La pandemia del Covid19 ha sacado lo mejor de muchos, y también lo peor de algunos. Estamos en una situación sumamente sensible, en espera de la vacuna contra este virus que ya ha matado a más de 2,4 millones de personas e infectado a más de 111,6 millones en el mundo. Y mientras esperamos nuestro “turno” nos sorprende el caso “vacunagate” en el que salió a la luz que algunos funcionarios se “saltaron la fila” y se beneficiaron con una vacunación anticipada y secreta que benefició a un expresidente, ministros y familiares.
¿Puede la psicosis de la muerte, que trae el Covid19, justificar un acto que ha sido considerado como traición nacional? ¿Es este un hecho aislado o forma parte de una conducta propia del sistema individualista que vivimos? ¿Puede revertirse este paradigma? Esta y otras interrogantes nos responden dos invitados, Erika Vicente y César Huapaya, docentes de Ética Humanista de la Pontificia Universidad Católica del Perú quienes van más allá del escándalo y encuentran razones un poco más allá de las narices de todos.
Erika y César ¿Qué opinan acerca de que más de 400 funcionarios públicos se han beneficiado con la vacuna contra el Covid19, vacunándose con antelación y de manera oculta?
Cesar Huapaya: Bueno, justo estábamos conversando, hasta hoy día es todo un escándalo, o sea digamos, todas estas personas y todo lo que se va descubriendo. Pero en el Perú ha habido un montón de destapes, desde lo vladivideos, o sea, si lo viéramos así como destape, simplemente ni no nos sorprenderíamos. Pero digamos en este caso, se supone que estábamos en parte de todo un estudio con dos universidades y, bueno aparentemente todo está en regla, inclusive dentro del protocolo estaba la aplicación de estas 1 200 dosis adicionales.
El problema es cómo a partir de esto, un poco se empieza -y no se bajo qué parámetros, pero además a escondidas ¿no?- entonces a que también se vacunen; es lo que mucha gente ahora critica; pues digamos, no que haberlo hecho bajo su propio riesgo. Acá yo me pongo a pensar en la ministra Mazzeti, o sea a mí me parece coherente incluso, con el trabajo que ella estaba haciendo; tener una vacuna era pues crucial, es decir bastaba que ella la tuviera ¿pues no? Pero no sé porque aparece más bien algo que tiene que hacerse a escondidas, eso es lo que no se entiende. Y claro, ahí aparece toda la suspicacia, ¿se cobró, no se cobró?, ¿si se beneficiaron? ¿cómo fue la cosa?. Las amistades, la familia, que sé yo, y eso es lo que refleja de alguna manera todo.
En todo caso, la falta de solidaridad, con justamente el otro frente, cuando tú te enteras que hay carencias de estas vacunas, para vacunar a los que estaban en primera línea… Y, te enseñan los mensajes, “que ha sido el peor error de mi vida” (cita de la ex ministra de Salud, Pilar Mazetti).
Varios se están golpeando el pecho…
C.H.: Se están golpeando el pecho. Claro no, Málaga dice “disculpen, vacuné a mi hija, sí también la vacuné”, es pues, que simplemente se sintieron con, digamos, libertad de disponer de esas vacunas que les sobraban, porque efectivamente la razón de tener esas 3200 vacunas era para al menos, inmunizar a todo el equipo de investigación y todo el entorno directo, involucrado directamente con él, con estos estudios. Y entonces, ahí es donde quizás sucede. Por ejemplo, el de la Universidad de San Marcos está diciendo “sí, yo soy el que invité directamente al rector de San Marcos e invité al rector de la Cayetano Heredia a que se vacunen, ha sido una invitación”. Sí y ahora está tachado. Los dos, los dos han sido.
