¿En qué contexto realizas la investigación sobre el Lautaro?
Hubo dos razones de hacer este libro. La primera es que tengo una relación personal con esta historia. Mis padres fueron protagonista de ella y pude conocer desde pequeño quienes aparecen en este libro. Por ende, este comenzó a escribirse en mi memoria. Lo otro es un interés profesional, como historiador. La investigación propiamente tal nace el 2004 cuando estaba estudiando Historia en la Universidad ARCIS. Realicé ese año y el siguiente varias entrevistas, pero la tesina llegó hasta 1985. Es decir, que hice los orígenes de dicha organización y su relación con las protestas nacionales en contra la dictadura. Con el tiempo, continúe realizando entrevistas, revisando prensa y extendiendo la investigación. En total fueron más de 70 entrevistas. Pude hacer más, pero era bueno detenerse, sobre todo por el tiempo. Por eso aproveché el ofrecimiento de la Editorial Escaparate, con la colección América, un libro de bolsillo. Un texto más extenso quedó pendiente.
¿Es la historia del MAPU-Lautaro o algún capítulo particular?
El libro es un pequeño resumen de la historia de la organización. Para nada pretende ser una historia total. Principalmente relata sus orígenes, como muchos de sus fundadores venían del MAPU, que vivieron la fiesta y el drama de la Unidad Popular y el golpe de Estado. Después tiene capítulos sobre la dictadura, su radicalización a partir de 1988 y su opción por la lucha armada después del retorno de la democracia “cartucha” de la Concertación, como el MAPU-Lautaro la llamó. Por último relata la prisión política de los años noventa y cómo surge la posibilidad de la salida de 2004, donde el Lautaro decide no continuar la opción armada.
¿Por qué interesa la historia del Mapu-Lautaro? ¿Qué elementos aporta para el debate actual?
Creo que el accionar del MAPU Lautaro debe estar enmarcado en las formas de hacer política que ha desarrollado nuestro pueblo en su historia, en el protagonismo popular, en como los pobres recurren a la violencia para ejercer sus derechos. En ese sentido, el Lautaro es resultado del protagonismo juvenil y popular de los años sesenta a los noventa. No los veo como una organización que nace aislada de las poblaciones o las organizaciones de base. Las recuperaciones, su lenguaje, sus símbolos, estuvieron relacionados con la cultura popular que existió en nuestro pueblo. Es la opción de hacer política desde los territorios, fuera de la institucionalidad, con la incorporación de necesidades subjetivas, resaltando
En breve ¿Cuál es la concepción que desarrolla este colectivo sobre la violencia política?
El Lautaro no nació como una organización armada, sino asaltando tiendas de zapatos, con palos y cadenas. La violencia la plantearon como un instrumento para lograr realizar su política en un país que estaba en dictadura. En los años noventa, radicalizaron su política armada, realizando ataques a comisarias y saquearon grandes tiendas comerciales, para repartir los productos en algunas poblaciones. El problema está cuando no se puede hacer política sin armas, cuando la forma de hacer política “es sólo armada”. Por la represión toda la militancia pasó a la clandestinidad y desde 1992 no se hicieron más acciones de repartición de productos porque se tenía que asaltar bancos para mantener a la organización. Pero en el 2004, con más de diez años presos, acordaron con el gobierno de Lagos obtener beneficios carcelarios dejando la lucha armada. La mayoría de los presos políticos han cumplido con ello.
{destacado-1} ¿Por qué el Estado se jacta de haber desarticulado, con cuestionables procedimientos, a este grupo político? (Pensando en la Oficina y en Schilling)
Los gobiernos de Aylwin y Frei lograron desarticular al MAPU-Lautaro, principalmente con Investigaciones y la Oficina. Falta una historia sobre la lucha antisubversiva. Hasta el día de hoy personajes como el honorable diputado Shilling niega que se utilizó la tortura en las detenciones de militantes del Lautaro, pero Investigaciones y Carabineros continúo con su forma de hacer “Inteligencia” como en dictadura. Quizás en menor caso, pero siguieron ejerciendo los malos tratos. La concertación lo negó públicamente, pero tengo la certeza de que estaba atada de manos: Carabineros no le hacía caso E investigaciones tenía una práctica de “tortura” muy antaña. Finalmente pesó la necesidad de desarticular a las organizaciones armada, más que los derechos humanos de los detenidos.
Así como hay grupos neo-miristas, ¿Es posible hablar de una herencia lautarista en los colectivos actuales?
Existe una herencia. Aunque el MAPU- Lautaro fue una organización pequeña y faltó tiempo para lograr una cultura política propiamente tal. Creo que dejó huellas, diversas, humildes, pero finalmente existe una herencia en colectivos y en la memoria social. La prensa logró crear mitos, descalificar al Lautaro, los llamaron “locos” y hasta el día de hoy los catalogan como “terroristas”. Pero a la vez existe un interés en jóvenes y organización populares de saber qué fue el MAPU- Lautaro. Este libro sería parte de eso.