El viernes pasado la presidenta Michelle Bachelet encabezó una ceremonia en Santiago enmarcada en el llamado Plan de Reconocimiento y Desarrollo de La Araucanía y lanzó la siguiente frase: «Quiero pedir perdón al pueblo mapuche por los errores y horrores que ha cometido o tolerado el Estado en nuestra relación con ellos».
La mandataria hacía referencia a la violencia histórica con la que han actuado distintas instituciones estatales -legitimadas por la población- como el Ejército o Carabineros de Chile.
Una semana después, este viernes, el historiador Gabriel Salazar visitó los estudios del Área Audiovisual de El Ciudadano, en donde -entre otras temáticas- se refirió a esta intervención de Bachelet. La conversación se enmarcó en la presentación de su nuevo libro, Los caminos del pueblo (Editorial Universitaria, 2017), una serie de reflexiones que realizó el también Premio Nacional de Historia entre 1976 y 1984, tras ser exiliado a Inglaterra por la dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet Ugarte.
Al ser consultado por el gesto de la mandataria para con el pueblo originario, opinó con énfasis y le restó importancia.
«Pedir perdón después de que le has metido la espada hasta el fondo al otro no tiene ninguna validez ni importancia, es un gesto farisaico», dijo tras mencionar un cuento de la historia francesa que había escuchado en su juventud. «Una ofensa entre dos caballeros (…) se citaron para conversar el problema, y no bien se sentaron a conversar, uno de ellos sacó la espada y lo atravesó al otro por la mitad. Y después le dijo perdón, no quería hacer eso», relató Salazar.
En relación a este tipo de disculpas puso como ejemplo el perdón ofrecido por Patricio Aylwin a los familiares de detenidos desaparecidos durante el régimen, en un recordado episodio de marzo de 1991. «Tendrían que haber pedido perdón por haber dirigido la transición a la democracia, pero no por los crímenes de los militares. No tiene por qué pedir perdón por el otro, estamos ocultando sus crímenes con eso; no es terrorismo de Estado, es terrorismo militar, con nombre y apellido», afirmó.
En cuanto a la explicación del mismo hecho, dijo que «esta pedida de perdón es un gesto propio de los políticos para quedar bien con sus electores pero que no resuelve nada, absolutamente nada. En el fondo, deja todo como está».
Casi al final, hizo alusión a lo que realmente debería suceder por parte del Estado. «Más que pedir perdón, yo creo que lo que hay que hacer es decidirse a resolver el problema del pueblo mapuche en lo que es ese problema: es el pueblo dueño de este país. Tan simple como eso. Los españoles no pudieron quitarle el territorio, salvo el valle central, que no eran muchos los mapuches. Se lo quitó Chile, que invadió y dominó la Araucanía después de los años 60 y 70. Le quitaron su territorio», sostuvo, y cuestionó: «Entonces, ¿acusarlo de terrorismo?, ¿aplicarle métodos antiterroristas?, ¿y militarizar toda la zona como si fuera un enemigo?…».
Por último, el historiador Gabriel Salazar declaró que se produjo por parte del Estado una dominación de «toda la situación y luego vendieron la Araucanía por hijuelas, la remataron en Santiago, y se formó una nueva oligarquía en esa zona, con mucho extranjero, que hoy día los señores son muy potentados con las empresas madereras que hay ahí». En este escenario -añadió- «los gobiernos no se atreven frente a esa nueva oligarquía, y por tanto frente a un pueblo que ha sido aplastado y sigue aplastado y ni siquiera se le reconoce como pueblo, claro. El gesto de decir pido perdón, ¿qué resuelve eso? No resuelve nada».