«Hoy, en Chile hay un panorama muy disgregado que no sabes cómo amarrar, todo es una cosa muy volátil, blanda, no hay dónde apretar. No hay estructura, se ha reindividualizado muchísimo, por lo tanto se dispara para todos lados y no se crean organismos perdurables que tengan fuerza para poder cohesionar, definir y proyectar cosas.”
José Balmes es uno de los pintores más renombrados de Chile. Ha sido reconocido con el Premio Nacional de Arte 1996 y dirigió el museo que lleva el nombre de Salvador Allende, de quien fuera su amigo entrañable, hasta que fue destituido para poner en su lugar a Ernesto Ottone, ex director de Matucana 100.
El pintor se animó a conversar con El Ciudadano en su casa, con una ambilidad y espontaneidad de niño, de abuelo y de artista. Aquí compartimos algunas de sus verdades y denuncias respecto del arte, la política, los mapuche y el medio ambiente:
-¿Qué piensa de la política actual en Chile?
-Yo no sé de qué política estamos hablando, con esa especie de payasito del señor Piñera (risas) no, esto es un chiste ya. Además, él está muy enojado porque se dio cuenta que todos los pericos que él mismo ha nombrado están listos para ser candidatos más adelante. Entonces, está desesperado. No, ya se acabó la política, el señor Piñera está más bien dedicado a la aviación.
-¿Y ustedes se conocen con el Presidente?
-Mira, fíjate que te voy a contar una anécdota breve que vivimos una vez con Gracia –Barros, su esposa, también pintora- en Valdivia. Íbamos llegando a una dulcería muy importante, y en eso que vamos entrando, sale Piñera. Era candidato en ese momento… y entonces qué es lo que hace: ¡Queridos amigos cómo están? Yo no lo había visto nunca, fíjate, increíble.
-¿A qué se debe su salida como director del Museo Salvador Allende, según su opinión?
-¿Tú sabes quién es el “Guatón Correa? Ya, mira, yo le decía el arreglador de conflictos. Este Guatón Correa, después de haber dado yo mis declaraciones, incluso al diario La Segunda, desmintió mi versión. Llegó hasta mi casa, lo hice pasar, y me dijo: “vengo a pedir tu renuncia”, ¿en serio? –dije yo, creía que era un chiste-. Y después lo desmintió, tal cual. Este gallo vive así pues, junto con todos los maracos que hay en este país.
-¿Y Ernesto Ottone?
-Bueno, claro, el señor Ottone dirigía a todos en Matucana 100, sacó a Andrés Pérez de su cargo como a mí, de alguna forma, del Museo Salvador Allende. Nunca hizo grandes cosas. Siempre reclamando porque decía que no se podía funcionar en los museos sin plata. Pero qué cosa más curiosa, todos sabíamos que había que funcionar precisamente sin plata.
-¿Qué figura es para usted Ernesto Ottone?
-Una figura bastante poca cosa. Es una cuestión de ambición política, no me preocupa. Para mi Salvador Allende sigue siendo el hombre de Estado de este país, un hombre maravilloso, valiente, con el que tuve una relación de amistad prácticamente hasta el día anterior del atentado a La Moneda.
-¿Cuál es su visión del Ministro de Cultura, que sea un reconocido actor de la televisión y la farándula?
-La verdad es que… ¿Cómo se llama? -me pregunta. Le digo: Cruz Cocke– …Cruz Cocke, Cruz Cocke, la verdad, hablando bien claro, no tengo de él ninguna referencia. Ahora, qué hizo antes él… No tengo idea, esa es la verdad, la absoluta verdad.
-¿Pero ha visto algún cambio en el escenario cultural de nuestro país estos últimos meses?
-¡Ay! Mira, sabes lo que pasa… yo soy muy amigo de un personaje que trabaja con él, y por razones que nunca entendí, siendo él un hombre sumamente inteligente, puede concebir esta postura de Justo Pastor Mellado; habiendo hecho en sus tiempos hasta unos diarios con enormes serigrafías de los artistas de la época de Allende, extraordinario… pero lo que le pasaba a él y le sigue pasando, es que es un hombre que no sabe cómo ganarse la vida.
-¿Y Milán Ivelic?
-No. Milán siempre fue un hombre bastante correcto, bastante serio en esta historia. Me dijo una vez: “Que me echen del museo, pero yo no renuncio”. El gobierno de Piñera no se atrevió a sacarlo. Próximamente con Gracia (en la fotografía) vamos a exponer en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
-¿Y qué otros espacios de exposición le interesan?
-¿Tú sabes como le llaman a Francisco Brugnoli, director del MAC (Museo de Arte Contemporáneo)? “El Yoya”.
-¿Por qué?
-Porque alguien le plantea algo y dice: “Yo ya lo sé” (risas). Nació siútico. Brugnoli antes fue del Opus Dei. Así son las personas en este país.
-¿Qué pasa con los artistas de los ’90 en Chile?
