Llevan cinco meses trabajando como Microsesiones Negras. Johana, Juliette, Astrid (colombianas) y Mercedes (afrochilena) conversaron con El Ciudadano sobre su colectivo abocado al desarrollo social afro y a la resignificación de la mujer negra.
En esta segunda parte de la entrevista (aquí puedes revisar la primera), retratan sin complejos la mirada que tienen chilenos y chilenas sobre el proceso de negritud que vive el país y, en particular, sobre las mujeres negras.
A partir de las observaciones que han podido realizar viviendo en Chile, ¿cómo describirían la mirada que tiene la sociedad chilena sobre las mujeres negras?
Astrid: Siempre he pensado que aunque existan espacios o grupos de nazis en Chile, el chileno común no es racista porque tenga una ideología. La mayoría de la gente es racista porque no conocen la negritud, porque les han negado la posibilidad de conocer su historia, por pura ignorancia. Cuando yo desconozco algo, o me acerco porque quiero conocerlo y soy humilde ante eso, o lo rechazo y me paro desde mi privilegio. Eso es racismo. Como se están dando cuenta cuáles son nuestras dinámicas y ritmos, es extraño para ellos. Es exótico, porque están instruidos por la televisión. La educación que hay en Chile es con la televisión. La población migrante es mucho más educada que la chilena. Yo decidí ser artista plástica, ella (Juliette) decidió ser bailarina, ella (Johana) decidió ser contadora y diseñadora de modas y Mercedes decidió trabajar con la ecología, siendo mujeres negras. Hay médicos haitianos, ingenieros, mujeres brasileñas que son ingenieras y que son súper instruidas en la educación, son académicas, pero la televisión no ha dejado ver a esos académicos negros. No nos ha dejado ver a los otros como personas inteligentes, que teníamos civilización antes que el hombre blanco llegara a África, supuestamente, a civilizarnos.
Astrid (continúa): La historia blanca europea nos negó la posibilidad para que nos vean como personas educadas, serias, responsables, de familia. Entonces, ¿cómo nos ven en la calle los chilenos y las chilenas? ¿Cómo nos ven en las instituciones chilenas? Cuando no nos prestan ni dos micrófonos para hacer un conversatorio sobre la invisibilización de la mujer negra en una institución aquí en pleno Centro, donde estamos llevando público que nunca ha llegado a sus escenarios, como museos, centros culturales. Nosotras les estamos haciendo un favor, no ellos a nosotras. Nosotras les estamos acercando a la gente a la que ellos quieren llegar, que deberían llegar, que es la población migrante. A mí me han ofrecido que exponga en bibliotecas, porque necesitan que alguien negro acerque a las bibliotecas a la gente negra, cuando ellos no están buscando estrategias para acercarse a la gente negra. El chileno desconoce su historia. Si ellos fueran conscientes de cuál es su historicidad, que no solo están compuestos de italiano, argentino, alemán, mapuche y español, sino que supieran que hay una gran carga africana dentro de su sangre, nos verían como hermanos, nos saludarían en la calle, se darían cuenta de que el haitiano sí es bueno para trabajar, pero también es buen padre, buena madre, buen hijo, también es responsable. El haitiano no se emborracha en la calle, el haitiano es súper cuidadoso con su cuerpo, porque su construcción como dios, como diosa, como rey, como reina africana, es así. Yo soy una reina africana, yo soy una mujer negra, yo me empodero en eso y si todas las mujeres negras anduviéramos así en la calle y si la gente chilena mestiza nos reconociera como eso y se reconociera así misma como templo, como dioses, como reinas, sería la vida diferente. Pero es una sociedad que está fundamentada en la televisión. Que son comedias turcas, que son comedias de no sé dónde.
¿Y tú, Mercedes, siendo chilena, qué has podido observar sobre la forma como los/as chilenos/as miran a las mujeres negras?
Mercedes: De partida, en Chile como sociedad tenemos una herida cultural muy grande. Ahí radica gran porcentaje de la ignorancia que representan en el cotidiano las personas. Siento que, como decía mi compañera, al chileno común y corriente se le ha negado la posibilidad de saber la historia real. Hace poco publiqué un artículo que trata sobre que soy afrochilena, en una parte expongo lo irónico de que la gente no me crea que soy chilena y que soy negra, cuando aquí siempre hubo negros: en el barrio Matta hubo personas negras y por eso le decían el «barrio de los monos», porque estaba lleno de negros que eran los vendedores; en Calera de Tango también hubo asentamiento de negros esclavizados, de hecho «tango» es una palabra africana y en el valle de Azapa, !ni te digo! Entonces, casi nadie sabe eso. Creo que además tiene mucho que ver con el vacío cultural que nos dejó la dictadura, hay un quiebre tremendo del que aún nos estamos sanando. Si ya como personas blanco-mestizos cuesta recuperar espacios, imagínate a la población afrochilena. Tras la publicación de ese artículo, me llegaron comentarios donde no me creían y me decían «no, esta historia está inventada». Toda esta efervescencia de la negritud en Chile está destapado cosas que estaban muy ocultas y de las que nadie quiere hablar.
