«También hay que luchar contra el machismo indígena»

Lorena Cabnal se define como feminista comunitaria y representa a las mujeres maya-xinka

«También hay que luchar contra el machismo indígena»

Autor: Sebastian Saá

Lorena Cabnal se define como feminista comunitaria y representa a las mujeres maya-xinka. Creó la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán, Jalapa y relata la resistencias de su pueblo contra las multinacionales mineras y contra la violencia sexual.

Lorena Cabnal se autoidentifica como mujer maya-xinka, feminista comunitaria. En su cuerpo y en su sentir se cruzan distintas opresiones, a la vez que nacen rebeldías diversas. Fundadora de la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María Xalapán, Jalapa (AMISMAXAJ), no elude la crítica cruda tanto del capitalismo y el colonialismo que somete a su pueblo, como del patriarcado que sigue arraigado en las comunidades.

Las mujeres organizadas son un pilar fundamental en la resistencia que el pueblo xinka ha levantado frente a la invasión por parte de las empresas mineras de unos territorios que han mantenido su autonomía desde hace siglos. En el seno de este movimiento -no siempre aceptado y comprendido por las autoridades tradicionales- no sólo se denuncia el despojo que implica para los pueblos el modelo de la globalización, sino que también se viene construyendo, desde la teoría y desde la práctica, un nuevo imaginario político y de lucha que se centra en el cuerpo de las mujeres como primer territorio a defender, pero también como el nudo que da coherencia a los procesos comunitarios.

Porque el Buen Vivir como paradigma alternativo a la globalización occidental, no puede surgir únicamente como respuesta al modelo capitalista y colonial, sino también como oposición al patriarcado, presente también en las sociedades indígenas contemporáneas.

¿Cómo definirías el momento actual para los pueblos indígenas?

Estamos en un momento histórico fundamental porque los pueblos indígenas estamos planteando alternativas frente a la crisis civilizatoria mundial, buscando formas de resistencia contra los efectos del capitalismo en su forma neoliberal: contra el colonialismo, el patriarcado y la globalización. Ahora otros pueblos en el mundo están mirando nuestras propuestas, como una forma de vida diferente que da pie a retomar el paradigma originario del Buen Vivir.

Creo que son procesos profundos de consciencia plena, de recordar cómo los pueblos en algún momento han tenido la posibilidad de armonizarse para la vida.

«En el movimiento indígena por ejemplo, no podemos negar la existencia del patriarcado y por lo tanto del machismo indígena»Hay otros pueblos que hoy se plantean la decadencia: el consumismo y la alienación los ha llevado a darse cuenta de que han tenido una prolongada irresponsabilidad en el uso de los elementos de la naturaleza. Y el planeta nos está pasado la factura con el calentamiento global. Hoy por hoy, la propuesta de los pueblos originarios y en especial de mujeres indígenas en el mundo están generando y revitalizando la propuesta, el movimiento, la acción y la vida. Cada vez se nos hace más necesario escribir nuestras experiencias para aportar a la construcción global de la propuesta y de acción.

¿Cuáles son entonces los retos en esta coyuntura?

Procesos tan importantes e históricos como el proceso de cambio en Bolivia nos hacen ver que hay posibilidades de articularse, para buscar el camino a la emancipación desde otras vías. Pero nos queda el reto de reconocer el horizonte de utopía, porque si nos quedamos pensando solo en que los procesos de elección popular nos dan la posibilidad de poner candidatos para llegar al poder y nos quedamos ahí, topamos con un nudo. Si el proceso de cambio no se reconoce como importante, pero transitorio para llegar a algo más, nos bloqueamos. Si la plurinacionalidad se institucionaliza y desde ahí se construye todo, vamos a tener patas cojas.

Otro reto imprescindible es la autocrítica que es necesario realizar para lograr visibilizar dentro de los movimientos indígenas y de los movimientos sociales del mundo que tenemos que resolver graves problemáticas internas. Estoy hablando de formas muy propias de manifestaciones patriarcales. En el movimiento indígena por ejemplo, no podemos negar la existencia del patriarcado y por lo tanto del machismo indígena, que no tiene nada que ver con el colonialismo occidental. Creo que no podemos hacer una lucha parcial, no es posible despatriarcalizarnos sin eliminar fundamentalismos étnicos y esencialismosque subyugan a las mujeres indígenas. Y sólo la institucionalidad no nos va a resolver la despatriarcalización.

