Las mismas noticias y los mismos enfoques: El periodismo cortesano de la prensa chilena

Noticias con música dramática de fondo, la aparición de expertos como si fueran un oráculo, similares noticias con similares enfoques en todos los canales de televisión, o el protagonismo de los mismos periodistas o rostros en los hechos noticiosos son fenómenos que analiza el investigador en comunicación, Eduardo Santa Cruz. En su reciente libro ‘Un periodismo cortesano. Prensa y sociedad en el Chile del siglo XXI’, comenta que hoy los medios nos ponen un verosímil, que más que una verdad objetiva se ajusta a repetir lo acostumbrado.

Las mismas noticias y los mismos enfoques: El periodismo cortesano de la prensa chilena

Autor: Mauricio Becerra

“Hay un modelo de sociedad colocado como el único posible”- comenta Eduardo Santa Cruz, quien acaba de publicar ‘Un periodismo cortesano. Prensa y sociedad en el Chile del siglo XXI’ (LOM Ediciones). Nos cuenta que como asiduo seguidor de programas de fútbol ha seguido la pista de los llamados a votar por tal o cual jugador tras un partido, y que pese al resultado del público, siempre la selección final correrá por los comentaristas. Así mismo pasa con los enfoques en noticias de política, economía o internacional.

“Los grandes consorcios mediáticos ejercen como voceros del poder y, al mismo tiempo, persiguen salvaguardar el orden social como valor supremo”- destaca quien se formó como periodista en la Pontificia Universidad Católica de Chile, es además licenciado en Ciencias Sociales en el Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales (ILES) y con un postgrado en Comunicación Social en el Centro Internacional de Estudios Superiores en Comunicación para América Latina (CIESPAL) de Ecuador.

Y no es el primer libro dedicado al periodismo de Eduardo Santa Cruz. De hecho, la reciente publicación se puede ver como la continuación de la saga dedicada a dar luces sobre el devenir de la profesión y los medios en Chile. Su primera obra fue dedicada a los albores del periodismo, ‘La prensa chilena en el siglo XIX. Patricios, letrados, burgueses y plebeyos’ (2014). Le siguió una sistematización de los modelos periodísticos aplicados desde los primeros medios modernos del siglo anterior hasta la dictadura en ‘Prensa y sociedad en Chile, siglo XX’ (2014) y, posteriormente, volvió a retomar el periodo decimonónico con el libro ‘La república de papel. Prensa y sociedad en Chile, 1812-1840’ (2021).

En la actualidad ejerce como profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, desplegando sus investigaciones en las relaciones entre la industria cultural, la cultura popular y de masas, así como estudios sobre ficción audiovisual. El Ciudadano conversó con Santa Cruz para tener un panorama sobre los medios chilenos desde la óptica de un formador de periodistas.

Por Mauricio Becerra

¿Qué quieres definir como periodismo cortesano?

– El periodismo chileno ha transitado por distintos momentos que lo han caracterizado de distintas formas. Y en el último tiempo, de los noventa para adelante en el contexto de la post-dictadura el periodismo se ha convertido en una suerte de corte. Me refiero a los grandes consorcios mediáticos, que ejercen como voceros del poder y, al mismo tiempo, persiguen salvaguardar el orden social como valor supremo. Del mismo modo, se erigen como autoridad moral que vigila la conducta individual y colectiva. Esto se expresa en mayor medida en el periodismo audiovisual, de hecho, los rostros de televisión además de frecuentar circuitos en torno del poder, obtienen rendimientos económicos sustanciosos.

Estas aplicando la noción desarrollada por Norbert Elías para definir la sociedad cortesana ¿qué te hizo sentido de dicha idea para comprender el periodismo chileno actual?

