Mario Carneyro, más conocido como Pogo, fue bautizado como tal por Rolando Ramos en 1987, cuando participaba en el programa “melodías subterráneas” de la radio Universidad de Chile. En ese tiempo no tenía idea de interpretar un instrumento. “Siempre fui melómano, pero no me atrevía a tocar. Trabajé pinchando discos, publicidad pa’ bandas, videoclips, pero no sabía tocar”.
Ahí conoció a los Fiskales, que estaban recién empezando. Les hizo una entrevista en su casa y le preguntaron si sabía tocar guitarra. “Yo estaba muy ebrio, todos estábamos chupando y les dije que era buen guitarrista y entré a la banda. A los tres días teníamos tocata y nadie sabía tocar nada, fue traumática la movida, pero siempre intuí que tenía dedos pa’l piano. Al final, poquito es lo que tengo pa’l piano… pero igual me sirve”, señala.
Cuenta que lo echaron de los Fiskales y pasaron años hasta que decidió hacer una banda por venganza. “Quería hacer la mejor banda del barrio y empezamos a trabajar un año y medio ensayando, no dejaba salir a nadie de mi casa ¿Has visto esos autos de carrera cuando empiezan a acelerar, acelerar y se quedan en la línea de partida acelerando? Y de pronto ¡paf! Sueltan el freno y salen en dos ruedas… nosotros salimos así. En una semana estábamos firmando contrato y saliendo en las radios, así que fue muy fugaz. Pero bien, valió la pena”.
Pogo, totalmente lúcido, nos visitó a las diez de la mañana, luego de un café, se largó en una deslenguada entrevista. El vocalista de la mítica banda del punk chileno, Los Peores de Chile, en su retorno a las pistas, vuelve a desparramar ácidas críticas, diciendo las cosas como son, al mejor estilo punk.
-¿Cómo fue la experiencia inicial de Los Peores? Hubo un tiempo que hasta salieron en la tele.
-Esa movida no la teníamos calculada. Yo quería tocar algo punki, nunca se me pasó por la cabeza tocar en televisión y fue como todas las cosas: Buena y mala. Por un lado, genial -dinero, minas, drogas de todo tipo-, pero por otro, empezamos a vernos en un mundo sin privacidad, ni individualidad. No tenía idea de lo que era ser popular.
-¿Sentiste el peso de eso?
-No podía salir a la calle. Tomar el metro era un problema, tenía que andar tapado. Empecé a sentir que no era yo y empecé a tener problemas. Entre más confundido estaba, más me drogaba y al final todo era un desastre. Mandé todo al demonio, me peleé con todo el mundo. Duraron dos años Los Peores de Chile y de ahí no quise saber más de nada, hasta un año atrás, que volvimos otra vez. Cuando te ves envuelto en esa historia es como que anduvieras con el culo al aire todo el día por la calle.
-¿Cómo se gestó el regreso de la banda?
-Me invitaron a tocar los Sinergia a la famosa Cumbre Rock y me encontré con el Klein. Me estuvo tratando de convencer toda la tarde. Me siguió llamando a la casa: No; llegó a mi casa: No, no. Y un día pensé; pero si estoy sin banda y quiero tocar, estaba ahí mirando el techo y dije: “Ya poh, empecemos a tocar”. Pero salir a ser una banda de cover de Los Peores, una lata. No quería más. Hasta que un día saqué un tema y les gustó y ahí entré en confianza y empezamos a sacar más. No es que haga todo yo, el tema siempre nace de alguien, no puede nacer de dos. Hay un esqueleto, huesos, y entre todos le ponemos músculos, carnes.
Y la respuesta de la gente en las tocatas, genial, algo está pasando o pasó con esa banda. Eso, ahora me lo creo, antes no.
DROGAS Y ROCK
-¿Cuál es tu relación con las drogas? ¿Cómo percibes toda esta maquinaria que atenta contra las libertades individuales?
