Este 29 de marzo se conmemoran 31 años del asesinato en manos de agentes del Estado de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo, quienes murieron cuando solo tenían 18 y 20 años, convirtiéndose en los mártires de la lucha contra la dictadura en la Villa Francia. Conversamos con su madre, Luisa Toledo, sobre ellos y sobre este país en donde para muchos la dictadura aún sigue viva.
¿Cómo conmemora este día? ¿Cuáles son los sentimientos que afloran en un día como este?
Bueno, hace más de 30 años que mataron a mis hijos. Los mataron porque ellos tenían claro que había que luchar contra la dictadura y contra las injusticias, la desigualdad, porque querían a la gente, la amaban, y porque eran muchachos jóvenes que pensaban y eso para la dictadura era muy peligroso, y sigue siendo ahora. O sea, aquí en las poblaciones proletarias, marginales, desde comienzos de marzo la policía está allanando a los jóvenes, pidiéndoles carnet de identidad; la PDI también.
¿Hay un hostigamiento permanente a propósito del Día del Joven Combatiente?
Exactamente, todo el tiempo, todos los años, nunca han dejado de hacerlo. En las poblaciones es así. O sea, a los sinvergüenzas y ladrones que están robando a todo Chile no creo que les vayan a allanar la casa ni pedir carnet allá arriba donde viven los ricos, los poderosos. No se atreven. Pero aquí sí, aquí es una cosa común y corriente, todos los días, y la gente ya está acostumbrada; las bajan de los autos, los revisan. Entonces para mí es una fecha en que la gente que perdió hijos, familiares, algún ser querido en esas fechas, sabe que el dolor no pasa nunca. Puedo estar mejor, me logré integrar más a la corriente de la vida, pero llega marzo y de verdad el dolor se me viene encima.
¿Cómo recuerda a sus hijos y cómo le gustaría que la sociedad los recordara?
Los recuerdo como gente muy buena, muy bondadosa, muy comprometida, que amaba a la gente. Ellos nunca usaron a nadie para nada, sino que estaban con los que querían, no podían ir a la universidad tranquilamente. Podrían haber sido profesionales, porque eran buenos para estudiar. El Eduardo estaba en el Pedagógico en Pedagogía en Historia; Rafael estudiaba en el Liceo de Aplicación; mi hijo grande, el Pablito, estudiaba Arquitectura, entonces eran muchachos que podrían haber hecho –entre comillas- una vida normal. Pero no puedes hacer una vida normal si tienes algo de consciencia. Si te das cuenta que el resto de la gente no lleva esa vida normal, y que para poder vivir tienen que hacer cosas terribles como andar robando, andar arriesgando su vida todos los días y poner en riesgo la de otra gente para poder vivir. Entonces eso es terrible, una sociedad que se acostumbra a eso: yo vivo bien y no me importa lo que pase afuera. Eso no puede ser, no vale la pena vivir así. Entonces eso lo tenían claro ellos y nosotros y es por eso que yo creo que hemos sobrevivido todos estos años con Manuel (Vergara), porque teníamos claro en lo que estábamos metidos. O sea, nosotros sabíamos que el que se metía a defender, a estar de parte de los oprimidos, del que estaba preso, a acompañara a los familiares cuando les mataban algún familiar, a buscar a un niño desaparecido… todo eso tiene su precio.
¿Y a qué atribuye que eso siga ocurriendo en esta democracia, con casos de otros jóvenes asesinados en Santiago, en la Araucanía, en universidades?
Para mí no ha habido democracia. Esta es la continuación de lo que quería hacer Pinochet, lo único distinto es que los militares no están afuera, pero las policías están militarizadas, les han hecho muy fácil la vida a ellos, les han comprado equipos, maquinarias, vehículos, les han arreglado los sueldos. Estos gobiernos nunca han sido democráticos. Aylwin fue el que amarró todas estas cosas. Aquí está Pinochet vivito y coleando, porque están todos sus seguidores, la gente que lo aplaudió, que quería que hiciera toda esa razia contra la gente de izquierda; todos los que están ahora en el Senado, robando a manos llenas, los de la burguesía, los ricachones que siguen robando. Eso no ha cambiado nada. Ellos han salido a la calle, han mostrado la cara, porque cuando estaba Pinochet se escondían detrás de él, azuzándolo para que siguiera matando. Y ahora ellos piensan que esta es la “democracia”, porque en ninguna parte podrían estar mejor que aquí.