– La idea de cortesano surge en el absolutismo monárquico. Es la corte de Versalles de Luis XIV, el del Estado soy yo, que acabó por constituir a la corte como un actor político. Se le ocurrió meter a toda la nobleza, meter los barones en torno del y hacerlos vivir en función de esa relación. Ahí empezó eso de si el rey me miró, si no me miró, paso por el lado mio y no me saludó, entonces caí en desgracia. Todos esos símbolos pasaron a ser expresión de la voluntad del soberano. Se trata de una determinada estructura de relaciones sociales y de conformación del poder político. Todo debía pasar por el filtro de la corte antes de llegar al rey. Las relaciones eran así a partir de jerarquías más o menos estrictas y con una etiqueta muy precisa. De esta forma, el que no se comportaba de acuerdo a su rango perdía el respeto de su círculo social. Tomando este concepto trato de decir que el periodismo chileno en su tendencia más gruesa, más importante, tiende a ser un periodismo que orbita, se circunscribe alrededor del poder, sea económico o político. Dejó de tener la pretensión de ser la voz de los sin voz, la voz de los de abajo, como hace algunas décadas se autodefinía. Ahora se mira desde otro lugar el acontecer.

¿Donde observas dichas dinámicas?

– Eso se expresa hoy de la manera más concreta en las rutinas cotidianas de los periodistas. Antes sí, debo clarificar que no me refiero a todos los periodistas. Mi impresión del campo periodístico es como una pirámide, en la que hay algunos que están en la cúspide, en cercanía con el poder. Encuentras allí consorcios mediáticos nacionales o extranjeros y de ahí para abajo viene por capas, de periodistas jóvenes que tienen sus medios locales, regionales, que tratan de sobrevivir. Quiero referirme a aquellos que controlan la cúpula. Son parte de la elite del poder. Quiero decir que el periodismo del siglo XX tenía otras formas, hoy es un periodismo que se sitúa siempre en el poder.

¿Destacas alguna cobertura noticiosa en particular en donde se puede detectar dicha formulación?

– Hay varios casos, pero creo que en la cobertura de noticias sindicales se aparece muy bien delineado: hay una huelga en el Registro Civil y el enfoque es que la huelga le hace mal a la gente. Es cierto que provoca un malestar en los usuarios, pero sobre todo, el periodismo televisivo no da gran espacio al dirigente del sindicato, no hace una nota sobre la demanda de los trabajadores. Nos presenta la figura del usuario indignado. La culpa así apunta, sin decirlo, a los trabajadores. Hace poco tiempo una huelga en Walmart que tenía a lo largo del país a 7 mil y más trabajadores paralizados y con 17 supermercados Líder cerrados. En ningún noticiario televisivo hubo una noticia sobre eso.

Hasta hace unos años se supo que como política editorial, diseñada al comienzo de la post-dictadura por René Cortazar, el canal público (TVN) no cubría huelgas sindicales.

– El periodismo se coloca en un lugar, es un periodismo posicionado. La pregunta es dónde me ubico. Hablo desde abajo, como El Clarín y eslogan Firme frente al pueblo. Al menos discursivamente ese diario decía yo hablo desde aquí, este es mi lugar de enunciación, desde acá miro la sociedad. Hoy el periodismo hegemónico sin decirlo, vestido de objetividad, está situado al lado del poder, como una corte al lado del poder. Frente a cualquier fenómeno, las primeras fuentes a entrevistar son los ministros, las autoridades, las policías.

ENAJENACIÓN PROFESIONAL Y PERIODISMO DE VEROSÍMILES

Emprender una analítica de las formas de hacer periodismo en Chile ha sido una de las tareas de Eduardo Santa Cruz. Ha investigado así los diferentes modelos periodísticos aparecidos en Chile, desde la militante Aurora de Chile, pasando por la prensa obrera de principios del siglo XX y, más recientemente, revisando las actuales narrativas y formatos periodísticos de la era digital.

Ya antes, en 1988, Santa Cruz publicó ‘Análisis histórico del periodismo chileno’; luego en coautoría con el también catedrático Carlos Ossandón, ‘Entre las alas y el plomo. La gestación de la prensa moderna en Chile’ (2001) y ‘El estallido de las formas. Chile en los albores de la cultura de masas’ (2005). También junto a Luis Eduardo Santa Cruz publicó ‘Las escuelas de la identidad. La cultura y el deporte en el Chile desarrollista’ (2005).

En su reciente publicación, Santa Cruz también plantea que los más afamados periodistas al transitar en espacios cortesanos de poder, acaban enajenándose respecto del rol que cumplen en tanto profesionales de la información de una sociedad.

En ‘Un periodismo cortesano’ también menciones una enajenación de la realidad por parte de los periodistas.

