–La actuación militar y estratégica de Rusia en Siria, desde hace ya varios años, en abierta y frontal lucha contra el terrorismo financiado por EEUU, Israel, Arabia Saudita, algunos países de la Unión Europea y las monarquías de Oriente Medio, fue un fuerte golpe en la mesa del imperialismo capitalista… ¿La intervención de Rusia en Ucrania reafirma esta pérdida de hegemonía del Imperio?
-Cada uno de los cinco objetivos básicos de la intervención defensiva rusa en Ucrania y todos ellos en conjunto, muestran la progresiva debilidad del imperialismo que ha cometido el error de creer que Rusia iba a seguir pasiva tras ocho años de incumplimiento de los acuerdos de Minsk, mirando hacia otro lado para no ver los crímenes ucranianos en Donbass, tras tres décadas de incumplimiento de las promesas de la OTAN de no cercarla militarmente, y tras casi dos siglos de presiones y de guerras del colonialismo y del imperialismo contra ella.
Los objetivos son:
Uno, abortar el plan de entrada de tropas de la OTAN en verano de 2022 en Ucrania para invadir el Donbass y preparar un ataque a Rusia a finales de ese año, como ha admitido Azárov, ex Primer Ministro ucraniano. Dos, reconocer las repúblicas populares de Donbass, cuya población lleva sufriendo ocho años de duros ataques terroristas ucranianos en medio de la indiferencia de la UE, de EEUU y de la ONU. Tres, que la OTAN retroceda a los límites negociados en los ’90 porque su avance va destinado a aplastar rápidamente a Rusia si no se arrodilla ante EEUU. Cuatro, reforzar sus fuerzas económicas y militares ante las más que previsibles exigencias del imperialismo contra Eurasia y otros continentes. Y cinco, sentar a EEUU a una mesa de desarme.
Los cinco objetivos se expresan en los cuatro puntos presentados en las negociaciones con Ucrania: reconocer la independencia de las repúblicas populares del Donbass; reconocer que Crimea es parte de Rusia; desmilitarizar Ucrania y en especial su nuclearización; y desnazificar Ucrania.
Estos objetivos básicos refuerzan la bifurcación ya abierta en 2015 cuando Rusia pasó a defender a Siria y el imperialismo empezó a perder aquella guerra que él había provocado. Hay que recordar que la burguesía rusa, que hundió en la miseria a los pueblos de la ex URSS, creía que el imperialismo le recibiría con los brazos abiertos. Primero cedió a sus exigencias rebajándose a espectáculos humillantes del borracho Yeltsin; desde fines de los ’90 algunos sectores y sobre todo los militares comenzaron a inquietarse por la voracidad insaciable de EEUU, por la destrucción de Yugoslavia, la guerra de Chechenia y de Iraq…, por los planes desde 2004 para instaurar un nuevo orden en Oriente Medio como se vería en 2011 con su brutalidad en Siria, Libia…
La gota que colmó el vaso, fueron los oscuros planes de EEUU para Ucrania desde 2004, oficializados en 2014 y confirmados en 2019 con el informe de la Rand Corporation[1]. Recordemos que en 2019 Trump preparó la invasión de Venezuela desde sus cuatro costados y que, como vimos en un texto de no hace mucho[2], algunos imperialistas comprendieron que Rusia nunca cedería pacíficamente Ucrania. Los crímenes impunes contra las repúblicas populares del Donbass y el aumento de sus fuerzas nazis y otanistas, aceleraron este giro sobre todo en la población rusa. Fue entonces cuando el sector dominante de la burguesía, dirigido por Putin, empezó a prepararse reorientando su economía, limpiándola en lo posible, reforzando el ejército, etc.; también defendió a Siria y siguió estrechando lazos con China, Irán, Cuba, Venezuela y otros países, lo que enfureció a EEUU al ver que Rusia reforzaba la tendencia de cambios en las relaciones internacionales, en beneficio de los pueblos y en detrimento de Occidente. Por el contrario, el bloque minoritario de la burguesía rusa se identificaba con el imperialismo creyendo que éste seguía teniendo la fuerza suficiente como para amedrentar a Putin e incluso derribarlo.
