León Gieco: “Menos mal que no me mataron, como lo hicieron con Víctor Jara”

Por Angela Barraza Risso León Gieco ya es parte de nuestra cultura, de nuestro imaginario popular y no necesita mayores presentaciones

León Gieco: “Menos mal que no me mataron, como lo hicieron con Víctor Jara”

Autor: Ángela Barraza


Por Angela Barraza Risso

León Gieco ya es parte de nuestra cultura, de nuestro imaginario popular y no necesita mayores presentaciones. Estuvo recientemente en Centro Arte Alameda presentando su peli-documental Mundo Alas y celebrando su cumpleaños. Obviamente, por su música comprometida y por su elocuencia, no nos podíamos perder la oportunidad de entrevistarlo. Hablamos, obviamente de música, pero también de contingencia político social de Argentina y Chile, de la experiencia de las empresas recuperadas, de derechos humanos y de otras vainas, aprovechando su elocuencia maravillosa, de ese cantante que no se calla y que es capaz de manifestar lo que piensa y lo que cree, en cualquier escenario.

Siendo muy niño tuviste que trabajar. Compraste tu primera guitarra y la pagaste con tu trabajo. Vienes de una familia de campo y ya, como artista consagrado, eres un representante de la “música comprometida”, estando al frente de muchas causas y de muchas luchas. Esa vinculación con la lucha social es producto de la conciencia de clases o es producto del devenir cotidiano en tu carrera musical. ¿Fue una decisión consiente?

¿Qué sería la conciencia de clases? Primero que todo, yo soy un artista. Después me manifiesto de una determinada manera. Pero lo primero en mí es el artista. Cuando yo empecé a cantar en el colegio, a los 7 años, a mí me gustaba el escenario. Me gustaba que me aplaudieran y busqué siempre eso. Y tuve una actividad musical muy grande en mi pueblo, desde los 7 años, hasta los 18, edad a la que me fui de mi pueblo. Yo era solista y cantaba canciones folclóricas y ya me daba cuenta de cuáles eran de protesta y cuáles no. Por ahí cantaba: paisajes de Catamarca (canta) y por ahí ya me daba cuenta de que eso era una canción paisajista. Sin embargo, cuando cantaba una canción de Atahualpa Yupanqui, y él decía: El rico toma en su casa y el rico en el mostrador, yo ya me daba cuenta de que había una diferenciación y de que ahí había alguien protestando por algo. Después armé un grupo de música folclórica y también canté canciones de Los Chalchaleros, o de Los Fronterizos, que era un formato de tres guitarras y bombo en donde fue el boom del folclore. Pero cuando yo leía la revista “Folclore” que es una revista muy interesante, en aquella época en la que yo tenía 10 años, me llamaban la atención los artículos que hablaban de algo concreto. Mi forma de pensar las cosas era como de quererme comprometer. Por ejemplo, una vez, cuando yo tenía 9 o 10 años, leí un artículo en donde decían que había una chilena que se llamaba Violeta Parra, que estaba preocupada porque se estaban perdiendo las músicas campesinas. Y yo dije “que buena persona esta”, porque  yo conocía mucho de música campesina, porque yo tenía a mis abuelos que eran italianos y que cantaban todos los domingos y era divino como cantaban, entonces yo decía: “que bueno tener un registro de eso”, y en esa época no estaba la posibilidad de tener un grabador para guardar el registro. Entonces, cuando yo leí de que una tal Violeta Parra estaba comprometida con la música campesina y porque ese patrimonio no se perdiera, ese artículo me interesaba mucho más que otro que hablaba de un grupo que estaba triunfando en cualquier parte, en donde estaban muy buenos los asados. Lo que quiero decir, es que algo hay en mí que hizo que me fuera para ese lado. Después armé el grupo de rock a los 12 años, y no cantábamos estupideces. Lo más comercial que cantábamos era Creedence Clearwater Revival que era un grupo que vendía. También cantábamos The Beatles, Rolling  Stones, Jimmy Hendrix;  y después, cuando teníamos como 15 años, comenzamos a cantar canciones del Rock Nacional. Por ahí cuando teníamos 15 años apareció “La Balsa”, con Los Gatos, que fue un tema que vendió muchísimos discos. Yo me acuerdo que en esa época -con mi grupo- cantábamos ese tipo de canciones.

