Entrevista: León Murillo, por Angela Barraza Risso, realizada en 2014
La primera vez que me percaté de la existencia de León Murillo fue a través de Youtube. Era un video de un breve monólogo que se mandó en el programa «Mentiras Verdaderas» de La Red y a pesar de que soy de risa difícil y de humor más bien negro, este tipo me encantó. Porque estaba hablando sobre endeudamiento y consumo en la idiosincrasia chilena. Y es que estoy hasta la tusa de las rutinas tipo «¿quién manda en la casa, el hombre o la mujer?»
Creo que el humor da claros indicios de la inteligencia, la cultura, la educación y los prejuicios del ser humano y, para ser honesta, lamentablemente el humor chileno nos deja como el pico. Pero acá encontré una luz. Una esperanza de que existen personas que entienden que «sin censura» significa mucho más que decir pico, zorra o culo, sino que es una oportunidad tremenda para hablar de temas que están vetados todavía en Chile, ya sea por la sacralización (el tema de dios, por ejemplo) o por conveniencia (temas de política, (más allá de decir Pinochet Asesino o Che Guevara), cuestionamento del sistema neoliberal descarnado en el que estamos, como lo hace en el video; o hablar, por ejemplo, de los medios de comunicación y del manejo de la información).
Y al comenzar a investigar, me doy cuenta de que este hombre es mucho más que una cara bonita. León Murillo ha participado en series como Amores Urbanos (2003 Mega), Don Floro (2004 Mega), Escool (2005 Mega), Pecados Capitales (2007 Chv), Historias de Campo (2008 Chv), Infieles (2009 Chv), Hermanos y Detectives (2009 Chv), Héroes Prat (2009 C13), Cartas de Mujer (2010 Chv). Que yo no las haya visto es otro cuento.
Además, ha participado en dirección y se ha hecho tremendamente conocido gracias al desarrollo del stand-up en Chile, montando varios espectáculos y dedicándose a la enseñanza del género. Demás está decir que trabaja, junto a Jorge (Argentino culiao) Alís en el Cachafaz.
Cuando lo conocí, obviamente pensé en que me iba a cagar de risa durante la entrevista.
Lejos de suceder eso, tuvimos una conversa encantadora en la que me sentí cada vez más cómplice conforme iba avanzando en sus afirmaciones y respuestas.
León Murillo es un seco y la entrevista me dejó contentísima y entusiasmada con esta (no tan nueva) forma de hacer humor, que va agarrando fuerza en nuestro país, o al menos la visibilidad para cambiar el paradigma que nos dejó el Jápening con Ja, del «ríe solamente por reír» como si fuésemos una parvada de idiotas.
La primera vez que tengo información o registro tuyo es del radioteatro “A Sangre Fría” de Radio Agricultura. Cuéntame cómo llegaste a producir eso.
Mira, yo soy actor, pero trabajo hace mucho tiempo en televisión como guionista. Y cada cierto tiempo paso por períodos de crisis vocacional en los cuales odio a la televisión y como son períodos de rompimiento amoroso con la fuente que me da las lukas, en ese período dejé la tele y tenía que pagar las cuentas. Entonces comencé a ver qué cosas podía hacer y lo lindo de ser autogestor es que uno le puede dedicar tiempo a lo que uno realmente quiere hacer. Entonces me puse a pensar: bueno, ¿qué mierda es lo que me apasiona en este momento de mi vida? Y yo siempre fui un enamorado del radioteatro. Del radio teatro clásico, como La tercera oreja, Lo que cuenta el viento o Radio tanda, en su versión más humorística. Y bueno, en ese momento me llamaron de la Radio Agricultura para asesorar un programa que tenía en ese momento José Miguel Viñuela con María Luisa Godoy, que era un programa de medio día, misceláneo en donde necesitaban una pauta más bien humorística para darle contenido. Y