Juliette: Además creo que aquí se ha instalado un mito extraño de lo que es ser mujer negra. Una debe tener el culo y las tetas, porque si no los tienes no puedes ser negra y si eres colombiana es peor. De por sí se supone que tienes que tener un estándar de belleza negro, que es algo estúpido, porque cuando tú no eres de ese estándar de belleza, como yo, que tengo 24 años, no tengo culo, no tengo tetas y soy bajita, bueno, me creen que soy negra porque me ven, pero si yo fuera más clarita, puta no sé de adónde pensarían que yo salí. Entonces, se generó un imaginario colectivo de lo que es ser una mujer negra.
Johana: Mira, un ejemplo clarísimo de lo que estamos hablando. Se está riendo porque tenemos turbante (NdR: se refiere a dos mujeres adultas que pasan junto a dos niñas). Esto vivimos las mujeres negras a diario. Perdón que te interrumpí, pero me pareció súper apropiado. Se estaba riendo de nuestros cabellos.
Mercedes: Chile también ha tenido una reacción muy alérgica a la migración negra; nos incomoda porque somos un país sin identidad, Chile no ha vivido su proceso de mestizaje. Si ni siquiera nos asumimos a nosotros mismos, ¿cómo aceptaremos nuestra realidad externa? Eso da para un análisis súper amplio. Hay que revisar mucho sobre la historia y eso va a converger en que la persona chilena, como ciudadano, se va a reconocer de manera diferente como sujeto social.
Juliette señalaba en una columna que “la sociedad de privilegio blanco” ha convertido sus características estéticas en moda. Al inicio de la conversación rechazaban que los elementos de la cultura negra y/o afrodescendiente se vendiera a la clase alta. ¿Han sentido una suerte de modelación acerca de cómo deber ser y verse una mujer negra?
Juliette: Eso es un tema gigante, porque volvemos nuevamente al tema de la apropiación cultural. Te voy a poner un ejemplo: hay una party que se supone que es para las personas negras y fui una vez y no volví. Cuando llegué, eran muchos cuicos creyéndose negros, en la onda hippie negra, no sé cómo explicarte. Era una cuestión extraña. «Oye, la hermana negra». ¿En serio? Y no había ni una persona negra. Todos se creían negros, estaban con turbantes y yo tengo claro que esas personas nunca se han preguntado qué es ese turbante. ¿Cuándo llegó la palabra turbante o por qué se utiliza en América o cómo se llamaba en África? Estoy segura que no. Sin embargo, estaban con sus turbantes y con eso de «moda africana», que es absurdo. Yo no creo que haya moda italiana, moda colombiana o moda quechua.
Astrid: O americana, juntando una cantidad de mundos diversos culturales a una cosa. África no es un país, son 54 países dentro de un continente.
Juliette: Desde ahí nos damos cuenta que hay una apropiación cultural gigante, que ellos no respetan y aunque hemos hecho conversatorios de qué es ser afrodescendiente, de qué es el turbante, no llegan esas personas cuicas, pero que sí van a las fiestas a decir que son negros. No les interesa y cuando ellos dicen que son negros, yo creo que ni sabrán qué es la negritud. Tan así, que ni siquiera saben qué es afrodescendiente. Ellos utilizan todo esto, nuevamente apropiándose de una cultura desde su privilegio. Pongo un ejemplo: si vinieran nuevamente los españoles y dijeran «ya, vamos a entrar nuevamente en el proceso de colonialismo», yo no creo que allí (los cuicos) digan que son negros. No, porque son blancos mestizos si hablamos de colorismos, y si hablamos de algo sanguíneo o de raíces las van a negar, como pasó aquí con los mapuche. En cambio, nosotras cuatro desde el mismo momento empezarían a esclavizarnos. Yo veo personas negras o afrodescendientes en todos lados, pero nunca se han preguntado qué es ser cualquiera de estas dos cosas. Nunca se han relacionado con personas negras y no digo que vengan a nosotras, pero es que todos los días tú ves personas negras y yo estoy 100% segura que gran cantidad de esa gente, empezando por los cuicos, que van en su súper auto y ven un hombre negro vendiendo Super 8, yo no creo que le compren toda la caja para ayudarlo, o se sitúen en el contexto cotidiano de este hombre, o les interese por qué está en Chile.
