Luis Hormazábal, actor y creador de silencios: «El arte no es útil»

El Ciudadano estuvo presente en el estreno de Ema Darwin en Chile, en el Parque Gabriela de Puente Alto, ahí en medio de los árboles en plena noche, un telón enorme dibujó imágenes crudas de la carne y la tierra

Luis Hormazábal, actor y creador de silencios: «El arte no es útil»

Autor: Wari

El Ciudadano estuvo presente en el estreno de Ema Darwin en Chile, en el Parque Gabriela de Puente Alto, ahí en medio de los árboles en plena noche, un telón enorme dibujó imágenes crudas de la carne y la tierra. Sobre este telón las figuras de los personajes que con viejas telas hacían de vestuario, se derramaban entre desnudos. Las imágenes se entrelazaban como un collage en las que de pronto un piano escondía a la mujer de Darwin y se transformaba en barco.

Ahí estaba el “Luchito”, Luis Hormazábal, para muchos el mejor actor del Teatro del Silencio, agrupación que abandonó por 10 años para dedicarse a la danza teatro, a recorrer experiencias diferentes entre las que fue asistente de Marcel Marceau. Estuvo en la compañía Ballet de Espinacas y el Cirque de la Mer, en Florida (Estados Unidos) y también en Francia. Participó en varios espectáculos de ballet en la Opera Bastille y la Opera Garnier. Trabajó con la Compañía de Teatro al Dente, fue profesor y dirigió sus propios montajes… para volver hoy a Chile, con Ema Darwin y la compañía en la que inició sus pasos actorales en 1989.

-¿Cómo fue tu inicio en el Teatro del Silencio?

-Yo tenía mi compañía, con la que hacíamos algunos espectáculos y vendíamos nuestras obras. Entonces Mauricio Celedón vino a Chile, a hacer un stage de creación, lo iba a hacer con varios actores profesionales de acá de Chile, y fue una amiga la que me inscribió. Como era un taller de mimo con un actor que venía de Francia, quien trabajaba con el Teatro del Sol y con Marcel Marceau, me pareció interesante hacerlo… pero yo no sabía que Mauricio quería armar una compañía y montar un espectáculo, entonces él me eligió para el montaje… ahí comienza toda la historia”.

-Cuéntanos de esa historia.

-Empezamos con Transfusión, el espectáculo de las carretas, después hicimos un montaje sobre lo que había pasado en Chicago en el Día del Trabajador, ese fue “8 Horas”; después hicimos “Malasangre” y ahí fue la consagración de la compañía. Ya habíamos viajado con “8 Horas” pero con “Malasangre” se dio nuestro reconocimiento en el extranjero, el viaje fue por América Latina, Europa y África.

-¿Y cómo fue esa experiencia?

-¡Excelente!.. ufff, una experiencia increíble, éramos jóvenes, teníamos alrededor de 21 años y fuimos invitados a festivales de teatro internacionales importantísimos.

-¿Cuál es la importancia del “silencio”?

-Mi relación con el silencio fue una especie de laboratorio. Hay que tomar en cuenta que en la época no existía este tipo de teatro. Esto lo creamos en una búsqueda, trabajamos mucho con la improvisación, y en esa improvisación encontramos este lenguaje que antes no existía. Yo me siento parte importante de este proceso, me siento creador del silencio.

-¿Qué es el teatro para ti?

-Es una acción social, una representación. Es difícil para mí hablarlo, porque yo creo que el arte no es útil, no por sí solo. El arte no te cambia la vida, no es materialmente útil, necesita de otro para llegar a algo. Un auto es útil, te lleva a algún lado, un reloj es útil porque mides el tiempo, pero el arte te deja ahí mismo, solo representa.

-Después de tantos años fuera (15 años viviendo en París) ¿Cuál es tu relación con Chile?

-Siempre estoy en contacto gracias al inventor “de la Internet”. Estoy un poco alejado, pero trato de estar al tanto. Yo seguí un poco lo que ocurrió con los estudiantes, que me parece muy bueno, es la única manera de poder cambiar las cosas, uniéndose, pero sobre todo haciendo acciones, accionando. Vi algunas representaciones simpáticas y otras fuertes, ahí se ve que el arte y la intervención artística son también una herramienta para luchar contra lo negativo, pero es una forma simplemente. Lo que más me gustó, lo más importante, fue la unión.

-¿Qué detonó que regresaras a la compañía después de 10 años?

-Porque después de tanto tiempo me hacía falta un poco del Silencio en mi vida. Es mi familia artística y necesitaba reencontrarme con esa materia, esa materia orgánica.

Por Amanda Durán

Cultivos Chilenos

Suplemento arte & cultura

El Ciudadano Nº118, segunda quincena enero 2012


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