en eso estaba, participé de un par de programas y la verdad es que no pasó mucho. Sin embargo, en sintonía con el proceso por el que estaba pasando, tuve la lucidez de darme cuenta de que Radio Agricultura era una de las fundadoras y el ícono del radioteatro chileno. Entonces hablé con el gerente y le planteé la idea de hacer un radioteatro y al tipo se le alumbraron los ojos y me dijo que sí. Entonces presenté el proyecto y se hizo en un formato que se llamó A Sangre Fría, El Radioteatro del Crimen. Era una recopilación de toda la crónica roja de este país. Fueron dos temporadas las que tuvo ese programa y en la segunda etapa me gané un FONDART y lo más lindo de eso es que cuando postulamos el proyecto, el ítem radioteatro no existía y a partir del momento en el que se gana el proyecto, se implementa el ítem que no se había considerado hasta ese momento. La primera temporada del programa se trató de un detective privado que resolvía en el presente, crímenes inspirados en otros crímenes del pasado; entonces ahí repasamos, por ejemplo, el crimen de Emile Dubois, El Chacal de Nahueltoro, Los Psicópatas de Viña y otros grandes crímenes de la crónica roja. Hicimos como 70 programas en donde los crímenes fueron repasados y resueltos por este detective privado que era el icono del detective del policial negro. Ahora, en la segunda etapa, por razones de timing, el programa pasó de durar una hora a ser una cápsula que duraba veinte minutos. Entonces yo no quería sostener una historia solamente en veinte minutos y gracias a la fortuna, puedo hacer las cosas que me gustan, decidí que quería reservarme a Tadeo Marchant que era el personaje que resolvía los enigmas y cambiamos la historia por una descripción de la crónica roja, onda un Mea Culpa, pero radial. Funcionó perfecto, pero ya no era el espíritu del primer año y como durante este segundo año no se pudo retomar ese espíritu, finalmente después no seguí. Pero fue una experiencia maravillosa, en la que trabajé con los mismos locutores de la radio en donde tuvimos un aprendizaje en conjunto, porque yo me metí a esta cuestión con las patas, el buche y las ganas de pagar las cuentas, porque es distinto hacer locución o hacer voces en off que hacer un radio teatro. Y se dio una sinergia y una dinámica muy linda. Y bueno, ya en el segundo año, en donde teníamos presupuesto pudimos invitar a Julio Jung, a Tomás Vidiella, y a otra infinidad de gente.
¿Y el tránsito del horror al humor, cómo se dio?
Bueno, es que está todo relacionado y tienen mucho que ver. A mucha gente el humor le parece horroroso y no hay nada más subversivo que el humor. Yo defiendo la postura de la rabia y del odio para llegar al humor y es muy lindo eso porque se produce esta contraposición en la que uno llega a creer que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Pero cuando yo tengo la capacidad de odiar y de odiar de verdad, por ejemplo: yo odio a Piñera. Y si odio a Piñera, no le chupo la corneta y, por lo tanto, puedo establecer una distancia y al tomar esa distancia, puedo mirarlo de lejos y decir ¿sabes qué? no es tan inteligente este tipo. No me había dado cuenta, porque siempre había estado al lado de él, de que tenía los brazos cortos. Y esta distancia provocada por el odio, comienza a generar la caricatura y de ahí nos vamos al humor. Sin embargo la gente dice que no hay que reírse de esas cosas.
La gente le tiene miedo al humor negro y por eso dice que no le gusta. No saben cómo manejarlo. Es como si les pusieran una bolsa de mierda en las manos de la que quieren deshacerse, pero ojo, es parte nuestra y hay que aprender a manejarlo.
¿Cuáles son tus referentes humorísticos?
