En medio de la complicada situación que vive la ciudad china de Wuhan con la epidemia de coronavirus, se percibe madurez social, empatía y esperanza entre los locales, afirma el cubano Samuel Junco, quien reside en la urbe china desde hace cinco años.
«Ha comenzado un proceso de consolidación y de empatía entre los locales que también ha trascendido al orgullo, al ánimo, y a las esperanzas, (…) se evitan las noticias falsas o rumores. Se percibe una madurez social sin depresiones ni euforias», asegura.
El joven relata que al principio del brote, muchas ciudades o pueblos dentro de China unilateralmente le negaron el paso a los residentes de Wuhan que huían o que pretendían salir de la ciudad, por lo que muchas personas se quedaron varadas en la carretera.
En este sentido, considera que hubo un antes y un después del 27 de enero, cuando a través de las redes sociales, los habitantes de la ciudad y muchos otros chinos coordinaron para alzar sus voces «en contra de la apatía y la necedad», se encendieron al unísono las luces en cada hogar «y todos desde sus ventanas y balcones comenzaron a gritar Wuhan jia you [Vamos Wuhan] a la par sonaba el himno de la nación, fue muy emotivo», cuenta.
Medidas
Junco asegura que «China está actuando con todos sus recursos y con diligencia» pero advierte que «se requiere de un protagonismo de la individualidad ciudadana, que es crucial para la contención de la epidemia».
El cubano relata que las autoridades chinas están exhortando a las personas a mantenerse en casa por el mayor tiempo posible, y toman medidas estrictas en este sentido, como «controlar las salidas de los autos y de las personas de los condominios».
Actualmente en Wuhan «casi todos los días son iguales, permanecer despierto toda la noche y dormir en el día no hace diferencia alguna, pues la vida social, laboral, profesional, está casi totalmente anulada», expresa.
Entre otras medidas de protección además del aislamiento, Junco destaca «el mantenimiento de la higiene dentro de la vivienda» y salir solo a lo imprescindible, principalmente para comprar alimentos.
«Yo trato de bajar lo menos posible y las pocas veces que lo he hecho es solo para ir al mercado para colectar la mayor cantidad de comida y víveres posibles. Para ello, uso un abrigo que me cubra bien, máscara respiratoria y en ocasiones espejuelos, evito tocar directamente con mis manos los objetos. Una vez en casa, justo en la puerta hacemos un trabajo de desinfección con alcohol, y las máscaras y ropa van para un área apartada del resto de la casa», relata.
Perspectivas
La propagación del virus cambió sus proyectos vitales y laborales a medio plazo, algo que el cubano asegura que es lo que más le afecta, junto con la incertidumbre de cuánto durará esta situación, aunque confía en que las autoridades chinas junto a la comunidad científica consigan controlarla pronto.
«Temo también la incidencia en movimientos futuros, cuando tenga que declarar que estuve en Wuhan, o que mi origen es Wuhan. Hay mucha ignorancia y mucho prejuicio creado internacionalmente con los residentes en China, y aún más con los residentes de Wuhan a raíz de la propagación del virus», refiere.
El nuevo coronavirus, detectado por primera vez en Wuhan, capital de la provincia china de Hubei (centro-este), a finales de 2019, provocó más de 1.100 muertes e infectó a unas 45.200 personas en veinticinco países hasta la fecha, aunque la mayoría de estos casos corresponden a China.
El 30 de enero, la Organización Mundial de la Salud decretó una emergencia internacional por la propagación de esta nueva cepa de coronavirus.
Cortesía de Sputnik