La orden sufí Nur Ashki Jerrahi fue fundada en la Ciudad de México en 1987 siguiendo el trabajo que el Sheij Muzaffer Ozak Jerrahi comenzó en 1978 al ser invitado a Estados Unidos. Hoy, las comunidades de ambos países son conducidas por mujeres.
La sheij Amina Teslima Jerrahi, la encargada de la orden mexicana refirió en su comentario que la actual directora espiritual de toda la orden también es mujer: Fáriha Jerrahi fue estudiante tanto del sheij Muzaffer Ozak como de su sucesor, Nur Anwar Jerrahi (Lex Hixon) fundador de la comunidad mexicana en 1987, siguiendo los sueños místicos que tuvieron migrantes mexicanos en Estados Unidos.
«Ahora nos encargamos dos mujeres de la orden y en casi todos los pequeños grupos en diferentes partes de Estados Unidos, el liderazgo o la función de servicio como lo entendemos nosotros, es ampliamente femenina», dijo Amina Teslima Jerrahi quien señaló cómo su orden ha seguido el cambio de los tiempos del resto de la sociedad, en torno al papel que ocupa la mujer en los espacios de decisión.
«Todo el mundo reconoce que en nuestra orden hay mucha presencia femenina de liderazgo porque así se dan las cosas. Entendemos que son signos de los tiempos y no algo particular de esta tariqa [orden espiritual dentro del islam], sino que responde a una tendencia general en la que la mujer toma las riendas de muchas dimensiones de la vida humana actual», agregó.
Sincretismo mexicano
La sheij Amina destacó un hecho del proceso fundacional de la comunidad mexicana de la orden sufí Nur Ashki Jerrahi: su nacimiento incluyó una peregrinación hacia la basílica de Guadalupe, en el norte de la Ciudad de México, sede central del culto a la principal figura protectora en México, así como en buena parte de Latinoamérica.
«El sheij Muzaferr dejó en Nueva York unas reliquias del profeta Mohammed [el profeta del islam] y al venir a México, el sheij Nur las trajo con él y fuimos todos a llevar esas reliquias frente a la Vírgen de Guadalupe para pedirle permiso para fundar la comunidad sufí aquí en México, antes de formalizar su inicio», explicó.
La mayoría de los derviches que iniciaron esta comunidad son mexicanos, aunque hay una minoría de otros latinos como la propia sheij Amina, que nació en Puerto Rico. También hay argentinos y chilenos participando.
«Este año cumplimos 33 años de fundada la mezquita y la comunidad sufí aquí en México. Durante muchos años fue la única. Las autoridades siempre nos han respetado, incluso en el 2001, cuando ocurrió lo de las torres», dijo, en referencia a la caída de las Torres Gemelas en Nueva York, que supuso el giro mundial —promovido por Estados Unidos— a la adopción de políticas antiterroristas.
Entonces, la sheij sintió la necesidad de asumir un papel activo en los medios de comunicación para representar al islam, aunque según relató, no estaba en sus planes volverse una vocera.
«Pero el prejuicio se intensificó tanto que tuvimos que hacer declaraciones, atender a la prensa para que hubiera un balance, pero creo que ahora es peor que en ese momento», sostuvo. «Lo interesante fue que a pesar de toda el agua que cayó, nunca en México hemos tenido un tema de discriminación o prejuicio con la población ni con el Gobierno, siempre han sido superamables con nosotros durante cinco sexenios», agregó.
Para los mexicanos, explicó Amina, la tariqa representa un espacio al que pueden ir, salir y regresar o mantener contacto en la distancia. Cada jueves, abre sus puertas para la Dhikrullah, la ceremonia sufí del recuerdo de Dios, un espacio abierto de la congregación para que «buscadores y estudiantes de todos los caminos religiosos» puedan probar esta rama del islam.
«Nosotros somos como un bebedero, así como los colibríes que beben y siguen andando, la mayor parte de la población de aquí así lo ha hecho. Los jueves ha habido épocas dónde se llena y muchas de esas personas toman la iniciación y se vuelven derviches. Pero la enorme mayoría viene y toma un poco de agua, miel o vino y regresa un año más tarde», explicó la fuente.
«Pasa algo misterioso y bello con los lazos que se crean aquí, entre quienes formamos parte de la misma tariqa y aunque no voy a tomarme un café con esta persona, cada quien, dentro de sus vidas mantiene este vínculo que está bendito y nos une para siempre en la práctica sufí», concluyó.
Los sufís son una de las ramas contestatarias del islam como prueba la participación de mujeres dentro de sus comunidades u órdenes espirituales. Así como el judaísmo y el budismo, el islam tiene su propio calendario sagrado que marca los «puntos importantes de realización del alma humana» por medio del cultivo «de un modo santo de vida que implica que Dios es la única realidad y el único poder», indicó la sheij.
Cortesía de Eliana Gilet Sputnik