Mercedes: O le pregunten cómo está…
Johana: O si almorzó…
Juliette: O si es que tiene hoy para dormir. Ah, pero para la fiestita…
Mercedes: «Ay qué lindo ese negrito», dicen apuntando…
Juliette: «Qué lindo negrito, dicen». ¡Cacha la hueá! Perdón por las expresiones (risas).
Johana: Eso no saldrá (risas).
Juliette: «Cacha la hueá», dijo la Juliette.
Johana: Juliette exclamó: “¡Cacha la hueá!» (risas).
Astrid: Hay una gran diferencia entre ser una persona negra de a pie a ser una negra de Londres o a ser una negra de EEUU o a ser la negra que baila en el video de Dancehall o a ser la negra que es rapera y que se monta en los escenarios o a ser la negra modelo. La imagen que aquí se ha construido sobre la persona negra -porque vuelvo y repito, les han negado su historia- es una imagen de la televisión. Las mujeres negras que salen en la televisión, si nos vamos a estudiar el cine, son nanas o prostitutas. Eso es lo que quiere el hombre y el cuico, en términos generales, o el que no se siente relacionado con nosotros. Si yo no bailo, para ellos es una cosa completamente incoherente. «¿Cómo puedes ser negra de Colombia y no bailar salsa? Es imposible». No hermano, es que yo me comunico con otra forma. Yo sé que el baile es una forma de comunicarme. Yo me comunico con las manos. O si soy escritora, yo me comunico con las palabras. O si me gusta dar cátedra, yo me comunico con la oratoria. Ellos no ven eso como parte de una cultura, ellos nos ven como objetos. Es una construcción que ha dado el cine, la industria de la música, Hollywood.
Johana: Yo quiero hablar un poco de lo que comentabas de privilegios. Cuando yo voy a una entrevista de trabajo, la secretaria me mira raro, porque ella es blanca y yo soy negra, ella está desde un lugar de privilegio que las mujeres negras no tenemos. Se habla de privilegios, porque nosotras vivimos cosas que las personas mestizas no viven. Ustedes no necesitan andar con el título debajo del brazo para que les crean que son profesionales. Eso es un privilegio en la sociedad que nosotras, como mujeres negras, no tenemos. Es algo tan básico como eso. Tal vez nosotras, en algunos ámbitos, tenemos beneficios que son privilegio. Tuvimos el privilegio de estudiar. Tal vez muchos de nuestros hermanos negros no lo tuvieron. Tenemos el privilegio de ahora estar en Chile. Tal vez muchos de mis hermanos negros en el Chocó están pasando hambre. Yo tengo el privilegio de no estar pasando hambre. Todos los seres humanos tenemos privilegios en diferentes contextos.
Mercedes: A mí me gustaría retomar lo que dijo Juliette, sobre lo de la fiesta. A mí me duele ver eso. Yo nunca voy a esas fiestas, porque sé que si voy, seré «la exótica». ¿Te das cuenta que a veces no salgo a carretear para ciertos lugares –no porque me dé vergüenza ser negra, para nada– porque sé que si voy con mi turbante o full pelo afro, voy a ser el objeto exótico y yo no quiero ser de nuevo una Saartjie Baartman.
Juliette: Íbamos caminando y «¡Oh, qué lindas! ¿Les puedo tomar una foto?». ¿Por qué? ¿Para qué quiere una foto conmigo? Eso es súper feo, nos ven como un objeto exótico.
Mercedes: Si a usted le falta sabor, no vaya y se apropie de una cultura. Encuéntrelo en usted, revise su historia.
Johana: Hágalo de la mano con nosotras, pero no nos tome como objetos.
Juliette: Yo creo que lo primero es saber la realidad de la persona negra, en todos sus ámbitos, porque no es lo mismo la realidad que vive la persona negra colombiana, a la persona negra chilena, a la persona negra haitiana… Todas son súper distintas, entonces, más que entrar en la migración –que es un tema que ya basta, por favor–, es entrar a verificar los diferentes tipos de realidades. Sencillamente, si no te relacionas con esas personas, nunca vas a saber qué falta o cuál es la problemática. «Estamos luchando por la migración», porque acá no se dice que hay procesos de negritud, se le llama migración a todo.