Coco Legrand, Lenny Bruce, Michel Colucci. Yo pensé que, de una, me ibas a decir Bill Hicks. Claro, por el odio, pero (y esto ya es una cosa mía) lo que pasa es que no me gustan las weás tan manoseadas. Yo conozco a Bill Hicks desde hace años, y me gustaba mucho pero ya no. Encuentro que se puso demasiado Hipster. ¿Tú encontray? A mí me encanta Bill Hicks y cada vez que pregunto si lo conocen, la verdad es que nadie lo cacha. Como nadie cacha que Hicks imita mucho a Lenny Bruce. Como nadie cacha muy bien lo que es el stand-up. Y está bien igual. Yo tampoco lo tenía muy claro y hace diez años no tenía ni mierda de idea de lo que era el stand-up. Y ahora hay una mega proliferación del cuento, pero es como bueno eso ¿o no? Es la raja. Ponte tú, nosotros venimos haciendo talleres desde hace siete años y un gran porcentaje de los neocomediantes, de los nuevos cabros que están circulando hoy en día, son gente que pasó por nosotros. Y los primeros cinco años, nosotros hicimos los talleres gratis. Y es chistoso porque todos nos decían que éramos weones, que estábamos trayendo el género y que por qué lo compartíamos. Pero nosotros sabíamos que teníamos que hacer todo lo contrario porque mientras más gente sepa y mientras más gente aprenda, a nosotros mismos nos iba a subir de nivel. Además, así íbamos a tener más público ya que nosotros partimos con más gente arriba del escenario que en el público. Éramos una banda de cinco o siete weones y había tres más en el público y dábamos pena, entonces mientras más gente sepa y mientras más gente critique mejor le hace al género y se dio. Y bueno, ahora el Festival de Viña fue la ventana para que se hiciera masivo, pero desde hace años ya que viene el stand-up.
¿Cómo ves la salud del stand-up en Chile?
Yo creo que el florecimiento de esta corriente es bueno. Es bueno espiritual y filosóficamente. Y comercialmente también. Comercialmente es bueno porque se abren más espacios y hay más pega en donde uno puede mostrar lo que hace. Y espiritualmente es bueno porque hay un desarrollo más profundo del género. Y es muy lindo porque, por ejemplo, yo me siento mucho más obligado a ser mejor. A veces las rutinas me quedan como el culo, o la mayor parte del tiempo me quedan como el hoyo, pero tengo esta necesidad de obligarme a ser mejor. Es como el formato de taller que tenemos nosotros. Partimos hace diez años, claramente sin saber lo que era esto, y en el taller (que, la palabra taller significa “aprender haciendo”) yo fui aprendiendo más. Por eso no teníamos cara de cobrar ya que nuestros alumnos eran una suerte de conejillos de indias para nosotros. Entonces, yo fui aprendiendo en el hacer. Ahora tenemos una metodología establecida, una dinámica, una estructura y eso se dio con el haciendo. Entonces, si me preguntas por el stand-up en Chile y si está bien, yo te diría que sí. Y es bueno filosóficamente porque la gente ya no se está riendo del borrachito, del maricón, ni del peruanito. Y es más lindo aun ya que incluso te puedes seguir riendo de lo mismo, pero desde otra perspectiva y es más, el mismo peruanito, ahora puede levantar la voz y retrucar y eso es la raja. Yo soy un convencido de que los países no crecen únicamente en torno a su economía y a la política. Los países también se hacen en torno al humor y los países que han sabido reconocer eso son países grandes. Por ejemplo, en el oriente hay ministerios de la alegría. Hace un tiempo estuvo el ministro de la felicidad del Tíbet y uno puede decir “que locura” pero también si lo pensamos, chucha, que básico, y que lindo que existan ministerios de la felicidad porque eso es tan importante como la economía. Y el ser humano más que ser rico quiere ser feliz.
¿Por qué las rutinas de pareja son las más recurrentes y exitosas?
Porque son los referentes más directos que tienen que ver con la cotidianidad.