Pero qué pasó después: yo me fui a Buenos Aires y llegué en un momento X. Llegué en una Dictadura Militar en la que todo el mundo estaba pidiendo la vuelta de Perón. Entonces yo vi que todos mis amigos que tenía en la ciudad se politizaban y se iban a los Partidos Políticos. Alguno se iba al PI, otros se iban a la JP, otros se iban al Partido Comunista y yo decía que no; que mi tema era ser artista y lo que hice fue politizar mi música.

Cuando yo llegué a Buenos Aires todavía no componía. Comencé a componer allá. Ese shock eléctrico que me dio a mí al llegar a Buenos Aires, luego de llegar de la soledad del campo, me permitió destapar una cacerola, una olla que estaba llena de canciones. Y justo en ese momento, los chicos se politizaban y en ese momento yo veía lo que estaba sucediendo y lo que hacía la Dictadura Militar. En un momento determinado, la dictadura decidió reprimir una manifestación en la ciudad de Mendoza, que se llamó “El Mendozaso” en donde mataron a 8 mendocinos  y reprimieron brutalmente a una marcha de maestros. Entonces yo ahí compuse mi primera canción que se llamó “Hombres de Hierro”. Entonces comencé a ser considerado como un cantante comprometido. Por eso te digo que yo no decidí ser quien soy. Vos vas creciendo y te vas impregnando de ciertas cosas en un lugar determinado.

Si yo no hubiese hecho la vida que hice, y me hubiese ido a Miami, estaría haciendo canciones de Arjona. Porque en Miami estaría tomando el sol, tendría mucha guita, sería millonario y no estaría hablando con vos (risas) ni estaría acá viajando, para mostrar una película. Ganaría, a lo mejor, millones de dólares para quedarme acá en el Crown Plaza.

No es fácil esa determinación. Es una combinación de cosas. Como cuando decidís escribir una canción. O sea, cuesta mucho. No es fácil componer una primera canción. Siempre te tienen que pasar cosas.

Por ejemplo, hace poco estaba viendo  la historia de un pibe que es bien famoso, que se llama Axel. Y siempre hace canciones comerciales y le va muy bien en Latinoamérica.  Es un buen Pibe; tocó conmigo una vez. Pero yo no le prestaba mucha atención a su música. Y hace un tiempo hicieron un reportaje de él, en donde mostraban que fue muy golpeado por el padre y que, para él, el refugio era ir al teclado y fíjate que ahora, es un tipo que recorre toda América y es famoso. Lo que te iba a decir es que siempre te pasa algo para que vos vayas por un camino determinado.

De qué manera, los referentes de la música latinoamericana, por ejemplo, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Chico Buarque, Víctor Jara; has visto que se proyectan en las nuevas generaciones.

Bueno, yo tengo mucha influencia de Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, la Mercedes. Son todos como gente que empezó antes que yo. Y al empezar a hacer canciones comprometidas, por supuesto que vas un rubro determinado. Yo ya tenía los discos de Víctor Jara; tenía los de Violeta Parra, tenía los de Atahualpa Yupanqui. Tenía también, por ejemplo, a Silvio Rodríguez.

La música cubana, como en el caso de Silvio o de Pablo Milanés, teníamos que llevarlos en un sobre de Pink Floyd, porque si te enganchaban un disco de música cubana, eras un subversivo, todo mal. Como cuando los militares entraban a tu casa y veían un libro del Che Guevara. Gracias a Dios, con todos pude compartir las canciones, los escenarios y los discos. Con Mercedes hemos hecho grandes giras. Con Silvio Rodríguez hemos grabado y ahora vamos a hacer una gira por Cuba; con Pablo Milanés he cantado “Canción para Carito”; con Serrat he cantado también, con Chico Buarque yo le cantaba una canción y  él ha cantado conmigo en el Estadio de Boca y bueno, con Víctor Jara no he cantado, porque lo asesinaron los genocidas.

