Romy Valenta: «En Valdivia hay mucho por hacer».

Es la voz de una mujer tecleando sus derechos, sus saberes, sus ideas y convicciones. Una vez le envié las preguntas a Romy Valenta, sabía que no tardaría en responder con certeza y claridad. Esta mujer sureña es una de las activadoras culturales más relevante de los últimos años en la ciudad austral; su franca apertura a la comunidad y el resultado de un constante desempeño en las redes sociales, pero no solo digitales, sino que más bien humanas, la elevan a una suerte de productora social o enlazadora de las artes, que va desde pegar afiches de una actividad por las calles de Valdivia hasta levantar el evento de mayor afluencia ciudadana en el año: 100 en 1 día.

-Eres gestora de muchas actividades culturales en Valdivia ¿Percibes participación ciudadana en estas actividades o más bien se cierra a un círculo de artistas?

Un dolor grande en Valdivia es la subestimación de la audiencia y la poca difusión de actividades culturales, esto sumado a la falta de infraestructura cultural nos pone la pista difícil. En mi caso tengo la suerte de contar con gran participación y colaboración de la comunidad en todas las actividades que organizo, produzco y difundo. Esto pasa porque trabajo a partir de redes, donde cada persona que he ido conociendo en mi camino se convierte en un eslabón importante de la cadena. Tengo amigos que trabajan cargando en la feria o son gerentes de empresas, a todos les pido apoyo y la gran mayoría siempre me ayuda. En este sentido el cruce de disciplinas también es clave, todos deberíamos hacer al menos dos cosas totalmente distintas para enriquecer nuestro bagaje. Uno nunca sabe lo mucho que puede beneficiar un proyecto el hecho de presentar a dos personas que parecen opuestas pero tu descubres que tienen algo en común. Por eso mis actividades no se cierran a un grupo de artistas, de empresarios o de personas, mi trabajo es abrir el diálogo y conectar los puntos para que esa constelación entre en sintonía.

-¿Qué hay en Valdivia que no hay en otras ciudades del Sur? Hablemos de centralización.

Valdivia es un paraíso, yo sé que parece instalada una narrativa un poco negativa que está asociada al tema económico y esa obsesión que hay por los números y ser una súper región productiva, pero cada vez la gente está mostrándose con más energía, orgullosa de su ciudad y eso se nota. Yo creo que vamos a ser verdaderamente gigantes cuando aprendamos a reconocer las capacidades que tenemos. Poder ir de paseo a lugares increíbles que están dentro de la misma ciudad como el Arboretum o tomar una micro y llegar en 20 minutos a la playa y quedarte la tarde ahí mirando el mar desde las rocas es algo que te llena el corazón. Muchos de mis mejores recuerdos están en esos lugares. Creo que en esta ciudad hay vida, hay historias, hay amor en cada rincón y una fuerza creativa tremenda, por eso es tan mágica.

-La literatura y enseñanza, es parte de tu trayecto como persona y como profesional ¿En qué temas profundizas cuando entregas conocimiento a las personas?

En las vivencias personales, creo que no puede haber creación si uno permanece ajeno a su propia interioridad y desconectado de sus emociones. Yo no enseño a escribir, ayudo a personas a dialogar con esa voz dormida que somos nosotros mismos, pero ocultos debajo de una o varias capas de polvo, sombra y miedo. En ese sentido la catarsis a través del terror, el suspenso e incluso el humor absurdo que esconde la tragedia son mis temas favoritos.

-¿Cómo ves el panorama de la poesía en tu ciudad? ¿Y el del cine? ¿Qué opinión tienes desde el punto de vista de la producción?

Nos falta muchísimo para que los artistas puedan vivir de lo que hacen y no estar esperando los fondos concursables. Mi opinión es bastante lapidaria en este punto, creo que hay talento pero el talento solo no rinde. En ocasiones los productos culturales son desprolijos porque no se profesionaliza debido a la falta de recursos para ponerse a trabajar en serio, lo que implica ser metódico y dedicarte de cabeza a lo que estás creando. Eso es una tremenda brecha que debemos superar.

-¿Qué propuesta harías al Municipio para levantar nuevos nichos de actores culturales en tu ciudad?

Creo que les propondría promover dentro de su planificación de ciudad la instalación de nueva infraestructura cultural que cuente con apoyo del Gobierno Regional. También darle más espacios a los artistas para manifestar propuestas concretas, darles una voz real. Pero insisto, es un trabajo que se debe hacer desde ambos sectores, Municipio y Gobierno Regional. El tema político nunca ha sido un obstáculo para mí en cuanto a lograr cosas y creo que gente de derecha e izquierda pueden trabajar y generar proyectos maravillosos, soy una convencida de eso.

-Cuéntanos un poco de 100 en 1 día…

¡Es el festival de intervenciones urbanas más grande del sur de Chile! Nuestro discurso se construye a través de la apropiación de espacios públicos, la inclusión y el voluntariado. Lo maravilloso es que lo levantamos sin un solo peso y con pura colaboración de los habitantes. Es una fiesta cultural, social, deportiva, artística, medioambiental que impregna a Valdivia de ese orgullo ciudadano que queremos instalado todo el año. 100 en 1 día es un hijo que en 2016 cumplió dos años, ya camina, se ríe y come solito. Esperamos con chochera el 2017 para sorprender con un evento mucho más grande donde superemos las 25.000 personas que participaron este año.

¡Descansar! Reconozco que me he exigido bastante estos doce meses, pero estoy súper conforme con mi desempeño y lo que he podido contribuir a la ciudad. Hay mucho trabajo que hacer todavía y mi año no se acaba en diciembre. En enero vamos a impulsar la segunda versión del Congreso del Futuro Valdivia, un evento que me motiva muchísimo y nos ha tenido trabajando todo el 2016. Considero que desde esta ciudad podemos levantar iniciativas potentes, generar tendencias e instalar temas que nos hagan replantear de manera constructiva como hemos venido haciendo las cosas. En Valdivia hay mucho por hacer, creo que es eso lo que me ha hecho permanecer en este territorio hermoso.

Por Pía Sommer
Vía e-mail para El Ciudadano
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