El año 2000 comenzó a librarse en Bolivia un proceso de movilización social que impugnaría al Gobierno y acorralaría al Estado: la “Guerra del Agua”. Un acontecimiento que fijó como enemiga la privatización del recurso natural y terminó no solo con los presidentes Ignacio Sánchez de Losada y Carlos Mesa fuera de funciones, sino también encendió como mecha la organización social y elevó a la presidencia de la República al primer presidente indígena en la historia boliviana, Evo Morales.
Óscar Olivera fue uno de los protagonistas de este primer ascenso y se ha mantenido vinculado a las luchas por construir un modo para sostener el carácter público del agua.
Oriundo de Cochabamba, ha sido trabajador metalúrgico por 40 años y treinta de ellos ha sido también dirigente sindical, como cuenta con orgullo a El Ciudadano mientras conversamos envueltos por el frío de agosto. Está de visita en nuestro país invitado por el Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (Modatima), mientras aquí se discute una reforma al Código de Aguas, que es la legislación que se preocupa de regular el uso del recurso natural.
¿Se puede establecer una similitud entre la situación desde la que se produjo la movilización boliviana por el agua y el actual escenario chileno?
En ambos países se dio un proceso de privatización desde arriba, impuesto sin consulta a la gente. Menos podrían saber cuáles iban a ser las consecuencias de este despojo de un bien común. Por otro lado, organizaciones internacionales han impulsado estos procesos nefastos para favorecer a inversionistas.
En Bolivia se contemplaban un conjunto de medidas, entre ellas la ley de agua potable, que privatizaba hasta el agua de la lluvia; un contrato de concesión de la empresa pública que duraba 40 años y con la ejecución de empresas transnacionales.
Congreso, parlamentos, partidos asociados a estos intereses, protestas sociales que se desarrollan y que son reprimidas duramente desde los aparatos del gobierno y criminalización de la protesta; claro que hay una similitud absoluta.
Plantear en Chile la “Guerra del Agua”
¿Cuál es el objetivo de su visita a Chile?
Lo que he venido a plantear es que es posible derrotar estas políticas y a estos enemigos, para parar el poder de destrucción a la cual nos quieren condenar esos intereses. Para saber de procesos organizativos, recuperar nuestra memoria y nuestra historia, diseñando de modo muy creativo tácticas y estrategias de manera colectiva que nos permitan dibujar un horizonte común en procesos de reflexión, de discusión, de deliberación con la gente y fundamentalmente una participación plena de la ciudadanía a través de un trabajo de información.
La guerra del agua produjo un quiebre fundamental en el modelo económico de despojo. A partir del año 2000 ningún gobierno se atrevió a privatizar lo poco que quedaba. Los partidos tradicionales desaparecen desde entonces, porque la gente desmanteló esta forma de hacer política. Ante todo se muestra al mundo que luchan en esta misma perspectiva, que es posible derrotar a estos enemigos que están en todas partes del mundo.
¿Cómo crees tú que se articuló la dimensión política con la movilización social que encabezaron?
La “Guerra del Agua” tuvo un importante contenido político porque disputamos al poder institucional quién decide algo que afecta de manera directa a la gente. Y respondimos: es el pueblo. Este proceso no solo es una victoria, sino que inspira a otros pueblos del mundo a empezar un proceso de emulación de lo que hicimos de manera muy humilde.
En Bolivia desde los (años) 2000 se empieza a producir un proceso de organización popular, en el campo y la ciudad. Aparecen decenas de coordinadoras. Además de la del agua y la vida, aparece la de la luz, de la basura, etc. Todas nuevas, horizontales y participativas, donde el ejercicio de la participación estaba basado en la asamblea. Esto se convierte en un referente moral y social para la gente.
También se creó la coordinadora del gas. El año 2004-2005 se crea el “Estado Mayor del Pueblo”, que ya es un brazo político que es capaz de cercar al Estado e imponer una agenda propia. De hecho, se impide el ejercicio de dos presidentes: Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa. Y finalmente el presidente de la Corte Suprema asume para adelantar las elecciones.
Pero esa no era la demanda con la que se movilizaron
Obviamente no. Nuestra demanda era una nueva ley de hidrocarburos, un cambio sustancial del cambio económico y la convocatoria nacional a una Asamblea Constituyente para definir un espacio de refundación del país de manera institucional, pero desde abajo. Esta victoria y este avance institucional del trabajo produce el ascenso de Evo Morales al gobierno. Si la guerra del agua hubiese sido derrotada, Evo no sería presidente. La «Guerra del Agua» parió a Evo Morales.