El 6 de diciembre del 2005, Ricardo Lagos cortaba la cinta inaugural de lo que sería el plan histórico de transporte de pasajeros ferroviarios en Chile. “El tren, con su caminar a lo largo entre Santiago y Puerto Montt, será la espina dorsal sobre la cual seremos capaces de seguir construyendo el país”, decía. Nada de aquello ha ocurrido. Los trenes y las estaciones están casi vacías, en el 2007 la deuda de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) ascendía los mil millones de dólares y, lo peor, con aval de todos los chilenos. Además del sufrimiento de los pasajeros, que por un momento creyeron verse conectados en transporte, los trabajadores de EFE son también los directos perjudicados con uno de los despilfarros de dinero más grande que ha tenido el país: más de US$ 1.200 millones en inversión botados a la basura.
Jaime Rebolledo, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores Ferroviarios, es directo y enfático: “Muchos denominan, en el lenguaje político, que la gestión hecha en EFE fue de una ineptitud, pero en el lenguaje del pueblo, eso se conoce como sinvergüenzura”.
Los ferroviarios han hecho de todo para ser escuchados. Marcharon a Santiago desde Concepción; se reunieron con el ministro Secretario General de la Presidencia, José Antonio Viera-Gallo, quien aseguró haría las gestiones necesarias para que se reunieran con Michelle Bachelet; pero nada. Sólo han recibido amenazas de despidos y presiones. Mucha agua corre bajo el puente, pero nadie hace nada: “Todo se quiere cubrir”, acusa un encendido Rebolledo desde Concepción.
— ¿Cómo se siente el ambiente entre los trabajadores?
—Hay mucha tensión… mucha tensión. Aquí permanentemente la empresa está hablando de filializar y de despedir trabajadores, no ha dejado de hacerlo, incluso ahora que estamos en pleno proceso de negociación colectiva por nuestros problemas laborales.
— ¿Qué significa para los trabajadores el concepto de filialización?
—La filialización es el primer paso a la privatización. Es subdividir la empresa en filiales a lo largo del país. Si lo que el Gobierno quiere es regalar plata a los empresarios, que extienda un cheque, pero que no lo haga a través de subsidios encubiertos, mediante la entrega de sectores del Estado que no son rentables, como EFE.
—Además se han puesto varias trabas al desarrollo de EFE, más allá de la crisis…
—Aquí pareciera ser que, por una parte, quisieran hacer desaparecer definitivamente al transporte de pasajeros, dado que hace meses tenemos trenes que están en condiciones de operar escondidos en la maestranza San Eugenio, por orden de la empresa. Es un flaco favor que están haciendo a las líneas de buses. O sea, uno pudiese pensar de forma maliciosa que hay gente vinculada al transporte en el Gobierno, que tienen algún grado de interés accionario o hacen lobby a favor de empresas de buses, porque le están dejando el camino libre para que no tengan competencia.
— ¿Quiénes son los verdaderos responsables en la crisis de EFE?
—El principal responsable es el presidente del directorio, Luis Ajenjo. Cuando se dice que Ricardo Lagos no tendría ninguna participación en los hechos, hay que ponerlo en duda. Desde el momento en que él estuvo en las dependencias de Ferrocarriles, hizo anuncios respecto del futuro de EFE y escuchó a los dirigentes sindicales manifestar su malestar, porque había cosas que no se estaban haciendo bien, debió haberle pedido un informe completo a Luis Ajenjo. No lo hizo. Lo que los trabajadores mencionábamos sobre las irregularidades son cosas ciertas. Lagos debió haber sacado a Ajenjo en cuanto supo aquello.
—Sin embargo, Luis Ajenjo, en una entrevista menciona que el Gobierno actual es el responsable de este desastre…
—No es posible que el gobierno actual sea responsable del mal funcionamiento de EFE y de la supresión de los servicios. La responsabilidad corresponde, en este caso, a Luis Ajenjo y a Ricardo Lagos, como su superior directo. Aquí no se dice derechamente al país que lo que el gobierno está haciendo es encubrir las irregularidades en la época Ajenjo, para no afectar el posicionamiento político que en este minuto tiene Soledad Alvear, que es concuñada con Luis Ajenjo.
— ¿Tanto así?
—Sabemos que va a haber una suerte de dos informes: uno de la Alianza y otro de la Concertación. Y sabemos bien que la Concertación logró finalmente imponer, por su mayoría de 7 votos contra 6, la tesis de que Lagos no tenía responsabilidades políticas en el manejo que había hecho Ajenjo en EFE, cuestión que los dirigentes sindicales, o por lo menos la gran mayoría de ellos, amenazados y todo, con trabajadores notificados de despido, con una abierta política de presión, no vamos a callar. Aquí hay responsabilidades de Ajenjo y también de Lagos.
—Se ha hablado de reducción de costos en la empresa, y otros inconvenientes que derivarían en despidos de ferrocarriles. ¿Cómo se plantean los trabajadores en este sentido?
—No vamos a permitir, por ningún motivo, que haya despidos. El hecho de que nosotros estemos pagando el pato por denunciar irregularidades, y el hecho de algunos actores del gobierno y de fuera también se la estén jugando para ocultar la parentela de Soledad Alvear con Ajenjo o para cuidar la imagen de Ricardo Lagos, a nosotros no nos importa. No somos responsables de lo que ocurrió. No puede cortarse el hilo por lo más fino, alguna vez se tiene que empezar a cortar los cordeles gruesos, y al final las hilachitas que seríamos nosotros, que podríamos tocar de rebote.
— ¿Cómo enfrentan esa lucha, entonces?
—Hay que insistir en que nos reciba Bachelet, cuestión que no hemos logrado durante los dos años que lleva de su mandato. Esto para explicarle, por cuenta de los trabajadores, nuestra visión particular de la empresa.
—Finalmente, a su juicio, como representante de los trabajadores de la empresa: ¿Cómo se soluciona todo este conflicto de EFE?
—El conflicto de EFE se soluciona con una decisión política de la Presidenta de la República. o sea, que deje de estar condicionada a lo que diga la DC o el PS, que los ministros dejen de condicionarse en proteger a ciertos actores que han tenido connotación política en el país, y simplemente se deje que la justicia y los entes normativos y controladores actúen. Este es un país que merece tener ferrocarriles, y no sólo lo merece, lo necesita.
Por Julio Sánchez