-Lo que pasa es que habían muchos artistas jóvenes que tenían gran capacidad, y de repente, no se por qué, se volvieron locos con hacer clases. En distintas universidades… y fíjate que no siendo contradictorio con el hacer diario, se convirtieron en profesores y desaparecieron.
-¿Considera usted que hay espacios para el arte que debieran ser protegidos por el Estado?
-Pero evidente, absolutamente. ¿Te has fijado en la cosa de las galerías? Es increíble. Imagínate que Francisco Javier Court -director Centro Cultural de Las Condes– en la época de la dictadura sacó varias obras del Museo de la Solidaridad y les puso una etiqueta del Centro Cultural Las Condes ¿Me entiendes, qué protección hubo en eso? Es el fresco más grande de la vida. En el Museo Salvador Allende, todavía tenemos puestas las etiquetas, nunca se las sacamos (risas) para conservar el chiste.
-¿Y hay escena artística local hoy?
-Yo creo que… ¿Sabes lo que pasa?, como que se ha perdido un poco el centro, cierta autoridad, o gente realmente comprometida que se agrupe, que se acerquen. En otra época, pese a todo, existió, qué se yo, unos contra otros, ¡Y podía ser!, pero al menos existía. Hoy me da la impresión que no hay ninguna relación con el Estado ni organismos directamente; se ve la escena bastante desierta.
-¿Será porque se habla mucho de arte institucional, académico -museos y galerías? ¿Cree usted en el arte que está en las calles, en el arte público?
-Ah no, hasta se me olvidó en donde trabajamos tantas veces, y con tanta gente. Me acuerdo de haber estado discutiendo ese tipo de ideas una vez, y yo dije: ¡Qué discusión más tonta!, que no era lo esencial, sino que la idea era hablar de la creación, de cómo se podía ayudar políticamente y de todas las formas y en todas las partes.
-¿Y hoy existe un debate sobre territorio?
-Sí claro. Tú ves, yo soy muy amigo del rector de la Universidad de Chile, y yo mismo le digo que no se nota la presencia de la Universidad en esta vocación, o evidencia de participación, de estar presentes en las actividades de reacciones artísticas, llámese teatro, cine, artes visuales. Eso es algo que prácticamente ha desparecido.
-Usted como artista y con clara postura política, ¿Ve alguna salida digna al conflicto chileno-mapuche?
-El conflicto mapuche, yo creo que va a tener que seguir siendo un conflicto mapuche, porque es su territorio originario absolutamente. Yo estoy de acuerdo con toda actividad en que uno pueda participar, apoyando a la nación, que en su 100% es el pueblo originario de Chile. El maltrato, la humillación, el desconocimiento, por favor, los mismo alemanes que llegaron al sur, que eran todos nazis, ya nazis de nacimiento, como la señora Ena Von Baer -actual ministra secretaria general de Gobierno del presidente Sebastián Piñera– eran antiguos alemanes que de alguna manera colonizaron el sur de Chile, y allí quedaron instalados. Esa gente fueron siempre nazis, todo el mundo lo sabe. Entonces dime tú, cómo no vamos a apoyar al máximo la reivindicación del pueblo mapuche, es un problema permanente porque corresponde.
-¿Y cuál es el rol del arte en ese sentido?
-Apoyar. A través de la imagen, de la pintura, de acuerdos, justamente mostrando esta pertinencia que es espacio de ellos. Apoyar su simpatía total y su adhesión, hay que hacer todo lo necesario para que este pueblo sea reconocido como el pueblo originario de Chile.
-Para ir cerrando ¿alguna otra anécdota que agregar?
-Mira, una vez me encontré con uno de estos personajes locos de América Latina, el embajador de Honduras. “Oiga señor Balmes –me dijo- ¿Usted no le pintaría un No a la Sedición a la embajada de Honduras?”. Este tipo está enfermo dije yo. En buenas cuentas, al poco tiempo me hacen llamar, y me asilan en la propia casa del embajador frente a los milicos (risas): “Así va a estar tranquilo para poder pintarme el cuadro”, me dice.
-¿Y fue?
-Claro, fui. Incluso querían que Gracia fuera también, como si se tratara de una reunión social (risas). Nos quedamos poco tiempo.
-Un último tema. Respecto de casos medioambientales en Chile ¿Qué es lo que opina usted al respecto?
-Opino que nunca hay información verídica, es información absolutamente manipulada a través de los medios, sobre todo por El Mercurio. Este es el único país del mundo que cuando se dice “el diario”, nunca se puede preguntar “¿Cuál diario?” porque se supone que inmediatamente es El Mercurio.
Estamos casi en el medioevo con respecto a una imagen contemporánea de la gran información, de la libertad, del conocimiento que todas las clases sociales deben tener para poder discutir de la realidad propia. Aquí todo está tapado, manipulado y dirigido por los grandes consorcios, con lo cual, la voz de la gente tiene muy poca importancia.
Por Pía Sommer Catalán
Fotografías: Ismael Muñoz
Cultivos Chilenos, febrero 2011
El Ciudadano Nº96