Mauricio Osorio, antropólogo: “El Mercurio escondió lo ocurrido en la Isla de los Muertos”

El principal accionista de la Compañía Explotadora del Baker a la fecha de las muertes de trabajadores era Julio Subercaseaux Browne, gerente de uno de los bancos más importantes de Chile, quien se relacionaba con el negocio del salitre y funcionarios de gobierno, señala el investigador de Ediciones Ñire Negro con asiento en la Región de Aysén.

Mauricio Osorio, antropólogo: “El Mercurio escondió lo ocurrido en la Isla de los Muertos”

Autor: Matías Rojas

Islamuertos

En lo que hoy se conoce como la “Isla de los Muertos” se erige un cementerio de cipreses convertidos en cruces. Cerca de sesenta obreros que trabajaban para la Compañía Explotadora del río Baker, al sur de la Región de Aysén, murieron abandonados por la irresponsable gestión de esta empresa, vinculada a una de las familias más influyentes de la aristocracia criolla, en el invierno de 1906.

Este 18 de febrero, el antropólogo Mauricio Osorio Pefaur, de la Editorial Ñire Negro, presentará en Caleta Tortel su libro de 286 páginas “La Tragedia Obrera de Bajo Pisagua”, investigación que repasa con lujo de detalles el enigmático caso basándose en testimonios, recortes de prensa y documentos oficiales desempolvados del Archivo Nacional de Santiago.

En conversación con El Ciudadano, Osorio invitó a hacerse cargo de la historia de la Isla de los Muertos y a no seguir considerándola “un cementerio de misterio y morbo para ir solamente a turistear”. Esto porque detrás de la historia hay una deuda que el Estado no ha podido saldar.

¿Por qué hablamos de una “tragedia obrera”?

Porque afectó a un grupo grande de trabajadores, provenientes principalmente de Chiloé, y otros en menor medida de Puerto Montt. Fueron contratados en el período estival de 1906 para hacer una faena maderera importante a la zona del río Baker, en la desembocadura, por una empresa que estaba recién formada, y fueron abandonados con provisiones que se agotaban cada día. Este abandono significó una crisis sanitaria que llevó a la muerte de 59 personas. Luego, a fines de septiembre, son rescatadas las más de 150 personas que aún estaban con vida.

¿Quién dio cuenta de que se estaban produciendo estas muertes?

Según la investigación, logra dar cuenta de la situación de abandono una persona que es enviada por el administrador que quedó a cargo obligadamente de las faenas. Él fue uno de los gerentes de la empresa que llegó desde Santiago a pasearse en el lugar entre abril y junio de 1906. Ese mes sale intempestivamente de ahí sin mucha claridad respecto a por qué toma esa actitud. Este administrador manda a una persona de su confianza y esta persona logra, posteriormente, tomar un vapor que lo lleva a Chiloé, donde presenta una denuncia a la Gobernación de Quinchao, organismo que a su vez da cuenta de esta situación a la Intendencia de Llanquihue, que deriva la información al gobierno central, al Ministerio del Interior del cual dependía.

Cuéntame cómo fue el proceso de levantamiento de la documentación que permitió reconstruir esta historia.

Yo inicié el trabajo encontrando información en la prensa de la época, datos que para el caso de la investigación histórica de la Isla de los Muertos nunca había sido utilizada como fuente. Me llevó sorpresa tras sorpresa. Se informaba lo que acontecía con menor o mayor grado de espectacularidad, certeza y omisiones. Por un lado se atacaba al dueño de la empresa, y por otro se protegían ciertos intereses. La prensa me fue dando pistas para indagar en otros lugares y llegar a los documentos oficiales que estaban muy esparcidos. Trabajé en las tres dependencias archivísticas: periódicos en microformato, en el Archivo Nacional Histórico y el Archivo Nacional de la Administración. Entre toda esa información está, por ejemplo, el intento de lavarse las manos por parte del Ministerio del Interior de la época, diciendo que era un asunto entre privados y que el gobierno no podía hacer nada respecto al abandono de los trabajadores.

Osorio¿Podemos decir entonces que el Estado de Chile se puso de parte de la empresa?

Digamos que sí, por omisión. Tiene que ver con las redes de la empresa. Sus propietarios estaban muy ligados a los funcionarios de gobierno de la época. Sin embargo, finalmente no pudieron hacerse a un lado, y se vieron obligados a hacer lo mínimo posible, que es desviar la investigación administrativa a una situación que supuestamente correspondía investigar a la Dirección de Marina Mercante, en relación al barco que había rescatado a los trabajadores. No sabemos si realmente se llegó a algo con ese sumario que supuestamente se instruyó.

¿Cuáles son estos vínculos con el gobierno?

