Pablo Marimán, historiador: Al genocidio de la población originaria jamás se le ha llamado como tal; y al despojo de tierras, tampoco

– ¿Hay preocupación de los estudiosos de la historia sobre la necesidad de replantearse este tema? – Sí, en la academia chilena hay corrientes que las hacen diferir en las conclusiones que obtienen

Pablo Marimán, historiador: Al genocidio de la población originaria jamás se le ha llamado como tal; y al despojo de tierras, tampoco

Autor: mauriciomorales

– ¿Hay preocupación de los estudiosos de la historia sobre la necesidad de replantearse este tema?

– Sí, en la academia chilena hay corrientes que las hacen diferir en las conclusiones que obtienen. Por ejemplo, mediante un proyecto Fondecyt, Leonardo León viene estudiando los hechos de la “pacificación de la Araucanía” insistiendo en la colaboración que habrían tenido las jefaturas mapuche en ese acto. Él mismo ha sugerido, por medio de estudios sobre ventas de tierras en la zona fronteriza, que la “usurpación” de la misma -que denuncia cierta ciencia social y sobre todo mapuche- es circunscrita a casos o no es tal, lo que solo desperfila a un sujeto histórico que es versátil y dinámico. Estudios que prueban exactamente lo contrario -y que contaron con la participación de una pléyade de cientistas e historiadores- los encontramos en el Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas del año 2006.

En el ámbito mapuche los replanteamientos de la historia son prácticos como teóricos. El movimiento mapuche hace un diagnóstico de su situación y de los cambios que se requieren apelando a la historia en el cual el Estado en su fase de expansión militar es responsable de su empobrecimiento. El Centro de Estudios y Documentación Mapuche Liwen desde los años 80 y, ahora último, la Comunidad de Historia Mapuche, entre otros, han insistido desde un análisis de las relaciones interétnicas en que el despojo material de las tierras y los recursos naturales (para el fisco y los colonos), más la imposición de una única institucionalidad (la del Estado nación) junto a la conculcación de derechos como pueblo (de soberanía y autodeterminación), serían el caldo de cultivo de lo que denominan como situación y relación colonial con el Estado.


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