Pero hay un dilema aquí. Si bien es cierto a nivel social se ha cometido quizás el escándalo, quizás el pecado ¡no sé cómo llamarlo! ha sido justamente priorizar a un grupo específico de funcionarios públicos, frente a los que estaban en primera línea enfrentando el Covid; pero por otro lado, también uno se pone a pensar el dilema de salud individual, o sea, estas personas, ¿por qué lo han hecho? ¿lo han hecho porque vieron la oportunidad, estaban psicosiados por el tema de la pandemia, el tema del Covid?, ¿Por qué lo hicieron? Es el caso de la ex ministra Mazzeti, ella ha explicado que venía la segunda ola, sabía que venía con mucha más fuerza. Le ofrecen la vacuna, ella deja justamente salir sus temores -pues lo pone así- temores… “mis dudas respecto de lo que puede pasar, me hicieron pues aceptar la vacuna” y ahora reconoce el error, pero sí se nota de parte de ella al menos, estaba…
¿Con vergüenza?
C.H.: O sea, no, pero ese miedo, es que también es parte de… A eso voy. Si nos ponemos en los zapatos de las otras personas, nos ponemos a pensar por qué lo hicieron, como te digo, puede haber sido por aprovechar la oportunidad. Pero también es el factor humano que se discute pues, pero si a ti te ofrecen “oye hay una vacuna ¿tú quieres?”, probablemente no lo pensarías dos veces y ahí lo harías ¿no?
¿Hay un dilema ético aquí? A ver amigos…
C.H.: Bueno ese es el tema, aquí a lo que voy es que, obviamente la urgencia, el temor, no te hace pensar en el otro, te hace pensar en ti mismo y aceptas, en el temor no meditas pues. Entonces, piensas “mi vida está en peligro” -plin- “me voy a la vacuna”… “pero hay otros que lo necesitan”… “si tengo la oportunidad”…, entonces hay allí un mecanismo pues.
De supervivencia.
C.H.: Claro, entonces opera, pero claro cuando ya se devela ahí es donde viene el temor, sí efectivamente.
Ahí vienen las culpas. ¿Y tú, Erika, piensas lo mismo?
Erika Vicente: Creo que este momento y este escándalo están muy de acuerdo a la situación actual, pues creo que es parte del sistema capitalista en crisis, hay un arrastre de creencias y los valores, que tienen que ver con el individualismo, donde cada uno baila con su pañuelo, con un momento histórico en el que por ejemplo los precios de los medicamentos están regidos por el mercado, por la oferta y la demanda, en un mundo donde las farmacéuticas ricas no tienen ningún empacho en poner precios exorbitantes, sabiendo que hay pobreza y la vida de la gente está a su merced, vemos que el oxígeno es escaso y por lo tanto lo venden a precios altísimos.
Y no solamente en lo ligado a la pandemia, sino desde antes veíamos a las clínicas pidiendo millonarias sumas para poder internar a tu pariente, sabiendo que si no lo internas se morirá porque el sistema de salud estatal está abarrotado; pero también vemos la misma forma de actuar en muchas empresas, como por ejemplo, en las mineras, que su contaminación produce muerte enfermedades, discapacidad en mucha gente.
O sea, tú lo ves como una consecuencia del sistema.
E.V.: No, no como una consecuencia, el individualismo es parte del sistema capitalista neoliberal. Creo, también que hay que mirar la cosa más ampliamente, porque por ejemplo lo que te decía, la contaminación, hay un montón mineras que entran a lugares sanos y secan y contaminan lagunas de la cual vive mucha gente y no pasa nada, las denuncias no prosperan y hay mucha gente sufriendo eso; viendo esa tónica, se puede comprender cómo no van a aprovechar la oportunidad de resguardar su propia vida por encima de la de los demás, si vienen, ponen sus intereses por encima de los demás sistemáticamente.
En todo caso, esta situación es muy acorde con el individualismo, que es el valor bandera del sistema; pero además toca un tema muy relevante: que es el del temor a la muerte. El otro día conversamos con Cesar y decía “¿pero y las consecuencias?”, claro las consecuencias que puede haber, una sanción administrativa, profesional, o penal; pero para ellos, ya salvaguardaron SUS vidas, que es lo que más valoran; y, si lo hacen en cosas menores, cómo no cuando están en juego SUS vidas.