Durante 2020-21 la acelerada derechización otanista de Ucrania, su voluntad de armarse nuclearmente y el simultáneo incremento del militarismo agresivo de EEUU, en medio de la pasividad colaboracionista de la UE, y el plan de guerra para verano-invierno de 2022 al que nos hemos referido arriba, han demostrado a ese sector burgués que debía dar el primer golpe defensivo para no cometer el desastroso error de 1939-41 ante Hitler. Si bien el imperialismo de 2022 no tiene el poder global de 1945-75, cuando la derrota que le infringió Vietnam confirmó que era menos fuerte de lo que aparentaba, como se había demostrado en China, en Corea, en Argelia, en Cuba… Si bien su recuperación entre 1990-2007 ha sido pasajera y ahora es grave como ha quedado visto en su derrota en Afganistán.
Pero siendo verdad esto no lo es menos que aún dispone de enormes fuerzas destructivas, aunque la audacia del golpe defensivo ruso en Ucrania vuelve a mostrar que esa fuerza militar no es tan aplastante como lo era hace setenta años, aunque las burguesías y los reformismos se hayan posicionado directa o indirectamente a favor de la extrema derecha ucraniana, podrida y nazi.
Aunque el imperialismo no es tan fuerte ya, ahora las contradicciones capitalistas son cualitativamente más destructivas que en 1941, y por eso el riesgo de supervivencia se extiende a Eurasia y al mundo: el cerco a China, Irán, Venezuela, Cuba y en general a cualquier Estado digno, plantea la urgencia de avanzar en un sistema de relaciones internacionales menos injusto que el imperialista creado en 1945-48, retocado y ampliado posteriormente. Decimos que menos injusto porque es literalmente imposible que haya una fraternidad internacional mientras exista el capitalismo. Este punto es central y lo iremos desarrollando en otras respuestas porque no debemos cometer dos errores garrafales: uno, olvidar que Rusia es capitalista, y otro, olvidar que el contraataque imperialista vendrá antes o después, es más, ya se está lanzando.
–Hoy asistimos al paroxismo de mentiras y manipulación del imaginario colectivo. La mentira como un arma de la guerra híbrida… El cerebro como campo de batalla del siglo XXI, en una “guerra cognitiva” –como lo reconoce la propia OTAN-, que incluye la creación de “neuroarmas”…
-Lo que planteas es totalmente cierto pero, en realidad, ha habido paroxismo manipulador desde el surgimiento de la propiedad privada. Una de las primeras manipulaciones conocidas fue la versión faraónica de la batalla de Qadesh entre egipcios e hititas hace 3.300 años. Otro brillante ejemplo de astuta manipulación es el famoso discurso de Pericles tal cual lo escribe Tucídides hace 2.400 años. De hecho, el término manipulación viene del latín ‘manipulo’ que era la unidad básica de infantería dirigida, controlada, manipulada por un oficial ya hace 2.200 años. Acordémonos del papel de las religiones, de la educación, la prensa en todas sus formas, la propaganda de guerra, etc. Lo que ahora ocurre es que la burguesía utiliza la psicología, el psicoanálisis, etc., unidos a la radio y al cine, luego a la televisión. Más adelante, la llamada sociedad de consumo, al desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación y los avances de la neurociencia, etc.
Ahora bien, nada de esto tendría tanta efectividad si no fuera por la generalización del fetichismo de la mercancía y la progresiva desmaterialización del dinero en su forma física, unida a la expansión del capital-ficticio. En la medida en que ellos aumentan, aumenta a su vez la eficacia manipuladora y alienante de la burguesía. La alienación es la primacía del valor de cambio sobre el valor de uso, lo que hace que al desmaterializarse el valor de cambio la alienación se extienda a toda la cotidianeidad porque el dinero desmaterializado aparenta ser incontrolable, azaroso e independiente de la persona a la que termina dominando. Esta indefensión multiplica la efectividad de las técnicas manipuladoras arriba vistas, que nos remiten siempre a la existencia previa de la dictadura del valor y del trabajo abstracto.