La impunidad continúa…
Ha habido una gran impunidad y no somos capaces de reconocer y reconocer-nos entre las personas que sufrimos directamente y las que no sufrieron pero que estaban al lado de nosotros; si no somos capaces como sociedad de darnos cuenta que nos hicieron mierda, que nos aplastaron como quisieron, que nos mataron y desaparecieron gente, que había casas de tortura; o sea, esto fue el mejor ejemplo de cómo instaurar un sistema como el que tenemos ahora, a punta de metralleta. Y eso es lo que nos envidian los otros países de todo el mundo, que se pudo instalar este régimen y a ellos les ha costado, no tienen las metralletas encima.
“HE VISTO CÓMO CARABINEROS DE CHILE LE MUESTRA EL PENE A UNA NIÑA”
¿Qué piensa cuando ve a la Concertación y la Nueva Mayoría financiada con platas del yerno de Pinochet?
Le hace base a lo que yo le estoy planteando. Esta es la continuación de una dictadura. Estamos con una Constitución hecha por Pinochet. El sistema fue hecho por él a punta de metralleta. No sé si usted se acuerda cómo se hizo polvo el sindicalismo en Chile; se puso el plan laboral, el PEM y el POJH, que fue lo más denigrante de la vida, entonces a ese costo tenemos lo que tenemos ahora. Una clase trabajadora amarillenta, con 8 o 10 sindicatos en una empresa. Esto está basado en una injusticia muy grande y en un terror a los militares. Todos estos gobiernos le tienen terror a los militares, ¡terror! Entonces estos tipos se ponen dos rayas de pintura en la cara y los gobiernos si han dado un paso adelante reculan al tiro. Acuérdese de los “Pinocheques”, le tocaron la punta del pelo al hijo de Pinochet –un ladrón sinvergüenza, como su mamá y toda su familia- y el presidente vio a los milicos pintados y le dio terror. Entonces, ¿cómo le vamos a tener respeto a esta gente, si la presidenta tiene un hijo ladrón y una nuera ladrona? Mientras que otro pobre diablo que aquí en la población se roba algo en el supermercado, se lo llevan preso.
En el Senado se aprobó que quienes estén acusados de agredir a carabineros, aún cuando no haya huellas de la agresión, podrían tener penas de cárcel. ¿Qué le parece?
¿Ve usted? Es lo que le dije. Esto es la continuación –más elegante- de la dictadura. Pinochet no se ha ido nunca, murió de viejo, tranquilo, nadie le hizo nada, no fue juzgado, pero sigue aquí, con su gente que está detrás de él, los asesinos verdaderos, que se andan paseando por ahí; los empresarios cara de palo que aparecen en los diarios diciendo “nosotros somos el gobierno”, y claro que lo son. Si la señora (Bachelet) es un títere y todos lo han sido. Dígame si no estamos más mal que nunca en este país. ¡Qué vergüenza más grande! Nadie paga nada y se lleva todo de Chile. Y cuando uno habla de esto le dicen “ha, qué amargada”. Pero si uno echa una mirada crítica sobre lo que está pasando, se da cuenta que estamos mal.
Usted hablaba hace un momento de la represión en la población. ¿Cómo se vive eso?
El otro día a unos niños que salieron a pegar unos afiches la PDI los acorraló -eran jovencitos, no tenían experiencia- los fotografiaron, los trataron mal, los amenazaron y quedaron fichados por pegar tres afiches. Y lo mismo le pasó a unos cabros de 15, 16 años, que andaban en un acto del sindicalista Juan Pablo Jiménez. Pescaron a tres, los llevaron a la comisaría, los desnudaron, a uno le pegaron un palo en la boca y casi le rompieron la quijada, los dientes, el labio… todo eso es tortura. Yo, aquí en mi casa, he visto cómo carabineros de Chile le muestra el pene a una niña que iba saliendo de mi casa, que vive al frente mío. Estaban en la micro a dos casas de la mía. Yo salgo a dejarla y el carabinero al lado de la micro le movió sus genitales. Entonces, Carabineros está formado por lo más rasca de lo rasca. Y ganan plata, tienen un arma y se creen autoridad. Gendarmería se cree autoridad. Hasta los tipos que están en el supermercado con uniforme se creen autoridad y tienen autoridad para tratarlo a usted como quieran. Ayer fui al hospital a buscar a mi marido que se operó y un guardia de afuera me trató mal.