Y bueno, respecto de lo que es la música protesta, tenemos el Hip-Hop que tiene variantes que son comprometidas y otras que no. Depende de lo que vos querás decir. El Hip-Hop es una forma de decir las cosas. Es como el Rap. Si vos escuchás un rapeado de Calle 13 es muy diferente a escuchar a Daddy Yankee. La música en términos generales, es una forma de representar lo que vos querés decir. Si vos querés ser nadie; o si vos querés hacer una música comercial que no diga nada, o si querés cantar baladas de amor o dedicarte a hacer música de protesta, cualquier música, está bien. Pero, aparte del Hip-Hop, hay, por ejemplo, ac´en Chile, todavía se sigue manteniendo el formato del cantautor. La palabra cantautor es una terminología que se borró de la Argentina. Nunca más existió esa palabra. Y a mí me parece acertada esa palabra porque significa que tú cantas tus propias canciones. Las canciones que vos componés. Y tanto en México como en España, también se les llama cantautor. Y acá en Chile, hay un colectivo de artistas under, que se están presentando en lugares chiquititos. Eso es la continuación de Silvio Rodríguez y de Pablo Milanés. Ese es un ejemplo de los más conocidos, pero también están los Quilapayún, los Inti-Illimani, también están los Illapu, Isabel Parra. Y no sé, tendría que vivir un poco más, acá, para ver cómo va el tema del Rock acá. Quizás se me da la oportunidad de hacer gira por acá por Chile, para estar más al tanto de lo que pasa. Mucho más voy al Uruguay y por eso que conozco mucho más de la música de ese país. Pero me gustaría pasar más rato acá y entrar en contacto con los grupos de Rock y ver en qué andan.

En tu trabajo de Ushuaia a la Quiaca, hiciste múltiples viajes por Argentina y realizaste un levantamiento patrimonial musical muy importante ¿Cuál es, a tu juicio, el mayor valor de ese trabajo?

Bueno, ese trabajo está inspirado, justamente, en las recopilaciones de la Violeta Parra.

Cuando vos lees algo y te queda,  después es como que se te presentan ciertas oportunidades, aunque también las vas buscando. Por ejemplo, un día me encuentro de casualidad con Leda Valladares, que es nuestra recopiladora –Ella recopiló muchas músicas indígenas, muchas músicas del norte de Argentina- y la veo y me comienza a hablar de la Violeta Parra y de Bob Dylan. Y ahí yo dije “esta es la verdad”. O sea, una persona que es una recopiladora como Leda Valladares, que tenía un dúo con María Elena Walsh, que se llamaba “Leda y María” y que me hable de Bob Dylan y de la Violeta Parra entonces yo me dije: “esta es la conjunción perfecta; es cultura pura”. Al final terminé haciendo en el año 84 y 85, una recopilación de músicas étnicas que se llamó de Ushuaia a la Quiaca. Y lo más importante de todo, es el mismo trabajo. Pero también te podría decir que es el ir en la búsqueda de nuestros maestros. Porque no llamamos a los maestros a ir a tocar a Buenos Aires, sino que fuimos nosotros a donde ellos viven. Son gente que se quedó ahí, en su lugar. No les interesó ir a vivir a Buenos Aires. Cuchi Leguizamón, por ejemplo, era un genio musical, creador de Maturana, de unas sambas increíbles y se quedó siempre a vivir en Salta. Sixto Palavecino era un indio quichua que era maravilloso y se quedó siempre a vivir en Santiago del Estero ¿viste? No hicieron lo que hizo Atahualpa Yupanqui que, lo que pasa es que lo prohibieron, lo censuraron y se tuvo que ir, entonces, el exilio, que tiene mucho de negativo porque alguien te echa de tu propio país, como le pasó a los Inti Illimani o a Los Jaivas, que tuvieron que salir huyendo del asesino de Pinochet, pero cuando a vos te echan del país, si bien te quedas sin tu país, te comienzas a hacer conocido por todo el mundo, como le ocurrió a Mercedes Sosa. Pero esta gente, que nosotros fuimos a rescatar, fue gente que se quedó en su lugar. Nosotros fuimos lugar por lugar a rescatarlos, a grabarlos, a filmarlos y tenemos en este momento cuatro discos editados y cuarenta horas de video, que es un material que está en casi todos los colegios de Argentina, y los chicos aprenden folclor con eso. Editamos un libro también, con fotos y al final le pusimos unas 20 hojas más de otro color y hablamos con un musicólogo para que nos aporte, además, todos los instrumentos musicales creados en Argentina y de qué lugares y de qué zonas son. También le pusimos todas las corrientes indigenistas que hay y qué tipo de música tocan todos ellos.