El humor viene dado con el quiebre de la lógica. Cuando la lógica se rompe, hay una sensación de inestabilidad del ser humano en donde deja de entender. Es lógico, por ejemplo, que una abuelita vaya caminando en dirección a sentarse. Pero si en el trayecto la viejita pisa una cáscara de plátano y se saca la chucha, la primera reacción es cagarse de la risa, decir “se sacó la conchesumadre la vieja” y después te paras a socorrerla. Porque cuando se rompe la lógica, ahí recién parte el humor. Y en el caso particular del stand-up, la autoreferencia es el gatillo del humor. No existe propiamente el chiste, o existe en menor medida; pero lo que si existe es el planteamiento de una situación que sea super reconocible para ti. Por ejemplo, todas las minas que hacen stand-up hablan del marido o el pololo que mea la tapa del wáter. Todas e impajaritablemente. ¿Por qué? porque es algo que a ellas y que a todo el mundo les ha sucedido y es reconocible. Y cuando ellas lo dicen, a pesar de que ahí no haya ninguna estructura humorística, la reacción natural es la risa porque a todo el mundo le ha pasado y se reconoce en eso. Ahora, en el stand-up, el público tiene un protagonismo que es muy interesante porque pueden contestar y participar, por ejemplo, después de mí espectáculo en donde pueden tomar el micrófono y hacer sus rutinas y en donde se les pide que, si el espectáculo les pareció como el pico, que vengan y lo digan y ahí se dan cosas maravillosas. Por ejemplo, en estos espectáculos de micrófono abierto nos llegamos a quedar hasta una hora más.
Y bueno, las relaciones de pareja son las más exitosas porque son el referente más directo y también, el público que te va a ver es de 25-30 años hacia arriba y por lo general van en pareja y en esas dinámicas se da la autoreferencia. Bueno, tú ocupas mucho tu corporalidad en tus rutinas Y claro, porque al yo reírme de mí, me estoy riendo de ti y ocupo weás super evidentes como el hecho de ser guatón o pelao. A mí me encantaría ser mino, pero esto soy y no puedo ser más y a veces me creo mucho más mino que cualquiera ¿cachay? y soy guatón, y soy pelao y al decir eso puedo decir que una mina es chica y es media turnia. Una de las cosas que a mí me molesta del humor en Chile es la perpetuación de los estereotipos, onda hombre = bolas tristes y mujer = tonta y frívola. ¿Existe, según tú algún tipo de política identitaria detrás de esta fórmula humorística tan recurrente? No lo sé. Es una de las cosas que aún no he logrado comprender. Yo estoy en la lucha de intentar reírme de otras cosas, a pesar de que a veces también recurro a dejar a la mujer como bruja y al hombre como bolas tristes. Sin embargo, yo también trabajo en el ejercicio inverso para darle a la mujer su espacio como centro del mundo, como la que es capaz de articular y de hacer funcionar una ciudad y al hombre como un hueón que es capaz de ser sensible y que también es inteligente. Ahora, ¿Por qué se perpetua lo otro? yo creo que es porque es una lectura básica y esto se debe a la subvaloración que se le da al humor. Porque en Chile el humor es lo que hablábamos antes. Es reírse del curaíto, del peruanito, de la bruja y del hueón tonto. Y si yo me quiero reír de la economía, del desarrollo social, del protagonismo de la mujer, me dicen: sabes qué, es demasiado profundo, es muy elaborado, no se va a reír nadie.
Oye, tú escribes tus libretos. ¿Cómo vives ese proceso escritural?
Principalmente y muchas veces, desde la rabia, como te decía recién. Me gustaría tener una estructura base como para poder empezar a escribir de esa manera, pero en realidad mis procesos hasta el momento han sido bien sui géneris. A veces hay un hecho que me convoca, hay una palabra que me motiva o una situación que me llama la atención y sobre eso voy escribiendo. ¿Pero tienes alguna metodología de trabajo o algún tipo de rutina de escritura? Sí, eso sí. Básicamente parto con un punteo que es bien sensitivo y que no tiene estructura ni nada. Parto vomitando todo lo que tengo sobre, por darte un ejemplo, la pileta. Y digo y escribo todo lo que siento y pienso sobre la pileta. Ahí organizo un Mapa Mental donde se van abriendo estructuras y otras ventanas, y sobre eso luego viene la lógica. Y si hay una lógica que tengo yo en la escritura, es que realmente no la tengo, entonces dejo que las cosas fluyan. La mayor parte de las veces quedan como las huevas la verdad. Pero hay otras veces en las que todo este engendro, todo este personaje contrahecho, de repente cuaja y me sorprendo. Y por lo general sucede (y esto tiene mucho que ver con lo que hago yo en el taller) que nunca quise hablar de la pileta en realidad a pesar de que partí escribiendo de ella. Y al final me doy cuenta de que en realidad, de lo que yo quería escribir, era del Parque Bustamante. Y si te fijas, es un proceso medio psicoanalítico en realidad. Eso es lo que yo hago conmigo. Pero a veces también me toca trabajar para otra gente, entonces vienen y me dicen: ¿sabes? necesito hacer algo sobre los autos rojos y entonces ahí me siento y escribo. Pero yo, de forma personal lo hago de forma más intuitiva.