Las izquierdas cometen el error de no combatir radicalmente el secreto de la represión, o sea, la doctrina represiva del imperialismo que nos remite al atroz terror visible como ‘ultima ratio’ para mantener la propiedad capitalista de las fuerzas productivas, aunque sí denuncian sobre todo las nuevas tácticas represivas y menos las estrategias y los sistemas que las encuadran. Tampoco luchan radicalmente contra el valor y contra el trabajo abstracto, bases del fetichismo de la mercancía y la desmaterialización del valor de cambio y de la generalización del capital-ficticio, aunque sí denuncian las sofisticadas técnicas de disciplinamiento, control, teledirección, etc., que el capital desarrolla. Estos errores facilitan la tendencia al alza del autoritarismo, del neofascismo y del nazismo.
–Si se puede hablar de “guerra en Ucrania” ésta realmente comenzó en 2014 o incluso antes… Volodymyr Zelensky, comediante de extrema derecha con apoyo de nazis y neonazis, instalado como gobierno rusófobo por EEUU y sus vasallos de Occidente, empujando a la rebelión del Donbass y Crimea, además del golpe de Estado de 2014 en Kiev, que derrocó al gobierno de Viktor Yanukovytch, y la petición de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk de ser reconocidas por Rusia, las atrocidades y el genocidio cometidos por los batallones nazis ucranianos contra los habitantes del este de Ucrania desde hace 8 años y más, y los constantes bombardeos del Donbass silenciados por Occidente y las Naciones Unidas, el irrespeto de los acuerdos de Minsk, las peticiones de Rusia no escuchadas e ignoradas deliberadamente… ¿Podríamos pensar que el imperialismo y EEUU tenían un plan armado desde hace años para acosar, debilitar, y atacar a Rusia, pensando también en Irán y China…?
-Hemos hablado arriba del informe de la Rand de 2019 en el que se planificaba lo central de la nueva ofensiva contra Rusia, pero es sólo uno de los más recientes elaborados por el Pentágono. Desde comienzos del siglo XIX las sucesivas potencias hegemónicas en Occidente y desde comienzos del siglo XX el imperialismo japonés, han ansiado debilitar, derrotar y trocear Rusia para saquearla a placer. EEUU ya pensó balcanizar el imperio zarista a comienzos de la Primera Guerra Mundial (IGM) y en 1918 doce potencias capitalistas que se habían matado entre sí poco antes, invadieron la URSS para descuartizarla. En el otro texto que hemos recomendado antes –Sumisión, OTAN y Guerra– se ofrece un resumen más extenso de la agresión de la OTAN hacia el este europeo.
La totalidad de los análisis conservadores y reformistas utilizan el método burgués de «lucha entre Estados», o entre «bloques de poder», que es parcialmente válido, pero que se queda en la superficie coyuntural descontextualizada e inmediatista, lo que les permite no tocar las contradicciones del capitalismo, acusar al inexistente «imperialismo ruso» y llegar al insulto rusófobo contra el mismo Putin. Muchos de los análisis de izquierdas sólo llegan a enumerar la larga lista de agresiones a Rusia pero apenas van a la raíz: la crisis de acumulación capitalista está forzando al máximo los ataques a Rusia para crear las condiciones que le permitan más adelante presionar con extrema dureza a Eurasia y en especial a China. Otros muy diminutos sectores, algunos anarquistas, etc., se hunden en simplismos pasmosos haciendo juegos de palabras con términos como fascistas, nazis, imperialistas, etc., que multiplican la confusión y despiste.
Las crisis son inevitables en el capitalismo y cada vez son más frecuentes en el tiempo, más interrelacionadas y más feroces. La actual tiene componentes nuevos en comparación con las anteriores, por eso la alternativa imperialista es de una gravedad destructiva nunca vista hasta ahora. El desarrollo del marxismo nos ofrece el arsenal intelectual básico para comprender lo esencial de esta crisis: en 1845-48 se demostró que las fuerzas productivas se transforman dialécticamente en fuerzas destructivas, que el brujo burgués ha conjurado fuerzas infernales que no puede controlar, sino con medidas salvajes que permitan reiniciar una nueva fase expansiva que, por cuanto pura dialéctica, preparan las condiciones para posteriores crisis más destructivas.
