El 11 de julio, como todos los sábados, Olivia Ortiz, de 60 años, acudió a comprar alimentos al mercado de Coche, a cielo abierto, en el sureste de la capital venezolana, sin siquiera imaginar que 12 días después estaría ingresando a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) casi sin poder respirar.
«Tengo ocho días en esto. Hoy (por el viernes) finalmente es que me estoy sintiendo bien», relató la mujer mientras preparaba sus pertenencias, para salir, ya recuperada, de la UCI del Hospital Periférico de Coche.
Ortiz compartía habitación con otras siete personas. En el lugar había espacio para ocho, pero ese viernes la cama número seis quedó vacía: uno de los pacientes delicados perdió la batalla.
Malestar creciente
Todo comenzó para ella con un fuerte dolor de cabeza la noche del 14 de julio. Los tres días siguientes su cuerpo comenzó a perder fuerza. Se sentía agotada. De pronto su respiración comenzó a verse comprometida.
Como el malestar no cesaba, decidió ir el 18 de julio a la emergencia del Hospital Periférico de Coche. «Ese día me colocaron un suero y algo para la tensión, y como me sentí mejor decidí regresar a mi casa», contó.
Los siguientes tres días el malestar se volvió insoportable. Ortiz ni siquiera recuerda cómo ingresó al hospital: «El oxígeno me faltaba, creo que ya casi no respiraba, me metieron allí», dijo mientras señalaba una habitación con paredes de cristal en la que se encuentra aislado el paciente más grave de la sala.
Durante dos días, Ortiz solo veía el rostro preocupado de los doctores midiendo el oxígeno en su sangre, realizándole pruebas, pero era incapaz de hablar o de sentarse por sí sola.
«Esto no se lo deseo a nadie. La gente debe entender que esto es real, que un día están bien y al otro pueden estar muriéndose como estaba yo. De verdad doy gracias a estos increíbles doctores, doctores cubanos y venezolanos que nos han atendido tan bien, nos han dado todo. De no ser por estos médicos no estaría viva», señaló.
Centinela
El Hospital Periférico de Coche es un de los centros de salud denominados «centinelas», aquellos que, aunque el resto de sus áreas no se han detenido, se enfocan en atender a los afectados por el nuevo coronavirus. El sanatorio posee una zona remodelada especialmente para eso, habilitada hace un mes.
En diferentes pisos del hospital están ubicados los positivos asintomáticos, los pacientes que presentan síntomas leves y los que requieren de cuidados intensivos.
La zona en la que están los enfermos más delicados se encuentra a cargo de una brigada de 56 trabajadores de la salud cubanos que se dividen por turnos, cada uno con tres médicos y 10 enfermeras, un laboratorista, un técnico en rayos X y un técnico en anestesia.
En este hospital todos los pacientes reciben alimentos, medicamentos y atención de forma gratuita, y allí se encuentran desde funcionarios y militares hasta trabajadores del transporte público y de los mercados populares adyacentes
Cloroquina, azitromicina y anticoagulantes son los principales fármacos que reciben los pacientes, así como otros medicamentos para desinflamar las vías respiratorias.
Cortesía de Sputnik