La escuela vuelve a casa y la televisión pública mexicana difunde una creativa programación inspirada en una pedagogía rusa orientada a reforzar la educación y el entretenimiento infantil durante la distancia social decretada por la pandemia de COVID-19, explicó la directora del canal de TV Once Niñas y Niños, Claudia Walls.
«Canal Once Niños y Niñas es el único canal de la televisión abierta exclusivo para los menores de edad, con un perfil específico orientado a la infancia, basado en una pedagogía rusa, que puede ser adaptada para lo que nosotros hacemos, inspirada en Lev Vygotsky», un prolífico autor que por su corta existencia es conocido como «el Mozart de la Psicología», dijo la directora de la estación televisiva.
Cuando casi 40 millones de alumnos se han quedado sin clases, del 23 de marzo al 30 de abril, la emergencia sanitaria mundial encontró al canal estatal bien posicionado, con una larga trayectoria de casi dos décadas dedicadas a los chicos y chicas, una señal recibida en todo el país y también parte del sur de EE.UU. por medio de sistemas de televisión satelital.
La casa matriz, Canal Once, un canal educativo que surgió en 1959 en el Instituto Politécnico Nacional tiene su propia barra para la niñez desde hace 18 años con contenidos infantiles, en cuyo seno se gestó el nuevo proyecto especial para la infancia.
En agosto próximo cumplirá cinco años de haber nacido la señal Once Niñas y Niños, con programación exclusiva para los televidentes de menor edad, que comparte con la barra infantil de la casa matriz, transmitiendo series animadas y programas de corte infantil, así como producciones propias, como en este caso realizados a todo vapor ante la pandemia de COVID-19.
Vygotsky (1896, Orsha, actual Bielorrusia) fue uno de los más destacados teóricos de la «psicología del desarrollo», fundador de la «psicología histórico-cultural», precursor de la neuropsicología de la antigua Unión Soviética, que fue descubierta y divulgada al mundo académico occidental en la década de 1960.
En términos conceptuales, prosigue la directora, «se trata de una metodología muy sencilla, basada en la teoría pedagógica que dice que el desarrollo de las personas, a nivel infantil y en su vida en general se logra cuando se enfrentan a retos dirigidos a personas mayores a la edad de su propia edad«.
De esta manera, cuando un niño de siete años se enfrenta a problemas, acertijos y retos cognitivos, intelectuales o físicos, mayores a su propia edad, por ejemplo para niños de nueve años, el individuo es estimulado con el incentivo de un desarrollo mayor, abriendo un mundo de posibilidades, explica Walls.
Televisión didáctica ante la emergencia
El desarrollo humano en los menores puede explicarse en términos de interacción social, eso permite a Once Niños y Niñas trazar «una programación de alta calidad, con una propuesta lúdica, didáctica», con un impacto positivo en la vida integral y diversa de la audiencia infantil.
Llevado al lenguaje de la televisión «nos permite sustentar la programación del canal, aunque estamos dirigidos a una población de tres a doce años», relata Walls.
Graduada en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien también ha dirigido la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil «Alas y Raíces», detalla que «no podemos controlar más que a través de los padres de familia, son quienes restringen lo que deben ver o no ver su hijos».
El canal ofrece la oportunidad de programas para niños mayores, «abriendo una posibilidad de poder desarrollarse ante nuevos retos», prosigue quien fue directora adjunta en el capitalino Museo del Niño «Papalote», en el Bosque de Chapultepec.
La situación de emergencia actual encuentra al canal con un perfil propio muy definido.
«En esta época de pandemia, lo que hacemos es generar contenidos que permitan a los niños conocer lo que está sucediendo a su alrededor, que sepan cómo actuar ante esta nueva situación», detalla la directora.
En ese universo, han sido incorporados contenidos para acceder a ideas útiles, hacer actividades en casa, que les dé cierto tiempo de actividad y esparcimiento.
«La curaduría del canal se abocó a producir contenidos propios y de adquisición, que tiene un sentido didáctico preciso, para que aprendan sin darse cuenta», plantea.
Walls aclara que no se trata de una canal con pretensiones académicas ni de educación formal, pero los contendidos apoyan el desarrollo y la educación no formal, extraescolar.
En ese terreno no eluden hablar de ciencia y tecnología.
El ingrediente de los valores sociales es parte de sus fundamentos: «respeto, tolerancia, honestidad, honradez, trabajo en equipo».
Esos principios están enfocados a través de lenguajes diversos: «hablamos de artes, música, canciones para entonar y bailar, ejercicios, hábitos de buena alimentación, cuidado del medio ambiente».
Siendo un canal del Estado los contenidos son absolutamente gratuitos.
«No tenemos un solo anuncio que venda nada y estamos totalmente abiertos», puntualiza.
En esta contingencia, muchas cápsulas son traducidas al imaginario infantil: cómo lavarse la manos, qué es un virus, qué sentimientos y emociones tenemos.
El mensaje es que «está bien sentirse preocupado y sentir miedo, ver a los padres inquietos, porque los niños son receptores de sensaciones colectivas».
También pueden aprenden a «resolver dudas, saber tranquilizarse, conocer mitos y falsedades de la enfermedad, comprender qué es la sana distancia y las actividades que podemos desarrollar en casa», termina.
Unas 40 personas entre diseñadores animadores, productores, realizadores, escritores, guionistas, pedagogos y creativos actores están detrás de los personajes, muñecos y marionetas que hablan el lenguaje de las niñas y niños.
Cortesía de Sputnik