Cómo evalúas tú la nacionalización de algunas empresas clave, llevadas adelante por Cristina Fernández

A mí me parece bien. Nosotros siempre peleamos por ese tipo de cosas. Esa es la lucha que teníamos nosotros desde el 70, que es la nacionalización de las empresas. Pero fuimos reprimidos. Llegó la dictadura militar que no solamente asesina, sino que es ideológicamente liberal, hijos, pichis, de Estados Unidos. Ellos fueron los que pidieron los primeros préstamos. Argentina no le debía un peso a nadie y ellos fueron los primeros que pidieron préstamos.

Después de ellos viene un gobierno radical y luego de ellos viene un gobierno que era completamente neoliberal que era el gobierno Menemista, que también ahí pidieron una cantidad de préstamos increíbles y vendieron todas las empresas. Yo no estoy de  acuerdo con ese gobierno neoliberal. Yo estoy más de acuerdo con un gobierno más nacional en donde  exporte y tenga sus fábricas y estas funcionen, que es lo que está pasando en Argentina en este momento.

Por eso, tenemos muchos problemas con la oposición,  porque la oposición, lo que quiere es un gobierno neoliberal. Ellos lo que quieren es que el presidente sea un trabajo menor. Como en todos lados. Pero nosotros, en este momento de Sudamérica, estamos viviendo una situación donde los presidentes no son trabajos menores, sino que son votados por todo el pueblo, como pasó acá con la Bachelet, como pasó con mi presidenta, como pasó con Pepe Mujica, como pasa con Evo Morales, con Correa o con Dilma. Son presidentes que enfrentaron a las corporaciones o que tratan de enfrentarlas lo que más pueden. Y ponerle un stop a todas las cosas: «acá vamos a pagar, todos, impuestos»; «vamos a descubrir algunos casos de corrupción».

Pero son unos gobiernos pasajeros también, porque todos los países son diferentes. En el caso de nosotros, nos peleamos mucho. Los argentinos somos muy peleadores. Nos peleamos entre nosotros y con todos. Y también fue, de todos los países de Sudamérica, en el momento del neoliberalismo –que fueron 10 años- en la década del 90 fue el momento en el que entró toda la malaria y fue el momento en el que al  final se hizo el mega-canje, que son, al final, los fondos buitres, que es lo que está peleando mi presidenta, con estos atorrantes, que son los de los fondos buitres y que también, son los que se aprovechan de los pobres y de los países. En cambio, un país como Chile, tiene otras características. Acá, sale un gobierno de la derecha y el país no se mueve y sigue funcionando.

¿Qué opinas sobre el tema de complementación minera Chile-Argentina, que firmaron en su momento Menem y Frei?

Bueno, eso también es neoliberalismo puro y es un aprovechamiento de las empresas australianas y de las empresas canadienses que dejan nada. Yo no estoy de acuerdo con eso, ni con la explotación de las minas.

A mí me parece que es mucho más valiosa el agua que el oro. El oro es un lujo y el agua es una necesidad. Y para colmo, el oro está en los lugares en los que menos agua hay, entonces yo soy completamente anti-minas.

Hace algún tiempo, en la ciudad de San Juan, en Argentina, alzaste la voz en contra de Barrick Gold. Ese gesto si bien, te valió algunas críticas, también te valió un agradecimiento enorme de quienes no tienen escenario, ni el poder para protestar de manera visible ¿Cuál es la importancia de utilizar las tribunas?