Desde aquí en adelante se desarrollaron la ley general de la acumulación del capital, la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia, la teoría del imperialismo, la crítica de la militarización y de la industria de la matanza humana, la demostración de que el capital sólo vive si mata, si convierte el trabajo vivo en trabajo muerto, la teoría de la aniquilación de la fuerza de trabajo y de la tierra, la hipótesis del exterminismo como «última fase» del capitalismo, etc. Todas ellas llevan en su interior la influencia de la lucha de clases.
La imparable agresión occidental al Este se intensifica porque estas contradicciones generan una crisis con nuevos contenidos y formas en lo histórico-genético, pero esencialmente igual en lo genético-estructural del sistema de producción capitalista desde la revolución industrial de finales del siglo XVIII. A la presión objetiva del irracionalismo del capital se le añade la irracionalidad de los altos mandos del imperialismo, de la OTAN, para aplicar «soluciones de fuerza». La primera Gran Depresión de 1873-1900 generó la IGM y una posterior oleada revolucionaria; la segunda Gran Depresión de 1929-39 creó la Segunda Guerra Mundial (IIGM) y otra oleada de luchas por todo el mundo.
La tercera Gran Depresión, de 2007 hasta ahora, está creando las condiciones para la Tercera Guerra Mundial (IIIGM) que de desencadenarse tendrá dos primeros escenarios fundamentales: Indo-Pacífico y China; y Europa y Rusia. Si la guerra saltase a su forma nuclear, entonces EEUU sufriría en sus carnes la guerra, y si llegase la nuclearización total posiblemente se generase una tercera oleada de luchas en el resto de continentes. Tengamos en cuenta que la economía capitalista flota a la deriva en un océano de sub-crisis: deuda, globo financiero, caída de la producción de valor y caída de los beneficios, inflación, empobrecimiento relativo y absoluto, hambrunas, caos sanitario, calentamiento global con sequías e inundaciones, agotamiento de recursos… una debilidad estructural que limita mucho a las burguesías hacer concesiones que frenen el malestar social al alza.
Por esto, la OTAN aún no se decide a sacrificar carne obrera en el matadero ucraniano en beneficio de nazis corruptos hasta la médula, y por eso organiza escuadrones internacionales de criminales al estilo de los voluntarios de las Waffen-SS, a los que Rusia ya ha advertido que no les va a reconocer el estatus internacional de prisioneros de guerra cuando sean apresados. Existen indicios de que tropas especiales de la OTAN entrenan y ayudan a nazis ucranianos, y se sabe que EEUU prepara a terroristas islámicos en At-Tanf, base militar en terreno usurpado a Siria, trasladados luego a Ucrania. La OTAN, que tiene en Polonia una especie de centro de mando, avisa al ejército ucraniano de los movimientos de las tropas rusas observados por sus satélites espía.
Por tanto, reducir las lecciones de esta estremecedora brutalidad capitalista a una simpe «lucha entre Estados» o de «bloques», que es parcialmente cierto, pero negando u ocultando que en sí dependen de la contradicción antagónica entre el capitalismo realmente existente y el fantasma del comunismo, es decir, negando que lo que mueve la historia es la lucha de clases, es retroceder al idealismo más ignorante y peligroso. Partiendo de aquí, lo que sucede en el sureste de Europa es la forma particular en la que se muestran estas leyes universales, dialécticas y tendenciales -nunca determinista ni mecanicista- de las contradicciones inherentes al capital; y lo que sucede en Ucrania, Donbass, Crimea, etc., son otras tantas expresiones singulares de esa particularidad euro-regional más amplia que a su vez se subsume en la totalidad de la tercera Gran Depresión.
–¿Qué significa “desmilitarizar y desnazificar” Ucrania para el gobierno de Vladimir Putin? ¿Qué papel juegan en Ucrania Dimitro Yarosh, Andrei Biletsky, el Batallón Azov, Pravy Sektor, Igor Kolomoiski, entre otros? ¿Cómo se está fijando militar y estratégicamente la actuación de las tropas rusas en Ucrania, Donbass, Bielorrusia, Crimea…?