“NO ME ARREPIENTO DE LA PATADA A HONORATO”
¿Cómo ocurrió lo de la agresión a Pablo Honorato y por qué decidió enfrentarlo de esa forma?
En ese momento estaban juzgando a mi nieta, que está presa. Le dieron 7 años de cárcel y ella no mató a nadie, no robó nada. Y (Martín) Larraín mató a una persona, tenía 10 millones de pesos y, bueno, no fue a la cárcel. Nosotros no tenemos 10 millones, entonces mi nieta está presa y la estaban haciendo el juicio en la Corte Suprema. Nosotros no estábamos pidiendo que saliera libre, sino que le bajaran la pena a lo que corresponde, un homicidio frustrado y no un homicidio calificado. Entonces lo dejaron así y a mí me dio una rabia enorme, los jueces estaban casi durmiendo. Me sacaron entre varios gendarmes y me dejaron botada en el pasillo de la Corte Suprema. Y este tipo (Honorato), que está siempre ahí, llama al gallo que toma las fotos y quería que me fotografiara en el suelo, entonces yo me pará y le dije que cómo se le ocurre y le di una patada donde cayó, yo no pensé pegarle en ninguna parte, pero le pegué ahí. Este hombre fue muy perverso con nosotros, cuántas veces estuvo tomando café mientras arreglaban los cadáveres de los compañeros que fueron asesinados, para sacarles fotos en un lugar donde no habían sido asesinados. Entonces no me arrepiento de nada. ¿Por qué no viene para acá el cobarde y me entrevista en la casa? Nunca ha venido a preguntar por mis hijos. Y si me dicen que no soy dama, ¡mala cuéa, no soy dama! Porque todas las “damas” que conozco son ladronas, como Lucía Hiriart y Bachelet.
Hay mucha gente que critica el Día del Joven Combatiente, lo llaman el Día del Joven Delincuente, y critican las acciones que se realizan, principalmente en la noche. ¿Qué piensa sobre eso?
La gente que nos tiene como estamos es precisamente la gente que está en el medio, que no hace nada pacífico para salir de esta situación, porque no van a las marchas -ni siquiera a las grandes donde van a tocar pitos y con globitos rojos-, pero también dicen “no, la violencia conmigo no va”. Esa es la gente que nos tiene así, la que no hace nada, que quiere que las cosas cambien pero que se queda al medio esperando, criticando a los pacíficos y a los que son violentos. ¿De dónde sacaron este pacifismo que tienen ahora? No ve que Pinochet nos enseñó a ser pacíficos… No pues, los cabros tienen derecho a encapucharse y salir a la calle y defender su dignidad, su vida, su futuro, todo lo que les pertenece. Y si quieren ser pacíficos está bien, pero no vengan a criticar lo que otros hacen. En el Día del Joven Combatiente todos los que vienen para acá ya no es por mi hijo, es por lo que está pasando en el año, porque no hay trabajo, ni vivienda ni salud.
De alguna forma esta fecha ha pasado a ser una en donde más allá de los hermanos Vergara, se realizan demandas sociales…
Por eso viene mucha gente, porque nunca hemos sido corruptos con Manuel (Vergara), nunca hemos aceptado un peso de nadie, menos por mis hijos; creo que somos una de las dos o tres familias que no hemos recibido ese dinero horrible que dan cuando le matan a uno un hijo o un familiar, porque aquí de lo que se trata es de luchar, para que esto cambie. ¿Qué Chile le vamos a dejar a las criaturas que vienen? Si los sinvergüenzas están dejando en el país puros hoyos, se llevan todo y se van. Todas las bellezas de Chile que teníamos; en un río maravilloso que viene desde Argentina van a instalar una torre de alta tensión. Esto es un desastre, en Melipilla ya no hay agua, en Chiloé tampoco.
Por esas razones la gente recuerda a los Vergara Toledo y los sigue apoyando a ustedes…
Vienen mucho por eso. Porque este es un espacio que nosotros les hemos abierto con Manuel y con la gente de la Villa Francia, a quienes les doy las gracias infinitamente, porque si no fuera por ellos no habría por lo menos tres miserables presos, 7 años le dieron a uno y 10 al otro y ya salieron libres, estaban en Punta Peuco. Yo le digo, honestamente, que le doy las gracias a la gente de la Villa y a todos los que nos han acompañado, porque sin ellos no somos nada.
Por Daniel Labbé Yáñez