¿Cómo ves al espectador chileno?
Depende. Porque tenemos instancias como las de Teatro a Mil y ahí tú ves obras que son de una profundidad tremenda y las salas están llenas. Repletas. Ahora, claro, hay una cuestión de snobismo ahí de por medio que también es importante, pero también hay un alto porcentaje de gente que quiere consumir ese tipo de espectáculos. Lo que pasa es que el grueso de las salas comerciales da pura mierda y por lo mismo va gente que quiere comer mierda. Yo creo que, como nación nueva, el público está evolucionando, está aprendiendo. ¿Qué pasa con el público? Está creciendo. Somos adolescentes todavía como nación y como sociedad, entonces creo que en términos culturales, intelectuales y de apreciación artística estamos en la misma. Pero si siento también que hay público para todo y eso es bueno. El problema está en que el 90% de las salas son netamente comerciales, que está bien, tiene que subsistir. Por ejemplo, en la televisión es como lo mismo y además hay un cinismo extremo. Mucha gente le tira foca a la tele y hablan de los reallitys como si fueran una basura. Nadie dice que los ve, sin embargo esos programas marcan cincuenta puntos pos wn! ¿cachay? pero si tú preguntas, nadie ve tele ¿te das cuenta? Bueno, a mí me carga la televisión pero igual la veo, también como parte de la pega, como una forma de no abstraerse de lo que la gente ve y conoce para articular discursividades. ¿Tú no? Yo soy un desencantado de la televisión. Como trabajo dentro, me sobre saturé. Imagínate la redundancia. Ahora ya me violenta ver la televisión. Es más, yo propugno que hay que faltarle el respeto a la televisión, que hay que entender de que la televisión en sí, no existe. ¿Cómo así? Es que no existe la televisión. Es tan simple como que estiras la mano, la apagas y dejó de existir. Así de simple. Dejó de existir en ese instante. Esto es una utopía, pero ¿qué sucedería si así como en el día del planeta, todos apagamos las luces, existiera el día anti-televisión, pro ser humano o pro intelecto y apagamos la tele? Te aseguro que en ese instante o a los veinte minutos, están todos los ejecutivos, de todos los canales, reunidos alrededor del mundo. Y de eso doy fe, trabajando y sabiendo cómo se articula el aparato televisivo. Te lo aseguro. Y ese es el poder precario que tiene la televisión. ¿Por qué la televisión no existe? Es por eso. El Sol existe.
León, mencionaste al comienzo de la entrevista de que eras actor, lo que era un dato que yo no manejaba. Cuéntame, ¿dónde te formaste?
Yo estudié en el instituto de arte Pedro de la Barra, con profesores de teatro de la Universidad de Chile, en donde tuve de profesores a la Bélgica Castro, al Pepe Pineda, Ajandro Svieveking. Al tremendo Juan Edmundo González. Fue mi maestro, mi colega y luego mi amigo. Con él aprendí lo fundamental del teatro: La verdad. Duraba cuatro años eso, más o menos. Yo estuve dos años y me fui a la vida. Y estudié en la medida de que me iba sintiendo medio torpe, o medio falto de conocimientos y me hice haciendo. Entonces eres autodidacta. Título formal, acreditado, no tienes. No, no tengo. Y si lo tuviera ya se me habría perdido.
¿Y cuál es tu apreciación de los conductos regulares e institucionalizados de los procesos formativos?