-Para el gobierno de Putin y para la burguesía rusa, desmilitarizar y desnazificar significan cosas antagónicas en el fondo pero algo parecidas en la superficie, si la comparamos con lo que significan para los comunistas y el proletariado ruso. Esta diferencia sustantiva pero a la vez con cierta coincidencia adjetiva refleja la dialéctica de la compleja y contradictoria realidad nacional capitalista -«en cada nación existen dos naciones»-, en cuanto expresión de la contradicción expansivo/contractiva inherente al concepto simple de capital. Podemos utilizar con alguna precaución el símil del diástole/sístole del corazón, que se expande y se contrae. En la diástole, en la expansión, el capital obtiene beneficios gracias a la explotación asalariada garantizada por su Estado-nación burgués; y en la contracción, en la sístole, el capital acumula en sus arcas parte de ese beneficio con las garantías de seguridad que le ofrece su Estado-nación burgués.
La burguesía rusa necesita proteger su Estado-nación porque es el lugar más seguro para acumular su capital, tanto del extraído al explotar al pueblo trabajador ruso como del extraído por la venta al exterior y por las pocas transnacionales, etc. El imperialismo quiere debilitar al extremo o destruir su Estado-nación para quedarse con sus recursos y para eso utiliza a Ucrania como base de ataque. Su desmilitarización es la única garantía de que no vuelva a producirse otro ataque nuclear devastador que necesitaría sólo 300 segundos para pulverizar Moscú y otras ciudades e industrias. Pero le resulta igualmente necesaria la desnazificación porque los criminales nazis no tienen escrúpulos para, con la ayuda de la OTAN, rearmar y remilitarizar Ucrania y atacar Rusia, rompiendo todo lo firmado, como han incumplido los acuerdos de Minsk, por ejemplo.
El proletariado consciente añade otro problema más: él es la nación trabajadora, el verdadero pueblo ruso, y sabe que Putin es un capitalista, pero que ahora está defendiendo Rusia, buscando relaciones internacionales libres de la dictadura imperialista, llegando a acuerdos con pueblos atacados por EEUU. Esta coincidencia de intereses tácticos no debe anular su independencia político-estratégica de clase que debe reafirmarse en todo momento, estando atento a cualquier posible traición burguesa que, según la suerte de la guerra, venda, traicione a Putin, entregándolo incluso a Occidente, para así negociar una rendición con EEUU y la OTAN. El proletariado sabe que un sector de la burguesía quería antes de la guerra -y lo quiere ahora- aliarse con EEUU, que la oligarquía ya ha empezado a protestar contra la guerra defensiva porque pierde dinero con ella y porque tiene miedo a que el proletariado se radicalice como en las dos guerras mundiales anteriores.
El proletariado consciente que ha hecho del Partido Comunista la segunda fuerza de Rusia, sabe que si vence el imperialismo y entra la derecha pro-occidental con sus bandas nazis, el partido y los sindicatos serán ilegalizados, serán destruidas las condiciones de vida que ha logrado recuperar parcialmente gracias a sus luchas, retrocediéndose a las sombrías condiciones impuestas por la burguesía en los ’90. Por esto tiene un interés común con Putin en salvar la independencia nacional, aunque, como proletariado, necesita que el actual ejército ruso vuelva a ser aquél Ejército Rojo revolucionario que ahora arme al Donbass y a las masas antifascistas de Ucrania, que las hay. Necesita que Rusia vuelva a ser una república soviética en la que no existan neonazis como existen hoy en día, porque el socialismo anulará las bases objetivas y subjetivas para su existencia. No quiere un Estado burgués para la acumulación de capital sino un Estado obrero que impulse la revolución comunista internacional en el mismo proceso de su auto-extinción, simultánea a la desaparición del trabajo abstracto, del valor y del valor de cambio, y por tanto del fetichismo de la mercancía.
