El pasado domingo, la ministra Secretaria General de Gobierno, Paula Narváez, confirmó la llegada de 60 refugiados sirios a Chile. Luego de aprobarse los recursos por parte de Hacienda, comienza un proceso que contará con la participación de la Vicaría Pastoral Social, con el fin de insertar a los nuevos residentes, como ya lo han hecho los cerca de 250 sirios que han llegado al país desde que estalló la guerra civil en la nación de oriente medio.
Con el objetivo de conocer las impresiones de la comunidad siria residente en el país, El Ciudadano conversó con Hernán Maluk, presidente de la Sociedad de Beneficencia Siria, quien valoró la concreción del anuncio previamente comprometido por la Presidenta Bachelet ante la Asamblea General de la ONU.
¿Cómo evalúa el anuncio realizado por el Gobierno?
Estamos complacidos de que el Gobierno haya tomado esta decisión, que la anunció en septiembre de 2015 y, sin embargo, no se había concretado y ahora ya es una realidad. El proyecto original que nos habían mencionado era para 200 personas. Hoy, con el presupuesto que hay, son 60, pero esperamos que se complete el contingente que se había pensado originalmente, porque las necesidades son tremendas.
Si tuviera que hacer una caracterización de los refugiados que vendrán, ¿cómo los describiría?
En general, son familias; parejas jóvenes con hijos, que tienen una necesidad de preocuparse por su familia y por su crecimiento. Son personas que ya están en campos de refugiados. Esa es la connotación de refugiado, una persona que no está en Siria, está en los países limítrofes, ya tuvo que salir y está en muy malas condiciones. Son personas que hoy están afectados por su condición de vida y que además están apremiados por cambiar esa condición.
¿Está Chile preparado económica, política y culturalmente para recibir refugiados?
No, ciertamente no está preparado económicamente, por eso esta demora en asignar los recursos para lograr que este proceso sea posible. Tampoco está preparado para la inserción de inmigrantes en los temas administrativos. No solo inmigrantes sirios, sino que de diferentes nacionalidades, tienen bastantes problemas para cumplir sus procesos de papeleos y habilitarlos para poder trabajar en nuestro país. Debería haber un programa, sobre todo con refugiados que vienen huyendo de una guerra. Una ventanilla especial, ágil, que les permita iniciar su vida laboral lo más pronto posible.
Un gran problema para ellos, y también lo viven los haitianos, es el idioma. Por lo tanto, deberían haber programas de enseñanza de castellano, lo más dedicado posible, para poder tenerlos habilitados para desenvolverse rápidamente.
Además del idioma, ¿cuáles son las principales diferencias culturales que encontrarán los refugiados sirios en Chile?
Siria es un país que tuvo un desarrollo eminentemente agrícola, muy tranquilo. Los que estuvimos allá, percibimos una vida tranquila, dedicada principalmente a la agricultura. Estas grandes ciudades son una diferencia importante para ellos, pero se han adaptado muy bien.
¿Aprecia un cambio en la forma como los chilenos se relacionan con los inmigrantes, a partir de la llegada creciente de extranjeros durante los últimos años?
Ciertamente hay un cambio. En promedio, la recepción ha sido buena. Siempre hay casos de gente que se opone, pero diría que en la media ha sido buena.
¿Cree que las personas que lleguen como refugiados pueden sufrir algún tipo de discriminación?
En la Sociedad de Beneficencia Siria tenemos un programa de acogida a inmigrantes y han llegado más o menos 250 desde el inicio de este conflicto. Nosotros nos relacionamos directamente con más de 100 de ellos y aquellos que no tienen relaciones aquí en Chile, nosotros los apoyamos.
La verdad es que no hemos sentido una discriminación fuerte sobre ellos, más bien una acogida humana en nuestro país. Hay niños que los hemos ubicado en colegios, hemos hecho acuerdos con rectores de colegios municipalizados y esos niños están hoy estudiando y no están sufriendo por estar ahí. Todo lo contrario, sienten que su vida continúa y sus padres sienten que rehacen su vida.
¿De qué forma han participado en el proceso de integración de sirios en Chile?
Tenemos un programa de apoyo a inmigrantes, al alero de la Sociedad de Beneficencia Siria. Un grupo de personas dedicadas a atender las necesidades de inmigrantes y hay cuatro aspectos: la salud, la enseñanza del español, la educación para sus hijos y la vivienda.
En este punto, tenemos estructurado un sistema con gente que quiere cooperar y financiar por un período departamentos o piezas de estadía. Entonces, logramos darle un rodaje hasta que la persona tiene su trabajo y puede mantenerse por sí misma.
¿Qué significa para los sirios en Chile mirar el conflicto a tantos kilómetros de distancia?
Es doloroso. Muchos de los que estuvimos allí tenemos algún familiar allá. Es un conflicto que ha dañado a muchísimas personas y, con el amor que se le tiene a la patria de nuestros ancestros, es doloroso.