No hay atención a otros aspectos del ser humano, está muy agarrado a sus necesidades corporales, entonces este tema de ética básica, como dice el principio de “Trata al otro como te gustaría que te traten”, el pensar en un conjunto, el velar por el “Nosotros”, una visión de una Nación Humana Universal, está fuera de su perspectiva.
Y déjame decirte una cosa más, creo que muchos de los que se escandalizan quizás hubieran hecho lo mismo, eso es lo grave, que no es una cuestión aislada.
¿Estamos hablando de una doble moral?
C.H.: O también por tumbarse, por el tema político, es para seguir confrontando a la sociedad, es para seguir “matando postulaciones”, sacrificando un montón de gente, un montón de cosas, cuando el tema ético no está en la cabeza de nadie, no está ni lo ético ni lo social humanista.
E.V.: Claro, que se viene mostrando en muchos aspectos, no es que “Ay, ¿Por qué te pusiste la vacuna?”, este evento no mancha una hoja en blanco, una hoja pura, porque tenemos valores y creencias de alta ética… no es así, las noticia que vemos en la televisión, también en las relaciones en nuestros barrios, en nuestro entorno, en nuestros centros de trabajo dan cuenta de una forma individualista, egoísta, que no toma en cuenta a los demás, en lo comunitario; no se piensa en el otro, no se tiene presente que, sin distinción, las personas somos parte de un conjunto mayor, de una estructura.
Esto es un mensaje a las nuevas generaciones, de que todavía puede permanecer este sistema individualista, porque al inicio de la pandemia, como que la sensibilidad en un momento determinado salió a flor de piel, la gente comenzó a ser solidaria, hubieron muchas manifestaciones en ese sentido, y de pronto esto es como un retroceso, o es como habernos dado contra el piso y decir, “oye un momentito, las cosas siguen tal cual”, ¿es así o no es así, Cesar?
C.H.: Bueno, claro, en un primer momento esa es la primera reacción, pero después va acomodándose y todo va condicionado justamente a un acomodo, es decir, no hay un cambio profundo, frente a eso; es decir, pareciera que simplemente es una cuestión de un bicho que aparece y que una vez que tengamos la vacuna vamos a regresar a la normalidad y todo sigue igual. Es una normalidad que la gente lo va a tomar como eso, no hay una aspiración a decir “bueno, estamos pasando una cuestión tan difícil que después nos replanteamos nuestra vida”, no, aquí no, aquí me adapto.
Ese es el punto, ese es el tema que te estoy diciendo, o sea ese impulso que pudo habernos transformado desde ese momento, como que se va diluyendo, y estas personas que están allí en el poder o dirigiendo los destinos de la nación, solamente están acomodándose y acomodando. Todavía no se presenta ese impulso que busque cambiar todo, todavía queda siempre la esperanza, pero se necesita algo más.
Ustedes enseñan ética humanista a universitarios. ¿Cuál creen que es el mensaje que llega a las nuevas generaciones con este tipo de actos antiéticos?
E.V.: Mira, yo creo que las nuevas generaciones no miran como referencia a los actuales políticos, yo no creo que las señales que los políticos sean acogidas por los jóvenes. Más bien las nuevas generaciones son las que van a dar la señal, son los que la tienen que dar, son los llamados a darla señal. Estas noticias lo único que hacen es generar una gran desconfianza.
Sí, hay desconfianza en las acciones de la clase política, en nuestras instituciones y esto es muy complicado en este momento. Al inicio de la pandemia parecía que más o menos se estaba consciente de la situación, que las medidas que se tomaron que no iban a ir tan separadas de la población; pero no fue así. Más aún esta señal, de mal uso de las vacunas, da muy mala espina.