Los comunistas saben que una de las razones fundamentales de la implosión de la URSS fue la imperceptible tarea de zapa, de desmoralización y de recuperación de la ideología burguesa, impulsada por el avance del fetichismo de la mercancía al calor del avance de la «segunda economía», la mercantil, dentro de la planificación estatal, así como por el pudrimiento ético-político y socioeconómico de la casta burocrática ansiosa de convertirse en burguesía. Por esto necesitan impedir que la guerra la gane el imperialismo y esa oligarquía vendida, porque entonces la represión les impedirá combatir al peor capitalismo imaginable y a sus tácticas de manipulación que ensalzan el fetichismo paralizante, que es la mejor arma anticomunista que existe.
La historia aconseja a los comunistas que nada más ganar intensifiquen los esfuerzos para conquistar el poder en Rusia, como la única garantía de que el imperialismo no lance otra invasión, y de que la larga guerra económica sea ganada rápidamente y con los menores costos, por una sencilla razón: las gigantescas fuerzas liberadoras que desatará el nuevo poder soviético. Es por esto que al proletariado le interesa una guerra defensiva en Ucrania lo menos dura, lo más respetuosa y visible que se pueda. Es innegable que Rusia no aplica todo su enorme potencial destructivo, que intenta minimizar lo más posible los daños colaterales indeseados a la población civil, y que busca facilitar la rendición honrosa del ejército ucraniano. También es innegable que la OTAN busca que la guerra se prolongue indefinidamente, tema al que volveremos.
–Curiosamente Burisma Holding es la mayor empresa privada de petróleo y gas de Ucrania, y Hunter Biden, segundo hijo del presidente Joe Biden de EEUU –al que Putin alude cuando habla de una «banda de drogadictos»- es un “importante” miembro de dicho holding empresarial. Burisma explota yacimientos petrogasíferos en la zona… Si producto de las sanciones contra Rusia que está adoptando la Unión Europea se interrumpe el acuerdo con Rusia para el gasoducto Stream 2, serán beneficiadas precisamente las empresas transnacionales de gas y petróleo de Estados Unidos y de Europa… Y Ucrania posee uno de los mayores yacimientos de gas de esquisto de Europa, entre otros recursos. Además, desde 2019 Hunter Biden es investigado por el principal fiscal federal en Delaware, EEUU, por “evasión de impuestos y lavado de dinero”…
-La corrupción es consustancial a la economía dineraria, mercantil, anterior al capitalismo, pero es bajo la burguesía que la corrupción ha escalado cotas increíbles, precisamente porque es la forma más directa de obtener ganancias sorteando las trabas que dificultan el proceso de producción, distribución, venta y realización. La ingeniería financiera y las artimañas legales permiten a la burguesía saltarse su propia ley dentro de unos márgenes consensuados: quien rompe el consenso es reprendido. El segundo hijo de J. Biden ha roto el pacto tácito y es escarmentado por sus hermanos de clase que son más astutos que él en sus corrupciones.
El colonialismo y el imperialismo pudren con oro, explotación y sangre los pueblos que invadían e invaden: Ucrania es uno de tantos ejemplos. Los invasores sobornaban a los clanes, castas y clases enriquecidas para que hicieran de mamporreros contra su propio pueblo, también en Ucrania donde su presidente Zelenski está siendo investigado por corrupción. Esta lacra reinará omnipotente en Rusia si vence su burguesía pro-occidental. Putin sabe que Rusia jamás se recuperará si no introduce dosis de limpieza, orden y luz en su economía y administraciones, pero la limpieza plena sólo la puede lograr un nuevo poder soviético que haya aprendido del peligro mortal de la burocratización.
EEUU mediante el segundo hijo de su actual presidente, ha tomado ventaja en el saqueo de Ucrania, igualmente exprimida por otras burguesías occidentales. El imperialismo en su conjunto hizo otro tanto con la destrucción de Yugoslavia, Irak, Libia, en parte de Siria, etc., y lo intentó en China, Rusia, Corea, Argelia, Cuba, Vietnam, Venezuela, Irán, Afganistán, Bielorrusia, Kazajistán, etc., fracasando gracias a que estos pueblos están decididos a defenderse con violencia desesperada cuando sea necesario. La lección que debemos extraer es que la corrupción siempre beneficia al imperialismo.