Mercedes: La mayoría siempre reclama «que estos negros que vienen llegando, que son así, que son allá», pero nadie mira al Estado, casi nadie dice: ¿Cómo el Estado se está haciendo cargo? Eso ni se cuestiona. Encuentro que es súper importante el rol que juega el ciudadano, que sea consciente y que pueda organizarse.
Johana: Es súper importante para poder realmente saber una realidad de alguien y saber cómo acercarse, hacer un estudio desde afuera. Decimos que no somos objeto de estudio, pero hay una delgada línea que yo creo que la gente no ha entendido, porque cuando se habla de acercarse hacia los negros, siempre se habla de hacer una rifa para ayudar a aquel, pero pienso que tiene que ser un trabajo conjunto. Realmente, yo necesito que tú, como hombre chileno, tú como mujer chilena, apliques por mí ese fondo, ¿o realmente lo que hay es un interés por debajo de cuerda? Conocemos demasiados casos donde han aplicado, donde sí han ganado dinero, a costa de la negritud, de la afrodescendencia, de la migración y no aportan un peso.
Juliette: Yo siento que el Estado, Chile y sus personas no están preparados para una migración negra. Les falta mucho. ¿Cómo es posible que si detienen a Joane no tengan un traductor al lado? No, no, no, es que eso no es. Que el carabinero no sepa hablar creole o francés ¿Cómo? Deberían empezar a formar a sus trabajadores en distintos idiomas, mejor aún contratar personas negras que hablen el idioma.
En Chile, donde el mercado y el consumo están sumamente presentes en la vida social de las personas, ¿cómo enfrentan la sexualización de las mujeres negras? Hacían mención al estereotipo del culo, las tetas, el baile…
Juliette: Es algo tan básico, repugnante y asqueroso, que tú conoces un chiquillo y te dice: «Sabes, es que nunca he estado con una mujer negra”…
Astrid: Mis papás son negros y profesores. Ambos estudiaron en la universidad, porque ambos decidieron que la negritud y la afrodescendencia tiene que ser una decisión política, un estilo de vida político. Entonces, ambos se formaron académicamente y esa intención política me la sembraron a mí en cierto sentido y a mis hermanos, porque yo te puedo decir que estudié 12 años de escuela, cinco de universidad, y en estos años que estudié tengo en la mente siete personas negras con las que estudié. Te puedo decir que esas personas negras o eran los bufones de la clase, o era la tonta de la clase o era la que olía mal en la clase o la pobre. ¿Por qué eran bufones en su mayoría? Porque se camuflaban en el chiste, en la broma, en la talla. Esa discriminación que sentían por ser personas negras, porque cuando tú estás en la primaria, en la secundaria, en la universidad y eres una persona negra, vives discriminación académica impresionante. Tienes que estar demostrándole a todo el mundo que sí estudiaste, que sí te bañaste, que sí tienes dónde dormir, qué comer. Tienes que demostrar que no eres un bárbaro, un incivilizado. Mis papás me dijeron: «Usted, si quiere ser una persona política negra y quiere sembrar el cambio, sea usted el cambio. Báñese, estudie, sea la mejor. Si tiene que dar explicaciones, que sean con su forma de actuar. Sea una persona académica, una persona inteligente. Y verá que usted será la única, seguramente, de muchas personalidades que va a estudiar, que va a sacar la cara y va a decir sabes qué, no todos los negros somos iguales».
Astrid (continúa): En ese sentido, reconocer a los académicos que estudian, que nos estudiamos a nosotros mismos, que no nos vemos como objeto de estudio, sino que nos reconocemos y nos vemos en una necesidad de hacer conocer cuáles son nuestros saberes, nuestras experiencias diaspóricas africanas y en América, yo siento que es un acto político. Es necesario reconocer que hay personas académicas negras, mujeres, hombres. Que hay personas en las artes, mujeres y hombres negros. Que hay personas en la música, mujeres y hombres negros. Que el inventor del semáforo fue una persona negra. Que el inventor del aire acondicionado fue una persona negra. El inventor del palo de golf fue una persona negra. La música clásica fue inventada por varias personas negras que construyeron esos instrumentos. En ese sentido, lo que nosotros como Microsesiones Negras estamos haciendo es educar, formar, visibilizar que nosotros también somos personas de saberes, para ir deconstruyendo esos estereotipos imaginarios colectivos que tienen sobre las personas negras.