-Como todas las cosas: Tiene su lado bueno y su lado malo. Hay que enfrentarlas con inteligencia, si uno no tiene un nivel intelectual más o menos decente, te va a ir pésimo con las drogas, no hay control, no sabes utilizarlas.
En este mundo las drogas son necesarias, han estado presentes desde el inicio de la historia de la humanidad. Ahora son más masivas, antes eran de la élite.
-¿Cuál crees es la droga más consumida en Chile?
-El copete, la número uno en todo: En desastres, en venta, en consumo. Claro que la sociedad hipócrita chilena no le llama droga. Juntas todas las drogas tipo cocaína, marihuana, pasta base, ácido, anfetaminas y no llegas ni al 5% del daño que hace el copete. Pero eso “no es droga”. No vas a poner un pie de foto donde la presidenta está tomando un brindis de droga, no queda bonito. Brindis, nada más, de vino chileno, pero te tomas cuatro vasos y dejas la cagá’, en cambio yo me fumo cuatro pitos y no pasa nada, pero voy preso.
-¿Y la relación entre arte y drogas?
-La idea es sacarle rendimiento a todas las drogas que consumas. Hemingway hacía libros con dos botellas de whisky pa’ empezar a escribir. Yo le saco provecho a la marihuana, me encanta. Hago discos con marihuana, escribo libros, hago diseño gráfico con marihuana porque me despierta la imaginación, me hace ver cosas que no veo normalmente. Eso no significa que no haga nada sin pitos, lo hago igual o mejor, pero logro otra forma de expresión, otra sensibilidad.
-¿Cómo utilizas la marihuana para crear?
-No fumo pito en la calle ni en casa de gente, yo fumo solo, en mi casa, porque tengo el computador y la guitarra al lado, todos mis instrumentos. Entonces me fumo uno y antes de llegar a la mitad ya lo estoy apagando y sentándome en el computador o agarrando la guitarra, porque empiezo a tener millones de ideas. Entonces, la utilizo, el resto de las drogas no. O sea, las he ocupado todas. Empecé tomando anfetaminas a los 13, 14 años y de ahí, ácido y todas las mierdas, menos pasta base, porque encuentro que es una droga flaite, pa’ puros picantes, pero el resto me parece que está guay, está bien.
SOCIEDAD FASCISTA
-Viviste en España. Desde fuera ¿Cómo definirías al chileno y/o chilena típicos?
-Yo les veo más lo negativo que lo positivo: Somos buenos, no somos particularmente perversos, pero hay algo de perversión en la sociedad chilena, en el ADN, en nuestra idiosincrasia; creo que viene de antes, de la época precolombina. Creo que nuestro pueblo, nuestros antecesores, no éramos precisamente un pueblo para estar orgullosos. Una sociedad muy compartimentada, fascistoide, en el sentido de fascio, de grupo, de tribu. Lo que más desprecio es el odio entre chilenos, pero llega un argentino y se la mamamos bajando la escalerilla del avión, pero entre nosotros hay un desprecio completo.
-¿Qué visión tienes de la sociedad chilena?
-Una sociedad muy conservadora, a niveles casi fascistas, intolerante, pero a más no poder. No avanzamos nada, hay terror al cambio. Somos un pueblo flojo, no nos atrevemos a hacer cosas nuevas, nos gusta copiar y copiamos mal.
Tampoco tenemos calidad de vida, hemos criado una generación con una taza de té y una marraqueta y como eso ha funcionado, sigue ahí. No tenemos exquisitez. Eso se ve a través de la historia. No es de ahora, lo ves en la arquitectura, en los pueblos, en las ciudades, la cultura, es un pueblo no enriquecido.
En cambio Perú o Argentina, son pueblos que tienen un esplendor tremendo. ¿Por qué acá no pasa lo mismo? ¿Por qué somos tan chatos? ¿Por qué nos gustan las cosas cuadradas? No hay enriquecimiento de la forma, del vocabulario, de tu vida, todo es brutal, seco.
