Seleccionada nacional desde los 14 años, Iona Rothfeld se ha dedicado por completo la última década a promover, desarrollar y valorar al fútbol femenino, que en estas semanas ha visto cómo sus principales figuras -Christiane Endler, Sofía Hartard, Francisca Lara o Bárbara Santibáñez- comienzan a participar en los principales torneos de Europa. Sin embargo, este -a primera vista- fructífero escenario, no se traslada a la realidad local, donde todavía el medio mira a las futbolistas como «las niñitas que juegan a la pelota».
Rothfeld, de 24 años, encabeza la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), entidad que reúne desde hace un año a las futbolistas del país. Estudiante de derecho de la Universidad de Chile, ex jugadora del club de la Universidad Católica -cuya salida estuvo relacionada a su trabajo gremial-, hoy se encuentra entrenando con el seleccionado de su casa de estudios preparando su arribo a una de las tres universidades estadounidenses que le han ofrecido una beca de estudios para seguir su carrera como futbolista en alguna de esas instituciones. La idea es poder seguir jugando y, de paso, terminar la carrera de Ciencias Políticas.
Entiende que la actividad se encuentra encapsulada en un ambiente masculinizado y que requiere un cambio cultural a largo plazo, el que cree se está dando, a pesar de lo múltiples bloqueos existentes en los medios de comunicación, las dirigencias de los clubes y, por cierto, los mismos hinchas. «Nuestra tarea es que tanto la Federación y los clubes se hagan cargo de sus responsabilidades con el fútbol femenino. Que dejen de vernos como un adorno, que están cumpliendo con una cuota o haciendo caridad», recalca Rothfeld en conversación con El Ciudadano.
En este sentido, cuestiona: «¿Por qué no se nos dan esos espacios? Porque hay una discriminación de género. ¿Por qué lo que nosotras hemos conseguido es menos importante que lo de los hombres?… cuando hemos logrado clasificaciones a mundiales o importantes participación en la Copa Libertadores».
¿Cuánto tiempo llevas participando en la ANJUFF?
Estoy desde el principio. Vamos a cumplir un año, nos constituimos el 25 de julio de 2016.
¿Cómo fue ese proceso de organización?
Fue bastante duro, ha sido harto trabajo. Semanas intensas para contactar a las jugadoras, pero a la vez muy gratificante porque es la consecuencia de una idea que teníamos de hacer algo por nuestro deporte. Recibimos muchas muestras de apoyo para hacerlo, que uno entiende que valió la pena el trabajo. Yo he estado muy metida en el fútbol y siempre he tenido la sensación de que nos pasan a llevar o que las cosas no se hacen como corresponde, bajo el argumento de que “así se hacen las cosas” o, peor, “agradezcan que tienen este espacio”. Este espacio es demasiado necesario, recibimos apoyos para superar los obstáculos y lograr cosas que no pensábamos hace un año.
¿Cómo qué?
Cuando nos organizamos teníamos el objetivo de reunirnos con la Federación Chilena de Fútbol, que antes no nos había considerado, y eso lo conseguimos a finales del año pasado. Nunca antes había pasado eso de poder poner nuestros temas en la mesa y proponer soluciones, nos recibieron bien y de ahí en adelante hemos iniciado un trabajo en conjunto. En el fútbol femenino no hay normativas, solo las bases del campeonato, y creemos que para avanzar es necesario tener normativas. Ya se ha llevado a cabo un plan de desarrollo que está basado en las propuestas que les entregamos y eso es un tremendo paso.
¿Cuál es el mapa del fútbol femenino en Chile?
Está dividido en tres zonas: norte, centro y sur, pero hay clubes que no cumplen las condiciones, tanto para las jugadoras como para el campeonato, que -por ejemplo- jugaron un par de fechas y luego se tuvieron que retirar. Nos hemos dado cuenta que en la competencia hay muchas diferencias a nivel de infraestructura u organización, y nuestra idea es generar un estándar mínimo que permita a las jugadoras cierto nivel de desarrollo. Hoy esta actividad no es profesional, pero se encuentra al alero de clubes que sí son profesionales.
Pero donde las diferencias deben ser enormes respecto al caso de los hombres…
Son enormes, hay casos donde algunos clubes tratan las ramas de fútbol femenino como verdaderas escuelas, donde las jugadoras deben pagar por participar o hay clubes que sólo prestan el nombre y las jugadoras deben ocuparse de todo lo administrativo. Entonces queda solo hacer bingos o tallarinatas para financiar el proyecto y poder pagarle a un profe, lo que es una solución parche y un desgaste que no debiéramos hacer nosotras. Nuestra tarea es que tanto la Federación como los clubes se hagan cargo de sus responsabilidades con el fútbol femenino. Que dejen de vernos como un adorno, que están cumpliendo con una cuota o haciendo caridad.
“Las niñitas que tratan de jugar fútbol”
Ahora, ese es un tema, porque en términos de resultados, en el suma y resta, es bastante mejor (considerando Copas Libertadores por clubes o Sudamericanos por selección)
Sí, y eso eleva el valor a la participación femenina. Tú no encuentras a mujeres que jueguen por la plata o por desarrollo profesional, son muy pocas. Las que están en el fútbol femenino es porque aman la pelota y a su club. Ahora recién los clubes y la Federación comienzan a hacerse cargo y comienzan a asegurarse de que tanto los clubes o franquicias entreguen las condiciones mínimas para el buen desarrollo del trabajo.
¿Crees que los dirigentes discriminan al fútbol femenino y que finalmente sólo hacen “caridad”?
Por años ha habido reparos y se ha pensado erróneamente que es sólo una actividad destinada para hombres; y no solamente en la cancha, también en los medios, en las hinchadas, en los espacios de discusión no se les ha permitido a las mujeres entrar, a pesar que hay más de 20 años de trayectoria. ¿Por qué no se nos dan esos espacios? Porque hay una discriminación de género. ¿Por qué lo que nosotras hemos conseguido es menos importante que lo de los hombres?, cuando hemos logrado clasificaciones a mundiales o importantes participación en la Copa Libertadores; que se nos invisibilice es responsabilidad de todos los que están en torno al fútbol.
¿Se sienten obviadas o dejadas de lado?
Nosotras nos sentimos parte, pero eso es diferente a la percepción social. Yo me siento futbolista porque mi vida ha girado en torno a esto, pero son pocas las veces en las que nos han valorado como futbolistas, sino que nos han tratado como “las niñitas que tratan de jugar fútbol” o que “también juegan”… así como accesoriamente.
¿Qué tiene que pasar entonces?
Hay un tema cultural aquí, hay dejos machistas que existen; por mucho que se quiera negar, están. Que no ganemos lo mismo que los hombres por hacer un mismo trabajo es un ejemplo, más en espacios tan masculinizados como el fútbol, o que sean pensados para que las mujeres no participen, porque se nos deja como si fuéramos un «fenómeno» o algo “extraordinario”. Cuando hay una jugadora muy buena, en la cancha dicen que “juega como hombre” y les digo: no, ella juega como mujer. Eso me revienta, las palabras generan un montón de realidades. Cuando juego con hombres me han dicho “el fútbol es sin llorar”, porque llorar es de mujeres, llorar es de débiles y el fútbol es de hombres. Estos son prejuicios que vamos reproduciendo y esto se cambia con educación que pone fin a estereotipos medievales de actividades para mujeres y hombres.