Miguel Pita, doctor en Genética: «Hay una voluntad detrás del comportamiento agresivo»

Científico español se encuentra en Chile para establecer una línea de investigación en genética en el Laboratorio de Comportamiento Animal y Humano de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso. Aquí nos habla del "ADN dictador" y los avances en el estudio de los genes.

Miguel Pita, doctor en Genética: «Hay una voluntad detrás del comportamiento agresivo»

Autor: Absalón Opazo

El uso de la modificación genética para curar enfermedades abre un debate al que la sociedad va a tener que enfrentarse, porque esas herramientas permiten crear «embriones a la carta», aseguró en entrevista con la agencia Efe el doctor Miguel Pita.

Esta reflexión se dará «dentro de poco» y tendrá que determinar «si se quiere vivir en un mundo en el que se pueda hacer eso a una persona», asegura Pita, doctor en Genética y Biología Celular de la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro «El ADN dictador».

Este científico español, quien se encuentra en Chile para establecer una línea de investigación en genética en el Laboratorio de Comportamiento Animal y Humano de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso, considera que hoy en día se está en un punto «muy avanzado» para poder conseguir anticipar el desarrollo de enfermedades genéticas. Ello es posible porque ya se dispone de herramientas que retiran el gen que funciona mal de un embrión por un gen sano, «de tal manera que ese futuro nacimiento ya aparecería sin la enfermedad».

Pero la modificación genética destinada, por ejemplo, a aumentar la longevidad de los seres humanos es aún «complicada y complejísima» y queda «bastante tiempo», puntualiza. El motivo es que aunque puede estar parcialmente determinada genéticamente, hay «millones de razones y se tiene que dar la combinación de miles de genes». Desde que nos levantamos, nuestro día a día está condicionado por nuestros diminutos genes dictadores, sostiene Miguel Pita en su libro. «Lo que podemos hacer es modificar los que sabemos que tienen una función concreta», explica.

«Conocemos muy bien el emplazamiento de los genes, pero muchos se interrelacionan entre sí, se activan y se inactivan unos a otros, y ese mapa no está tan definido», precisa. Y aclara que sólo rasgos como el grupo sanguíneo o el color de ojos vienen determinados genéticamente. Para otros, como la altura, la agresividad o incluso el talento, se puede tener predisposición, pero el ambiente también influye, aclara.

«La mayoría de rasgos complejos, sean físicos o psicológicos, son una expresión de lo que dicta la genética y de cómo se combina con el ambiente en que vivimos», apunta. Esto incluye el talento, que no es algo que «solamente» se aprenda, sino que se perfila y se enriquece con la educación que se recibe. «Es también la expresión de la actividad de nuestro cerebro», insiste.

Miguel Pita colabora con la universidad chilena de Playa Ancha en la inclusión de la perspectiva genética en el estudio de los comportamientos humanos de cooperación y agresividad. Ambos mecanismos tienen una base genética «porque debieron ser muy importantes para la especie humana en tiempos anteriores», explica.

«La agresividad y la cooperación tienen una razón de ser evolutiva, han servido para mejorar la supervivencia y la reproducción de los individuos», agrega. De esta manera, el componente genético preparó a los individuos para evolucionar y adaptarse, mediante la agresividad, pero también con la cooperación.

Este joven investigador español también está promocionando en Chile su libro «El ADN dictador. Lo que la genética decide por ti», donde explica con un lenguaje coloquial la influencia de la genética en los seres humanos. En esa obra cuenta, por ejemplo, que la agresividad no es sólo física y que la herencia genética «no obliga a nadie a comportarse de forma agresiva».

«Los genes fabrican receptores en las células que pueden hacer que ciertas hormonas entren en mayor cantidad en unos individuos que en otros y que cuando se disparen esas hormonas, reaccionen más impulsivamente. Pero no los hace liarse a puñetazos. Hay una voluntad detrás del comportamiento agresivo», aclara para aquellos que piensan que los genes determinan de manera fatal el destino de los seres humanos.


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