-¿Qué aprendiste estando en España?
-Yo salí de este país con 18 años y era un completo tarado, un niño de barrio alto. De repente, llegué a Europa y me doy cuenta de que las cosas eran completamente diferentes. Hay que salir para darte cuenta que eres una basura. Pueblo de mierda, resentido, malo, mediocre, rasca. A mí se me cayó Chile cuando hicieron el plebiscito del 88. Un 44% del país votando en favor de Pinochet, eso no lo voy a perdonar jamás, ahí se me cayó y ya no lo quiero. Sigo colaborando, porque mi corazón está al lado izquierdo, tengo corazón de abuela y no me voy a ser un maldito desgraciado igual que los demás. Pero no siento ningún cariño. Un país que vota casi la mitad para que siga una de las dictaduras más horrorosas que puede haber tenido el pueblo, encuentro que no tiene perdón. ¡Y ahora votaron a Piñera! ¿Y qué alternativa teníamos? ¡Nada, es todo lo mismo!
-¿Cuál es tu opinión de la izquierda chilena?
-La izquierda tradicional son todos un montón de derechistas fachos: el PC, PS, un montón de reaccionarios de mierda. Yo no puedo creer, no creo en este país.
-¿Qué piensas sobre el sistema de partidos en Chile? ¿Qué intereses representan?
-Este es un país de castas. Mario Kreutzberger sabe que tiene los tiempos limitados. ¿Qué hizo? Puso a su hija. Sigue la dinastía. Y el Sabat ¿qué hizo? Puso a su hija. Si se ve, por todos lados dinastías, lobbys, hipocresía. ¿Qué se puede creer de los PPD? Mafiosos en sus regiones, con intereses economicistas por todos lados y andan rasgándose las vestiduras en contra de la derecha.
Y la derecha. Casi sicopática con respecto a la religión, al orden, a la organización. Son una banda de depravados que hacen con el país lo que les da la gana. Con una maldad y una miseria humana inaceptable en gente que predica con el catecismo. La política, un asco.
-¿La Concertación traicionó a su pueblo?
-Los primeros años lo entiendo porque, joder, estaba el Capitán General ahí en la Escuela Bernardo O’Higgins y podía sacar los 40 mil hombres armados en cualquier momento y de hecho estuvo a punto de hacerlo. Y, claro, era lógico, los cuatro, cinco primeros años, hasta que Pinochet no estuviera fuera de la historia y todo ese montón de vejestorios ultra radicalizados no pasaran a retiro, la democracia valía mierda. Pero después, Frei, Lagos, Bachelet, era el momento para hacer cambios, pero… salieron aplaudidos por los banqueros, felices.
-¿Qué opinión tienes de Bachelet y su gobierno?
-Es una gordita traicionera, no se qué precio tuvo que pagar, a cambio de qué -algún día lo sabremos-; puso la marihuana como droga dura, algo que ningún país del mundo ha hecho; cuando sabemos que la guatona se fumaba los pitos atravesados, jipi de mierda. No se qué pasó, qué intercambio hizo… ¡Es una vergüenza! porque ha metido a tribunales a un montón de gente que en su puta vida se ha saltado un semáforo en rojo y termina arruinada porque le encontraron un pito de marihuana. Eso, ahora, es asimilable a encontrarte una pistola de 9 mm. ¡Es una brutalidad! Su Gobierno ha sido de farándula, de proteger la imagen. La tía es inepta, habían otros detrás. No había una razón para esperar un cambio y que ocurriera lo que ella profesaba como socialista, cuando toda la Concertación ha sido de centro derecha.
Para qué hablar del resto, un montón de imbéciles envidiosos, oportunistas. Te hablo del presidente del PS, de los del PPD. Los conozco porque la mayoría estaban cuando yo tenía uso de razón en la época de Allende. Una cosa es renovarse, ta’ bien, pero otra cosa es pasarse a la derecha.
