En pleno siglo XXI, el Islam y el mundo musulmán todavía son mostrados con categorías que oscilan desde los exótico hasta los demencial, esto último teniendo en cuenta el surgimiento de organizaciones terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI), las cuales justifican sus acciones en una lectura particular del Corán, el libro sagrado de la religión con más adeptos en el mundo.
Argentina y musulmana, con abuelos sirios, Falcón señaló en esta entrevista con Marcha que “si miramos de lejos se dice que musulmán es igual a violencia, terrorismo y peligro. Pero cuando nos empezamos a acercar y ver cada figura y se comienza a distinguir cómo está compuesto el Islam, te das cuenta que la variable que se ve como determinante, la violencia, es la que menos explica lo que está ocurriendo, o sea el cuadro completo”.
Para Falcón, la “variable religiosa” no explica lo que hoy sucede en el mundo islámico, sobre todo los conflictos en Medio Oriente. “Ahí empiezan a jugar muchas cuestiones que no tienen que ver con la religión y que sí tienen que ver con la política, con la geopolítica más que nada, con cómo se distribuye el poder y los recursos en el mundo, con las luchas por territorios, con Estados Unidos sobre todo y con el Medio Oriente orientalizado”.
Justificar el terror
La aparición del EI desencadenó una profunda crisis política en Medio Oriente. Una organización terrorista, que se reivindica islámica, pero que, según muchos miembros de esa comunidad, malinterpreta el Corán y la Sunnah (la tradición del Profeta, Mahoma), o directamente tergiversan el libro sagrado.
“¿Por qué estas personas citan cosas que tienen que ver con el Corán, con la religión y justifican, en teoría, actos de esta índole?”, se pregunta Falcón. Y presenta una respuesta: “Hay que hacer otro tipo de análisis, que es más específico y, si querés, hasta teológico de ver qué está diciendo esa persona. Hay una tendencia dentro del propio Islam que tiene que ver con tomar la literalidad del Corán o a la tradición del Profeta y querer volver a un pasado idealizado, que está estático y que no tiene posibilidad de renovación. Y en nombre de ese pasado armar una cuestión ideológica y tomar al Islam como una ideología, no como una religión a ser vivida como musulmán. Sino que en su nombre sacar de contexto o hacer lo que quiero con lo que a mí me parece que dice el Corán o con lo que hizo el Profeta. ¿Eso es el Islam generalizado? No. Eso es un 0,01 por ciento de los musulmanes, pero no es el Islam en general”.
Al referirse al Corán y sus interpretaciones, Falcón analiza que al ser un libro sagrada también es complejo. “Pero no sólo el Corán, si vemos la Torá o cualquier libro sagrado, por un lado tiene algunos capítulos que son claros, pero también hay otros que tienden al simbolismo o a cosas que no se pueden deducir rápidamente”, señala. Falcón resume que “el Corán es más parecido a lo que Umberto Eco llama ‘la obra abierta’, porque está todo el tiempo interpelando al lector. Si no soy alguien versado en las ciencias coránicas, o en el estudio minucioso no sólo del Corán, sino de la vida del Profeta, que van unidas, no puedo sacar cosas de contexto. Entonces también lo haría con la Torá, porque si hay versículos que hablan en defensa de la guerra o que hablan de la gente que hace mal en el mundo, que lo va corrompiendo, que va en contra de la naturaleza, del buen curso de lo que dios creó. Si eso lo encuentro en el Corán, también lo encuentro en la Biblia y en la Torá. No hay algo específicamente que diga el Corán que no lo dicen en los otros libros sagrados. El tema es que hacemos con lo que leemos, ese es el punto. Hay que saber en qué contexto se dicen las cosas en el Corán, qué hizo el Profeta con eso que dice en el Corán”.
Guerra fría y después
Caída la Unión Soviética y finalizada la guerra fría entre el campo socialista y Estados Unidos, desde los centros de poder de Washington buscaron nuevos enemigos con quienes confrontar. El Islam fue el objetivo principal y los atentados a las Torres Gemelas en 2001 supuestamente cometidos por Al Qaeda fueron el punto de partida para una nueva guerra global.