Según la información que fui recabando, el principal accionista de la Compañía Explotadora del Baker fue Julio Subercaseaux Browne, que en la misma época era gerente del segundo o tercer banco más importante de Chile y relacionado con el negocio del salitre, que es el Banco Inmobiliario. Un año después de la Tragedia de Bajo Pisagua, ese banco entra en una crisis y finalmente quiebra. Este es el personaje que yo, en el libro, planteo como el principal gestor de la empresa, y en eso discuto de alguna forma con lo que se ha escrito hasta ahora, básicamente porque se ha dicho que el gestor principal fue Mauricio Braun, que es magallánico, y que la empresa habría sido de capitales magallánicos. Al menos los datos que tuve a la vista no me permiten plantear que los capitales magallánicos estuviesen directamente involucrados, sí los de Santiago, con una clara intencionalidad de hacer fortuna rápida, no a través de la explotación ganadera y maderera, sino a través del manejo especulativo de las acciones. Ahí se puede relacionar de alguna manera esta situación de abandono, de negligencia.

¿Qué se puede decir del comportamiento de los medios de comunicación respecto al apoyo que dieron a la empresa? ¿Cuál fue el papel de El Mercurio, por ejemplo?

El Mercurio escondió la noticia. No habló absolutamente nada de lo que los diarios del sur de Chile estaban informando, cosa muy rara porque simultáneamente El Ferrocarril, que era también de Santiago y de la élite, sí informó, de manera muy suave y diluida pero lo hizo. El medio de prensa que denunció los hechos fue La Alianza Liberal de Puerto Montt, un periódico de tendencia liberal radical de la época, que lo hizo de manera más matizada que los medios de Chiloé, principalmente La Cruz del Sur y La Justicia, ambos de Ancud, y El Independiente, que tomó la noticia sólo una vez. Yo hice el análisis de periódicos hacia el norte de Chile, hasta Santiago, incluso revisé algunos del Norte Grande, pero realmente la noticia ahí no tuvo eco, se iba diluyendo a medida que se avanzaba al centro del país. El Mercurio, Las Últimas Noticias y El Diario Ilustrado, ninguno de ellos habló del tema, teniendo datos y fuentes de los periódicos de la época. No era que no pudieron haberse enterado, es lo que deduzco.

¿Hubo una investigación judicial del caso?

En el medio que tomó el caso como denuncia directamente, y que fue invisibilizado por toda la demás prensa del país, se menciona un proceso judicial que no pudimos encontrar en ninguna parte.

¿Radicado en qué tribunal?

En este caso se hablaba del Juzgado Local de Puerto Montt, sin embargo, averiguando, no hay muchos datos al respecto. Recién ahora, por otros investigadores de Puerto Montt, tengo pistas de que eventualmente por haberse producido el hecho en lo que en esa época era administración de Magallanes, pudo haberse trasladado para allá, o, por haber sido víctimas los obreros de Chiloé, haber sido llevada a Chiloé. Ahí hay pistas para seguir investigando.

Baker¿Has logrado ubicar a descendientes de los trabajadores que pudiesen exigirle al Estado que asuma una responsabilidad por esta tragedia?

Sí, por el mismo proceso de investigación conocimos a un nieto de los muertos en Baker, que de hecho vendrá por primera vez a la Isla de los Muertos por una iniciativa de una organización de Chiloé. Conocimos en una charla en Chiloé a otros familiares que por fin pudieron dar con el dato de dónde había llegado el tío abuelo o tío bisabuelo. También conocimos descendientes de obreros que se salvaron, que sobrevivieron a esta tragedia.

¿Los cadáveres han sido encontrados?

No, ahí hay un tema bien claro en el sentido de que se hizo una investigación arqueológica en 1998, que exhumó una tumba para evaluar la situación del cementerio en general. Había un ataúd construido de manera artesanal, una cruz muy bien enterrada sobre el metro y medio de profundidad, y al interior se encontraron huellas de que en algún momento hubo un cuerpo: tres botones de porcelana y muy pequeñas piezas dentales humanas. Nada más. O sea toda la materia orgánica desapareció por la agresividad del terreno. Los arqueólogos plantearon que todo el cementerio estaba en la misma situación y entonces no era necesario abrir otras tumbas para darse cuenta que no había nada más que hacer.

¿Cuál es finalmente la importancia de dar a conocer estos antecedentes para la memoria histórica del país?

Tiene varias aristas o grados de importancia. En primer lugar, para la región es la posibilidad de darse cuenta que el cementerio de la Isla de los Muertos no es un misterio. Lo que allí ocurrió tiene antecedentes, fue cubierto por la prensa chilena y hubo intencionalidad de sepultar lo que ocurrió. Eso mismo indica que Aysén no puede seguir considerando la Isla de los Muertos como un cementerio de misterio y morbo para ir solamente a turistear, tipo película gringa. Aquí tenemos que hacernos cargo un poco de esta historia y considerar que el desarrollo histórico de Aysén está absolutamente ligado con el desarrollo histórico del país. Lo que aconteció no fue un hecho aislado. Se relaciona con muchos otros procesos que ocurrieron en los distintos momentos del devenir histórico de Chile. Por otro lado, hay una reivindicación concreta y precisa de los trabajadores que fueron víctimas de la tragedia, básicamente porque sus nombres siempre estuvieron. Este periódico del que te hablo, y que fue invisibilizado, dedicó una crónica específica a la publicación de la lista de fallecidos. Ahí compruebas que hubo una intencionalidad de esconderlo.

Fotografía: Ivonne Coñuecar A.


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