Tengo distancias con ellos. Me parece que no garantizan absolutamente ni una weá. Nada. Tú también lo dijiste y lo sabes. Si hubieses estudiado para ser literata, o poeta, seguro que estarías sirviendo café en algún café literario de Providencia. Porque el sistema formal de educación lo que hace es crear individuos en serie y eso en el arte no sirve. Además de que en el caso puntual del teatro, chucha, son tan malos los weones que salen de las escuelas, que dan ganas de escupirlos. Si a veces hasta yo me escupiría. A ver, lo que pasa es que la cosa actoral tiene la estructura universitaria desde 1941 en adelante, es decir, hace 73 años recién se está enseñando en las universidades. Antes de eso, o sea, los 2000 años anteriores, por decir una cifra (porque es mucho antes la verdad) los actores eran de oficio. Entonces, tener un cartón universitario, a mí no me dice nada la verdad. Más encima a los chicos los estafan. Además, los profesores son como el hoyo, porque ninguno tiene bolas para decirle a un alumno: sabe mijito, lo siento, cómprese un taxi mejor con la plata que está gastando tu familia y vas a salir adelante y tener un mejor pasar. Yo tengo amigos y tengo colegas que se dedican a hacer clases y no voy a dar nombres porque son weones muy connotados, también tengo amigos directores de escuelas de teatro y están cagaos. O más que estar cagaos, son cómodos la verdad. Porque tienen una cantidad de matrículas y de esa cantidad, tienen un cupo para rajar a tantos weones, entonces el resto tiene que seguir para cumplir con la colegiatura para que al weón le llegue el sueldo y si rajan a muchos, a él también se lo callampean. Entonces es un sistema de mierda que a mí no me garantiza nada. Que lo miro con distancia y que lo mejor que pude haber hecho en mi vida fue abortar esa misión. Además, yo para estudiar me gané una beca. Yo, más que nadie podría haber terminado mis estudios porque para mí era gratis si era lo que yo quería hacer en mi vida. La beca que me gané fue gracias a un concurso literario que hizo el Fortín Mapocho. Daba cuatro becas para todo Chile y yo me gané una con un ensayo que se trataba sobre Pedro de la Barra, fundador del teatro nacional chileno. Entonces demás que podría haber terminado mis estudios porque eran gratis, pero pasaban semanas a las que yo no iba a clases porque quería ir y quedar colgado y sin embargo era volver a ir y darme cuenta de que estaban en la misma. Y no es porque yo sea la gran cosa, porque soy bien weón yo, pero tan weón como para no darme cuenta de que no iba para ningún lado, tampoco.
¿Y, como actor, cuál es tu percepción de la crítica teatral?
Bueno, respecto de la crítica teatral pienso que los críticos, más que saber mucho, son unos ególatras de mierda. Se creen dueños de la verdad y se les olvida que la “crítica” viene de la palabra criterio. Y como todo criterio, es personal. Mientras que estos weones transforman su criterio en ley, en una regla y en una verdad absoluta. Yo a los críticos, la verdad, es que me los paso por el unto.
¿Cuál es, para ti, la principal dificultad a la que se enfrenta el humor en Chile, hoy, como disciplina artística?
La televisión. ¿Por qué? Porque la mayoría de los comediantes sienten que tienen que estar en los estándares de la televisión. Y en la televisión tú no te puedes reír de nada. En la televisión te tienes que reír siempre de lo mismo. Y lo terrible es que la gente que está fuera de la televisión, en términos prácticos, no existe. Por eso me gusta este formato del Stand-Up, por eso me gusta hacer lo que hago. Pero finalmente, en tu caso, igual te instalas desde la televisión. Sí, pero si te fijas tú, ¿en qué televisión? En la Red. Nosotros tenemos nuestras prioridades. A nosotros, con Jorge (Alís) nos buscaron una infinidad de veces. En montones de veces “Morandé con Compañía” nos fueron a buscar, supieras la cantidad de veces que otros canales nos fueron a webiar. Y ¿Dónde fuimos? A La Red, porque nuestra prioridad era aparecer sin censura. Y está bien, decir pico o zorra, esa weá da lo mismo. Al decir sin censura a lo que estábamos apostando era a hablar, a decir lo que queríamos decir. Y es desde ese punto de la televisión a partir del cual uno puede estar e instalarse ¿cachay? Pero todo el resto de la televisión le hace mal al humor. Uno puede articular a partir de este tipo de nichos como el de La Red. Porque uno tampoco enarbola banderas ni articula grandes discursos, pa qué estamos con weás. Si al final uno lo único que quiere es que ningún editor culiao me diga “sabes, es que tú no puedes decir esto del…” Nada.