Mercedes: Esta sociedad de mercado alimenta ese imaginario colectivo que nos estereotipa. El mercado es el que le dice a la gente por la TV que una tiene que ser de una forma. A mí me han dicho, «¿Oye, y no te gusta Beyoncé?» No, me gusta el jazz, me gusta Ella Fitzgerald. A una la estereotipan. Así como «Ay, pero si tenís que usar argollas po, si erís negra’’. Entonces, la gente se compra un estereotipo que vende la sociedad y que es terrible. Incluso a mí me pasó, yo igual me lo compré un tiempo. Me pasó que yo miraba una foto de Beyoncé o de Rihanna –cuando más chica, era fanática– y decía: «Pucha, me falta pechuga pa ser negra como ellas; pucha, me falta muslo pa ser negra como ellas. Me falta poto pa ser negra como ellas. Me falta hacer twerk pa ser negra como ellas». Al final, esas son cosas que te mete el mercado por todas partes. Es brígido, porque los medios de comunicación son otro poder del sistema.
Juliette: Esto no afecta solo a las mujeres, también le afecta a los hombres. Tenemos el típico caso del ‘negro del WhatsApp’. Entonces, es el hombre negro que tiene el tremendo pene. Pero es mentira. Pasa lo mismo con las mujeres con sus senos, su culo, su estatura y sus muslitos. El hombre negro también ha sido perseguido o ignorado por estándares de belleza falsos. A veces ando con cosas muy largas: «oye, pero igual tienes que tener tu potito». Pero por qué, ¿por qué no puedo ser una mujer negra sin culo? ¿Me hace menos negra? Una mujer negra cuando sea pequeña, tenga que ver estos personajes que la compañera nombró. «Ah ya, yo quiero ser como ella, entonces, me tengo que alisar el pelo». Yo al menos no vi personas tan negras en la TV y yo me sentía mal. Y yo qué hacía: me fui a la tienda, a oscuritas, porque mamá no se dio cuenta, y compré una crema blanqueadora, porque yo quería verme como ellas. Eso es lo que hace la TV. Son cuestiones o temas que nos han afectado en la historia y es a raíz del comercio. El simple hecho de ir por una tienda que vende cosas para personas negras y darte cuenta de que todo lo que venden son pelucas lisas y cremas alisadoras. ¿Por qué? Desde ese momento, estamos negando una historia y una ancestralidad gigante.
Mercedes: A mi papá le pasó eso. Mi papá es cubano y es negro. Siempre me cuenta que llegaban viejas con mucha plata y operadas, a que por favor él les diera una noche, porque ellas querían saber si era verdad el mito, y que le pagaban. Por eso es tan importante que el hombre negro también sea consciente de los espacios que ocupa. A mí no me interesa el hermano negro que se presta pa salir de bufón en el Kike Morandé, donde lo molestan con tallas sobre el tamaño de su pene y todas esas cosas. ¡Eso es súper grave! Un familiar mío trabaja en ese canal de TV y el otro día fui y le digo al guardia «hola, vengo a vestuario donde Juanita Pérez» y me dice «¿viene al Kike Morandé?». Él asumió, que porque yo era negra –y esos hermanos negros se prestan para salir de bufones ahí– que yo también iba a aparecer de bufón. Ahí le dije: «no, vengo a buscar a Juanita Pérez, es mi abuela». «Ah, disculpe», y ahí me dejó pasar.
Johana: Hablando también un poco de lo de la sexualización, pienso que también es algo que en efectivo parte con nosotros como negros. Qué imagen quiero dar yo ante Chile, en la TV, en los espacios que efectivamente ocupo. Deberían existir muchos más espacios y colectivos, y muchas más mujeres negras y hombres negros que se apropien directamente de esto y digan «yo no voy a ir a Chilevisión a salir en un programa donde a mí no me reconozcan como mujer chilena negra. Yo no voy a CHV a ser parte de su payasada». Porque así nos pasó. Nos invitan a programas, pero nosotros tenemos que ser el payaso de la TV, tenemos que ser la que sale con la minifalda, la que muestra el culo, la que muestra las tetas, la que siempre está sonriendo, la payasa. De CHV nos hicieron una invitación, donde algo tan simple como la entrevista fue en la cafetería de sus instalaciones, porque nosotras como mujeres negras no merecíamos ir a la oficina del director, quien nos entrevistó directamente.
Juliette: Para algo tan simple como «que aparezcan estas mujeres que se ven exóticas», porque somos “exóticas”, porque usamos turbante y somos súper negras. Ves aquí que cada una tiene su contextura, pero eso no nos hace exóticas. Ellos querían mostrar lo exótico y no podían decir que era un grupo de mujeres que quería politizar la negritud. No, tenían que ser «las amiguitas que se reunieron para hacer cositas».