La etnia Wayúu es un pueblo indígena binacional que se encuentra asentado en la península de La Guajira, entre el departamento colombiano homónimo y el estado Zulia, en Venezuela, a las orillas del mar Caribe.
De acuerdo con la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), este pueblo ocupa un área de 1.080.336 hectáreas, que están localizadas en el resguardo de la Alta y Media Guajira, ocho resguardos más ubicados en el sur y la Media Guajira y la reserva de Carraipía.
Según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2018 de Colombia, 380.460 personas se autorreconocen como wayuú, siendo la población indígena más numerosa en ambas naciones.
Una de las principales problemáticas por la que atraviesan los wayúu es la falta de acceso al agua. Según el Programa de las Naciones unidas para el Desarrollo (PNUD), una persona de este pueblo indígena consume aproximadamente 0,7 litros de agua al día y la situación se agrava al considerar que en la Alta Guajira el 97,7 % de las comunidades consumen este vital líquido de fuentes contaminadas.
«Es una comunidad indígena bastante vulnerable, porque está en un territorio donde, en su gran mayoría, es desierto o bosque tropical seco, su terreno es netamente árido-rocoso, donde las condiciones climáticas son bastante agrestes y el olvido gubernamental es el pan de cada día», dice Lëmnec Tiller, un ingeniero mecatrónico de 29 años, con ascendencia wayúu, en entrevista.
El abastecimiento del agua
Tiller explica que, normalmente, estas comunidades se abastecen de agua en los denominados «jagüeyes», que son depósitos superficiales, donde se recolecta el agua de lluvia en zonas con sequías estacionales prolongadas, como en estas de La Guajira.
«El terreno debe tener unas condiciones concretas para que no se filtre tan rápido el agua, pero de todos modos se va a filtrar, se va a evaporar. Y esos jagüeyes son totalmente momentáneos, dura uno, dos, tres meses el agua; dejó de llover y se acabó el agua por todo el año», explica el entrevistado, que dice, además, que con el cambio climático la situación ha empeorado, porque hay años donde, en lugar de dos, hay una sola temporada de lluvia o simplemente no llueve.
Ante esa escasez y la imperiosa necesidad para no morir de sed, la otra forma de obtener el vital líquido es a través de acuíferos subterráneos. Ahí, dice Tiller, las comunidades «han encontrado agua haciendo una prospección totalmente ancestral» en lugares donde les indican sus «sueños».
«Los wayúu son muy centrados a que su diario vivir se base en los sueños; donde las mujeres de las comunidades sueñan que está el agua es donde los hombres excavan los pozos artesianos totalmente a mano, que es una labor titánica», añade el joven.
Esos pozos los hacen con cincel, debido al terreno árido-rocoso, y suelen tener entre 17 y 20 metros de profundidad por 2 de diámetro. Para sacar el agua, usan un balde, que lo sumergen y lo suben con un molinillo, pesando hasta unos 20 kilos; este proceso lo tienen que hacer, incluso, personas de la tercera edad y mujeres.
Del asistencialismo a la autosostenibilidad
Viendo las problemáticas que afectan a los wayúu, en 2016, Tiller y otras personas, en la ciudad de Bucaramanga, departamento de Santander —a más de 600 kilómetros de estas comunidades—, crearon la Fundación Wayuuda, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de estas poblaciones en situación de vulnerabilidad.
«Tuvimos, en una primera instancia, como una mentalidad muy asistencialista. Enviábamos alimentos no perecederos, ropa, juguetes, elementos de primera necesidad. Eso generaba como un cambio, pero a corto plazo, como un mes, estaba provocando una dependencia, que es algo totalmente nocivo para una comunidad indígena», explica el joven. Además, también hacían un daño al medioambiente, al llevar mucho plástico a esas zonas.
Un año después, comenzaron a tomar otra postura, para —dice— «darle a la comunidad herramientas para que ellos mismos tengan de donde poder salir adelante»; pensar en lo autosostenible.
La primera y una de las principales iniciativas fue el proyecto de grado, para optar al título de ingeniero mecatrónico, del propio Tiller, que consistió en crear un «Sistema de Bombeo Solar Automatizado», una solución a largo plazo.
«Ese sistema de bombeo fue diseñado junto a dos docentes de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, con el cual abastecemos, con cerca de 4.000 litros, a aproximadamente 400 – 600 personas por comunidad», explicó el entrevistado.
Esta instalación mezcla los conocimientos de la academia, para la creación del sistema de bombeo, y el saber ancestral, tanto el tema del «sueño» —aunque lo complementan luego con estudios geoeléctricos— como el de la excavación de los pozos artesianos. No han podido llevar carros perforadores para reemplazar esa peligrosa labor de hacer los hoyos, debido al costo que genera y, más aún, en una región con una infraestructura vial bastante precaria; sin embargo, los excavadores reciben un pago.
