El cambio climático, el mal uso del agua, la extinción masiva de especies y la falta de recursos para investigar son desafíos de la humanidad que deja expuestos la pandemia de COVID-19, afirma el investigador mexicano Benjamín Martínez, maestro en oceanografía y doctor en ciencias naturales de la Universidad de Hamburgo.
Para este científico, se necesita «mas investigación orientada, no solo para contener sino para erradicar muchos de estos problemas» y eso no se le puede dejar solo al mercado, requiere de una intervención del Estado, que oriente hacia dónde deben dirigirse las pesquisas.
«Entre más sencillo puede parecer un problema a nivel de la ciencia, a veces se vuelve más compleja su solución, como nos pasa por ejemplo con la influenza que mata cada año a unos 30.000 mexicanos y en EE.UU. mata casi el doble, pero las investigaciones que se hacen, muchas veces, tomando como prioridad una diferente a la que merece», señala este investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera.
Así encontramos muchas más investigaciones en medicamentos para aliviar la fiebre, la tos o el dolor, que concentradas en cortar efectivamente la transmisión de la enfermedad.
«Para una farmacéutica es más rentable, por ejemplo, trabajar en un medicamento para contener los efectos de una enfermedad, para que el paciente no se sienta tan mal, que trabajar para buscar una cura», explica el científico, que además tiene un posdoctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusets.
El investigador del centro de la Universidad Nacional Autónoma de México señala que este mecanismo ocurre porque son ejecutivos financieros los que toman las decisiones: «para ellos el lucro está primero».
Pensar en el ser humano
Acostumbrado a lidiar con las proyecciones técnicas del cambio climático o el comportamiento de las corrientes en el Golfo de México, Martínez cree que la clave es no olvidar que la ciencia debe estar al servicio del ser humano, como lo deja claro la epidemia del COVID-19.
Por ejemplo, al estudiar las temperaturas del agua en el norte y oeste de Europa, o la circulación de contaminantes en los océanos, el objetivo es prever su impacto en comunidades humanas.
«No solo de trata de pensar en el medio ambiente, sino en los seres humanos, porque estos problemas nos dejan en claro la falta de una infraestructura médica adecuada», señala el investigador.
Por ejemplo, continúa, «en México teníamos una importante infraestructura en el Seguro Social, pero ha habido una privatización que dejó a buena parte de la población desprotegida, justo cuando hay una alta demanda de servicios médicos de alto nivel».
Los problemas se conectan entre sí, como en el caso del cambio climático y las previsiones de un calentamiento global, es necesario saber cómo se comportarán las lluvias.
También es preciso saber si la tesis de un aumento en la cantidad de precipitaciones puede tener efecto en las grandes urbes del centro de México, comenzando por la forma de proveer agua a grandes poblaciones.
Agua escasa
México es un país que en forma recurrente presenta la escasez de recursos hídricos.
«Gran parte del territorio se localiza en zonas semiáridas y áridas, particularmente el norte y noroeste del país, y cada tanto tenemos ese fenómeno con fuerza, la última vez fue en 2012 y el año pasado, cuando tuvimos una situación de sequía bastante fuerte», reseña Martínez.
La Comisión Nacional del Agua declaró la semana pasada una emergencia por sequía, en forma coincidente con el avance de la epidemia y la necesidad de utilizar más agua en el lavado de manos y el aseo.
Hay otra forma en que la emergencia por el COVID-19 nos recuerda la fragilidad del planeta.
«Asociado al calentamiento del planeta se está dando una extinción masiva de especies, sin considerar una gran cantidad de especies que van a desaparecer sin que nos damos cuenta, porque nunca nos percatamos que estaban ahí», alerta el oceanógrafo.
Esa desaparición de especies animales, puede hacer que cada vez se presente en forma más frecuente el paso de un virus hacia el ser humano.
«Es un razonamiento totalmente lógico: si tenemos virus en ciertos animales que están disminuyendo su población, esos virus se adaptan y comienzan a buscar a nuevos organismos vivos que le sirvan como hospedero», explica el académico.
En ese panorama, tarde o temprano, aparece el ser humano.
Pero mucha investigación en biotecnología «se orienta simplemente por intereses económicos muy fuertes y el Estado no se ha metido en eso», cuestiona.
Esa realidad, puntualiza, obliga a que la investigación científica en temas clave deben tener una orientación desde los Estados y no de las grandes corporaciones.
Cortesía de Sputnik