– Es en forma parecida a lo que pasa con la elite política nacional. Enajenación en el sentido estricto de la palabra es estar fuera de mi lugar, en el lugar que no me corresponde y no tener plena conciencia de eso. Los periodistas están fuera de un espacio social y se colocan en un espacio ilusorio de que son parte del poder, de la corte. Eso obedece a razones muy prácticas: donde viven, donde se divierte, con quién conversan, con quienes se juntan durante el día. La idea de enajenación es que los periodistas comienzan a vivir en un espacio de realidad que no tiene nada que ver con la mayoría de la población. Otra pregunta pertinente es cómo se informan quienes asumen el deber de informarnos, y en realidad, son informados por otros informadores. Y en esto, uno de los rasgos más evidentes de la gran prensa chilena es que han configurado el espacio público como la difusión circular en gran escala de informaciones autorreferidas, especialmente aquellas conectadas con las fuentes provenientes del sistema político institucional.

Comentas que el texto periodístico, sea en medios escritos o en televisión, no es una construcción verdadera de los hechos, sino una interpretación verosímil respecto de su significado ¿podrías explicarnos este punto?

– Es un periodismo de verosímiles, hace rato perdió la pretensión que tenía en el siglo XX de construir una verdad socialmente aceptada. Los medios hasta la segunda mitad del siglo pasado, asumían que hablaban desde una posición política o social. Entonces chocaban esas verdades y eso se llamaba lucha ideológica. Era un choque entre las visiones de país que pugnaban por ser aceptadas socialmente y, luego de esa controversia, se definía el sentido de los hechos. Eso se perdió hace mucho rato y lo que hay hoy en día es una lucha de verosímiles. El verosímil no es una copia de lo real en la noticia, sino repetir lo acostumbrado, lo habitual. Ni siquiera tiene que parecerse a lo real, sino a lo que ha sido ya determinado como tal por los mismos medios. El periodismo es construir verosímiles, pero hay una diferencia con el siglo anterior: hay lucha de verosímiles en la prensa chilena, salvo en el mercado, en donde los hay en tanto mercancía. Antes la pelea era por el reconocimiento de mi verdad, imponer mi verdad, ganar al contendor ideológico. Eso desapareció porque no hay modelo de sociedad en pugna. Hay un modelo de sociedad colocado como el único posible. Esto conlleva a una gran uniformidad que es una cosa notoria en el periodismo actual. Ves una noticia, un portonazo y ver los otros medios y todos tienen lo mismo, similar enfoque, las mismas imágenes. Todo igual. Así acaba siendo un periodismo muy pobre.

Destacas, al mismo tiempo, que hoy prima la concepción de los medios de comunicación como modelos de negocio ¿qué implicancias ves en ellos?

– El asunto es que el criterio económico pasa a ser el principal y subordina a todos los otros criterios, como concebir el periodismo como una causa. Por ejemplo, la revista Estadio se concibió en su fundación como al servicio de la causa del deporte chileno. Hoy se asumiría dicha publicación para llenar un nicho de mercado. El criterio de funcionamiento del campo mediático ya no es político, ideológico, sino que se supone debido a un criterio mercantil.

LA MISERIA DEL PERIODISMO INTERNACIONAL

También en el libro pasas revista al periodismo internacional en Chile. Una noticia tal vez ilustre la crítica y su relación con lo que decías respecto de los rostros televisivos. Tras el sorpresivo golpe estado que sacó a Pedro Castillo de la presidencia en Perú, en diciembre de 2022, en vez de explicar lo acontecido, titulaban: “Daniel Matamala y crisis en Perú: “Es peor no tener políticos presos por corrupción»”

– Esto pasa a cada rato. El periodismo internacional es un escándalo en este país, todos los que opinan no saben casi nada. Un caso patético fue la invasión rusa a Ucrania de febrero de 2022, cuando varios rostros fueron para allá y tu los veías y no sabían qué hacer y qué comentar. Entonces se colocaron en la frontera y empezaron a hacer el infodrama: empezar a buscar víctimas, refugiados de guerra, mujeres huyendo de la guerra. Eso es lo que pudieron decir. No colocaron la notician en contexto, el significado el Euromaidan ocurrido años antes, qué intereses se estaban jugando allí, un análisis de política internacional. A los pocos días, como no tenían nada que aportar a las imágenes proporcionadas por las agencias, se tuvieron que venir. Para qué decir de oriente medio en la actualidad.

