existido la mínima intención de reconocer que existen pueblos distintos, con cosmovisión distinta, con formas de organización y autoridades propias, divinidades distintas, idioma distinto. Cada propuesta está marcada por la defensa de intereses corporativos, forestales, agrícolas, empresariales, y que buscan legitimarse arrastrándose hasta Diego Portales y su invención del Estado unitario: Chile, un pueblo, una nación, un territorio, un idioma, una religión, y sus habitantes todos chilenos, en su interior ninguna diferencia, menos hablar de pueblos distintos, para qué hablar de autonomía y autodeterminación. En definitiva, nada nuevo.
Sin ir más lejos, el manoseado Plan Araucanía tiene una larga data, de por lo menos 15 años atrás, y lo crearon los mismos que están sentados en la Mesa del Obispo de Temuco sin enfrentar las reales demandas territoriales y políticas mapuches. Por lo mismo no es de extrañar la escasa repercusión que las propuestas han tenido. Quienes conocemos la historia y las propias organizaciones y comunidades mapuche sabemos que, invariablemente, cada gobierno antes de terminar su período crea mesas de diálogo, comisiones varias, invita a firmar pactos y adquiere compromisos, todos los cuales quedan en el cajón del olvido hasta el último año del gobierno siguiente, y así sucesivamente. Esta vez es lo mismo.
Entrevista publicada en la edición n° 214 de la revista El Ciudadano.