Falcón indica que con la guerra fría “había un enemigo ruso fijo en un lugar, pero lo que estamos viendo ahora es que ese enemigo es un colectivo entero que no tiene un territorio.
¿Quién es musulmán? Posiblemente tu vecino, o alguien que esté en Arabia, o la persona que te atiende en el supermercado. Ese enemigo ya no tiene un territorio y puede estar en cualquier lado. Cuando veo esto me acuerdo un poco de lo que hablaba Foucault sobre el tema del panóptico, de querer controlar todo. Si el posible enemigo es alguien que es muy cercano hay que prevenirse de eso y hay que crear un estado de alerta mundial. Este discurso justifica un montón de otras cosas que tienen que ver con la guerra por los recursos, que hoy es el petróleo y mañana puede ser el agua, y nos puede tocar a nosotros también. Tiene que haber una justificación discursiva para invadir. ¿Acaso Bush cuando invadió Irak no decía que ese país tenía armas de destrucción masiva y finalmente reconoció que no se encontró ninguna? El hecho de invadir ya estaba justificado discursiva e ideológicamente. ¿Tenía que ver el hecho fáctico de si había armas o no? No, porque ya se estaba más allá de lo que realmente era el objetivo. Esta demonización del Islam sirve discursivamente para justificar guerras y luchas por recursos”.
La mujer
Un tema repetido y que ha generado confusiones de todo tipo es el rol de la mujer dentro del Islam, sobre todo en países que rige la Sharia (ley islámica). En muchos casos el tema se reduce a la obligación de que las mujeres utilicen el velo, pero también es real que en algunas naciones la represión es constante.
Para Falcón “es un tema vigente, porque vemos en los medios y por lo que pasa en países bajo legislación islámica. A su vez es un mito creado sobre que todas las mujeres musulmanas son pobres chicas que sus maridos les pegan entonces se tienen que tapar. Hay mucho desconocimiento e ignorancia sobre lo que dice el Corán sobre la mujer, sobre lo que hacia el Profeta con su mujer”.
El Corán, detalla Falcón, “no está contra los derechos de la mujer, sino que es el primer texto sagrado que en una época donde la mujer era considerada como una no persona (siglo VII después de Cristo), le da estatus y sus derechos, hasta el de divorciarse y de heredar. Eso es todo de lo que hoy Occidente se jacta tener desde el siglo XVIII. Si se toma en contexto lo que hizo el Corán y la tradición del Profeta fue una revolución feminista”.
Al mismo tiempo, Falcón explica que debido a las acciones políticas de gobiernos de naciones con mayoría musulmana a la mujer se la relega del espacio público “con la excusa de que hay que protegerla, entonces no trabaja y en algunos países no puede manejar”.
“Con el mismo discurso de querer preservar a la mujer porque es algo tan amado por la religión –remarca-, la sacan de los espacios de poder, en términos de decisión. Correr a la mujer de los espacios educacional y laboral implica un control del cuerpo de la mujer. Eso se justifica a través de la supuesta pureza, de cuestiones que no tienen que ver con el texto coránico. Si vamos a qué hacían en la época del Profeta, muchas mujeres hasta iban a la guerra, eran las que más opinaban y las que enseñaban el Corán, las mujeres hacían las preguntas más difíciles al Profeta, hasta sobre el comportamiento sexual dentro de una pareja o un matrimonio. Eso pasaba en una época que, no sólo en Arabia sino en todo el mundo, la mujer estaba relegada. Hasta el siglo XIII en el Medioevo se estaba discutiendo qué tipo de alma tenía la mujer. Se estaba discutiendo si la mujer tenía alma o no, cuando en el siglo VII el Corán y el Profeta establecen que la mujer tiene derecho a divorciarse, a opinar, a tener una vida digna, a heredar y a un montón de cosas que en Occidente se hicieron muchísimos siglos después”.
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