-¿Ves alguna salida a esta situación política?
– No poh. La gente creíble es la que sale en la primera página de Las Últimas Noticias ¡Por favor! Pa’ eso, en las próximas elecciones ponemos a la Geisha de candidata y nos vamos con tutti. Don Francisco ya estuvo nominado, el guatón no quiso ser presidente, si no, lo hubiéramos tenido en La Moneda. Ese es el nivel cultural de este país.
En el mundo de la política está claro que nos van a seguir sodomizando a todos por el resto de nuestras vidas, nacimos para eso: Los sodomizadores son un 5% de la población y el resto somos los sodomizados.
-En un video clip de ‘Los Peores’ le pintaban bigotes a Bernardo O’Higgins. ¿Qué querían decir con ese gesto?
-Mmm, si yo veo un cuadro de Bernardo O’Higgins le saco la tula y se la pongo en la cara. Porque para mí ¿Quién es? El padre de qué. La bandera chilena, un trapo de mierda. Han muerto miles de personas por la maldita bandera. El escudo chileno es un escudo fascista. El himno nacional, la cueca, nuestros antepasados, a la mierda. En el fondo es una manipulación emocional que, a la larga, terminamos todos en la frontera matando a nuestros hermanos de cualquier país por un puto trapo. No, no creo en esa basura. Bandera, héroes nacionales, basura. Prefiero a la Geisha.
LA OLA GIGANTE
-¿Y qué se puede esperar? los más jóvenes están mas conscientes, más movidos…
-Yo espero la ola no más. La ola gigante que va a llegar a Chile, va a golpear contra la Cordillera y no va a quedar nadie. Ese es el momento exacto en que Chile empieza de nuevo. Hasta ese momento no creo que tengamos ninguna posibilidad.
-¿Qué podemos hacer mientras esperamos esa ola?
-Ser fiel a tus principios, jamás sumarte al despojo generalizado, al pillaje general. Yo sigo siendo yo mismo. Si de diez tocatas, seis son a beneficio y no tengo ni uno, voy igual, porque es parte de mi historia. Y los trabajos que hago son con visión de cambio, de crítica hacia una sociedad que no me parece que está correcta, pero además mostrando ciertos caminos. Mi historia, mis canciones, mis letras, lo que pinto, lo que dibujo. Sigo en el mismo camino de decir: Yo veo el mundo así y quiero que cambie. ¿Una utopía? Por supuesto, me encantan las utopías, desde chico he sido utópico, pero hay que tratar de generar un cambio en un país que no lo quiere por ningún motivo. Hay un dicho súper bueno que aprendí afuera: “Una pulga no puede parar un tren, pero le puede sacar unas ronchas inmensas al maquinista”, esa yo creo que es mi labor. Y con eso quedo en paz.
-La visión crítica que tienes la comparto más cuando veo Santiago, una ciudad segregada, pero Chile no es Santiago. ¿Ves esa diferencia con ese Chile de regiones?
-Sí, pasa que inevitablemente, Santiago es Chile. Casi la mitad de los habitantes esta acá, el poder está acá, pa’ regiones no importa un comino, salvo cuando una se hunde en el mar y no queda nada “Oh, hay una región ahí”, el resto importa un loli. La plata que producen las regiones va pa’ Santiago, micros pa’ nosotros, Transantiago pa’ nosotros. Ustedes: Fuera. Yo voy a provincia y me encuentro un montón de gente haciendo cosas, pero no tienen las oportunidades, no hay caminos.
-¿Autonomía para las regiones?
-Falta autonomía, que creen sus propios polos de desarrollo, sus polos culturales, pero lo que pasa es que el chileno –no se si producto de su flojera, mediocridad- Chile es un país asistencialista, nadie pone de su parte, todos esperan que les llegue la movida, y eso no puede ser, tiene que crearse una fuerza interna en la gente.