Hoy hay mucha gente, especialmente los jóvenes, se están preparando para salir nuevamente a las calles a protestar, pues ha funcionado; inclusive, la compra de las vacunas se aceleró porque la gente presionó, porque el Congreso, los políticos estaban en otra, como siempre, tratando de hacer de las suyas. Las nuevas generaciones son las que van a dar la señal, yo creo. Sí y eso es lo creo que hay que apoyar.
¿Ambos ven de manera diferente esta situación?
E.V.: Estoy de acuerdo con Cesar en que el medio está ayudando a ver claramente la situación; pues la crisis es evidente, las instituciones se vienen cayendo, los poderes también, parece que estuvieran todavía, que existieran todavía, pero se vienen cayendo. Evidentemente traen problemas, pues es un momento de angustia para los jóvenes, la visión del futuro no es clara, y no solamente los jóvenes, para todos; el mundo está cambiando muy evidentemente, entonces, hay desorientación; pero también, y desde antes, los jóvenes se vienen sintiendo debilitados por el sistema, por lo establecido, creo que eso es claro, y esto ayuda a formar posturas, a tomar nuevos caminos y creo que eso es también importante.
La indignación ayuda, más no así la desesperanza; al contrario con mucha esperanza podremos construir algo realmente interesante, más humano.
La indignación de la gente significaría, que siente que lo que está pasando es absurdo y que tiene valor para indignarse, sino se indignara significaría que no tiene la perspectiva de que se puede cambiar, mejorar.
La necesidad de cambio es evidente, se está desmoronando también la imagen de “¿te acuerdas que hace unos años se decía que el Perú tiene índices de crecimiento macroeconómicos positivos?”. Se decía que era el que más crecía en la región. Ahora nos damos cuenta que esas cifras macroeconómicas eran mentirosas o, en todo caso, no significaba el bienestar ni calidad de vida para la mayoría, entonces yo creo que en ese sentido es claro esto, que hay una necesidad de cambio, pero con gran desorientación y creo que el punto de vista del nuevo humanismo puede ayudar mucho en ese sentido.
Y a eso justo iba. ¿Qué le toca al humanismo, de qué manera se puede ayudar a este cambio que uno quiere, a erradicar este tipo de conductas?
C.H.: Bueno, en realidad es algo que también lo hemos estado discutiendo, porque a veces decimos “el sistema” como si nosotros estuviéramos fuera del sistema, y no nos damos cuenta que estamos también dentro del sistema. Entonces, estamos en una universidad que prepara chicos finalmente para que respondan a las necesidades del sistema, o sea de alguna manera hay una contradicción allí, no deberíamos estar allí, a veces yo me lo pregunto.
Entonces, yo siento que a veces y eso dependerá mucho de la claridad con la que trabajemos, a veces nos dejamos arrastrar por el sistema y lo digo como autocritica. Todavía hay cosas que no hemos reconocido y que están dentro de nosotros que son parte de ese sistema, eso por un lado. Ahora bien, cuando hablamos de un cambio, también tiene que irse trabajando un cambio desde dentro, en el sentido de ir sacando esas cosas que están instaladas, o sea abrir los ojos y avanzar hacia esos nuevos paradigmas.
¿Pero qué nuevos paradigmas, como hacer efectivo el cambio interno y externo?
C.H.: Pero ahí justamente es que estamos. Uno puede valorar el dinero y dice por ejemplo “ya no voy a valorar el dinero, voy a valorar la honestidad”, “ya no voy a valorar la honestidad, voy a valorar tal”, o sea, uno puede cambiar sus valoraciones; pero finalmente, si es que todas esas valoraciones se quedan como tal, uno siempre termina en un desengaño. Se van a construir en la medida en que lo llevemos hacia eso, también cuando sepamos distinguir qué cosas son, en todo caso, los valores más esenciales.
