María Eugenia Lorenzini es una destacada escritora chilena, profesora de Castellano y
editora. Es autora de exitosas novelas como Después de ayer (1994), Sewell: luces,
sombras y abandono (2003) y Escucha, Corazón (2016), las dos primeras con más de
diez ediciones y recomendadas en colegios. En esta conversación nos sumergimos en el
mundo de la novela El Silencio de Irene, en el que el relato se entrelaza con los recuerdos
de una época turbulenta en la historia de Chile. A través de los recuerdos del
protagonista, un hombre inmovilizado en la cama de un hospital, María Eugenia Lorenzini
aborda temas de memoria, política y relaciones humanas en un contexto marcado por la
dictadura. Desde la experiencia personal hasta la reflexión sobre el impacto de la
literatura en la conciencia social, esta conversación es una exploración de los hilos que
tejen la trama de esta notable novela.
-Tu novela aborda o refleja situaciones sociales y políticas contemporáneas, como la
Dictadura en Chile y la situación de los estudiantes que participaban en federaciones de
estudiantes. ¿Desde dónde lograste armar este escenario?
-Creo que todos los que vivimos durante la época de la dictadura sufrimos las
consecuencias del golpe militar de una u otra forma. En lo personal no fui detenida ni viví
el exilio, pero tuve amigos cercanos que estuvieron presos, fueron exiliados o vivieron en
carne propia lo que fue la Operación Cóndor. El año 1973 yo era estudiante del Instituto
Pedagógico de la Universidad de Chile y muchos de los hechos políticos que se relatan
en la novela El silencio de Irene están basados en situaciones que vi o escuché de
primera mano. Por eso, quizás, si bien el protagonista es un personaje de ficción, nos
muestra con verosimilitud lo que vivieron muchos universitarios de la época.
-¿Tienes alguna experiencia personal o inspiración política detrás de la creación de esta
novela? Si es así, ¿cómo influyó en tu proceso de escritura y en la historia que querías
contar?
Normalmente escribo sobre temas que me impactan y uno de ellos es el de los migrantes,
tal vez porque mi abuelo fue uno de ellos, llegó a Chile e hizo de este país su patria. De
hecho nunca más volvió a Italia. Al comienzo pensé contar su historia y lo que había
significado dejarlo todo por venirse a nuestro país, pero después de unas cuantas
páginas, seguramente como consecuencia de lo vivido durante la dictadura, creí que era
mucho más importante contar la historia de un hombre que había tenido que salir al exilio,
como muchos durante nuestra historia reciente. De esa manera, Alejandro Pissano, el
nieto, se convirtió en el protagonista de la novela. Él, al igual que su abuelo, tuvo que
migrar de su patria, pero debió hacerlo en forma obligada como refugiado y esto hizo que
su historia fuera mucho más dramática. Experiencias como esa sin duda producen
importantes quiebres en la vida personal y amorosa de quienes las viven.
Finalmente, la novela El silencio de Irene que había sido pensada como la historia de
amor de un hombre corriente, con todas sus debilidades, temores y contradicciones, se
convirtió también en el retrato de una época y de lo sufrido por toda una generación.
-El silencio de Irene explora la idea de la memoria y los recuerdos como herramientas
para comprender la verdad. ¿Crees que hay paralelismos entre esta exploración y la
importancia de la memoria histórica en la política y la sociedad?
Creo que además de ser una historia de amor El silencio de Irene es una novela sobre la
memoria. La “Memoria” con mayúscula y la “memoria” con minúscula, personal, a través
de los recuerdos del protagonista. Y se da un paralelismo: ambas nos acercan a la
verdad, la verdad de Alejandro Pissano, de por qué se encuentra postrado en un hospital
sin poder comunicarse, y la memoria colectiva sobre los hechos de una época sobre la
cual aún no se ha escrito lo suficiente.
-En la novela vemos cómo las decisiones políticas y sociales influyen en la vida y las
relaciones personales de los personajes. ¿Puedes hablarnos de esto?
Todos somos lo que somos en gran medida por las circunstancias que nos toca vivir. El
protagonista, a pesar de sus temores, impulsado por el amor hacia Irene participa en
actividades que en otro momento histórico no habrían implicado mayor riesgo y que, sin
embargo, alteran su existencia en forma definitiva, convirtiendo su vida en una metáfora
de lo que sucedía en el país durante la dictadura. Como en la vida misma, sus decisiones
y sus miedos van afectar las relaciones con todos los personajes.
-¿Crees que la literatura puede tener un impacto en la conciencia política y social de las
personas?, ¿cómo esperas que tu novela contribuya a este diálogo?
De alguna manera la literatura va siendo el reflejo de lo que somos y de los
acontecimientos sociales e históricos, tanto en lo personal como en lo social. Y solo si se
habla y se escribe sobre la época oscura que se vivió en Chile durante diecisiete años, se
podrá lograr que nuestra sociedad toda tome real conciencia de lo que esto significó. En
lo personal, creo que aún no se ha escrito demasiado, que aún no se ha puesto en
palabras lo vivido por toda una generación. Y me sentiría muy satisfecha si esta novela le
permitiera a quienes no vivieron en ese entonces, conocer y reflexionar sobre estos
hechos.
-Alejandro Pissano, el protagonista de la novela está inmovilizado y sin capacidad de
comunicarse con otros. ¿Crees que la sociedad aún tiene barreras significativas para las
personas con discapacidad, tanto en el ámbito político como en otros aspectos de la vida?
Creo que hemos avanzado en ese sentido, pero aún queda mucho camino por recorrer.
Todavía quienes tienen alguna discapacidad no cuentan con los adelantos necesarios
para desplazarse y en algunos casos ser absolutamente autovalentes. Tampoco existe
una ley que permita poner término a su existencia a quienes el sufrimiento les hace la vida
insoportable. Creo que la vida es el regalo más preciado, pero solo si podemos vivirla
dignamente.