Yo digo lo que pienso. Y lamento ser más popular que el resto de la gente. Si yo lo digo, tiene más repercusión porque soy un poco más conocido, nada más. Eso es lo mismo que pasa con todas las cosas.

Pero yo soy una persona medianamente popular. Una persona que tiene la voz y que podemos ser la voz de los que no tienen los otros. Somos la voz del pueblo cuando cantamos.

Allí, cuando hay que tomar una postura respecto de un tema determinado, ahí yo tomo mi postura y me he peleado con un montón y es más, me han echado del país por cuatro años, por pensar diferente. Pero menos mal que no me mataron, como lo hicieron con Víctor Jara.

En Chile tenemos un problema grave respecto de los Derechos Humanos, porque las víctimas de la dictadura aún no tienen justicia y en nuestro poder político aún tenemos gente enquistada que participó directamente en la dictadura. Los pocos torturadores que han sido enjuiciados y que fueron presos, lo están en cárceles de lujo, etc. ¿Qué señal estamos dando como país? ¿Es buena la política del olvido?

Yo pondría esto a plebiscito. Que opine la gente sobre lo que quiere, como pasó en Uruguay. No sé. Por decirte algo.

Si vos me decís: por qué  Argentina sacó el as de la manga y enjuició a mil cien genocidas, que los tenemos presos y en cárceles comunes, pues yo no sé. Se necesita una voluntad política, como la que tenía Néstor Kirshner. Esa es la clave.

Néstor Kirchner fue y bajó los cuadros de los militares en todos los lugares y fue un antes y un después a partir de ese hito. Bajó los cuadros y comenzó una política de Derechos Humanos como política de Estado. Bueno, no sé.

Yo me pongo contento de que haya pasado en mi país. Acá no pasó. Por supuesto que no soy chileno, como para opinar al respecto. Tampoco podemos decir que es un país al que le fue mal porque no hizo eso. Es una deuda quizás.

Uruguay también tiene esa deuda, al igual que Brasil.

Yo me puse contento en un momento porque estaban por traer al matador de Víctor Jara, al que le destrozó las manos y que estaba en Estados Unidos lo iban a traer para acá. Lo leí en un momento y me puso muy contento de que enjuicien a esa persona y a mí, como músico, me haría muy bien que esa persona quede en cadena perpetua.

Finalmente, qué te parece la experiencia de las empresas recuperadas por los trabajadores y cómo crees que podríamos acercar a las organizaciones  sociales chilenas a esa experiencia.

Cómo acercar a los chilenos a eso, no lo sé. Lo que sí sé y te puedo decir es que el gobierno nacional ayuda mucho a las empresas recuperadas.

Hay un libro con alrededor de 400 empresas recuperadas, en donde el gobierno las toma como pymes y las apoya económicamente. Y el gobierno las apoya muchísimo.

Por ejemplo, en mi pueblo, hay una fábrica de jabón que es una empresa recuperada. Y yo me he recorrido muchas empresas recuperadas, toco para ellos, he tocado para el Bauen, que es un hotel recuperado y toco para el sur, allá, para los que hacen mosaicos y pisos también.

Toco en empresas recuperadas.

Pero no sé de qué forma Chile podría llegar a eso.

Pero la experiencia Argentina ha sido positiva. De todas formas, no te olvides que nosotros tuvimos un gobierno altamente neoliberal, que nos endeudó y que fundió a un montón de empresas, cosa que acá en Chile no pasó.

Yo me doy cuenta de que a Chile no lo mueves tan fácil. Viene un gobierno de la derecha y sigue siendo el mismo país. Y después viene un gobierno de la izquierda y no cambia nada. Sigue siendo lo mismo.

Allá no. Ahora está esperando la oposición copar para hacer otra cosa totalmente diferente. Allá teníamos unos trenes que los pusieron los ingleses. Los compró Perón, con la plata del pueblo. Después los fundió Ménem y ahora este gobierno los ha vuelto a poner. Mañana viene otro gobierno neoliberal y los privatiza de nuevo.


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