Casi todos los medios chilenos copian y pegan cables de la agencia EFE, la BBC o la Deutsche Welle.

– No es casual que todos los canales de televisión en noticias internacionales tienen las mismas imágenes porque hay una fuente que se las vende. Ni siquiera se dan el trabajo de construir la interpretación porque repiten como loros lo mismo. El periodismo se ha empobrecido mucho: se recurre a 3 ó 4 fuentes y con eso basta y sobra. Y todos repiten lo mismo, y comienzan las frases hechas. El mismo caso de Venezuela: al tiro sanjan a favor o en contra de la dictadura. No se puede decir yo no estoy a favor de nada y quiero primero entender, que entendamos lo que pasa. A partir de ahí podemos enjuiciar, pero por lo menos partamos de una base de comprensión. Alguien de todos los que opinan parece que no conocen lo que fue el Caracazo de los 90, conocen la emergencia de Hugo Chávez, el sistema bipartidista que estaba durante décadas gobernando.

LA NOTICIA COMO DRAMA MUSICALIZADO

Una cosa que resaltas es la construcción de la actual noticia dada por los noticiarios de televisión como una narración dramática. En este sentido destacas el libro de Soledad Puente. ‘La noticia como drama’ (1997), que fue bibliografía obligatoria en el ramo de televisión de varias escuelas de periodismo ¿qué te provoca ruido en esa tendencia en el formato noticioso?

– Me llama la atención la introducción de la ficción dramática en el periodismo televisivo. La estructura narrativa melodramática al meterla dentro del periodismo televisivo implica la música, hacer escenas, el tono de voz, la forma de contar. No es bueno ni malo en sí. La pregunta es cuál es el objetivo que se persigue. Una de las razones es meterle emoción, sacarle la racionalidad de la noticia. Pasa sobre todo con las noticias sobre delincuencia, cuando el hecho noticioso comienza a ser despojado de racionalidad y se carga de emocionalidad y subjetividad. Eso trasciende al periodismo porque corresponde al modelo de sociedad que vivimos, individualista, que tiene al individuo como centro, poner una atención que antes no se tenía sobre la intimidad, la individualidad.

Otro punto que discutes es el periodismo llamado ciudadano, respecto del que comentas que es apenas una ilusión y simulacro de democratización en los medios.

– Pues claro, porque hacen suponer que tú participas. Es un simulacro porque el que traza el campo, el que pone los límites, el que dice qué se discute y cómo se discute, qué tema se ve y qué no se ve no es la asamblea. Al ciudadano se le convoca a algo que está completamente diseñado y quien lo diseña: el poder, el poder económico que manejan los medios.

Desde varios años ya también apareció otro personaje en los medios: el experto. En toda noticia, sea del ámbito que sea, hay un experto que acaba confirmando el sesgo de los periodistas pero desde una posición científica ¿qué te parece esa ya no tan nueva figura?

– Esa figura de los expertos es la figura más tramposa que puede haber. Se escamotea el lugar de donde viene el experto, el lugar ideológico o académico de donde viene. Siempre se le presenta como experto y de la universidad tanto, pero lo que no se dice que ese académico, esa escuela o ese grupo piensa de cierta manera. Te dan a entender que existe una forma neutra de pensar, sobre todo en economía. Así se presenta como una cosa técnica, neutra y una verdad económica que es la neoliberal que promueven determinados expertos. Llevan harto tiempo diciendo que según los expertos si se sube el salario baja el empleo. Así el experto le da sustento científico a lo que el periodista quiere decir. Por eso que en todas las noticias que aparece el experto es parte del formato.

Dicha figura apela, del mismo modo, a una legitimidad sustentada en el saber.

– Permite a los medios establecer una conexión con el sector académico del campo cultural, en busca de una legitimidad basada en el conocimiento. La incorporación de una opinión experta se basa en la consideración implícita de que existe una verdad científica, que en la construcción de la noticia opera como argumento de autoridad. El experto así tendría la capacidad de haber llegado a la verdad objetiva. Se asume por sobre todo una verdad técnico objetiva que no se asume el campo científico como un espacio de debate y disputa entre distintas formas de concebir la sociedad y como funciona.

Mauricio Becerra R.
El Ciudadano

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