Cuando yo me fui a Valparaíso saqué un cálculo erróneo pero lógico. Dije: “A ver, una ciudad maravillosa, patrimonio de la humanidad, poesía hasta en la caca de los perros, cuatro, cinco, seis universidades, una población flotante de universitarios impresionante, estaban todos los elementos para que explotara algo. Llegué: Puros cura’os y sigue siendo una ciudad de cura’os. Eso es imposible que se dé en cualquier otra parte del mundo, sólo se da en Chile, un país de gente con tal nivel de mediocridad. En Valpo no hacen nada, sólo viven el momento. La botellita, el pito, la minas, el hueveo, la fiesta, la juerga, el reggaeton… nada más. Y cuando ves eso, en gente de esa edad, en que se tiene todo el potencial de creatividad, y están pegados con la botellita y el carrete nocturno, ahí te das cuenta que para el futuro no tenemos nada.
-¿Cuál es tu opinión respecto a la iglesia? Sabiendo de los casos de abusos.
-No me sorprende. La iglesia desde que San Pedro puso la primera piedra es una gran mentira. La gente se impresiona porque somos un país católico, con toda la miseria que hay, el 90% del país se declara confesional. Pero así es el catolicismo, miserable, egoísta, oportunista, no es una religión creíble. Ahora que salgan curas que se violan a los cabros chicos, siempre se ha sabido. Basta leer la historia de la iglesia católica en la edad media. ¡El oscurantismo poh viejo! ¿Por qué oscurantismo? Porque la iglesia católica dominaba todos los estamentos sociales y políticos de la época, la humanidad cayó en lo más bajo. Europa fue un tremendo matadero a costa de la iglesia, lo que han robado y siguen robando, llamando al pueblo que done y sea generoso teniendo las fortunas más grandes.
Una persona normal no puede entrar ni al ejército ni a cura, si entra tiene que tener algún tipo de desviación.
-¿Qué esperas a futuro, dónde te ves en 3 años más?
– Estoy esperando que me llegue la hora. Yo sé que debo tener un margen de cuatro o cinco años más, sé que alguna enfermedad terminal me va a agarrar. Mi vida es estar encerrado, haciendo cosas, y salir a tocar. Es mi única diversión y mi único escape. El resto no me interesa, no salgo de mi habitación, no salgo de mi casa. Estoy metido en una cueva, y quien me quiera visitar, bienvenido, si no, algún día saldré.
-Respecto a la mujer en la sociedad. ¿Qué lugar consideras debiera ocupar?
-¡A lavar platos! (risas). No, en realidad creo en la igualdad. Tan igual que no sigo la línea de esto que tiene el chileno como de finales del siglo XIX, tan educado que se saca la chaqueta y la pone en el suelo por si hay mierda. Ni siquiera les abro la puerta ni les pago el pasaje de la micro, y cuando las invito ellas mismas se pagan su historia. Eso es igualitario. Lo que sí me preocupa es que sean un poquito burras. Cuando veo una tía que anda mostrando, pienso que no tiene cerebro. Las que tienen, no andan preocupadas de eso porque saben que las tetas y el poto siguen ahí, ni un atado. Y claro, son listas, las minas manipulan al hombre. A mí no me pueden engrupir con eso, las minas no me faltan, de hecho me sobran, así que me puedo dar el lujo de decir: Anda a lavarte el poto; a mí no me vengas con esa historia. Ahora, no acepto que la mina gane menos por ser mujer, es una imbecilidad caradura. Que tenga los mismos derechos, las mismas formas de realizarse está guay. La chilena debería estar menos preocupada de su físico y preocuparse del intelecto, que es lo que más importa. Si eso pasara, nos sacarían a patadas porque creo que la mujer está más capacitada que el hombre, que es demasiado engreído en sí mismo.
Por Bruno Sommer y Sebastián Larraín
El Ciudadano