Tú, como sujeto televisivo, estás consciente de que hay otro que te va a ver cuando te instalas frente a una cámara, sin embargo fuera del set también estamos sometidos, constantemente a cámaras, sin la completa consciencia de que también estamos siendo observados.
¿Tú cachay Foucault? ¿La cultura panóptica? La sociedad está construida en base a las cámaras. El objetivo de Foucault era señalar que la sociedad se construye baje la premisa de mirar sin ser visto y nuestra sociedad también se articula a partir de eso. Por ejemplo, las cárceles están estructuradas con arquitectura panóptica en donde hay una caseta guía en donde el guardia ve a todos los presos, pero nadie lo puede ver a él.
Los bancos, las financieras, las oficinas en general, tienen unos paneles bajitos, para que el gerente se pare en cualquier momento y vea quiénes son los hueones están trabajando y cuáles no. Ahora las oficinas tienen muros y puertas de vidrio, todo dispuesto para que estés visible y vigilado y nuestra sociedad se articula en base a esta perspectiva.¿Y cuál es tu opinión de eso? Me parece aberrante. No sé qué se puede hacer pero me parece que uno como ser humano debería tener más consciencia de eso y hacer un mínimo ejercicio de tratar de controlar esa situación, aunque no llegue a ninguna parte ese esfuerzo. Por ejemplo, el tema de los drones, que llega a ser doloroso. Esa hueá es anti-humana. Y no me voy a ir por el tema simplista de que “vulneran nuestra intimidad” sino que es un tema que es muy potente. Por ejemplo, si lo llevamos al plano bélico, el otro día escuchaba el análisis que hacía un tipo que era experto en guerras (que tenía un nombre mucho más elaborado que experto en guerras, pero en esencia era lo mismo) y él decía que las guerras antiguamente se hacían cuerpo a cuerpo y que, por lo mismo, existía un honor y una condescendencia. Que había un con-dolor. Y que eso se traducía en que cuando le enterraba yo la punta de mi bayoneta a un tipo, si bien hay un acto homicida, de rabia, también hay culpa en ese ejercicio. Eso era una lucha humanizada y, por lo tanto, existía un código. Pero hoy en día no. Hoy por cámara ven: oye, aquí hay setenta hueones, se aprieta un botón y adiós. Antes había honor en las guerras. O sea, un claro ejemplo de eso es Grau. Yo tuve el orgullo de, en la saga Héroes de Canal 13 de representar a Miguel Grau. Una de las cien mil guevadas que he hecho que han pasado sin pena ni gloria (Está en youtube por si la quieres ver). A mí siempre me apasionó el tema y en esa instancia me puse en contacto con su familia, con una nieta que vive en Chile, hice gestiones en la embajada, etc. Me documenté mucho y si antes lo admiraba, hoy para mí, es un ser excepcional. Lo que hizo es una acción que a nivel mundial no está registrada en ninguna otra parte. Porque obviamente, cuando Prat salta, los enemigos evidentemente querían hacerlo mierda, pero Grau paró el escándalo y señaló que a los muertos se les respeta. Tomó todas sus pertenencias, las guardó en una caja y se las hizo llegar a su viuda con una carta diciéndole: yo me hago cargo de la muerte de su marido, señora, pero déjeme decirle que su marido fue valeroso, un héroe, un gran adversario, etc. ¿Cachay? y todo eso bello que había se ha ido desnaturalizando también por esta cultura panóptica, entre otras cosas.