Por eso cuando decimos el valor central debe ser el ser humano, hay toda una serie de cosas que están detrás de eso que se declara, y que tienen que ser de alguna manera coherente con lo que uno hace; a veces uno puede declararlo, si el ser humano lo merece, pero por ahí salen otras valoraciones a relucir. En ese sentido, sí es importante estar claros.
Yo digo que a veces nos dejamos llevar por la ilusión, porque “ah, ojalá que esto cambie, si, ya llega una persona, un nuevo presidente que va a cambiar las cosas, un nuevo congreso que sí, finalmente va a aceptar reglas de juego más coherentes” y… no podemos dejarnos llevar por ese tipo de ensueños, ¿no? Porque no va a ser así, no va a ser así en la medida en que la gente no se dé cuenta que en realidad tiene que participar de otra manera en política.
Entonces, es una construcción que hay que hacer, es importante cómo saber distinguir aquellas cosas que son esenciales, aunque sea en este momento como proceso, pero que tenemos que hacer para cambiar justamente la situación actual, es decir, es como romper por ejemplo, con lo económico, de alguna manera, no podemos vivir sin dinero, pero sí entender que ese no es el valor más importante, y así, es una serie de cambios que uno tiene que hacer y una serie de acciones que vayan hacía esa dirección. Cuando hablamos de una dirección que hay que tomar y nuestras acciones debieran estar todas dirigidas hacia esa dirección.
E.V.: Bien, yo creo que hay que ver más allá de lo evidente, al menos más allá de las narices, porque necesitamos visiones amplias; necesitamos mirar el contexto e implementar visiones integrales porque creo que muchas de las cosas que están pasando y las decisiones que se vienen tomando, tienen errores de cálculo.
Sí, errores de cálculo, porque el salvarse individualmente no te va a resolver la vida, no te va a resolver el sentido de tu vida, no va a resolverlo. Necesitamos dar saltos evolutivos como especie y ya sabemos, por nuestra historia, que cuando el ser humano ha sobrepasado grandes dificultades también se han producido grandes saltos evolutivos y este momento, aunque es álgido, también es una oportunidad para dar el salto que nos toca dar y creo que este es un momento preparatorio y todas las cosas que vienen pasando tienen que ver con eso.
Sí, pero para el ciudadano de a pie, ¿Qué puede hacer? Es decir, con un tipo de sociedad así. Los valores vienen desde las familias, entonces ¿de qué manera se pueden transformar los valores? Para volver a tener ética, para volver a ver al ser humano de igual a igual, para poder entendernos.
E.V.: Creo que de modo autoritario no va la cosa, creo que tiene que ver con la reflexión, tiene que ver con la comprensión de la situación en general, y tiene que ver con un cambio mental, y también creo que hay cosas que van cayendo por su propio peso, por ejemplo, está cayendo el sistema capitalista que está ligado al consumismo y es neocolonial, pues todavía seguimos viviendo en colonias prácticamente, porque los estados o empresas, se llevan nuestros recursos naturales sin una retribución recíproca, bueno, ya sabemos lo que es el colonialismo.
Mucha gente, que en otros momentos defendía esas formas, debido a la tergiversación en los medios comprados por las empresas, se va dando cuenta y eso es importante, pues en la medida que se avance en la comprensión de lo que está sucediendo, va a haber una idea clara hacia donde ir también. Ahora si nosotros sí podemos decir qué valores levantamos; levantamos el valor de la diversidad, el respeto por las culturas, de hecho los estudiantes que tenemos, son de distintas procedencias, de todo el Perú, que es multicultural. Tienen valores, creencias y también espiritualidades interesantes; que pueden ayudar en este momento. También valoramos y proponemos, la ética de la acción valida, que no es otra cosa que tener unidad en la acción; que el pensar, actuar y sentir vaya en la misma dirección y, además cumplir con un principio: Tratar a los demás como quieres que te traten. Es una cosa muy sencilla y creo que en este momento se va a comenzar a revalorar las cosas sencillas y útiles.