¿Puedes ayudarnos a comprender la visión del territorio desde tu visión como mujer maya-xinka, feminista comunitaria?

No es lo mismo cuando dentro de un imaginario ciudadano se habla de territorio (la unión entre el espacio geográfico, las leyes y la población), que cuando lo definimos desde la cosmovisión indígena. Por ello hemos decidido volver a nombrar qué es para nosotras territorio, desde nuestro pensamiento.

Para nosotras territorio es un espacio para ser y para estar. Antes y ahora, en los tiempos y en relación con el cosmos. Todo esta tan integrado que está planteado desde el lugar desde donde construyes significados, desde el espacio en el construyes con las otras y con los otros, donde recreas relaciones y también conectas con el espacio, con el cosmos.

«Nos negamos a hablar de armonización con la Madre Tierra si no existe una relación armónica entre las mujeres y los hombres»Tiene que ver con lo material, pero también con lo inmaterial. Transciende de lo concreto: incluye la subjetividad, las afectividades, los vínculos con la tierra. Es algo integral.

¿Y cuando hablan del concepto de territorio-cuerpo?

Esa es otra de las cosas que aportamos como feminista comunitarias, un concepto que  construimos en 2008. Lo que para nosotras comenzó como una consigna política se ha convertido en una categoría dentro del feminismo comunitario que tiene que ver con la defensa y recuperación del territorio cuerpo-tierra.

En 2008 se levanta toda la lucha contra la minería en la montaña [de Xalapán, territorio del pueblo xinka] y vimos que dentro del movimiento indígena nacional se plantea la defensa del territorio-tierra como algo integral. Después nos empezamos a dar cuenta de que con esta defensa del territorio-tierra pareciera que empieza a ensombrecerse la lucha histórica que mujeres y feministas hemos hecho para erradicar la violencia contra la mujeres. Entonces ahí nosotras nos planteamos dónde quedaba nuestro territorio-cuerpo dentro de esta integralidad cosmogónica de la que hablábamos. Necesitábamos enunciarla.

La defensa del territorio–tierra para que esté libre de minería está muy generalizada pero dentro de éste viven los cuerpos de mujeres que están viviendo opresiones y violencias. De ahí nace el planteamiento de recuperación y defensa del primer territorio que es el territorio-cuerpo. Nos negamos a hablar de armonización con la Madre Tierra si no existe una relación armónica entre las mujeres y los hombres. Planteamos que defender un territorio-tierra ancestral contra las 31 licencias de exploración y explotación de minería que están planteadas sin defender los cuerpos de las mujeres que están viviendo la violencia sexual, es una incoherencia cósmica y política.

Todas estas luchas va inevitablemente unidas a  la liberación de las personas pero también tienen un componente importante de sufrimiento. ¿Por qué que la haces, que quieres conseguir, que sueñas?

El Nuevo B’aktu’n es la entrada en una nueva era y necesitamos construir un nuevo horizonte de utopía,  porque este modelo ya caducó. El orden simbólico establecido no funciona.

Por ello reivindicamos las maneras plurales y creativas de aportar a esta construcción. Reivindicamos la alegría sin perder la indignación, la sanación como apuesta política, romper la lógica dicotómica de vernos en competencia política, la posibilidad de construir un mundo nuevo en el que valga la pena vivir y juntarnos con gente de otros lugares que también están viviendo los efectos de este modelo neoliberal de desarrollo, para crear un mundo donde sea posible seguir apostándole a la vida.

Por Tamara de Gracia y Diego Jiménez

 http://www.diagonalperiodico.net/

*Tamara de Gracia participa en la ONGD vasca Mugarik Gabe y Diego Jiménez, en la Coordinación por los Derechos de los Pueblos Indígenas (CODPI)


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