«Nosotros aprovechamos esos conocimientos y colocamos una tecnología que extrae esa agua, ya habiéndola encontrado a, aproximadamente, unos 17-20 metros, en el pozo que ellos excavaron, y lo hacemos de una manera sostenible, con cero emisiones de gases de efecto invernadero y cero desperdicio de plástico, usando energía limpia», enfatiza Tiller.
El sistema
El primero de estos sistemas fue instalado en la comunidad de Alakat, en el municipio de Maicao, departamento colombiano de La Guajira, que tiene una población estimada de 400 habitantes. Esto ocurrió en diciembre de 2018.
Es sistema de bombeo, explica Tiller, tiene cuatro subsistemas:
- Adquisición energética, que son los paneles solares; se identifica cuánta es la necesidad de la comunidad y se hace el diseño de cuántos y de qué tipo se necesitan.
- Bombeo. Es una bomba sumergible, tipo lapicero, que está a los metros de profundidad que tenga el pozo (17 o 20); es de última tecnología, con la mejor sensórica, que ayuda a asegurar que no se agote el recurso hídrico y que no se extienda el que está en los tanques, hay un control.
- Control. Es la parte eléctrica que mueve todo el sistema y cuenta con la protección necesaria.
- Suministro y almacenamiento, que es la tubería que lleva el agua de la bomba a los tanques, donde se acopia el agua, y de ahí a las personas, que netamente abren una llave y tienen acceso al líquido.
Con ello, las personas de estas comunidades ya no tienen que emplear un balde para extraer el líquido del subsuelo.
Cuidado comunitario
El funcionamiento del sistema de bombeo y cada uno de sus subsistemas es socializado con la comunidad. «Les damos todo el conocimiento en su idioma, en wayuunaiki, y les mostramos cómo funciona un panel solar, cómo se conecta con el controlador, controlador a bomba sumergible, etc.», dice Tiller.
Al proporcionar esta información, las comunidades se encargan de hacer el mantenimiento preventivo, como la limpieza de los paneles solares, de los tanques y de los pozos; todo eso atendiendo a un cronograma que se les entrega y deben cumplir a cabalidad. El mantenimiento correctivo sí corre por cuenta de Wayuuda.
Con los estudios geoléctricos que hacen en el lugar, pueden garantizar que el pozo excavado tenga una vida útil de unos 50 años.
También se usa Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), que permite que el sistema sea rastreado remotamente. Entonces, este ingeniero mecatrónico, desde Bucaramanga, puede ver algunos datos sobre su funcionamiento.
Tiller detalla que hasta ahora han instalado tres de estos sistemas de bombeo solares en La Guajira. «Nuestro objetivo es llenar la región de estos sistemas, que todas las comunidades los tengan», menciona.
De momento, el sistema solo incluye la facilitación del suministro del agua, que es un enorme avance para estas comunidades. A futuro, dice el ingeniero, esperan incluirle otras fases, como, por ejemplo, los procesos de desalinización y potabilización del líquido; y otra relacionada con la hidroponía, utilizando los mismos sistemas de bombeo, para contribuir con la seguridad alimentaria, en una región donde la desnutrición infantil también es preocupante.
Por este Sistema de Bombeo Solar Automatizado, Tiller fue reconocido en 2020 como uno de los innovadores menores de 35 años por MIT Technology Review, en la categoría de Humanitarios.
También, la Sociedad Colombiana de Ingenieros (SCI) y la Asociación Colombiana de Facultades de Ingeniería (ACOFI) lo catalogaron como el segundo mejor proyecto de pregrado del 2019; resultó ganador en la Iniciativa por los Jóvenes Comprometidos Nestlé-UNESCO-Ashoka, en Buenos Aires, Argentina, versión 2019 y 2020; así como en el V Desafío del Agua Pavco Wavin 2019.
El proyecto también ganó el Premio Nacional al Talento Joven, una iniciativa del despacho de la Primera Dama y la Consejería Presidencial para la Juventud – Colombia Joven, que llevó a Tiller a la cumbre de juventudes más grande del mundo, el One Young World, que se celebró en Londres.
Previo a esta iniciativa, en 2016, Wayuuda construyó una escuela. Inicialmente, la profesora que impartía las clases lo hacía de manera gratuita, pero ya el centro educativo se convirtió en uno satélite de otro más grande de la región, está adscrito al Ministerio de Educación y cuenta con tres etnoeducadoras que reciben salario del Estado.
Cortesía de Edgar Romero G. RT