El Estado chileno ha resultado ser el paroxismo del consumo de América Latina. Sin embargo, constantemente está inmiscuyéndose en la forma que tenemos de consumir. Puedes consumir marihuana, pero no puedes comprarla, ni producirla, ni tenerla. Puedes fumar puchos, pero en ninguna parte. Puedes comer dulces, pero no te los vendo en cualquier kiosko. Lo que quiero decir finalmente es que para todo aquello que significa una decisión consciente en un consumo determinado, el Estado sanciona a pesar de que están todas las condiciones para adquirir aquello que es sancionado y, por otra parte, existe un consumo que es aún más terrible, que es aquel que no tiene que ver con fines recreativos, sino con necesidades básicas, cuyos productos de primera necesidad (agua, luz, gas, medicamentos, pan, etc.) tienen un valor como si se tratara de la adquisición de algo superfluo y más encima esos valores no los regula nadie. O sea, lo que te gusta consumir está sancionado legal o moralmente y lo que necesitas consumir no está regulado, tiene un gravamen altísimo y te dificultan el consumo, sobre todo cuando se proveen a través de casas comerciales, a través de la imposición de intereses y del cobro de servicios, cuando debieran ser garantizados por el Estado. ¿Qué pasa, según tú visión, con estas políticas? (la mansa pregunta jajaja)
Pero ¿qué ley antitabaco? si no hay ley antitabaco acá en Chile. ¿Cómo que no, si te impiden fumar en todas partes? A ver, ¿pero qué te pasa si fumas? Nada. Te hacen fumar afuera. No hay ley anti tabaco. En este país, lo que hay es ley anti-individuo. La ley anti tabaco es en contra del tabaco y si fuera así, no lo deberían vender. Son tan inteligentes estos weones que cambian el foco, cambian el discurso. Y ellos creen que, como Estado te están protegiendo ¡Pico de caballo carretonero! si a estos weones lo que les importan son las lucas. Si realmente quieren proteger y cuidar como dicen, entonces deberían prohibir el tabaco, porque de verdad que lo que venden es una mierda, es una basura. Y en cambio, demonizan la marihuana, con un nivel de desconocimiento supino, y hacen gárgaras diciendo que es la ventana para las otras drogas más duras, siendo que el cigarrillo es la puerta ancha. Para qué decir el copete ¡por favor! Pero las lucas que están metidas ahí entre medio son altísimas. Y esto tiene que ver con lo que hablábamos antes, con esta adolescencia en la que estamos como cultura. Todavía necesitamos esa voz que nos diga lo que tenemos que hacer. La sociedad lo necesita. ¿Por qué crees que ganó Bachelet ahora? Porque esta sociedad necesita una madre. Como el pico, como sea, pero necesita una madre. También esto pasa porque somos medios prusianos, porque somos fascistas, porque los milicos han estado desde siempre inmiscuidos en la política, porque ha habido muchos gobiernos militares y nos ha quedado todo eso en el ADN de nuestra idiosincrasia.
¿Cuál es, según tú opinión, el peor legado que nos dejó la dictadura en materia cultural?
No existe solo una, son muchas cosas nefastas. Pero el miedo traducido en el axioma que dice que hay cosas de las que uno no se puede reír, es una de ellas. Obviamente esto lo veo en cuanto a cultura y humor. Obviamente enfoco esta respuesta respecto de lo inmediato que tiene que ver conmigo. El miedo en el humor es algo que todavía impera. La sensación de esta estabilidad precaria en la cual vive el ser humano promedio, de que en cualquier momento pueden volver a salir los milicos a la calle si hacemos algo. Y eso es miedo, lo que se transformó en la mejor herramienta que usó la dictadura contra el pueblo. El miedo es poderoso porque es una de las cosas, sino la que más te inmoviliza y es una de las mejores formas de contener. Lo que nos dejó la dictadura en términos culturales generales es el miedo. Y eso implica no poder escribir de tal o cual cosa, o el que disfracemos lo que queremos decir realmente, lo que se traduce en la autocensura, que es la peor de todas las censuras, que está latente aún hoy. Y eso quiere decir que en esa materia, la dictadura, lejos de fracasar y de haber terminado, muy por el contrario, lo hizo perfecto. Tan bien que hoy en día los entonces jóvenes e iracundos defensores de pinocho son los rostros de la nueva democracia. Piñera, Matthey, Longueira y los doble caras de la nueva mayoría ¡¡Chúpenla con Kepchup!!