Sobre todo creo que la gente va a ir cayendo en cuenta, que, por ejemplo, el individualismo no funciona; de hecho, se vienen dando muchas formas de ayuda mutua, de reciprocidad, en estos momentos difíciles, pero esto no sale en las primeras planas, no son escándalos, no sale en los diarios, hay mucho que se está moviendo en ese sentido.
¿Y qué hacemos finalmente, crucificamos a Pilar Mazzeti, a Martín Vizcarra, a los viceministros, asesores, qué hacemos?
E.V.: Mira, yo creo que hay que denunciar, pues nos ayuda a esclarecernos todos, pero no hay tiempo que perder, hay que mirar más allá. Estamos en un momento álgido en el que tenemos que poner la atención, en cómo salimos de ésta. No tenemos suficientes vacunas, no tenemos un servicio de salud apropiado, ni para la emergencia, hay muchas enfermedades que se están dejando de atender por los casos del Covid, y hay mucha gente que se está muriendo por eso; entonces detener todo para crucificar, porque eso es escándalo, no. Presionemos para que se atienda lo importante: vacunas, salud pública de calidad y asegurar la alimentación para todos.
C.H.: No, acá digamos, ¿por qué crucificar a alguien? Esa dualidad, crucifico porque ese es malo y entonces voy a buscar algo bueno, esa imagen, para que no nos equivoquemos la próxima vez elijamos la próxima vez alguien probo, pero eso es como… estamos en una situación que es como pedirle peras al olmo, es como en este momento, no se va a dar ¿no?, entonces, va a ser lo mismo que salga uno, que salga el otro, porque los mecanismos están insertos es decir, está en todo.
Es otra la acción la que tenemos que dar, es decir, no es ese el problema, no es crucificar, es entender que tenemos que mirar hacia otro lado, hacia cosas mucho más trascendentes y tenemos que tomar decisiones de más largo alcance.
Y en ese sentido hablar con coherencia, justamente, o sea podemos hablar de las vacunas pero no decimos, como dice Erika, no decimos nada de las farmacias y ellas están muy bien, Multifarma, Inkafarma, o sea igual, actualmente con las vacunas todas son empresas que están haciendo el negocio de su vida con las vacunas, entonces, nadie discute eso ¿no? porque ese es el modelo que está establecido y obvio tienen que ganar y están invirtiendo un montón de dinero, pero si uno empieza a mirar… porque acá en el Perú, el tema es la producción de las vacunas que está llegando a la gente más pudiente, no al resto de la gente que no tiene acceso a eso, entonces de nuevo hablamos de desigualdades.
E.V.: Y además están enriqueciéndose.
C.H.: Así es. Qué diferente sería si, como alguna vez he visto en películas de epidemias, aparece la vacuna y ya descubrimos esta vacuna y la comparto con todo el mundo, fabriquen, fabriquen, les enseño a fabricar y finalmente llegamos a toda la población para que resuelva todo el problema urgente ¿no? Pero eso no es así, estamos hablando de cuotas, “a ver, ¿estás tú en lista de espera? ¿no? Ándate al final si es que no me pagaste la pre venta” y no sé qué, no se cuánto, todo dentro de un sistema que es el que precisamente tenemos que denunciar.
E.V.: Ahora salen, con que las clínicas privadas van a poder comprar y vender vacunas, entonces ya sabemos lo que se viene: el negocio de las vacunas, debilitando el sistema de salud para que los privados se sigan enriqueciendo, lo de siempre. A eso hay que estar atentos y exigir que sea para todos en el sistema público.
Claro, hay no sé, doble moral, o sea las sorpresas promocionales que nos explotan los países, las farmacias, las farmacéuticas, quizás. Los laboratorios, las clínicas privadas son las beneficiadas a costa de la vida de miles. La forma mental es la que tiene que cambiar, hay de hecho muchas iniciativas que vienen dando esas líneas.
Cortesía de Judith Purizaga Granados Pressenza