–Algo importante y de actualidad que se debiera decir y agregar…
-La OTAN busca alargar lo más posible este conflicto para, en primer lugar, debilitar a Rusia y calibrar su voluntad y capacidad de resistencia a medio plazo, asegurar la posesión definitiva de Ucrania, destrozar las repúblicas populares del Donbass, un mal ejemplo para el proletariado y amenazar directamente a Bielorrusia, otro mal ejemplo, que resistió el ataque anterior. Simultáneamente, para analizar las medidas de China y de otros países rebeldes, sus reacciones internas y externas, sus contactos con otros países, etc. Alemania y Europa ya están sumisas y utilizan el conflicto para disciplinar a sus clases trabajadoras, rearmarse y enriquecer a EEUU.
Las presiones sobre Turquía y Grecia aumentarán por los lugares estratégicos que ocupan, siempre vigiladas por Israel. El Cuerno de África, Oriente Medio e Irán por el Este también son objeto con control severo por los aliados de EEUU, y por el Oeste, Marruecos, Canarias, Andalucía, Portugal y el Estado español son piezas claves para asegurar la confluencia de los ejes logísticos sur-norte y oeste-este.
Especial importancia tiene para el imperialismo asegurarse la fidelidad de la India. no sólo porque es un polvorín social muy inquietante para el futuro del capitalismo, sino también por su creciente poder en el Indo-pacífico, ya que Australia, Japón, el sur de Corea, etc., son incondicionales de EEUU. La India es más importante porque además puede neutralizar a Pakistán y su área circundante, amenazando directamente a China. Los lazos de India con Rusia son un dolor de cabeza y de dinero para EEUU, y las intenciones de una parte de la burguesía india para negociar acuerdos con China son otro obstáculo para el imperialismo.
Ningún continente quedará libre de la creciente presión imperialista para formar una alianza contrarrevolucionaria. Colombia incrementa ahora su valor estratégico para EEUU, que ve con inquietud cómo Brasil puede elegir de nuevo a Lula, por lo que a buen seguro que ya está urdiendo nuevos golpes duros o blandos, judiciales o militares para recuperar el control de Brasil, tanto más cuanto que parece que México, Argentina, Chile, Honduras, Bolivia… no se pliegan totalmente a las exigencias de Washington. Hay que decir que cada vez cobra más importancia para EEUU el control de la costa pacífica desde México a la Patagonia, porque China, Rusia, Irán, etc., refuerzan sus marinas de guerra, porque el bloqueo naval de China desde el Pacífico exige el control de esas costas.
Para concluir, todo lo anterior vuelve a mostrarnos el error de la izquierda occidental que ha abandonado la teoría de la guerra y de la violencia, imprescindible para entender las contradicciones capitalistas y en especial la teoría marxista de la crisis. Además de otras incapacidades causadas por ese abandono, ahora esa izquierda se encuentra desbordada por los acontecimientos en Ucrania y en el mundo. Se ha olvidado que de la misma forma en que la guerra es la continuación de la política por otros medios, la política es a su vez la continuación de la guerra por otros medios.
En situaciones de crisis profundas y largas, la unidad procesual entre política y guerra, entre violencia y política, siempre determinadas a mayor o menor distancia por la economía, aparece al desnudo. Pero el mérito radica en seguir la evolución ascendente de esa unidad en paralelo a la agudización de las contradicciones que la impulsan. Cuando se abandona la teoría de la violencia y la guerra como partes de la teoría general de la crisis, una de las grandes aportaciones marxistas a la cultura, entonces y para intentar llenar con algo el vacío cognitivo y la nada intelectual, se recurre a los tópicos de la «lucha entre Estados», «bloques de poder», etc., y también al pacifismo, que deviene en inmoralidad si es absoluto y estricto ante toda injusticia. Tópicos que, como la lógica formal, sirven para arrastrarse por la superficie estática de los problemas aislados, pero incapaces de penetrar en la gravedad extrema de la crisis.
Por Arnaldo Pérez Guerra
Publicada originalmente el 4 de marzo de 2022 en Liberación.
[2] Véase en este mismo portal: https://liberacion.cl/2022/02/18/sumision-otan-y-guerra/